Protagonizada por Valérie Lemercier, Lambert Wilson, Catherine Deneuve y Mathilde Seigner.
- Nominación a la mejor actriz para Valérie Lemercier Premios Cesar 2006
- Nominación a la mejor actriz segundaria para Catherine Deneuve Premios Cesar 2006
Notas de la directora
Los ingleses se burlan de los huevos con beicon y de la Reina, pero, en cambio, en Francia, aparte de Le mariage du siècle (de Philippe Galland, 1985), este tema no se ha tratado mucho en el cine. La verdad es que, al principio, la película estaba orientada más bien hacia la esfera política, y su personaje principal era la mujer del alcalde de una gran ciudad, una especie de Bernadette [Chirac] o Cecilia [Sarkozy], en cualquier caso, "la mujer de" alguien. Pero filmar colegios electorales y gente que estrecha manos en los mercados no me parecía ni excitante ni espectacular, mientras que las obligaciones oficiales de los soberanos son mucho más divertidas, así que nuestra historia de "mujer de...", que se llamaba Un corazón de oro, cambió de escenario.
Nunca nos propusimos describir un reino de opereta, sino adoptar un tono de parodia: era importante que el reino fuera creíble, realista. Al final, nos fijamos en las monarquías de hoy, próximas a nosotros, una mezcla de Luxemburgo, Bélgica, Países Bajos, Suecia... de todos modos ¡sólo hay diez monarquías en Europa! Nos inspiramos en reportajes de televisión, biografías de las primeras damas, pero sobre todo en fotos de las revistas dedicadas a las familias reales, como Point de Vue, o Royals, un semanal belga consagrado a las cortes europeas. Muchas de esas imágenes se han convertido en escenas de la película: la feria de las galletas, la donación de sangre, las inauguraciones, la visita al hospital... ¡Me parecía tan increíble lo que toda esa gente está obligada a hacer! Lo que resulta muy sorprendente al ver ciertas imágenes de la familia real de España o de Bélgica es que se tiene la impresión de que se trata de "mi tío y de mi tía" con sus cámaras fotográficas, que hacen escala en los pequeños puertos pesqueros y compran ropa para sus niños. España o Bélgica muestran a menudo a sus soberanos en esas situaciones tan banales... También, evidentemente, nos hemos inspirado en Inglaterra y concretamente en Diana, en su imagen, en la forma en que ella utilizó a los medios de comunicación... Lo que queríamos era ver en la pantalla lo que nos falta cuando vemos a los reyes y a las reinas hablarse cuando están en el balcón, en sus coches o en sus carrozas: ¡el sonido! Cuando veía al príncipe Carlos discutir con Diana, se notaba perfectamente que había cierta tensión y me hubiera gustado mucho haber sido un ratoncito para oír lo que se decían.
Nos dimos el gusto de permitir que se oyera lo que nunca se oye, lo que explica que en la película haya tantas escenas que se desarrollan en la intimidad de las cocinas, de los cuartos de baño y de los dormitorios.
Los actores
Mientras Brigitte Buc y yo escribíamos el guión, pensábamos mucho en los actores y hablábamos de ellos, y como Brigitte conoce a los actores mejor que nadie, el reparto estaba prácticamente hecho cuando terminamos el guión.
La mayoría de ellos son grandes actores de teatro.
En cuanto al papel de la reina, lo escribí para Catherine Deneuve, y yo, que no soy creyente, puse un cirio de diez euros para que aceptara... ¡Dios es guay!
Es un texto escrito para ella en un registro que no suele verse: una mujer que habla muy rápido, que es directa, concreta, que puede decir tacos y que siempre se desenvuelve bien. Catherine es así en su vida, es en cierto modo una reina en Francia y, la verdad, no todo el mundo puede representar a una reina.
La reina de la pista
Al hacer la película me pregunté en algún momento si podría hacer que Armelle accediera al trono, pero luego me di cuenta de que ser reina es muy difícil, una sucesión de obligaciones, de deberes, sin más libertad que representar ese papel toda la vida. Pienso, por ejemplo, en la princesa de Japón y en Letizia, de España, que han tardado en tener un hijo y que han tenido que soportar que todo el país les estuviera mirando el vientre.
En mi opinión, para ponerse ropas bonitas, ¡es mucho mejor ser actriz!
En el fondo, ¡lo que siempre me ha gustado es sentirme la reina de la pista subida en mi bici!
Valérie Lemercier