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Bobby cartel reducidoBobbyDirigida por Emilio Estevez
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Sección Oficial del Festival de Venecia 2006.

Producción de Michel Litvak de una película escrita y dirigida por Emilio Estévez (The War At Home (1996)). Los productores ejecutivos son Gary Michael Walters, Dan Grodnik, y Anthony Hopkins. Los productores de la película son Edward Bass, Michel Litvak, y Holly Wiersma. Los coproductores son Lisa Niedenthal, Athena Ashburn y David Lancaster. Las estrellas: Harry Belafonte, Joy Bryant, Nick Cannon, Emilio Estévez, Laurence Fishburne, Brian Geraghty, Heather Graham, Anthony Hopkins, Helen Hunt, Joshua Jackson, David Krumholtz,, Ashton Kutcher, Shia LaBeouf, Lindsay Lohan, William H. Macy, Svetlana Metkina, Demi Moore, Freddy Rodriguez, Martin Sheen, Christian Slater, Sharon Stone, Jacob Vargas, Mary Elizabeth Winstead, y Elijah Wood.

Crear el mundo del Hotel Ambassador, en la década de los 60, ha sido posible por el equipo entre bastidores compuesto por el director de fotografía Michael Barrett (¡Goool! (Goal!, 2005); Kiss Kiss, Bang Bang (2005)); el diseñador de producción Patti Podesta (Memento (Memento, 2000); Anápolis (2006)); la diseñadora de vestuario nominada a los Oscars Julie Weiss (Frida (Frida, 2002); American Beauty (American Beauty, 1999)); y el oscarizado montador Richard Chew (La guerra de las galaxias (Star Wars, 1977); Alguien voló sobre el nido del cuco (One Flew Over The Cuckoo’s Nest, 1975)).

El día en que Bobby Kennedy ganó las primarias de California camino de devenir, probablemente, el próximo presidente de los Estados Unidos es uno de aquellos que todavía tiene obsesionados a los americanos. Era un tiempo no tan distinto del nuestro —tiempo de Guerra y de divisiones fieras—; en una América que se desgarraba las vestiduras, Kennedy era el único candidato que daba la impresión de ser capaz de unir a la gente de distintas razas, clases sociales, y creencias. Habiendo perdido a su propio hermano en un asesinato increíble, había declarado públicamente su voluntad de devenir un abogado apasionado aunque también pragmático para la creación de un nuevo futuro para América, uno que mirara más allá de toda retórica en busca de ideas creíbles para poner fin a la pobreza, el racismo, la injusticia, y por encima de todo, la creciente epidemia de la violencia. Una luz de esperanza para los desvalidos, y alguien que transita al lado de otros mágicos iconos de la cultura como Dylan y los Beatles, Kennedy fue un político que pisó territorio nunca antes conocido por los de su oficio, ni antes, ni después.

En muchos sentidos, el guionista y director Emilio Estévez llevaba sintiendo toda su vida que estaba predestinado a realizar Bobby. Contaba sólo diez años, el día en que Robert F. Kennedy murió; Estévez recuerda aquella noche vívidamente a través de los ojos de un niño: Vio por televisión la horrible noticia referida a que habían disparado al Senador, y corrió con tan turbadora información a despertar a su padre, el actor Martin Sheen, desde hacía mucho partidario de Kennedy. Inmediatamente, Sheen se fue con su hijo a visitar el lugar donde Bob había ofrecido su discurso final, una sincera y espontánea llamada a la unidad y a la acción dirigida a todo el país ante el aumento de la división y la violencia: el Hotel Ambassador. "Recuerdo a mi padre sostener mi mano mientras evolucionábamos por aquellos inmensos salones, y recuerdo que hablaba acerca de lo que habíamos perdido" —rememora Estévez.

Años más tarde, aquella pérdida seguía pesando duramente en Estévez. Como muchos otros, comenzó a entender el asesinato de RFK como el tiro que había frenado en su avance el idealismo y optimismo de una generación previa de norteamericanos—, para instalar al país en el mundo mucho más áspero que hoy en día vivimos, hecho de cinismo, apatía, y privación de los derechos civiles. El legado de Kennedy acerca de la necesidad de negarse a callar ante la injusticia, de abogar por los oprimidos, y de hablar sin tapujos acerca de lo que a su parecer estaba equivocado en EE.UU., daba toda la impresión de no tener más que unos poquísimos herederos. "Desde aquel momento, el 5 de junio de 1968, parece que hemos ido haciéndonos más y más cínicos y resignados, y creo que ello explica en gran medida por qué estamos donde estamos actualmente desde la perspectiva cultural" —opina Estévez—. "Resulta desgarrador".

Tras producirse lo que Estévez denomina el "paralizante bloqueo del escritor", dejó a un lado la escritura del guión. Pero entonces hubo otro giro del destino. Estévez partió a un remoto hotel de la Costa de California Central, cerca de Pismo Beach, para reemprender el guión. Cuando estaba registrándose en el establecimiento, la mujer del mostrador le reconoció y le preguntó qué estaba haciendo allí. "Estoy escribiendo un guión acerca de la noche en que Bobby Kennedy fue asesinado" —le respondió. Las lágrimas fluyeron de los ojos de la mujer al instante: "Yo estuve allí" —contestó.

Estévez se entrevistó con la mujer, quien había sido una voluntaria de Kennedy en 1968. Estévez convirtió la historia de la dama en la del personaje de Lindsay Lohan de su película. La mujer se había casado realmente con un joven para evitar que éste fuera a la Guerra de Vietnam: "Me ayudó mucho a forjar la espina dorsal de mi historia y a insuflarle latido" —comenta el realizador—. "Luego, todo empezó a fluir".

La hebra de un personaje parecía llevar al siguiente mientras Estévez iba desarrollando con sumo cuidado el entrelazo de las historias de los 22 personajes ficticios. Era fruto de la inspiración proveniente a un tiempo del espíritu de los tiempos y de las experiencias personales del director. "Quería crear personajes que fueran emblemáticos de la época y que realmente hicieran que la historia vibrara" —comenta—. "Hasta cierto punto son arquetipos, pero conozco íntimamente a cada uno de ellos. Se basan en gente que ha estado en mi vida de un modo u otro".

Algunas de las historias más atractivas del guión resultaron ser las de las mujeres: mujeres al borde de la revelación y el cambio en los mismísimos comienzos de los movimientos feministas: La cantante que se hunde en el alcohol de Demi Moore; la esposa que soporta con estoicismo el engaño, de Sharon Stone; la ambiciosa trabajadora del hotel, de Heather Graham; y la mujer mundana de la jet set de Manhattan que encarna Helen Hunt. "Creo que al escribir los personajes femeninos, mi madre fue una gran influencia" —comenta el guionista y director—. "Se trata realmente de una persona fuerte, y creo que su voz también se halla en esta película"-

El primer actor en incorporarse al reparto puso a rodar la bola: El oscarizado Anthony Hopkins. Pese al tiempo transcurrido, Hopkins todavía retiene en su memoria el profundo impacto que le causó la noticia del asesinato de RFK. "Recuerdo exactamente donde estaba" —comenta—. "Me hallaba sentado en una silla de maquillaje en Londres cuando llegó la noticia. Me dije: 'Se han vuelto locos. El mundo está enloqueciendo.' Ya tuvimos a JFK, a Malcolm X, al Dr. King, y ahora Robert Kennedy. Pensé que el mundo se estaba haciendo pedazos. Y sí que se estaba desmoronando".

Al asumir el papel del portero jubilado del Ambassador, John Casey, Hopkins se regocijó ante la oportunidad de trabajar junto a una leyenda de la pantalla grande como Harry Belafonte. "Fue maravilloso trabajar con una figura tan distinguida de la historia de Hollywood" —comenta Hopkins acerca de sus escenas con Belafonte—. "Harry es una fuerza dinámica de la naturaleza, una fuerza revolucionaria. Y el hecho de que estuviera personalmente tan próximo a Bobby Kennedy me reportó un intenso significado".