Juan, César y Jofré, los tres hijos de Rodrigo Borgia, se dirigen al Vaticano, donde se está celebrando el cónclave para elegir nuevo Papa. Allí se enteran de que su padre, Rodrigo Borgia, acaba de ser elegido pontífice con el nombre de Alejandro VI.
El nuevo Papa sueña con aumentar los territorios del Vaticano de todas las formas posibles. Para ello nombra Capitán de sus ejércitos a Juan, su hijo mayor, y lo casa con María Enríquez, una noble dama española. A su hijo segundo, César, lo nombra Cardenal, y para su única hija, Lucrecia, acuerda el matrimonio con Juan Sforza. Finalmente obliga a Jofré, su hijo pequeño, a casarse con Sancha de Aragón. Pero César quiere ocupar el lugar de su hermano Juan y controlar el ejército. Entre los dos comienza una gran rivalidad. Una noche, los hermanos regresan de una fiesta y Juan se despide de ellos. Al día siguiente, encuentran su cadáver en el río. El dolor de Alejandro es inmenso: es su hijo preferido.
Con la muerte de Juan, César deja los hábitos y es nombrado Capitán de los ejércitos. Al frente de ellos conquista los territorios vecinos y, así, se extienden las fronteras del Vaticano. Los sueños de Alejandro VI para iniciar una dinastía han comenzado a cumplirse. Pero los enemigos de los Borgia han ido aumentando con el paso del tiempo. Las antiguas rivalidades germinan convertidas en oscuras tramas que van a poner en peligro la hegemonía de la familia en Roma.
Historia de Los Borgia
Originarios de Valencia, los Borgia se convirtieron en una de las familias más importantes e influyentes de la historia de Italia. Su poder llegó a su máximo apogeo cuando Rodrigo, nacido en Xátiva, se convirtió en Papa con el nombre de Alejandro VI en 1492. Su tío abuelo había sido el primer español que ocupaba la silla papal con el nombre de Calixto III. Cuando fue elegido Papa, Rodrigo Borgia tenía 59 años, varios hijos reconocidos en España y cuatro más que vivían con él en Roma: César, Juan, Lucrecia y Jofré, todos ellos fruto de su larga relación con Vanozza Catanei.
Desde el inicio de su mandato como Papa, Alejandro soñó con extender las fronteras del Vaticano más allá de la ciudad de Roma. Su fin era conquistar todo el país y crear una dinastía monárquica que se sucedería en el poder a través de sus hijos. Durante su papado consiguió apoderarse de los territorios vecinos hasta ocupar el centro del país y doblegar a las familias rivales. Su papado duró hasta 1503 y durante once años se creó grandes enemigos que le acusaron de simonía y de cometer toda clase de crímenes. Y aunque es verdad que fue un político sin escrúpulos fue también un gran estadista, un experimentado militar que supo mantener la Santa Sede a salvo de las codicias franco-españolas. Fue también un gran mecenas que favoreció el arte y la literatura y construyó numerosos monumentos.
Rodrigo Borgia utilizó a sus hijos como instrumentos para conseguir sus objetivos. Sobre todo a Lucrecia a la que casó en tres ocasiones la primera con sólo 13 años- para establecer ventajosas alianzas políticas, y a César, a quien puso al frente de sus tropas. Éste heredó de su padre la ambición y la inteligencia y fue un gran guerrero, despiadado y cruel, pero visionario e inteligente. Fue modelo del libro El Príncipe, de Maquiavelo.
Los Borgia fueron acusados de cometer grandes crímenes y pecados, desde el incesto a ser unos expertos y fríos envenenadores que utilizaban la cantarella, eficaz y mortal pócima, para eliminar a sus enemigos. Sus enemigos se cebaron especialmente con la única hija de Rodrigo, Lucrecia. La que fue considerada como una de las mujeres más hermosas de su época ha pasado a la historia como sinónimo de envenenadora y lujuriosa. Sobre ella se han vertido toda clase de acusaciones, entre ellas la de la amante de su padre y de su hermano, César. Pero hoy en día, la mayor parte de esas acusaciones han sido rebatidas por los historiadores que la presentan más como una víctima de la familia y como una mujer generosa y culta y amante del arte.
Cinco siglos después de que los Borgia dominaran Italia, la Historia no se pone de acuerdo en cuánto hay de verdad o mentira en todas las acusaciones que se han vertido sobre los miembros de la familia. Crueles asesinos o simplemente fríos y astutos estrategas, lo que no hay duda es que siempre han sido y siguen siendo fuente inagotable de estudio, como lo demuestran los más de setecientos libros que se han publicado en todo el mundo y en diferentes idiomas.
Hoy como ayer, los Borgia siguen despertando odios y amores, enemigos y admiradores como ninguna familia de la historia. Ahí radica su interés y su grandeza.
Los BorgiaDirigida por Antonio Hernández