Memoria del director (Elogio de un rodaje)
Desde siempre había soñado con la posibilidad de hacer una película de aventuras en el mar que entroncara con los libros que me habían fascinado en mi niñez - mi primera lectura seria que recuerdo fue "La isla del tesoro", luego vendrían "Moby Dick" y las demás y también que buceara en todas esas imágenes que aún perduran en mi memoria de películas como "El mundo en sus manos", "Rebelión a bordo" o "La mujer pirata". Y un buen día, ese sueño de aventuras encontró un vehículo extraordinario. Lo supe nada más terminar de leer la novela de Arturo Pérez-Reverte que bebía también de las mismas fuentes. Inmediatamente llamé al autor para hacerle cómplice de mi entusiasmo y ahí empezó todo... aunque todavía tendrían que pasar varios años para que el proyecto se materializara. Cuando finalmente me senté ante el folio en blanco para escribir la primera secuencia del guión pensé, como siempre, que la adaptación de la novela iba a ser difícil y laboriosa pero, para mi sorpresa, la primera versión me salió con mucha facilidad y los cambios que introduje con respecto al texto original no solo recibieron el visto bueno del autor sino que el propio Arturo me ayudó aconsejándome algunos matices o puliendo determinados diálogos.
Lo que entrañó mayor dificultad fue ponerles cara a esos cinco personajes tan minuciosamente dibujados en el texto original. COY (Carmelo Gómez), un marino sin barco desterrado del mar, TÁNGER (Aitana Sánchez Gijón), la enigmática mujer que lo arrastra al fondo de si mismo, PALERMO (Enrico Loverso), el tercero en discordia, un italiano buscador de tesoros dispuesto a lo que sea, KISKOROS (Gonzalo Cunill), argentino de pasado turbio y futuro todavía más siniestro, y finalmente el PILOTO (Javier García Gallego) el referente de Coy en la vida y en el mar.
Una vez decidido el reparto, empezó entonces para todos nosotros la verdadera aventura. Como dijo alguien del equipo "por fin nos había tocado la película del barco". La siguiente decisión importante fue la de cómo afrontar el rodaje submarino. La lógica práctica nos llevaba a buscar un plató bajo el agua en algún estudio pero el atrevimiento de la gente de Planeta Azul acabó por arrastrarnos, ¡a veintisiete metros de profundidad!... y el equipo aceptó el reto. Íbamos a rodar en un auténtico pecio submarino, bajo Cabo Cope, y vuelvo a repetirlo, ¡a veintisiete metros de profundidad!. Carmelo Gómez se preparó intensamente a lo largo de varios meses para poder hacerlo él, sin ningún doble. Tuvo un gran maestro, Javier García Gallego, a quien me sorprendí ofreciendo el papel del Piloto y que, cómo no, también aceptó el reto.
Otro protagonista que nos faltaba era el barco, un motovelero que debía cumplir determinados requisitos de tamaño, estampa, autonomía... hasta que dimos con uno de tan acusada personalidad que acabó imponiéndonos hasta su nombre, el Buenaventura.
Y por fin llegó el primer día de rodaje, no lo olvidaré nunca. El equipo abarrotando el Buenaventura, nos hacemos a la mar desde Cabo Palos para rodar una secuencia en la camareta con Tánger, Coy y el Piloto. Empiezan los mareos, los vómitos, hay que desembarcar a alguno. Aquello parece el camarote de los hermanos Marx. Por primera y única vez en la película pienso por un segundo que quizá no vayamos a superar el reto... Cinco semanas después. El Buenaventura cruza la Bahía de Algeciras al atardecer. En cubierta, el equipo a tope. Silencio, caras melancólicas, alguien pone una música. Es el último día de rodaje en el barco, el último plano en el Buenaventura. Algunos incluso cierran los ojos y sueñan en cubierta. Que pena. Esto se acaba.
"Todo el que tiene alguna vez el privilegio de dirigir una película sabe que a pesar de que puede ser como intentar escribir "Guerra y paz" en un auto de choque cuando al final sale bien, pocas alegrías hay en la vida que puedan igualar ese sentimiento". Lo dice Stanley Kubrick.
Imanol Uribe, 2007
La carta esféricaDirigida por Imanol Uribe