Es muy probable que no haya otro deporte en el que la mezcla de elegancia y fuerza sea tan evidente como en el patinaje sobre hielo por parejas; basta con ver los giros, los saltos, las figuras. Los resultados dependen en gran medida del perfecto equilibrio entre fuerza y sofisticación, destreza y elegancia, musculatura y refinamiento. En este sofisticado universo se mueve la élite patinadora.
Bueno, o al menos así era antes.

Cuando el masculino y musculoso Chazz Michael Michaels (Will Ferrell) entra en la pista de patinaje, lo hace como una auténtica estrella de rock, dejando una estela de hielo roto y seguidoras histéricas tras él.

Su único competidor es el ex niño prodigio Jimmy MacElroy (Jon Heder). Fue descubierto haciendo triples lutz en el hielo del estanque de un orfanato, pasó por un duro entrenamiento, hasta convertirse en el símbolo de la seguridad, en la personificación de los ideales más elevados del deporte masculino.

Michaels y MacElroy se han enfrentado en otras ocasiones, pero tener que compartir la medalla de oro en el Campeonato del Mundo es más de lo que pueden aguantar. Su tensa rivalidad, hasta ahora controlada, acaba en una bronca monumental. Durante la pelea, consiguen prender fuego a la sufrida mascota del campeonato, provocando un auténtico escándalo. Chazz y Jimmy son llamados ante el Comité de la Federación de Patinaje que les retira la medalla de oro y les prohíbe volver a participar en un campeonato.

Tres años y medio después, ninguno de los dos ha sido capaz de adaptarse a un mundo sin patinaje competitivo. Michaels se ha convertido en un adicto a la vida nocturna, ganándose la vida patinando disfrazado de brujo malo en fiestas infantiles. MacElroy trabaja en la zapatería de una tienda de deportes.

Pero la salvación llega cuando un pesadísimo ex fan de Jimmy tiene una idea descabellada. Podrán volver a patinar si olvidan sus diferencias y se unen para formar la primera pareja masculina de la historia del deporte.

Si el deporte sobrevive, claro está.