Anna (Ann Eleonora Jørgensen), una teóloga recién graduada, está casada con Frank (Lars Ranthe). Ambos han estado intentando tener un bebé durante años pero hasta el momento todo ha sido en vano. El Señor no parece querer que Anna quede embarazada, pero cuando le ofrecen un puesto temporal como capellán de la prisión con tareas especiales en el bloque de las mujeres, su vida cambia para siempre. Como consejera espiritual de un grupo de personas, que no están considerados precisamente como los mejores hijos de Dios, conoce a Kate (Trine Dyrholm), que acaba de ser trasladada de otra prisión. Kate consigue enseguida un estatus especial en el centro. Se trata de una chica misteriosa y reservada respecto a su pasado y al delito que cometió. Una de las internas, Marion (Sonja Richter), ha oído rumores de que Kate posee poderes especiales, un rumor que se confirma cuando esta acude a Kate para que la ayude a superar su drogadicción. El bloque femenino de la prisión está controlado por la dominante Jossi (Sarah Boberg), que es la encargada de suministra drogas a sus compañeras. A Jossi no le gustan los poderes de Kate, ya que interfieren en sus negocios. Anna tiene interés en conocer a la tímida y retraída Kate por lo que le ha dicho Marion. Sin embargo, Kate no necesita consejera espiritual, y en su lugar se siente atraída por Henrik (Nicolaj Kopernikus), un tranquilo guardia de prisión que adivina la vulnerabilidad que se esconde tras su reservada apariencia externa.
Cuando Anna descubre que por increíble que parezca está embarazada, su alegría será, no obstante, breve, ya que se le comunica que su bebé nonato tiene un defecto en los cromosomas y que ningún doctor puede predecir cuáles serán las consecuencias si decide dar a luz al bebé. En este momento, Anna se enfrenta a la elección más seria y decisiva de su vida.
¿Debe escoger el aborto que se le propone o debe tener fe en su Dios y aceptar lo que la vida y su hijo nonato le deparen? ¿O antes bien debe recurrir a Kate que quizá pueda hacer algo con sus manos?