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Monica BellucciMonica Bellucci habla de su trabajo en El elegido...

P: ¿Cómo se convirtió en la protagonista de El elegido?
M.B.: Gracias a Guillaume Nicloux. Llamó a mi agente para reunirse conmigo, lo cual me hizo mucha ilusión porque me gustaron mucho sus anteriores trabajos. Pero a decir la verdad, no acepté en seguida hacer EL ELEGIDO porque el proyecto me daba miedo.

P: ¿Qué le daba miedo?
M.B.: En primer lugar la escala misma del proyecto. Es una película de género con un gran presupuesto, adaptado de un bestseller de Jean-Christophe Grangé, con interés tanto económico como popular. Ésta ha sido la primera vez que he tenido que llevar todo el peso sobre mis hombros. Además, es una historia con un mensaje muy arriesgado ya que está relacionado con lo fantástico; si no se utiliza una buena imaginería, puede ser una decepción tremenda.

P: ¿Qué hizo que aceptara finalmente hacerla?
M.B.: El papel, la confianza que tengo en Guillaume, porque sé que además de realizador es autor. Se reconoce la peculiaridad de su cine en cada una de sus tomas. Desde el momento en que acepté, seguí a Guillaume ciegamente, con una temeridad y un descontrol totales. Dejé que hiciera lo que quisiera conmigo, con mi imagen y mi manera de actuar.

P: ¿Cómo se portó como director?
M.B.: Guillaume Nicloux es una persona muy discreta y eso se traslada a su forma de dirigir. Por ejemplo, mi personaje siente un amor loco, el amor de una madre hacia el hijo que adoptó, pero no lo muestra de una manera exagerada y extrovertida. Para llevarlo a la pantalla, Guillaume me pidió que "borrase" mi identidad italiana. No quería que fuese demasiado comunicativa ni demasiado generosa ni una súper "mamma" italiana. Cuando tenía que darle un beso de buenas noches a mi hijo, no quería que le cubriera de besos. A veces echaba de menos no tener contacto con el niño, así que le sugerí a Guillaume que me dejara actuar con él, para que se viera nuestra complicidad en la pantalla, pero él se negó. Me dijo: "No necesitamos saber, o sentir, que tu personaje quiere a su hijo. Está dispuesta a morir por él, ¿qué más quieres? Si muestras demasiado abiertamente que le quieres, es como si ya supieras que vas a perderle".

Lo más hermoso es que es una mujer normal cuya fragilidad es constante, que descubre una fuerza que no sabía que tenía. Es una mujer corriente que se verá obligada a superarse.

P: ¿Es la primera vez que interpreta a una madre después de haber dado a luz?
M.B.: Siempre he tenido un instinto maternal muy fuerte, pero el hecho de ser madre ha enfatizado aún más ese instinto y me ha servido mucho para esta película. Ahora entiendo mejor el amor que se siente por un hijo, ni siquiera tengo que planteármelo. Por eso marcharme a rodar a Mongolia fue muy doloroso, porque, a pesar de que es un país maravilloso y de que al principio todo fue estupendo, era la primera vez que dejaba sola a mi hija durante tres semanas. Me sentí destrozada, y eso me afectó mucho a la hora de trabajar. Aunque lo bueno fue que pude utilizarlo para mi personaje, no tenía que meterme en un estado psicológico para interpretar a una madre que busca a su hijo. Era mi estado natural.

P: También ha cambiado su aspecto físico para la película.
M.B.: Guillaume quería que llevase el pelo más claro y corto, así que creamos otro look. Hasta el momento siempre había interpretado a personajes más "estirados", personajes que saben bien quienes son y conocen el mundo que les rodea. En este film, mi personaje es más bien "redondo", es muy inocente, está perdida. Tenía que volverme más invisible, más frágil. Por eso prácticamente no hay maquillaje y la iluminación es muy precisa, para que se vean en mi cara los estigmas correspondientes a cada momento. Asimismo los vestidos se parecen más a algo que se pondría Mary Poppins, no una viuda joven. Con todo ello creamos un aspecto femenino y frágil, pero en absoluto abiertamente sensual o sexual, ni exuberante. Los espectadores deben percibir inmediatamente que hay algo negativo relacionado con esta mujer, incluso al principio cuando todo parece normal. Esta apariencia física casi banal de la protagonista, mezclada con el entorno que, a todas luces, parece bastante normal, aunque es agobiante desde el principio, hace que sea tan bello e inquietante. Así, sin que ella sepa por qué, sus ojos y su sonrisa son tristes. En principio, todo parece normal, pero de una manera subyacente y borrosa algo oscuro y siniestro escapa de todo lo que le rodea y forma su mundo. Para emitir todas estas sensaciones tuvimos que dar con un vestuario muy preciso. Quisimos que mi silueta fuera la de una mujer elegante, no chabacana.

P: ¿Cómo se enfrentó a las escenas de acción?
M.B.: En la mayoría de las ocasiones diría que la acción es real, porque Guillaume no sólo confía en las dotes interpretativas de los actores, sino que espera que el actor realmente sufra un poco. Así sabe que las expresiones faciales serán convincentes, y este planteamiento es acertado porque durante la escena del túnel (en la que me movía dentro de un tubo estrecho y completamente cerrado), sentí una claustrofobia real. Lo pasé muy mal en esa escena, pasé mucho miedo, y eso se hace evidente en la película. También en la escena en que golpeo las paredes de un pozo con las manos para escaparme me hice muchísimo daño, me costó muchísimo salir de allí. Creo que lo que salva las cosas en esos momentos es que todo es real. Mi rostro está realmente marcado por el dolor… Como digo, ¡todo es real! Incluso las lágrimas. Nada fue forzado. Lo bueno es que Guillaume confió en mí para estas escenas. Sin necesidad de hablarme, pudo capturar esos momentos cuando estábamos dando lo mejor de nosotros mismos. Sabe ver cuándo funcionan las interpretaciones de los actores.

P: Aún así, hace muy pocas tomas…
M.B.: Sí, y por lo tanto es muy exigente. Requiere mucha concentración.

P: Es cierto que no deja que los actores vean las tomas…
M.B.: Es su manera de trabajar. Como actriz respeto mucho al director y su forma de trabajar, así que cuando me comprometo con una película, me adapto. Creo que la labor del director es muy compleja, así que él no es quien debe adaptarse a mí, sino todo lo contrario. En este sentido soy un poco "geisha". Interpreté a mi personaje, a quien soy en la película, y él me dirigió para que nunca me desconcentrara, canalizó mi energía en la dirección apropiada.

P: Ésta es la primera vez que comparte pantalla con Catherine Deneuve.
M.B.: Recuerdo la primera vez que la vi, ella no lo sabe, pero fue en el estreno de la película de Pedro Almodóvar "KIKA". Yo era una modelo totalmente desconocida por aquel entonces. Catherine Deneuve entró en la sala como una aparición, antes de que se apagaran las luces. Era increíble, tenía una belleza incomparable… ¡Y ahora estoy trabajando con ella! Me encanta porque siempre siento a la actriz que lleva dentro. No se muestra indiferente, observa todo lo que ocurre alrededor y ama el cine por encima de todo.

P: La otra figura central de la película es un niño. ¿Cómo fue rodar con él?
M.B.: Trabajar con niños pone las cosas en su sitio. Me hace mucha gracia cuando los actores hablan de su "profesión" como si fuera una misión especial porque hacemos un trabajo que puede hacer igual de bien un niño de nueve años. Ha sido una lección de humildad.

Nicolas, que interpreta a Liu-San, es un niño muy maduro, muy especial, con mucha vida interior, pensativo, comprometido y responsable. Mantiene una concentración espectacular para alguien de su edad.

P: ¿Qué es lo que más le sorprende de la película?
M.B.: La manera en que Guillaume ha conseguido crear una atmósfera de normalidad que desemboca en terror. Lo sentí mientras actuaba, y me he dado cuenta de que es gracias a los pequeños detalles, ya sea un objeto o la expresión de uno de los personajes. Es agobiante, es Guillaume. Transfiere a la pantalla lo que él es en la vida, alguien lleno de angustia, un alma negra, no en el sentido destructivo, sino en el sentido misterioso de la palabra. Cuesta descifrarle, es una persona que se siente atraída por las cosas oscuras. No tuve que hablar de esto con él, porque le entendía. Una parte de mí es muy similar. Hoy cuando veo la versión final de EL ELEGIDO, sé que Guillaume ha logrado hacer una película extraña que equilibra y mezcla dos dimensiones, una normal y una totalmente fantástica. Es bastante turbador porque la anormalidad existe en la vida cotidiana, pero nos da miedo verla; el esoterismo es parte de nuestras vidas aunque sólo interese a algunos de nosotros. Para esta película, Guillaume ha sabido conjugar esta dualidad entre la metafísica y la realidad.
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