Basada en una historia real, La vida en juego envía el mensaje de que un hombre puede marcar la diferencia y que los chicos más incorregibles de nuestra sociedad pueden cambiar el curso de sus vidas con trabajo duro, responsabilidad y un liderazgo audaz.
Es una producción cinematográfica original protagonizada por Dwayne "La Roca" Johnson, Xzibit, Kevin Dunn y Leon Rippy. La película está dirigida por Phil Joanou y escrita por Jeff Maguire basada en el documental, La vida en juego. Neal H. Moritz y Lee Stanley son los productores. Michael Rachmil, Shane Stanley, Ryan Kavanaugh y Lynwood Spinks son los productores ejecutivos. El director de fotografía es Jeff Cutter. El diseñador de producción es Floyd Albee. El montador es Joel Negron. La coproductora es Amanda Cohen. La diseñadora de vestuario es Sanja Milkovic Hays. La música es de Trevor Rabin.
El cineasta Lee Stanley ya había estado involucrado en las vidas de delincuentes juveniles violentos durante varios años antes de pensar en hacer una película sobre el programa de fútbol de Camp Kilpatrick. Uno de sus primeros documentales, Desperate Passage, ganó varios premios por su historia sobre las expediciones de 10 días que hizo Stanley con jóvenes presos en su barco de pesca para enseñar a los chicos el trabajo en equipo y la confianza en si mismos.
"He dedicado voluntariamente mi tiempo a chicos encarcelados durante 15 años", dice Stanley. "Cuando empecé, uno de los tutores de la condicional me advirtió que si conseguía cambiar a un chico, sería afortunado Y estuve de acuerdo en que si conseguía cambiar aunque fuera la vida de un solo chico, todo merecería la pena".
Stanley dirigió y produjo el documental ganador de un premio Emmy de 1993, "La vida en juego" con su mujer, Linda Stanley. Su hijo Shane, ganador de un premio Emmy, que ha trabajado a menudo con su padre, fue el coproductor del documental y el director de la segunda unidad. La película cuenta la temporada del equipo 1990 Cinderella, el primer campo con un equipo de fútbol de 11 jugadores con nivel de instituto. Ese año, los entrenadores Sean Porter y Malcolm Moore condujeron a su equipo (formado por duros delincuentes juveniles) en una fantástica temporada, en la que se recuperaron de sus derrotas iniciales y llegaron a la final del campeonato regional contra Montclair Prep High School. Aunque Montclair Prep había perdido sólo tres partidos en los últimos cuatro años, los Camp Kilpatrick Mustangs resistieron en una dura lucha y perdieron sólo por 13-7 contra Montclair un partido que muchos dicen que los Mustangs podrían haber ganado si no hubiera sido por una serie de desafortunados penaltis y errores al final del último cuarto. Sin embargo, aguantando todo el partido, los Mustangs se probaron a si mismos que eran unos ganadores.
"La vida en juego fue un poderoso ejemplo de que si puedes dedicar tiempo y cuidados a un niño, la vida de ese niño cambiará", dice Lee Stanley.
Cuando el productor Neal H. Moritz (A Todo Gas, Triple XXX, Sweet Home Alabama) vio el documental, inmediatamente se quedó conmovido e intrigado. "Un día estaba viendo la televisión y me encontré este documental que cogía a jóvenes con problemas y los convertía en un equipo de fútbol", relata Moritz. "Lo vi entero y lloré. Me dije a mi mismo: 'Tengo que hacer una película con esto'".
Joanou, conocido por su dirección progresiva y enérgica de documentales (U2: Rattle and Hum), largometrajes (El Clan de los Irlandeses), anuncios publicitarios y videos musicales, ni siquiera necesitó leer todo el guión para convencerse de que quería dirigir La vida en juego. "Después de haber leído sólo 30 páginas del guión de Jeff, supe que quería formar parte de esta historia. Ya estaba enganchado al problema de los niños y de Sean por superar las dificultades".
Dwayne "La Roca" Johnson también se mostró muy entusiasta la primera vez que oyó hablar del proyecto cenando con el productor Moritz. "Neal me habló de la película y me pasó el guión", dice Johnson, la estrella de películas recientes tan populares como El Rey Escorpión y The Rundown. "Me pidió que viera el documental antes de leerlo. Lo hice y me conmovió y me inspiró. La lucha por la que pasaban Sean Porter y aquellos chicos era increíble. Me gustó el hecho de que la mayoría de los jóvenes que aceptaron el desafío de los Mustangs luego se convirtieron en ciudadanos de provecho. Hizo que los admirara todavía más".
Para Moritz, Johnson encajaba perfectamente en el personaje porque "encarna todas las cualidades de lo que es Sean. El propio Sean Porter fue un chico problemático y jugar al fútbol lo salvó. La historia de Sean era paralela a la de Dwayne porque, de niño, Dwayne fue arrestado en varias ocasiones y también se salvó canalizando su energía de forma positiva a través de un deporte competitivo como el fútbol".
"Fui arrestado en ocho ocasiones antes de cumplir los 14", admite Johnson. "Tuve suerte de que el oficial que me arrestó me dijo que o seguía dándome patadas en el culo y arrestándome todas las semanas, o me sacaba de las calles y me apuntaba en el nuevo programa de fútbol del instituto. Fui afortunado de que alguien cuidase de mí en ese momento de mi vida. Me sacó de los malos ambientes y rellenó el vacío de mi vida con fútbol. Me enseñó muchas cosas más allá del juego real, como el trabajo en equipo, el sacrificio y el escoger hacer las cosas correctas en la vida".
El fútbol (americano) se convirtió en la principal influencia para el futuro actor. Sobresalió en el deporte en el instituto y obtuvo una beca para el programa de fútbol puntal en la universidad de Miami en Florida, donde siguió brillando como defensa, llegando a formar parte del equipo del campeonato nacional universitario de 1989. Sin embargo, al año siguiente, las lesiones le obligaron a abandonar su sueño de jugar al fútbol profesional.
"Era emocionante tener a Dwayne, porque él mismo había vivido esta historia", dice Joanou. "Sean Porter y él eran parecidos en muchos aspectos. Dwayne comprendía la actitud agresiva de Sean y su dedicación a los chicos, además del papel que el fútbol podía jugar para ayudarles a cambiar".
Con su director y la estrella a bordo, La vida en juego estaba lista para empezar. Era muy importante para Joanou que la película se rodara en el Camp Kilpatrick real, un campo de confinamiento juvenil en funcionamiento en lo alto de las montañas de Santa Mónica entre las comunidades de Malibú y Agoura. El productor Stanley le ayudó a conseguir la localización intercediendo en el Consejo de la Ciudad. Rodar en el campo era crucial para Joanou para ayudar a conseguir su objetivo de que La vida en juego transmitiera con precisión el entorno que transpiraba la historia. "Ser capaces de rodar en Camp Kilpatrick marcó todas las diferencias del mundo", dice. "Realmente creo que el impacto de la película se hubiera reducido dramáticamente si no hubiéramos rodado entre 120 prisioneros reales. Todos los días mirábamos por el campo y veíamos la versión real desplegada de nuestra historia. Nos ayudó a ser honestos".