La vida de Gregorie Moulin no ha sido precisamente un camino de rosas. Nació un frío viernes trece, en pleno invierno, en la sombría clínica Kafka. Huérfano a las pocas horas de nacer, 35 años después, su vida no ha mejorado demasiado. Sigue viviendo con su abuela gruñona y con un tío alcohólico. Gregorie sabe que la vida está llena de sorpresas, a cual peor, pero la muerte de su abuela supone para él un hecho decisivo en su vida. Decide mudarse a París y comenzar de nuevo. Allí consigue trabajo como administrativo y queda prendado de una profesora de ballet a la que no conoce. Después de un mes y de una manera poco ortodoxa consigue una cita. Pero llegar hasta ella será mucho más difícil de lo que esperaba. El destino y unas cuantas peripecias macabras harán de su día una pesadilla marcada por el fútbol y la agresividad ciudadana.