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La máquina de bailar cartel reducidoLa máquina de bailarDirigida por Óscar Aibar
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Rodada en Madrid está producida por Amiguetes Entertainment, Ensueño Films y Chapuzas Audiovisuales.

Oscar Aibar (Director y coguionista)
Se inicia como guionista de cómics para luego pasarse al audiovisual, donde combina la realización de series de tv y videos musicales con el guión. Su primer largometraje Atolladero es considerada una obra de culto por muchos escritores cinematográficos. Su segundo trabajo como director Platillos Volantes se estrenó en 2004 con gran éxito de crítica. También ha publicado el libro de relatos Tu mente extiende cheques que tu cuerpo no puede pagar (premio Talento Fnac 2004) y recientemente la novela Los comedores de tiza.
www.oscaraibar.com

Comentarios del director
Héroes de futbolín
Pasé mi infancia entera y gran parte de mi adolescencia metido en unos futbolines. Por lo menos así lo recuerdo. Los futbolines, salones recreativos o deportivos, los arcades, los billares o como quieran ustedes llamarles eran los lugares donde ocurrían las cosas. No es que simplemente fuesen sitios entretenidos: el ENTRETENIMIENTO vivía allí, y mis amigos y yo queríamos pasar la mayor cantidad de horas posibles a su lado. Y es que en aquellos universos mágicos de luces de colores y ruidillos estridentes hasta el tiempo parecía pasar de manera diferente. Miro atrás y evoco todo lo que allí pasaba: los primeros cigarros, los primeros intercambios de revistas guarras, los amigos que iban a estar siempre contigo (por cierto, ¿dónde estarán?) y sobretodo aquel código de honor y aquella épica del tragaperras de la que todos participábamos. Recuerdo el silencio que se hacía cuando entraba en el local, como una especie de Johnn Wayne del extrarradio, el chaval que tenía todos los récords de la máquina de asteroides. Visto desde hoy puede parecer ridículo, pero les aseguro que le teníamos AUTÉNTICO RESPETO. Todos envidiábamos a los magos del flipper, aquellos elegidos que habían sido dotados con un don divino para pasarse las pantallas sin pestañear, formando con la máquina un solo ser y convirtiendo el mero acto de jugar en una experiencia mística. Ellos eran los reyes de aquel mundo en que los únicos adultos eran unos extraños señores que nos daban monedas sólo para vernos jugar (y que nos acariciaban el hombro mucho antes de que nadie conociera el significado de la palabra pedofília) y el amo o encargado de la sala, que, al igual que el Rick de Casablanca, permitía jugar en su casino sólo a quien él quería y que además era el guardían de unas llaves mágicas que podían abrir las máquinas y extraer de su interior monedas atascadas y partidas gratis.

Siempre había querido contar una historia sobre este universo, pero quizás el miedo a la lejanía me lo había impedido. Hasta que no leí en un fanzine (sí, todavía existen) hace apenas año y medio un artículo sobre LA MÁQUINA DE BAILAR, había pensado que la épica de futbolín se había extinguido definitivamente. Pero no es así, las modas han cambiado y una juventud inquieta que no sólo consume lo que sale en televisión ha fabricado las suyas propias. A diferencia de nosotros, ahora los chavales ya no miran a los USA como Meca de la diversión, sino que han girado sus cuellos hacía el otro lado. Asia, es sin duda el futuro del entretenimiento así como de tantas otras cosas, y los nuevos héroes de futbolín son ahora expertos en software nipón, en tebeos manga y en foros de Internet.

He pretendido que LA MÁQUINA DE BAILAR hablase de todas estas cosas teniendo como eje central mi mirada nostálgica hacia la épica de tragaperras. Puede que hacer una película sobre un videojuego pueda resultar para muchos algo banal, pero siempre me ha aterrado esa capacidad que tiene el cine para convertir cosas importantes en auténticas estupideces. Yo he preferido aquí convertir una estupidez en una cosa importante, porque ¿acaso no son esas pequeñas cosas la esencia de la vida misma?.

Óscar Aibar
Madrid, marzo de 2006


La banda sonora
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