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El viento que agita la cebada cartel reducidoEl viento que agita la cebada(The wind that shakes the barley)
Dirigida por Ken Loach
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Dirigida por Ken Loach es la Palma de Oro en el Festival de Cannes 2006.

Comentarios de Ken Loach
Tirando del hilo
Empecé a interesarme por la historia de Irlanda a través de Jim Allen y su guión para Days of Hope [1975, para televisión], acerca de un soldado que se había alistado como voluntario para combatir en la Primera Guerra Mundial, pero que, en lugar de ir a luchar a Francia, es enviado a Irlanda. Más tarde, Agenda oculta (Hidden Agenda) abordaba los acontecimientos contemporáneos de Irlanda del Norte, pero siempre me pareció que estas dos películas no podrían ser entendidas sin conocer por qué se hizo la partición de Irlanda y cómo se originó el conflicto. Creo que lo que sucedió en Irlanda entre 1920 y 1922 es una de esas historias cuyo interés pervive; al igual que la Guerra Civil Española, es un momento crucial, que revela cómo una larga lucha por la independencia se vio frustrada en su momento de éxito por un poder colonial, que, al desprenderse de su imperio, sabía mantener intactos sus intereses estratégicos. Ésa fue la habilidad de gente como Churchill, Lloyd George, Birkenhead y otros. Cuando se vieron acorralados, cuando ya no tenían realmente ningún interés en seguir negando la independencia, trataron de dividir el país y dieron su apoyo a aquellos que, dentro del movimiento independentista, podían aceptar que el poder económico siguiera estando en las mismas manos, aquellos con los que, según se decía en la época, “se podía hacer negocios”. Es una táctica que se ha seguido en numerosas ocasiones y en distintos lugares: a partir de una situación de abuso cometida por el poder central, movimientos con intereses divergentes se unen contra el opresor común, pero al final esas diferencias acaban provocando un enfrentamiento. Estoy seguro de que algo así es posible verlo hoy día en Iraq, donde la oposición a Estados Unidos y al Reino Unido une a un montón de gente, que descubrirá que tienen intereses muy distintos cuando los estadounidenses y los británicos se vean forzados a irse.

¿Qué podía haber pasado en 1922? ¿Podían haber ganado los republicanos que estaban en contra del tratado, y en qué dirección habrían llevado a Irlanda? Tan sólo cinco años antes, el levantamiento de marzo de 1916 había sido liderado por el socialista marxista James Connolly, y su movimiento de independencia se basaba en la lucha de clases: “La causa irlandesa es la causa de los trabajadores”. Sin embargo, los irlandeses han padecido durante muchas décadas los nefastos resultados de lo que fue realmente acordado en el tratado. Las continuas penurias obligaron a miles de personas a abandonar su país para dirigirse hacia Inglaterra o América. La partición llevó inevitablemente a la guerra en el norte, con la supresión de los derechos civiles. Me quedé sorprendido de lo familiares que siguen siendo todos esos acontecimientos en Cork y en sus alrededores, lugares en los que estuvimos rodando. Obviamente, todavía están presentes en Irlanda del Norte porque todavía siguen combatiendo en algunas de esas batallas, pero, aunque yo pensaba que en el sur todos esos recuerdos se habrían difuminado, conocimos a mucha gente con historias que contar. Casi todos sabían el nombre de los héroes locales de las columnas volantes (Flying Columns) y recordaban fechas y acontecimientos concretos: “Persiguieron a un Caqui por este campo, y dos más fueron capturados allá...”. La memoria subsiste mucho más allá de lo que se piensa.

El guión
Al principio sólo teníamos una hoja de papel en blanco y un gran fondo histórico, y el problema era cómo destilar todo esto en experiencias humanas. Entonces Paul [Laverty] diseñó unos personajes y una narración que los siguiera a través de diferentes conflictos, alianzas y resoluciones. La película debía describir un mundo que iba más allá de los puntos de vista individuales de cada uno de sus personajes, debía llegar a observarlos en sus interacciones, y Paul sabe cómo contar una historia en la que el contexto quede implícito: no es necesario destacarlo y subrayarlo todo. Si el guión funciona bien, los personajes podrán ser tan representativos como deben serlo y se tendrá la certeza de que el corazón de la historia seguirá ahí. Es muy difícil que las cosas que están mal en el guión puedan resolverse una vez que ha empezado la filmación.

Se trataba de encontrar el equilibrio entre una verdad histórica y un sentimiento más contemporáneo de realidad. Aparecerán sin duda algunos puristas que pongan pegas a algunas frases, pero yo diría que, a fin de cuentas, es pagar un precio pequeño. No se puede recrear exactamente el pasado, sólo podemos hacer una aproximación, intentado captar su espíritu y evitando los clichés. Las personas de más edad se fijarán más en el lenguaje, porque les resultará más cercano. Es un equilibrio delicado, y nada de lo que hagas será absolutamente satisfactorio.

En mi opinión, hay bastante hipocresía en las películas de guerra que sostienen que son antibelicistas cuando una parte considerable del espectáculo que proponen incluye explosiones y sangre. No me parece que eso sea muy serio.

Yo no diría que ésta es una película antibritánica. Animo a todo el mundo a que vea sus lealtades en un plano horizontal, más allá de las fronteras nacionales, así que ésta no es una película acerca de ingleses que golpean a irlandeses. A menudo la gente tiene mucho más en común con la gente que está en su misma posición social en otros países que con aquellos que están en la cima de la escala social en el suyo.

Se puede argumentar que tenemos la responsabilidad de combatir los errores y las brutalidades de nuestros líderes, tanto de los del pasado como de los del presente. Lejos de ser antipatriótico, es un deber que no podemos ignorar. Es curioso que Blair nos haya puesto en guardia recientemente contra el antiamericanismo. Al hacer esto, sustituye al Gobierno de Estados Unidos por la gente: no hay que criticar los errores que está cometiendo el Gobierno porque estaremos atacando al pueblo estadounidense. Es un argumento falso, que se ha utilizado mucho tiempo.

Los ingleses dejaron una herencia terrible en Irlanda, y las fuerzas progresivas sufrieron un enorme revés después del tratado. Pero a pesar de eso, a pesar de todo ese sufrimiento, el hecho es que los ingleses se fueron. Y en ello hay un elemento de esperanza.

La revolución irlandesa: de la guerra de independencia a la guerra civil (1916-1921)
por Donal Ó Drisceoil - Extracto
En plena Gran Guerra, en la que miles de irlandeses estaban combatiendo animados por los líderes nacionalistas moderados, la Hermandad Republicana Irlandesa (Irish Republican Brotherhood, IRB), los Voluntarios Irlandeses (Irish Volunteers) y el Ejército Ciudadano Irlandés (Irish Citizen Army) organizaron un levantamiento armado de enorme fuerza simbólica en Dublín durante la Pascua de 1916. La ejecución de sus líderes, incluyendo al socialista James Connolly, y la represión militar que siguió, contribuyó a desplazar el apoyo al nacionalismo moderado en Irlanda hacia el movimiento separatista, al principio encarnado por los Voluntarios Irlandeses y luego por el resurgente partido Sinn Féin (es decir, Nosotros Mismos).

En las elecciones generales de diciembre de 1918, el Sinn Féin obtuvo una amplia mayoría en todo el país, excepto en el noreste, donde los unionistas, que se oponían a que se debilitara la unión con Gran Bretaña, conservaban su influencia. El Sinn Féin instituyó un Parlamento de Irlanda (Dáil Éireann), con sede en Dublín, y anunció mundialmente la independencia de Irlanda. Pero esta declaración no recibió ningún reconocimiento internacional y el Gobierno británico se negó a aceptarlo. El Dáil Éireann fue declarado fuera de la ley, la República de Irlanda pasó a la clandestinidad y los Voluntarios Irlandeses se convirtieron en Ejército Republicano Irlandés (Irish Republican Army, IRA).