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Donde viven los monstruos cartel reducidoDonde viven los monstruos(Where the wild things are)
Dirigida por Spike Jonze
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"Dentro de todos nosotros está…todo lo que hemos visto, todo lo que hemos hecho, y todas las personas a las que hemos amado".

El director innovador Spike Honze colabora con el célebre autor Maurice Sendak.

Protagonizada por Max Records, Catherine Keener, Mark Ruffalo, Lauren Ambrose, Chris Cooper, James Gandolfini, Catherine O'Hara y Forest Whitaker.

Donde viven los monstruos está dirigida por Spike Jonze con un guión de Spike Jonze & Dave Eggers, basado en el libro de Maurice Sendak. Los productores son Tom Hanks, Gary Goetzman, Maurice Sendak, John Carls y Vincent Landay, con Thomas Tull, Jon Jashni y Bruce Berman como productores ejecutivos.

El equipo creativo incluye a Lance Acord, al director de fotografía, K.K. Barrett, al diseñador de producción, y al director de montaje, Eric Zumbrunnen. La música es de Karen O y Carter Burwell.


A lo largo de los años, Spike Jonze acarició la idea de hacer una película basada en uno de sus libros favoritos, Donde viven los monstruos. Durante mucho tiempo, el director no veía la manera de llevar al cine su amada obra, que sólo cuenta con 36 páginas incluyendo las bellas e icónicas ilustraciones. Aun así, mientras Jonze dirigía otras míticas películas como El ladrón de orquídeas y Cómo ser John Malkovich, nunca dejó de pensar en ello.

Donde viven los monstruos, de Maurice Sendak, es un libro sublime tanto por su sencillez como por la manera cautivadora en que abre la imaginación de los niños. Cuenta la historia de Max, un niño travieso y sensible que se siente incomprendido por su familia y escapa donde viven los monstruos. Max aterriza en una isla donde se encuentra con unas criaturas misteriosas y extrañas cuyas emociones son tan salvajes e imprevisibles como sus acciones.

"Mi madre me lo leyó cuando tenía cuatro o cinco años", recuerda el director. "No recuerdo en qué habitación estaba; no recuerdo exactamente dónde estábamos, pero sí claramente los dibujos y su voz cuando me leía aquellas palabras. La obra de Maurice tiene algo que te seduce—entras en el mundo que ha creado y te conviertes en Max. Siempre he adorado ese libro".

Hace una década, Jonze conoció a Sendak y estudiaron la posibilidad de trabajar juntos en otro proyecto que, al final, no se realizó. Siguieron siendo amigos y, de hecho, fue el propio autor el que sugirió a Jonze que pensara en llevar al cine Donde viven los monstruos. "Maurice sabía que adoro Donde viven los monstruos y hemos hablado de ello un par de veces a lo largo de los años", comenta Jonze, "y me propuso trabajar en ello. Pero yo siempre pasaba porque no sabía qué podía aportarle. Me parecía que era perfecto".

Hace cinco años, el dilema fue resuelto cuando por fin Jonze descubrió la clave. De repente, se dio cuenta de que existía una forma de hacerlo y, sobre todo, de cómo plasmar la historia de una manera muy cinematográfica. "Maurice y yo habíamos vuelto a hablar y estaba reflexionando sobre ello y, de repente, me di cuenta de lo que podía aportar", explica. "Y fue muy sencillo, porque a menudo me preguntaba ’¿Quiénes son los monstruos?’ Caí en la cuenta de que los monstruos podrían ser las emociones descontroladas. Cuando yo era pequeño, me asustaban mucho las emociones incontenibles—mis propias emociones incontenibles y las emociones de las personas que estaban alrededor de mí. No las comprendes y son fuertes e incontrolables. En cuanto se me ocurrió la idea, me pareció muy obvio e inherente a lo que había creado Maurice".

Para Jonze, los Monstruos son a la vez una metáfora y una manifestación física de la olla a presión que contiene las emociones que un niño pequeño puede experimentar—felicidad, ira, afecto, soledad, alegría, frustración y tristeza. A veces, algunas de ellas colisionan. A partir de esta premisa, las posibilidades se hicieron infinitas. "Fue como si de repente se me encendiera la luz", dice. "Llamé a Maurice y le dije ‘quiero hacer esto; tengo una idea’".

Para Jonze era imprescindible poder consultar a Sendak, de 81 años, durante el proceso creativo. Estaba muy agradecido porque el autor no sólo dio su bendición al proyecto, sino también instó a Jonze a seguir sus propios instintos como cineasta. "El gran regalo que me hizo Maurice al principio fue insistir en que no fuera minucioso", cuenta. "Él dijo: 'Hace cuarenta años, cuando más o menos tenía tu edad y escribí este libro, fue algo muy personal para mí. Yo te lo entrego y ahora tienes que hacer algo personal, arriesgado y propio con él'. Discrepábamos en algunas cosas que eran diferentes a las del libro, pero siempre me dijo: 'Te daré mi opinión, lucharé para convencerte, pero es tu película y debes hacer lo que tu creas que es mejor'".

Jonze contó como coguionista con su amigo, el escritor Dave Eggers, conocido por sus memorias, A Heartbreaking Work of Staggering Genius. "En cuanto me puse a pensar con quién quería escribirlo, me acordé de Dave", cuenta Jonze. "Cuando se editó A Heartbreaking Work of Staggering Genius, me lo envió con la idea de hacer una película y, de hecho, aquél libro también me parecía perfecto en su forma y no sabía que podría añadirle. Pero, después de eso, entablamos una amistad y cuando tuve que buscar un colaborador para este proyecto, pensé en Dave, a pesar de que nunca haya escrito un guión antes. Me encanta su sensibilidad".

Jonze se trasladó a San Francisco, donde vive Eggers, alquiló un piso y durante los nueve meses siguientes trabajaron a jornada completa con el guión. El reto fue, desde luego, ampliar el libro a la duración de un largometraje. "Nuestro punto de partida fue Max, quién era y cómo era la vida en su casa, y desde allí seguimos adelante", cuenta Jonze. "No escribimos con ninguna estructura en mente ni ningún plan; escribíamos intuitivamente. Quería asegurarme de que la película fuera fiel al espíritu de un niño y no demasiado ingeniosa ni analítica".

Aunque tanto Jonze como Eggers jugaron a menudo con la forma, el reto de adaptar Donde viven los monstruos era siempre ser consciente de lo que sería relevante para un chico joven. "En todas mis películas hago un esfuerzo para que dé la sensación de que ha sido hecha por sus personajes, no por alguien de fuera que los está guiando", dice Jonze. "Así que, en esta, realmente queríamos que fuera intuitiva y nada analítica del mismo modo que son los niños".

Reunió a una gran constelación de talentos para doblar las voces de los monstruos, incluyendo a James Gandolfini como la imprevisible Carol, Forest Whitaker como Ira, Lauren Ambrose como KW y Catherine O’Hara como Judith. Catherine Keener, una veterana de las películas de Jonze, interpreta el papel de la madre de Max. Sin embargo, la búsqueda de un actor joven que pudiera cargar el peso de la película sobre sus pequeños hombros fue mucho más difícil. "Buscamos en todos lados", recuerda el director. "Hicimos pruebas a tantos niños que empecé a preocuparme porque no encontrábamos a ninguno".

Entonces, pidió ayuda a varios amigos que viven en diferentes ciudades de los Estados Unidos para que hicieran videos de los jóvenes que ellos pensaran que podrían ser buenos para el papel. Fue ahí cuando su colaborador habitual, el documentalista Lance Bangs, le envió un clip del joven Max Records, que hasta ese momento no había hecho más que aparecer en un videoclip de un grupo local de Portland, Oregón, y Jonze supo que la búsqueda había terminado. "Max (Records) es una persona muy profunda", dice Jonze. "Es muy consciente, tiene mucha vida interior y sensible y reflexivo. No parecía que estuviera actuando. Era fundamental en este caso no contar con el típico niño que actúa en películas. Eso no lo queríamos. Max es muy natural".

Luego, Jonze tuvo que diseñar exactamente cómo haría la película. En la producción de Donde viven los monstruos figuran tres componentes clave: el primero de ellos, una grabación de sonido de larga duración de los actores –Gandolfini, Whitaker y compañía- que prestarían sus voces a los Monstruos.

El director reunió al reparto en unos estudios de grabación de Los Ángeles, donde interpretaron una versión completa de la película. Jonze y Keener hicieron el papel de Max. "No queríamos tener a Max allí porque queríamos que fuera fresco cuando llegara al plató en Australia", explica Jonze. "Queríamos que todo fuera nuevo para él, así que Keener y yo nos alternamos en el papel de Max. La mayoría de los doblajes se hacen detrás de un podio y los actores no tienen la posibilidad de relacionarse unos con otros, pero lo que hicimos básicamente fue dejarles interpretar toda la película y filmarlo en video".

Luego, se marcharon a rodar a Australia. Las localizaciones del estado de Victoria proporcionaron una gran cantidad de paisajes extraordinarios—desde bellas playas a desiertos desolados, bosques y barrancos escarpados. Jonze creía que aprovechar estos elementos naturales como una parte activa de este aspecto de la producción aportaría algo a la esencia visceral de la aventura de Max. "Hasta cierto punto, puedes controlar el ambiente cuando ruedas exteriores, pero llega un momento en el que no puedes y eso es lo que queríamos para la película", dice. "Si un día llovía, pues pensábamos: ‘Vale, está lloviendo en esta escena’, y si hay un día de niebla: ‘Hay niebla’. Si se levantaban vientos de 40 km/h: ‘Vale, vamos con eso también’. Tuvimos todos esos elementos y llegaron a formar parte del aspecto salvaje de la isla".

El metraje de la acción en vivo fue rodado de manera tradicional, utilizando actores vestidos con enormes disfraces para los Monstruos, que fueron diseñados y creados para parecer auténticos y fieles a los del libro de Sendak. "Siempre supe que quería construir los Monstruos y rodarlos como si fueran reales", dice Jonze. "Quería que Max pudiera tocarles, arrimarse a ellos, empujarles y abrazarles. Quería que estuvieran allí para que pudiésemos sentir su aliento, su tamaño y su peso. Pensé que todo eso haría que la experiencia fuera más peligrosa, más visceral y más inmediata. No puedo imaginarme haciéndolos con un ordenador o en un plató de rodaje".

Las grabaciones de vídeo realizadas en el plató con el reparto de voces fueron el patrón para las actuaciones de los actores que llevaban el vestuario de los Monstruos, que interpretaron a los mismos personajes durante el rodaje. "Los tíos que llevaron los disfraces visionaron las cintas y memorizaron lo que hacían aquellos actores—cómo lo hacían, cómo se miraban entre ellos", narra Jonze. "Y eso fue nuestra Biblia cuando filmamos la película en Australia".

Añade que los actores que llevan los trajes de los Monstruos también aportaron ideas para las interpretaciones de los actores de voces y se enfrentaron a un desafío físico extenuante durante el proceso. Los trajes son extremadamente pesados y algunos miden unos tres metros y medio de altura. "Tuvieron que someterse a un intensivo programa de preparación física. Les metíamos en un gimnasio durante ocho horas al día", comenta el director. "Así, fortalecieron los músculos del cuello y otros que nunca antes habían utilizado. Es difícil sobrevivir dentro de estos trajes por el calor, el peso y la falta de oxígeno. Nosotros no sólo pedíamos que sobrevivieran allí dentro, sino también que ofreciesen unas interpretaciones detalladas y sutiles. Estos hombres hicieron un trabajo estupendo".

También hizo una interpretación estupenda el joven Max Records. El director estaba encantado con la magnífica actuación que ofreció. "Max es maravilloso. Es el motor de la película y es el que hace que la película funcione. Cuando actuó en la película, lo hizo con todo su corazón, con sinceridad, pillería, alegría y bravura".

Jonze se quedó impresionado con la interpretación del joven actor, incluso en el plano físico. "Max tuvo que soportar unas condiciones muy duras—le hicimos correr por el desierto, le metimos dentro de algunos de los Monstruos, estuvo totalmente calado mientras empujaba un barco por el mar. Independientemente de lo que le pidiéramos desde el punto de vista físico o emocional, nunca se rindió. Nunca dijo: ‘No, no voy a hacer esto’. Siguió intentándolo".

La tierna edad del joven actor fue una razón adicional para que Jonze se asegurara de que nunca estuviese estresado o abrumado. "Siempre me siento responsable de los actores que trabajan conmigo, pero con un niño pequeño era diferente", explica. "Me sentía responsable de él como si fuera su padre. Tuve que aprender cómo animarle y al mismo tiempo apoyarle y tratarle con el respecto que merece una persona que tiene su propia opinión. Estuvo bien. Hacer la película con Max fue una experiencia estupenda para mí. Hizo un gran trabajo".

Para la última fase de la producción, se acoplaron las voces de Gandolfini y los demás Monstruos con las acciones de los actores que representaban a los personajes en la acción en vivo. Durante aquella tercera parte del proceso, se añadieron las expresiones de los Monstruos a sus caras utilizando los más avanzados efectos digitales durante el trabajo de posproducción en Londres.

Para Jonze, el resultado es una expresión honesta de la experiencia de la niñez y trae a la luz la fascinación eterna que siente Jonze por el libro de Sendak. "Ser niño no significa que no tengas unos sentimientos tan complicados y profundos como los adultos", dice Jonze. "Quizás si eres un niño no dispones de la experiencia para entenderlos completamente, pero creo que los sentimientos son igual de profundos- de amor, de esperanza, de desilusión, miedo y ansiedad".

La odisea para poder plasmar su visión de Donde viven los monstruos ha sido muy gratificante. "Sabía que iba a tardar mucho porque cada decisión que tomamos era la opción más difícil de realizar", dice. "Sólo la construcción de las criaturas nos llevó ocho meses. Básicamente, habíamos decidido cómo queríamos que fuera y trabajamos hacía atrás desde allí buscando la forma de llegar a ello—y seguimos con eso para mejor o peor. Por ejemplo, pensamos hacerlo con disfraces y tuvimos que enfrentarnos a las limitaciones de ello, pero pensamos aprovecharlo y sacarle el máximo partido. Si queríamos que uno de los Monstruos tumbara un árbol, decidíamos derribar un árbol en un bosque, no un árbol hecho con efectos digitales en un plató. De todas maneras, ha merecido la pena. He disfrutado mucho y he hecho la película que quería hacer".