La historia transcurre en 1938, en la India colonial, en pleno movimiento de emancipación liderado por Mahatma Gandhi.
Según las creencias hindúes, cuando una mujer se casa, se convierte en la mitad del hombre. Por lo tanto, si él muere, se considera que la mitad de la esposa ha muerto. Los libros sagrados dicen que una viuda tiene tres opciones: Casarse con el hermano más joven de su marido, arder con su marido o llevar una vida de total abnegación.
Se celebra una boda que bien podría ser un entierro: casan a Chuyia (Sarala), una niña de 8 años, con un moribundo que fallece esa misma noche. Se quema su cuerpo en la orilla de un río sagrado y Chuyia se prepara para el destino que han escogido para ella. Se le afeita la cabeza e ingresa en un ashram para viudas donde deberá pasar el resto de su vida, convertida en un altar viviente consagrado a la memoria del fallecido.
Pero el ashram, gobernado por una especie de enorme gárgola llamada Madhumati (Manorma), es una farsa que controla la vida de las reclusas. El chulo local le trae ganja (marihuana), que fuma con placer, y ella le entrega a las viudas más jóvenes para que se prostituyan hasta que pierden su atractivo y dejan de ser lucrativas.
El agua es una constante en la película, no sólo como metáfora, sino también como instrumento. A la orilla del río, Kalyani (Lisa Ray) conoce a Narayan (John Abraham), un joven idealista seguidor de Gandhi, hijo de brahmanes, la casta social más alta de la India.
Estudia derecho, está entusiasmado con la revolución social pregonada por Gandhi y más que dispuesto a rechazar los límites impuestos por una tradición secular. Con Chuyia actuando como mensajera, su imposible relación empieza a florecer.
Acerca de los personajes
Chuyia es una niña de 8 años con ojos brillantes llenos de vida y con una melena que le llega más abajo de la cintura. Lleva una pulsera roja en cada muñeca y cadenitas en los tobillos. Hace poco que su familia la ha casado con uno de los hombres más ricos del pueblo con la idea de que cuando crezca, pueda mudarse a su casa y convertise en una esposa de verdad. Pero el plan se desbarata cuando el hombre enferma y muere. Chuyia, ya viuda, es obligada a ingresar en un ashram, una casa para viudas, donde pasará el resto de su vida. Como viuda, debe expiar las faltas que causaron la muerte de su marido.
Madhumati, una viuda de unos 70 años, es la matriarca de la casa. Durante el día, se sienta en el patio dando órdenes a las otras viudas. De noche, tumbada en la cama, fuma "ganja" (marihuana) mientras escucha los chismorreos que le cuenta Gulabi, su único amigo, eunuco y alcahuete.
Shakuntala es una de las catorce viudas que comparten el ashram. Quizá sea la más enigmática de todas; es guapa, culta e inteligente. Silenciosa y reservada, está dividida entre la desesperación de vivir el resto de su vida como viuda y su fe en la religión hindú.
Kalyani es preciosa, la única viuda a la que no se le ha cortado el pelo debido a la profesión que adoptó a temprana edad, obligada por la poderosa Madhumati. Es dulce, simple, e irradia una inocencia infantil. Kalyani se pasa el día jugando con su perrito Kaalu o hablando con una estatuilla de Krishna que tiene en su cuarto. De noche, todo cambia. Gulabi la lleva a la otra orilla del Ganges a las mansiones de los hombres adinerados de Rawalpur. Lo acepta sin rechistar, es su karma. Además, piensa que es una prueba que le impone Krishna y que debe, tal como dicen los libros sagrados, "vivir como el precioso loto al que no tocan las sucias aguas en las que flota". Las demás viudas no le hablan; temen que su contacto pueda ensuciar su pureza. Al conocer a Narayan, la aceptación espiritual de su destino empieza a desmoronarse y se opone a Madhumati.
Narayan acaba de terminar sus estudios de Derecho. Es idealista y seguidor del movimiento "Marchaos de India" instaurado por Gandhi. Conoce a Kalyani por casualidad. Se enamoran inmediatamente, pero las restricciones impuestas a las viudas hace casi imposible que se vean. El movimiento de Gandhi no se limitaba únicamente a echar a los británicos de la India, también se dedicaba a incrementar la justicia social y mejorar el trato a las mujeres.