Arthur estaba seguro de que con Lola, no caería en los típicos tópicos de la pareja convencional. Pero, sin darse cuenta, Lola ha cumplido los 30 y recupera la idea del príncipe encantado; por eso, quiere una prueba de su amor, pero una verdadera: ¡el matrimonio!. Ella le vende un matrimonio idílico y Arthur, por amor, se deja convencer; pero atención: ¡sólo con sus condiciones!
Entre los sueños infantiles de Lola, los deseos anticonformistas de Arthur y la expectativa de una boda pomposa que espera la familia, la pareja se ve atrapada; la organización del mejor día de sus vidas se complicará más de lo que ellos esperaban. No querían hacer lo que hace todo el mundo
sino que lo hacen peor
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