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Mataharis cartel reducidoMataharisDirigida por Icíar Bollaín
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Mataharis al descubierto
Los protagonistas de la película presentan a sus personajes y nos acercan a sus compañeros de viaje.

Eva / Najwa Nimri
"Eva es una mujer que ya no tiene tiempo. No tiene espacio. Es una mujer enamorada de su pareja, bastante segura de sí misma, pero que se ha metido en una inercia que no le permite disfrutar ni de sus hijos, ni de su pareja, ni del día a día, ni de hacer bien su trabajo. No tiene tiempo para hacer una buena cena, echar un buen polvo, pasar la tarde pintando con el niño. Uno de los conflictos de Eva es que no pide ayuda en ese caos. Y eso le aleja de Iñaqui hasta el punto de, contagiada por el lado más oscuro de su trabajo, convertirle en uno de sus casos".

Iñaqui / Tristán Ulloa
"Iñaqui es un hombre con equipaje, como tenemos todos. Cuando conoces a alguien, esa persona viene con su mochila, y le aceptas con ella. Lo contrario es como decirle a alguien: me gusta cómo eres excepto cuando hablas. Te dirá, claro, yo soy así y hablo de esta manera. En ese sentido uno no puede renunciar a lo que es. El pasado forma parte de ti, y no entiendo que a uno le puedan juzgar por algo que has hecho tiempo atrás. Por eso puse todo el empeño en darle la razón a Iñaqui, jugué a ser su abogado".

Inés / María Vázquez
"En Mataharis tenemos la oportunidad de conocer a dos Inés aunque se trata de una sola persona. Empieza siendo una chica fresca y confiada, muy entusiasta porque es la más joven, tiene muchas ganas de trabajar y todavía no está corrompida. Su trabajo le importa más que nada en la vida, pero eso cambia a lo largo de la película. Me ayudó mucho ir a rodar a la fábrica, conocer a los trabajadores. ... Junto a ellos, en la película, Inés comprende que el trabajo no lo es todo en la vida, y en ese momento comienza su conflicto".

Manuel / Diego Martín
"Mi personaje es jefe de ventas en una empresa multinacional. Manuel se ve envuelto en una historia de conflictos laborales mientras conoce a Inés, que entra en la fábrica como limpiadora. Junto a ella vivirá una historia que se bifurcará entre lo profesional y lo amoroso.. Lo interesante de Manuel es que su puesto no corre peligro y, sin embargo, toma partido en el conflicto laboral. Él tiene un momento en la película en el que reflexiona sobre esto: hasta dónde estamos dispuestos a ver pasar las injusticias por delante sin hacer nada".

Carmen / Nuria González
"Carmen es una mujer que por miedo o por falta de oportunidades no se ha dado muchas opciones a sí misma. Todo el mundo se hace un lío alguna vez. A veces se nos enquistan las cosas y cuando ya no sabes cómo llegar a la solución, te pierdes y dejas de ser objetiva. En ese momento se te enquistan los silencios. Carmen y Sergio confluyen con sus respectivas historias de pareja trabajando. Mientras que Sergio descubre una traición, Carmen se da cuenta de que una no puede estar traicionándose a sí misma para siempre".

Sergio / Antonio de la Torre
"Sergio es una persona que no quiere ver. Cuando era niño le contaron que la vida era de una manera, y luego la vida no es nunca así. Carmen le enseña que tiene que abrir los ojos por dura que sea la verdad. Sergio aprende a mirar la realidad, algo imprescindible para llegar a entenderse, para aceptarse cómo es. Carmen y Sergio hacen un viaje unidos por la soledad, y durante ese viaje cada uno encuentra su respuesta".

Valbuena / Fernando Cayo
"Valbuena es el jefe de Valbuena Detectives, la agencia donde trabajan las protagonistas. Es un tipo muy de nuestro tiempo, un empresario eficaz, contundente. Era fácil llevarlo al cliché del jefe explotador... pero en el guión yo le encontré ya empático. Somete a sus empleadas a una presión muy grande, pero lo hace de una manera muy viva. Su objetivo es llevar la empresa bien, hacer las cosas bien. Esto muchas veces pasa por encima de lo personal, por eso es un tipo muy de nuestro tiempo. Vivimos en una sociedad que prima los resultados comerciales sobre muchas otras cosas, dejando lo emocional a un lado. Para prepararlo estuve entrevistándome con detectives. Pensé que tenía que concentrarme en encontrar lo que hace de esta profesión algo distinto o especial. Y para ser un buen detective hay que ser muy puntilloso, trabajar muy en el detalle y ser muy eficaz. Es un personaje que sale en muy pocas secuencias, pero que deja un impronta fuerte en la película".


Observar y ser observado: Cruzando la frontera
Los protagonistas de Mataharis se ven envueltos por situaciones imprevistas en las que tienen que tomar decisiones donde entran en juego derechos personales, limitaciones legales, argumentos éticos y problemas sociales de plena actualidad. De todos estos temas trata la película y ellos los ven así.

Derecho a la intimidad, Espacio privados
"Valbuena siempre se mantendría en los límites de la legalidad porque el trabajo de detective está muy ligado a la ley. Lo que pasa es que en nuestra sociedad quien hace la ley hace la trampa, y siempre hay recovecos por donde meterse. Él no haría nada ilegal, pero por si acaso no pregunta. Si el trabajo que le encargan se mantiene dentro de la legalidad, llegará hasta donde haga falta". (Fernando Cayo)

"La traición de la confianza dentro y fuera de la pareja es uno de los temas que trata esta película. Nos estamos acostumbrado por los medios de comunicación a destapar el pasado de la gente, y a darle una importancia exagerada al pasado. ¿Hasta que punto es legítimo herir a alguien en nombre de "la verdad"? Parece que cuanto más claro es todo, cuánto más expuesto está todo, menos confianza hay". (Diego Martin)

"A veces nos protegemos con secretos de las personas que más nos quieren. A veces para que no nos hagan daño, y a veces para no hacerlo. Iñaqui se protege con un secreto por miedo a sufrir. Todos tenemos derecho a la intimidad dentro de la pareja. A veces nos olvidamos que somos dos personas que nos juntamos, y no un monstruo de dos cabezas". (Tristan Ulloa)

Conceliación personal y profesional
"El 90% de la gente lo sufre, es algo más común de lo que pensamos. Eva es una tipa activa que trabaja porque lo necesita y porque le resulta gratificante. Y al mismo tiempo le apetece cuidar de los hijos. Ese sentimiento no es algo privativo de la mujer, a muchos hombres les ocurre. Hasta la pareja más atípica hace lo que puede para trabajar y tener una vida personal, así que nadie escapa a las discusiones que vemos en la película. El problema surge cuando, como le ocurre a Eva, la situación te supera y no sabes pedir ayuda". (Nawja Nimri)

Ética y trabajo
"¿Hasta que punto estás dispuesto a tragar en un trabajo?? Inés como personaje toca este tema, que me interesa mucho. Como espectadora me seduce su actitud ante esa situación porque todos en algún momento nos hemos visto como ella". (Nuria González)

"Me lo pregunto cada día, porque creo que pagamos precios muy altos. Cada vez intento ponerme más límites porque no se puede trabajar a costa de todo. Hay cosas más importantes en la vida que el trabajo. Está claro que en determinados momentos de la vida no te puedes permitir elegir mucho, bien porque tienes familia, o ciertas responsabilidades, pero muchas veces deberíamos decir no". (María Vázquez)

El poder del saber
"Conocer es muy liberador porque te permite asumir lo que hay, y así tomar la decisión correcta. Mi personaje necesita saber para poder avanzar, pero no hay nada más terrible que contratar a un detective para que siga a tu pareja y que te parezca normal. En Mataharis se pone en evidencia lo absurdo que es llegar a ese punto: elegir el poder que da saber mediante el espionaje en lugar de hablar con tu pareja y enfrentarse a la verdad". (Antonio de la Torre)


Notas de producción

Espías como nosotras
El rodaje de Mataharis, cuarto largometraje de Iciar Bollaín, comenzó el 20 de marzo de 2006 en Madrid. Un año atrás, la directora madrileña y Tatiana Rodríguez, coguionista de la película, arrancaban con los trabajos previos a la escritura del guión. "Iciar tiene algo muy bueno, parte de un trabajo de investigación tremendo", explica Ángel Hernández Zoido, montador. "Empieza documentándose hasta el fondo, hasta que conoce muy bien a los personajes de su película. Lo que permite que pueda trabajar con ellos de manera muy maleable a lo largo de todo el proceso, incluso en montaje. Podemos movernos hacia un sitio o hacia otro porque sus personajes siempre tienen solidez. Eso da mucha libertad a la hora de plantearse la narrativa, la forma de contar una historia. Si los personajes dependieran más de las situaciones creadas por un guión en el que deben encajar a la perfección, la película se desarmaría al más mínimo cambio".

Las guionistas se entrevistaron con numerosos profesionales pertenecientes a varias agencias de detectives distribuidas por toda la geografía española. Recogieron información sobre la situación actual del gremio, sobre las cuatro universidades que actualmente expiden el título correspondiente, y llegaron a colaborar en distintas investigaciones sobre el terreno.

De esas salidas, Tatiana recuerda: "Acompañamos, por ejemplo, a los de "Servicios técnicos", que son los que preparan la infraestructura para hacer las escuchas, para grabar a escondidas. En una ocasión estuvimos haciendo el seguimiento de un trabajador que se iba a otra empresa. La dirección quería pruebas de si estaba sacando información de su ordenador antes de irse, de si pensaba llevarse a otros trabajadores con él... Nos pasamos horas y horas observando una panorámica de la calva de un pobre señor trabajando en su mesa. A la empresa le daba igual lo que costara el seguimiento".

También las protagonistas femeninas de la película tuvieron contactos con la realidad de la profesión mientras preparaban sus respectivos personajes. "Conocerlas me ayudó a comprender cómo vive el personaje las contradicciones de su profesión", dice Nuria González. "María y Najwa además hicieron seguimientos. Yo no pude porque trabajando en la tele todo el mundo te reconoce, y no iba a chafarle el plan a la detective. Pero me dio mucha envidia porque creo que fue muy divertido". "Sí, acompañamos a una detective en seguimiento durante una tarde", confirma Najwa. "Y la verdad es que mientras lo haces te planteas muchas preguntas morales".

A lo largo de los meses que duró el trabajo de campo, las guionistas fueron cambiando el foco de atención de la película. Tatiana lo resume así: "El trabajo con ellos nos ayudó a comprender que vigilar a alguien tampoco nos revela todo del otro. Y que con frecuencia lo que tenemos que hacer es mirar dentro de nosotros mismos si queremos entender a los demás. Observando la mecánica cotidiana de una persona se te puede escapar la esencia de lo que hace, porque no deja de ser un seguimiento superficial. Los datos no lo son todo. Es sencillo obtener hoy día la imagen de alguien y sacar conclusiones infundadas como si fueran verdad. Quizá los programas del corazón no están acostumbrando a ver este tipo de persecuciones como algo habitual, y eso puede ser muy peligroso para las relaciones humanas. Así llegamos a lo que queríamos contar con Mataharis: la película habla de la confianza entre las personas".

"Los diálogos estaban muy bien escritos", precisa Tristán Ulloa. "Tanto que eso nos ha permitido trabajar más lo minucioso de la secuencia y, sobre todo, hablar de la psicología de pareja, de lo que significa la convivencia, de nuestras propias experiencias. Lo bonito de esta historia es que la hemos sentido tan cercana que también hemos podido jugar con situaciones personales. Hay películas que cuando empiezas a trabajar no sabes por donde tirar, pero esta resultaba tan cercana que era fácil arrancar, sobre todo porque la historia estaba muy bien construida".

Perseguir la realidad
Todos los miembros del equipo técnico de Mataharis coinciden en destacar el deseo de Iciar Bollain por encontrar una atmósfera de absoluta "normalidad" como telón general de la historia. Así se lo pidió la directora a Kiko de la Rica, director de fotografía, a Josune Lasa, responsable de la dirección artística y a Estíbaliz Marquiegui con el vestuario.

"A veces hacer realidad de la realidad es más complicado que inventarla", explica Kiko. "A Iciar le gusta que si la escena está ambientada en una habitación de 20 metros, rodemos en 20 metros. Y hacer que la cámara esté viva en un espacio pequeño es más difícil porque eso nos obliga a usar distancias focales que limitan la imagen. Pero nunca deja de ser un ejercicio interesante".

Ese "ejercicio de realidad" también se hizo extensivo a otros aspectos técnico-artísticos de la película, como la música de Lucio Godoy. En palabras del compositor: "Excepto Te doy mis ojos, el cine de Iciar es tan cotidiano que me resultaba difícil pensar en una música para eso. Era como encontrar una música para un paseo por la calle en un día cualquiera. De entrada hay que encontrar una sonoridad general, y eso es difícil porque es como hablar con el director de pintar una pared de blanco: los dos queremos blanco pero hay infinitos matices del blanco, está el marfil, el óptico... se trata de un tono, de un color, de una textura. Para encontrar esa realidad, usamos muchos sonidos electrónicos arropados por la cuerda".

Siempre hay escenarios reales que vistos por cámara no "dan reales". Si preguntamos al equipo de Mataharis cuál fue la localización que les costó más encontrar y de la que, al mismo tiempo están más contentos, sin dudarlo dirán: la fábrica. "Algunas nos ponían pegas para el rodaje. Otras no tenían un sistema de manufactura lo bastante cinematográfico. Eran grandes empresas pero demasiado anodinas", apunta Kiko de la Rica. "Esta tenía sus trenes, tenía espacio, las dominantes de luz de los escenarios industriales quedaban muy bien. Fue un hallazgo. La película tiene un juego interesante de miradas, y esa fábrica multiplicó aspectos de la historia. Nosotros entramos allí con las cámaras a mirar, las detectives a su vez espiaban a otros e instalaban sus propias cámaras... era un continuo juego de espejos y de miradas".

Conseguida la normalidad en el entorno de la historia, había que buscar también la verdad en el reparto. El casting fue largo, algunos personajes cambiaron de edad o de registro mientras Iciar y su equipo hacían pruebas a los actores. "Hay muchos buenos actores pero sobre todo hay una cantidad enorme de actrices estupendamente preparadas, tantas que se puede hacer duro escoger. Tienes que buscar la que da exactamente el punto que necesitas", reconoce Iciar. "Con ellos fue un poco más largo. Todos los actores añaden o quitan aspectos del personaje. Sergio tenía que ser ingenuo para que Carmen se lo llevara de vigilancia, y por otro lado lo bastante mayor para tener una empresa con un socio y estar casado. Si hubiera sido más oscuro hubiera resultado sospechoso para Carmen. Demasiado ingenuo resultaba tonto".

El actor malagueño Antonio de la Torre ha tenido en esta película la oportunidad de componer un personaje muy distinto a sus anteriores trabajos para la directora. "Era un reto porque es el personaje con más recorrido de los que he hecho con Iciar. Sentía la necesidad de estar a la altura. Por otro lado, Iciar es una persona que confía mucho en ella y en la gente de la que se rodea, y eso te da mucha tranquilidad. Se nota en la manera de rodar. No usa combo y busca siempre lo fresco, la verdad. Confío mucho en su mirada".

La coreografía del plano secuencia
Buena parte del metraje de Mataharis se desarrolla en las calles de Madrid, Guadalajara y Peñíscola, con los actores y el equipo perfectamente integrados en el ritmo diario de las tres poblaciones. Como ha explicado la propia directora unas páginas antes, el rodaje se efectuó sin cortar calles ni contratar a cientos de extras. Para conseguir esa fluidez, los ensayos eran fundamentales. En este caso reparto y dirección estuvieron cerca de un mes preparando las escenas. "A mi es que lo de ensayar como me gusta tanto... siempre me saben cortísimos... lo recuerdo como un flash", recuerda Nuria. "Con Iciar los ensayos han sido muy de interpretación, con otros directores se hacen más técnicos".

"Ensayo con los actores pero no lo machaco mucho porque en las escenas de conflicto, por ejemplo, me gusta dejar que las cosas salgan mientras ruedas y no gastarlas antes, en los ensayos", señala Iciar Bollain. María Vázquez lo recuerda así: "Ella lo hace todo muy fácil, incluso en los largos planos secuencia. Primero te marca el recorrido y te da mucho tiempo para que lo interiorices todo. Conseguía que yo pensara que tenía todo el tiempo del mundo para hacer una secuencia. Y como actor te lo crees, así que lo haces bien. Creo que es un don que tiene Iciar".

Las secuencias de exteriores de esta película en gran parte han sido "robadas" de la vida real, pero lo rodado en interiores también se planificó dándole prioridad a lo "encontrado", a la química dramática.

"Le pedí a Kiko que no hubiera que desmontar y montar para rodar cada plano. Lo iluminas todo y tú te mueves con la cámara para que haya frescura en la escena, para que los actores hagan las escenas del tirón y se puedan mover. Además hay actores como Najwa que no repiten nunca nada, se tira siempre a la piscina y saca cada vez algo diferente porque es muy intuitiva", apunta la directora.

"En cada toma, Iciar introduce una pequeña variación. Ya en el proceso de preparación del personaje se muestra muy receptiva", matiza Fernando Cayo. "Con Valbuena, por ejemplo, trabajamos mucho los objetos. Para los detectives, que se muestran cara al público, desde la forma de vestir al maletín o al reloj que llevas marcan status. Para mi personaje esos objetos eran herramientas que tienen que ver con lo cotidiano, y lo trabajamos mucho de manera que luego puedes hacer tomas con pequeñas variaciones y tú sentirte seguro y vivo".

"Durante este rodaje pensé que Iciar dejaba algunas secuencias demasiado abierta", reconoce Ángel Hernández Zoido, montador de todas las películas de la directora. "Pero lo cierto es que ese planteamiento le ha permitido que el rodaje fuera algo muy fluido. Y esa libertad se ha convertido en parte de la identidad de Mataharis. Creo que con cada película vamos avanzando un pasito juntos, y aprendiendo cosas nuevas".

Vivir rodando, vivir cantando
Dos son lo nexos de unión en las películas de Iciar Bollain: en todas canta alguien -mejor si es en un karaoke-, y Antonio de la Torre forma parte del reparto."Sí, ¿qué tengo yo con el karaoke? ¿Porqué en todas mis películas hay alguien cantando? Creo que el karaoke es la democracia hecha canción, todo el mundo puede cantar. Y efectivamente, en todas mis películas está Antonio de la Torre", responde la directora, que no ha dudado, además, en incluir en Mataharis una canción escrita por el actor Luis Tosar, protagonista de su anterior largo.

Planteada la misma pregunta al resto del equipo, qué destacaría del trabajo con Iciar Bollain en Mataharis, han aportado lo siguiente:
"Destacaría el grado de su compromiso con lo que hace, es algo muy contagioso y te hace sentir de inmediato partícipe del proyecto" (Lucio Godoy).

"Me encanta Iciar porque tiene carácter y a la vez es tan emocionable. Me gusta la gente con contrastes, y ella tiene mucha personalidad" (Nuria González).

"La manera de dirigir de Iciar me sugiere un cine palpitante, un cine vivo. Es una persona extremadamente abierta, receptiva, inteligente, serena. Iciar se coloca al lado de la cámara y vive a pie de guerra el plano que se rueda en ese momento" (Fernando Cayo).

"Yo veía en las caras de Iciar que a veces lloraba con nosotros, que reaccionaba mientras rodábamos algo, o se reía. Pero ella nunca nos hinchaba el oído. Ni se hacía pompa durante el rodaje. No nos íbamos al final del día diciéndonos: Somos la leche, increíbles, somos una gran familia y lo hacemos todos tan bien" (Najwa Nimri).

"Creo que Iciar es una directora espectacularmente inteligente, es una directora con mayúsculas. Y no solo en lo que resulta más visible para un actor, que es el propio rodaje, sino en cómo lleva ella la historia en su cabeza. Cuando ves la película comprendes que siempre ha sabido la historia que quería contar, cómo encajaban los elementos entre sí, cómo manejaba el tono" (Diego Martín).

"Me fascina la capacidad que tiene Iciar para reinventarse. Ya cuando leí el guión de Mataharis me pareció que estaba provocando un cambio en su filmografía. Es muy valiente porque desde el punto de vista de la industria después de todos los Goyas que ganó con su anterior película le hubiera resultado muy fácil seguir explorando por el mismo camino, y esta película demuestra que Iciar no deja de evolucionar como cineasta" (Antonio de la Torre).


Entrevista con Icíar Bollaín
Puedes consultar la entrevista pulsando aquí.