Las últimas evidencias forenses sugieren que siglos antes incluso de que naciera Cristóbal Colón, los buques de guerra vikingos provenientes del norte de Europa ya habían alcanzado las orillas de América, y los fieros e infames exploradores nórdicos recorrieron lo que en la actualidad son Boston y Nueva York. Se trata de una visión impresionante: Vikingos intentado establecerse en las tierras que los nativos americanos ya denominaban hogar desde hacía 25.000 años.
Conocidos por sus brutales ataques y saqueos, y asediados en Europa, los vikingos pudieron buscar nuevas tierras fértiles que conquistar cuando partieron hacia el nuevo mundo por primera vez. Pero en América encontrarían su perdición. Nadie sabe a ciencia cierta qué pasó con los Vikingos que intentaron asentarse aquí pero, en lugar de prosperar, desaparecieron y su civilización pronto entró en declive. Las sagas vikingas hablan de violentos combates con gente nativa de América -aunque lo que ocurrió en el encuentro de ambas culturas guerreras sigue envuelto en secreto.
Es esta historia nunca explorada lo que se destaca en El guía del desfiladero una historia de acción y aventuras que reimagina el explosivo primer contacto entre los Vikingos y los indios Wampanoag de la costa este a través de un relato en forma de venganza personal y redención.
"Siempre sentí que la idea de los Vikingos y los nativos americanos unidos en el mismo mundo, y su épica lucha entre culturas que pudo producirse formarían una gran película", comenta el director del film, Marcus Nispel. "Pero aunque me fascinan los Vikingos, nunca me han gustado las películas históricas; lo que me atrae son relatos intensos de la supervivencia de un hombre frente a todas las adversidades. Así que El guía del desfiladero no trata sólo de los Vikingos luchando contra los nativos americanos, sino que retrata la historia eterna de un hombre que debe tomar una decisión - entre buscar ciegamente la venganza o utilizar su cabeza para salvar a su pueblo".
El relato de El guía del desfiladero no sólo surgió a partir de los sorprendentes hallazgos históricos, sino con la película noruega Pathfinder, el Guía del Desfiladero de 1987 que obtuvo el Premio de la Academia a la mejor película extranjera e impactó a la crítica por su evocativo y ensoñador enfoque del género de aventuras. Rodado en Laponia, el filme recrea tanto la descarnada brutalidad y la supuesta magia de los tiempos pasados como la historia de un muchacho que sobrevive a un brutal ataque a su pacífica tribu y se convierte en un líder heroico. Los productores Mike Medavoy y Arnold W. Messer, de Phoenix Pictures, quedaron impresionados por el filme e inmediatamente se interesaron por los derechos para realizar un remake.
Medavoy y Messer habían intentado desarrollar el proyecto en varias ocasiones durante varios años, pero la magia no apareció hasta que el equipo de producción almorzó con Marcus Nispel, un joven director en alza quien, tras conseguir aclamación por su innovador trabajo en anuncios y vídeos musicales, había realizado con éxito su debut como director cinematográfico con el imaginativo remake de un clásico de culto, La Masacre de Texas (2004). Nispel mencionó a Medavoy y Messer su idea de una película sobre Vikingos enfrentándose a Nativos Americanos que le rondaba en la cabeza hacía tiempo, y eso fue la chispa que encendió la mecha.
"A Marcus le apasionaba hacer una película sobre el pueblo nórdico arribando a Norteamérica, y nosotros teníamos los derechos de Ofelas, así que pronto se hizo evidente que los dos encajábamos a la perfección", comenta Arnold Messer.
Y el productor ejecutivo Bradley J. Fischer añade: "Estuvimos mucho tiempo hablando sobre diferentes ideas de cómo reconducir el filme original y qué nuevas ideas podríamos aportar a la nueva versión, pero siempre terminábamos alejándonos de lo que nos encantaba de ella. Entonces apareció Marcus y sabía exactamente cómo adaptar PATHFINDER. Nos dijo Tomamos la historia existente y la convertimos en una enérgica aventura entre Vikingos e Indios. Y eso nos dejó estupefactos porque era la clave que desbloqueaba el problema".
Para Nispel, la película era una oportunidad para aunar todos sus talentos desde ilustrar novelas gráficas a desarrollar producciones de tipo comando con un énfasis en la acción visceral. Entusiasmado con crear una experiencia cinematográfica singular, Nispel se centró en cómo podría aportar su propio estilo rebelde a la misma. Le habían influido tanto la Ofelas original como la última oleada de películas de fantasía épica y todas las películas clásicas de acción de un solo hombre en guerra por la justicia, pero sobre todo le entusiasmó su propia visión de un filme con un aspecto y sensación de espectacular novela gráfica filmada entre dos culturas guerreras míticas.
"Finalmente, nuestra película es totalmente diferente de la película original noruega, pero me ofrecía una plantilla sobre cómo realizar una película fascinante sobre la época de los Vikingos, y partir desde ese punto", comenta Nispel.
Nispel empezó a colaborar con el guionista Laeta Kalogridis. Para El guía del desfiladero, Kalogridis se zambulló en una profunda investigación, descubriendo los trozos de lo que se conoce de los Vikingos en Norteamérica, un puzle histórico laberíntico que todavía está componiéndose. En 1960, siglos de conjeturas quedaron resueltos cuando los arqueólogos descubrieron un campamento Vikingo con 1.000 años de antigüedad en la pequeña localidad de LAnse Aux Meadows en Newfoundland, lo que probaba sin duda que los Vikingos habían llegado a Norteamérica. La pregunta desde entonces había sido cuándo habían viajado más allá y cuáles serían las consecuencias de ello, con nuevos debates sobre las pruebas que aparecían.
Con tantos misterios sin resolver, Kalogridis y Nispel pronto se dieron cuenta de que tenían la libertad de emplear algo de imaginación junto a la información real.
"Una de las cosas que más nos interesó de la historia es que allá donde fueran, los Vikingos, se quedaban. Únicamente en América no lo consiguieron. Parece que llegaron y les echaron a palos. ¿Qué ocurrió cuando se encontraron con los Nativos Americanos? Ésa es la gran pregunta sin respuesta que avivaba nuestra imaginación y fantasías", explica Nispel.
A Kalogridis le intrigaba especialmente la forma en que ese conflicto entre dos culturas orgullosas y opuestas habría impactado en un huérfano como Ghost, quien sufre un gran cambio emocional cuando comienza a comprender que será la búsqueda obsesiva de sangre lo que provocará el final de los Vikingos. Al escribir más escenas impactantes de batallas, conflicto y supervivencia, en lugar de grandes trozos de diálogo, Kalogridis percibió que la fuerte acción del filme recaía sobre un esqueleto de abundantes temas.
"Se trata de una película sobre la supervivencia frente a adversidades imposibles, y lo que significa ser parte de una cultura", dice Kalogridis. "Siempre sentí que mostrar correctamente la interacción entre Ghost y Pathfinder era crucial porque es lo que convierte la historia en algo grande; llega un momento en el que Ghost tiene tantos conflictos internos que se esfuerza por saber quién es en realidad".
Cuando Kalogridis empezó a escribir, todavía existía una gran controversia sobre si los Vikingos alcanzaron alguna vez la costa este de los Estados Unidos pero, curiosamente, cuando estaba terminando, la historia estaba alcanzando al relato. "Resultó muy emocionante que dos semanas antes de terminar el guión, leímos en la revista del Instituto Smithsonian que se habían hallado nuevas pruebas de Vikingos en la costa este de los Estados Unidos de Norteamérica, recuerda Nispel. Las noticias llegaron justo a tiempo".
Incluso aunque la historia de El guía del desfiladero se hacía realidad, Nispel se enfrentó a la sobrecogedora tarea de recrear en largometraje la salvaje naturaleza originaria de América que nunca nadie había visto, ni reflejado en fotografías o pinturas, y para la que no existen marcos creativos o referencias. Ese desafío resultó una inspiración. Previsiblemente, decidió tomar un enfoque poco convencional, recrear el periodo en el que Vikingos e Indios americanos recorrían las tierras como si creasen un reino mítico de fantasía a partir de un libro de cuentos.
"Norteamérica era muy distinta a lo que conocemos hoy en día, parecía sencillamente un mundo alienígena", explica el director. "Los animales, la naturaleza, los árboles, el medio ambiente provenía de otra realidad, así que decidí que no íbamos a intentar ser historiadores en El guía del desfiladero. En su lugar íbamos a mostrar nuestra propia versión mitológica. Existen muchas teorías sobre esa época y también hay hechos que conocemos, así que creamos a partir de todo ello. Primordialmente pusimos a trabajar nuestra propia creatividad. Al final del día queríamos crear algo que fuese tan divertido como emocionante para la audiencia".
En cuanto la producción comenzó en serio, Marcus Nispel se propuso encontrar un actor para el papel de héroe en El guía del desfiladero, el niño huérfano Vikingo que crece para convertirse en un guerrero indio llamado Ghost y un hombre dividido dispuesto a emprender su propia guerra despiadada contra sus brutales compatriotas. Nispel quería una cara fresca para Ghost, en lugar de alguien con una imagen muy establecida. Después de ver a Karl Urban en papeles secundarios como el thriller El Mito de Bourne y en la épica El Señor de los Anillos, Nispel sintió que estaba viendo a un futuro héroe de acción. Urban tiene mucha personalidad y ninguna de las desventajas de una estrella de éxito.
"Estábamos buscando a alguien que realmente pudiera hacer creíble nuestra historia de David frente a Goliat", explica Nispel. "Y cuando Karl apareció, se hizo evidente que era la persona que podía potenciar todos y cada uno de los elementos del relato. Como pintor, me fascinaron su cara y sus ojos, que le aportan una gran profundidad. Y resultaba obvio que sabía montar a caballo y manejar la espada, así que no necesitaríamos meses para entrenarle. Otro punto muy importante es que no llevaba asociada ninguna imagen prefabricada. Muchos actores conocidos y jóvenes con los que he hablado del papel se preocupaban por el hecho de que correr de un lado a otro con tan sólo un taparrabos afectaría a su imagen, y yo sólo podía pensar que ¡menuda tragedia hubiera sido si Peter OToole hubiera sentido lo mismo acerca del conjunto que tuvo que vestir en Lawrence de Arabia! Con Karl esto no era un problema".
Urban se sintió atraído por el papel porque era muy diferente a cualquier cosa que hubiera leído. "Se trata de una historia de aventura con mucha acción", apunta Urban, "pero Ghost es asimismo un carácter singular y complejo. De joven sufre un naufragio y es adoptado por los indios nativos americanos, por lo que intenta asimilar y encajar en su cultura. Aunque siente que hay algo en su interior que no termina de encajar. No es del todo indio, ni es Vikingo, es alguien a mitad de camino. En cierto sentido, él es el primer ejemplo de amalgama de cultura de América. Y ahora debe enfrentarse a sus demonios del pasado literalmente- y probar su lealtad y su valor tanto a sí mismo como a su pueblo".
Urban se sintió especialmente atraído por la naturaleza primitiva y descarnada del papel, una naturaleza que le llevarían a las más fieras formas de batalla forestal y las capas más oscuras del corazón dividido de un guerrero. "Me gusta que el personaje sea un superviviente nato", continúa. "Durante el transcurso de la película, Ghost es perseguido y cazado sin descanso y su cuerpo, su alma y voluntad deben superar tan ardua prueba. Al final, la historia trata de cómo se transforma en un verdadero guerrero, al tiempo que en un hombre digno de su cultura".
Para profundizar aún más en el personaje, Urban no sólo tuvo que familiarizarse con el folclore vikingo, sino también con las culturas antiguas Wampanoag, que le resultaron fascinantes. "Una de las cosas que me atrajeron a la hora de realizar la película fue la oportunidad de comprender mejor la cultura nativa americana, ya que siento una afinidad real hacia ellos", dice Urban. "Fueron los que estaban en los albores, los primeros en América, con una visión tan global de su propio lugar en el mundo y sobre cómo funcionan las cosas. Pienso que es un enfoque que el hombre moderno tendría que tomar muy en cuenta".