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El club de las olas cartel reducidoEl club de las olas(Step into liquid)
Dirigida por Dana Brown
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Sobre la película
Si tuviéramos que hablar de una "primera familia" de cineastas del surf, hablaríamos sin ninguna duda de la de Bruce Brown y su hijo Dana.

En 1966 Bruce dirigió el legendario documental The Endless Summer, dándole al entonces emergente deporte un respeto y atención que hasta ese momento nunca antes había tenido.

En The Endless Summer 2 (1994), con Dana como asistente, Bruce continuó con la tradición, y completó la obra iniciada hacía casi 30 años.

Una década después de que su progenitor completara la saga the The Endless Summer, Dana decide aventurarse solo en la realización de El club de las olas, para dejar constancia de dónde ha estado el surf en los últimos años, de dónde está en estos momentos, y, lo más importante: hacia dónde va.

Al explicar la continua y creciente relevancia del fenómeno mundial del surf, Dana dice: Vete a cualquier lugar en el mundo y verás a gente que viste ropa Quiksilver - va más allá del surf. La cultura surfera se ha extendido por todo el planeta. He estado pensando en ello desde The Endless Summer 2. Sabía que había aún muchas historias por contar.
Esa fue la razón que impulsó a Dana a continuar con la saga de surf, incluyendo actualizaciones de los temas de The Endless Summer, y añadiendo nuevas historias. Para ello, dio la vuelta al mundo pasando por Tejas, Wisconsin, Irlanda, Vietnam o Australia.

Encontrar los temas era una historia en sí misma. Una veces las historias llegaban a través de la gente a la que conocía, y otras lo que más me interesaba eran los lugares. Por ejemplo, quería hacer algo en Irlanda y entonces oímos hablar de los Malloys", dice, refiriéndose a los hermanos que volvieron a sus raíces irlandesas para hacer surf y unir a niños protestantes y católicos en las frías playas de Irlanda, enseñándoles a dirimir sus diferencias a través del vínculo común del deporte.

Como dice el co-productor, Scott Waugh, Las historias vinieron a nosotros, aunque había algunas en las que queríamos centrarnos, como el tow-in surfing. Todas las pequeñas historias fueron descubiertas mientras viajábamos. Recuerdo que alguien nos habló sobre los surfistas en Tejas montando detrás de petroleros y pensamos: tenemos que rodar eso.

Como añade Dana, "cada historia tenía su rollo - padre/hijo, grandes olas, niños, cualquier cosa - las relaciones eran siempre algo diferentes a las anteriores".

Sus historias pueden ser tan variadas como el propio mundo, pero lo que une a estas personas es el puro placer de surfear - y El club de las olas coloca al espectador en el agua con algunas de las secuencias más asombrosas jamás rodadas.

Aunque nombres como Jack McCoy y Don King pueden no sonar demasiado a los aficionados al cine, es su increíble trabajo y el de los otros "surf-operadores de cámara" lo que da a la película esa fuerza visual. Rozando los límites en la manera de rodar el surf - utilizando diferentes formatos, técnicas y equipamiento- Dana, el director de fotografía John-Paul Beeghly y su equipo consiguen expresar la fuerza poética y belleza muscular del surf.

Como dice el productor asociado, C. Rich Wilson, Tú sientes que ellos saben lo que están haciendo, pero verlo plasmado en la pantalla, y sobre todo en la gran pantalla, sigue haciéndome sentir hechizado por la película.

El productor ejecutivo, Ray Willenberg Jr., secunda estos sentimientos cuando dice: Todos los que han participado en el proyecto se han convertido en una familia para mí, y estoy muy orgulloso de ellos y de cómo se ha recibido la película. La he visto docenas de veces en su versión final, y aún me emociono, lloro y sonrío, igual que el resto de la audiencia.

Uno de los momentos cumbre de la película es el del grupo de surfistas que se alejan 160 kilómetros de la costa de California para pillar olas de más de 20 metros. Si sus cálculos sobre fechas y localizaciones eran correctos, podrían encontrar momentos de surf que no se repetirían en al menos 10 años. Pero, si sus cálculos eran erróneos, podrían no conseguir absolutamente nada. Estábamos preparados desde el plan A hasta el plan Z, dice Dana, "y resultó que el plan A funcionó. Deseaba que lo peor que nos pasase fuera obtener al menos un retazo de las distancias que la gente recorre para conseguir buen surf. En realidad, sólo teníamos una cámara porque no pensamos que funcionaría. Si lo hubiésemos sabido, habríamos usado cinco".

Aunque por un lado Dana estaba feliz de poder seguir las historias dónde éstas le llevasen, también tenía que preocuparse de exprimir las secuencias utilizables de cada viaje. Dimos rodeos para todo. Creo que si hubiésemos partido con obstáculos, cada vez habríamos sido más indecisos a la hora de viajar. Pero siguió funcionando, así que continuamos con ello.

Hablando de los métodos nómadas de producción, el director de fotografía, John-Paul Beeghly, añade: A veces sólo había cuatro o cinco personas en una secuencia. Se convirtió en un esfuerzo muy divertido. Todos manejábamos las cámaras, rodábamos el sonido… cualquier cosa que tuviese que hacerse - camioneros, técnicos u obreros; todo a la vez.

A lo largo de la película, los entrevistados, de todas las edades y lugares, coincidieron en una misma cosa. Todos hablaban sobre "the stoke". Estar "stoked" significa que estás apasionado, es una especie de éxtasis, es como echar leña al fuego.
Dana trata de explicar esta efímera pero intensa sensación, que mantiene a los surferos chapoteando en el agua en busca de más.

Al editar, a veces me preocupaba poner las entrevistas una detrás de otra, porque parecía que lo habíamos organizado, o que los protagonistas ya habían escuchado otras respuestas. La gente que participó eran sobre todo personas que no se conocían, que surfeaban por diferentes motivos, y sin embargo todas ellas hablan del surf de la misma manera, recalcando las mismas ideas y sentimientos, sin que nosotros en ningún momento manipuláramos sus respuestas.

Aunque El club de las olas ocupará, sin duda alguna, un lugar especial en los corazones de los fans del surf por todo el mundo, Wilson cree que incluso quienes nunca han pisado una tabla conectarán de la misma forma. No se trata de estar en plena adolescencia, o de vivir en una zona concreta o surfear de una manera determinada. Y justamente eso, hasta cierto punto, es una nueva perspectiva para el propio surf. Así que veo la película como una forma de alentar a la gente a estar comprometidos con las cosas que aportan felicidad a sus vidas.

Como dice Waugh: Para mí esta película no trata del surf, sino de la vida, a través del ejemplo del surf. Dana y yo hablamos mucho sobre ello, sobre cómo mantener el atractivo del film fuera del estricto tema del surf. Es una película de surferos, pero cualquiera puede identificarse con ella.