Dirigida por Gerard Jugnot y protagonizada por Gérard Depardieu.
Entrevista con Gerard Jugnot (Extracto)
P: ¿De dónde surgió la idea de hacer Tenemos un problema gordo?
R: La idea me la dio Jean-Pierre Guérin, que ha producido conmigo la película. Al principio, él quería que yo interpretase el papel de Boudu, pero le dije: "no, no es para mí. Soy demasiado educado...". Fue justo después de hacer Volpone, de Frédéric Auburtin, con Gérard Depardieu, para la televisión. El rodaje había ido muy bien y yo me había quedado impresionado por la fuerza interpretativa de Gérard. Así que le dije a Jean-Pierre Guérin: "Nadie puede hacer de Boudu como Depardieu", y ahí lo dejamos. Poco después, empecé a escribir el guión de Asterix 3, que Claude Berri me había confiado, pero el proyecto no salió adelante.
Entonces fue cuando mi viejo compañero de aventuras Philippe Lopes Curval, al que Jean-Pierre Guérin le había encargado una primera adaptación de Tenemos un problema gordo, me pidió que me leyera su trabajo. Me pareció muy interesante. Así que volví a ver a Jean-Pierre y le sugerí que yo podría reescribir el guión y hacer Tenemos un problema gordo con Gérard Depardieu.
P: ¿Cómo compararías tu versión con la obra original de René Fauchois y con la película de Jean Renoir protagonizada por Michel Simon?
R: Elegí deliberadamente no tenerlas en cuenta. No me leí la obra ni volví a ver la película de Renoir. La había visto de joven, hace unos treinta años. No quería hacer un remake, quería una versión nueva. De hecho, sólo hemos conservado el tema principal del film: ¿qué sucede cuando un personaje que es a la vez anárquico y poético aparece en un mundo burgués? Así que lo que hicimos fue trabajar sobre la versión de Philippe para transformarla y acercarla más a mi estilo. Para las películas que dirijo, necesito llegar hasta las raíces de la idea y tener el deseo de desarrollarla. Esta vez se parece más a un hijo adoptado y, como pasa a menudo con la adopción (gracias a la buena relación que nos une con Philippe Lopes), el parecido del niño con el padre es evidente. Ahora que he visto el resultado final, creo que tiene la melodía que me gusta darles a mis películas.
P: ¿Y eso qué quiere decir?
R: La historia y el guión original eran muy duros, muy obscuros. Intenté darle un poco más de humanidad para suavizarlo un poco. Como dice Boudu en la película, "hay un hombre en ti, cariño", y me encanta esa frase. Sobre el papel es una historia horrible: esos "progres" que buscan el éxito, que buscan un bebé, que buscan amor, ven como una especie de ángel exterminador llega a sus casas... El tema es muy parecido a Teorema de Pasolini, aunque Tenemos un problema gordo es de alguna manera una versión más suave, más feliz. Lo que me enganchó fue este personaje incontrolable que representa las fantasías de todos, una especie de Pepito Grillo egoísta, anárquico y destructivo que, sin quererlo ni darse cuenta de ello, lo cambia todo a su paso y al final, resuelve las crisis. Era una oportunidad demasiado buena para desaprovecharla porque quería trabajar con Gérard Depardieu desde hacía mucho tiempo.
P: ¿Nunca habíais actuado juntos antes de Volpone?
R: Sólo habíamos hecho un rodaje de un día para Los Rompepelotas (Les Valseuses). En algún momento estuve considerando darle el papel del médico en Une époque formidable (Una época formidable), pero en el fondo, creo que me asusté un poco. El rodaje de Volpone nos acercó más, y eso me dio seguridad. Gérard no es sólo un inmenso actor, también es una persona excepcional: te aporta mucho, pero también te pide mucho. Literalmente absorbe el oxígeno: creo que él sólo es el responsable de todo el exceso de dióxido de carbono en la atmósfera... Siempre está impaciente en el plató, básicamente porque su momento de felicidad máxima es el que está entre "acción" y "corten". De hecho, a menudo después del "corten" sonreía o le entraba la risa tonta. Creo que estaba feliz con esta película, a parte de las escenas de moto, claro, que nos dejaron hechos polvo...
P: Dos semanas después de empezar el rodaje, Gérard Depardieu tuvo un accidente de moto que le dejó con una doble fractura abierta en la pierna. ¿Cómo reaccionaste cuando te enteraste de la noticia?
R: Estaba en maquillaje cuando me lo dijeron. Obviamente fue un shock, pero extrañamente me mantuve bastante sereno. Creo que fue sobre todo por el magnífico equipo que me rodeaba. En ningún momento pensamos en rendirnos. Nos adaptamos con calma a la situación. Mi ayudante, Hervé Ruet, se pasó tres noches sin dormir para rehacer el plan de trabajo. Lo convirtió en un "Simon Says": Depardieu acostado, Depardieu sentado, Depardieu de pie, Depardieu sin moverse, etc. Y Gérard, que tiene una excepcional fuerza de voluntad y no soporta no hacerlo lo mejor que puede, me dijo a las dos semanas: "Todo está arreglado. ¡Ya no me duele!" Intentó que el accidente no se convirtiera en una molestia para nosotros, aunque claramente le dolía. En cualquier caso, no me podía imaginar hacer la película sin él.
P: Cuando Boudu se va al final de la película, dice: "Soy como el viento, un viento salvaje...". Ésa podría ser una buena definición para Gérard Depardieu...
R: Hay muchas cosas del personaje que se corresponden con Gérard, y eso es lo que encuentro genial. No cierra la puerta del lavabo, va por ahí desnudo, es un exhibicionista, a veces se tira pedos... y a la vez es totalmente encantador y distinguido. En las últimas escenas de la película, lo hace formidablemente. Gérard le dio al personaje de Boudu una dimensión genial. No actúa como un capullo absoluto como lo hizo Michel Simon, si no recuerdo mal, que retrató a un personaje muy duro, anárquico, mezquino y agresivo. Gérard es un viento salvaje que te ayuda. Un "soplo de Siroco", si tomamos prestado el título de un film en el que actué.
P: ¿Qué tal trabajar con Catherine Frot?
R: Es una de las mejores actrices de comedia de Francia. Catherine tiene un sentido innato para la comedia. Es guapa, trabaja duro y tiene ese control y sentido del ritmo que le permiten actuar en un registro muy sutil. Está perfecta en el papel de mujer de sociedad, ex-alcohólica y temperamental, que viaja a través de las palabras y nunca está segura de sus relaciones. Los excesos licenciosos del personaje la llenaban de pánico. En algún momento consideró dejarlo. No me arrepiento de haberle insistido porque, como Gérard, su manera de actuar tiene una calidad muy poco frecuente. Y hubo unas pocas meteduras de pata que nos hicieron llorar de risa...
Hay actores con los que ya has trabajado, como Jean-Paul Rouve y Hubert Saint-Macary, pero también está Constance Dollé.
Me quedé impactado con Constance tras un casting. Me dejó de piedra (gracias al acertado casting de Françoise Ménidrey). Tiene una frescura y vitalidad que van muy bien con el personaje de chica ingenua que intenta mantener los pies en la tierra. Evitó caer en el estereotipo de la jovencita inocente. Tiene un enfoque muy inteligente en la forma de actuar y, sobre todo, tiene la cabeza bien puesta. En cuanto a Jean-Paul Rouge, me lo pasé muy bien haciendo Monsieur Batignole con él, y me encantó volver a trabajar juntos. Aceptó venir y hacerme un sketch del estereotipo de artista insoportable. Le encanta hacer personajes que son unos "completos imbéciles". Finalmente, Hubert Saint-Macary también tiene esa capacidad. Normalmente, y siempre que puedo, trabajo con la misma gente, ya sean actores o técnicos. Crea un espíritu de equipo durante el rodaje que me ayuda muchísimo.