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El romance de Astrea y Celadón cartel reducidoEl romance de Astrea y Celadón(Les amours d'Astrée et de Céladon)
Dirigida por Eric Rohmer
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Ficha artística
Stéphanie De Crayencour - Astrea
Andy Gillet - Celadón
Cécile Cassel - Leonida

Eric Rohmer (director y guionista)
Profesor de letras; crítico de La Revue du Cinéma, Les Temps Modernes, La Parisienne, Arts; redactor jefe de La Gazette du Cinéma, Les Cahiers du Cinéma; autor de un libro sobre Hitchcock con Claude Chabrol.

Filmografía (largometrajes)
1959 - Le signe du lion

"Six contes moraux" ("Seis cuentos morales")
1962 La boulangère de Monceau
1963 La carriere de Suzanne
1967 La collectionneuse (La coleccionista)
1969 Ma nuit chez Maud (Mi noche con Maud)
1970 Le genou de Claire (La rodilla de Clara)
1972 L’amour l’après-midi (El amor después del mediodía)
1975 Die marquise von O (La marquesa de O)
1978 Perceval le Gallois

"Comédies et proverbes" ("Comedias y proverbios")
1980 La femme de l’aviateur (La mujer del aviador o es mejor no pensar en nada)
1981 Le beau mariage (La buena boda)
1982 Pauline à la plage (Paulina en la playa)
1984 Les nuits de la pleine lune (Las noches de la luna llena)
1985 Le rayon vert (El rayo verde)
1987 L’ami de mon amie (El amigo de mi amiga)

1986 Quatre aventures de Reinette et Mirabelle (Cuatro aventuras de Reinette y Mirabelle)

"Contes des quatre saisons" ("Cuentos de las cuatro estaciones")
1989 Conte de printemps (Cuento de primavera)
1991 Conte d’hiver (Cuento de invierno)
1996 Conte d’étè (Cuento de verano)
1998 Conte d’automne (Cuento de otoño)

1992 L’arbre, le maire et la médiathèque (El árbol, el alcalde y la mediateca)
1995 Les rendez-vous de Paris
2001 L’Anglaise et le Duc (La inglesa y el duque)
2003 Triple Agente (Triple Agent)
2007 Les amours d’Astree et de Celadon


Nota del director
L’Astrée tiene mala fama. Ya no se lee y casi tampoco se edita. Para alguien que nunca lo ha leído, o sólo lo miró por encima como un libro escolar de lectura obligatoria, la novela de Honoré d’Urfé parece pesada, absurda, poco realista e ingenua.

¿Pesada?
A primera vista, hasta en la versión abreviada editada por Folio, desalienta por lo denso que parece el libro. Esta sensación se debe principalmente al diseño de las páginas: por ejemplo, los diálogos (que son abundantes) están metidos dentro del texto en vez de separados. Esta apariencia desalentadora no invita precisamente al lector a hojear los diálogos llenos de vida y humor.

Para aumentar la confusión, el argumento principal se intercala con capítulos sobre el pasado de los protagonistas, de los personajes menores y hasta de algunos que no tienen nada que ver con la historia de Astrea y Celadón. Pero lo que a nosotros resulta molesto, en cambio divertía a los lectores del siglo XVII, ya que les sobraba tiempo para saborear cada página mientras esperaban el capítulo siguiente de la historia, editada a lo largo de doce años. Este formato en serie tenía un propósito práctico pero también asemeja L’Astrée a la novela del siglo XX. Resulta sorprendente que en los años veinte y treinta, cuando Francia descubría la obra de Faulkner, Dos Passos, etc., a nadie se le ocurrió retomar L’Astrée por la modernidad de su estructura.

¿Absurda?
Desde luego que no. La novela gustó mucho a Les Précieuses (un movimiento literario femenino de la época), pero no es ni remotamente cursi ni por su vocabulario ni por su prosa, ni por ninguna de sus metáforas, inusuales pero hermosas. Su lenguaje nunca es abstruso ni enrevesado ni arcaico, como puede serlo a veces el de Corneille.

¿Poco realista? ¿Ingenua?
Posiblemente, pero la historia trata de comportamientos extremos que tenían su lugar en la realidad de aquella época y también en la nuestra. Lo que parece poco realista no son tanto los celos feroces de Astrea, ni la obediencia ciega de su orden por parte de Celadón, ni siquiera el hecho de que Astrea crea que el alma de su amado vaga por el lugar en el que se ahogó. Todas estas cosas son creíbles en el contexto de la época y también son creíbles en la actualidad. No, lo que parece poco probable es que ella no reconozca a Celadón pese a su disfraz. Parece que el autor, en su novela por fascículos, estaba empeñado en alargar el tiempo que ella tarda en reconocerle, y eso sugiere que él alimentaba la ambición más noble de hacer de "la ilusión" uno de los temas principales de la historia, como muchos de sus grandes contemporáneos barrocos, entre ellos Shakespeare, Cervantes y Corneille. Es cierto que el tema se desarrolla de forma muy ingenua en el libro, pero en el cine se puede tomar muy fácilmente, haciendo que parezca tan realista como queramos.

[…] Sentí una afinidad indiscutible entre la novela y mis obras de cine. […] Toda la novela se construye alrededor del concepto central de "la fidelidad": la fidelidad de Astrea y su corolario: sus celos histéricos; la fidelidad de Celadón y su corolario: su obediencia ciega de la orden de Astrea de alejarse de su vista para siempre. Pero esta fidelidad no es nada puritana; permite libremente los atractivos de los placeres terrenales, siempre que la pareja sea indestructible:

"Que él nunca piense
que su amor ha de menguar"


está inscrito en la duocécima tabla de las Leyes del Amor.

De la misma forma, he notado que el tema de la fidelidad está presente de forma prácticamente constante en mis películas, ya sean Mi noche con Maud o Cuento de invierno, La coleccionista, Las noches de la luna llena, o muchas otras. Mi obra de teatro, Trío en mi bemol, se construyó sobre un mecanismo de suspense parecido al de L’Astrée, aunque todavía no había leído la novela. Tiene un personaje que se niega, con la obstinación loca de Celadón, a pronunciar la palabra que impulsará a su novia a decir la frase que él está esperando, porque la frase crucial tiene que salir de ella espontáneamente. Y así puedo ser fiel a mí mismo a la vez que soy fiel al autor original, como lo fui en La marquesa de O y Perceval. […]

L’Astrée es el legado más destacado que queda en la literatura francesa, y posiblemente europea, de la Contrarreforma. Fue un movimiento más conocido por su influencia en las Bellas Artes, como la pintura sensual de Rubens y Caravaggio o el arte escénico de Carracci, Reni, Domenichino y Parmigianino, y sobre todo, el estilo de arquitectura llamado "jesuita", un epíteto perfectamente adecuado para el mismo Honoré d’Urfé, que sirvió bajo el estandarte de la Liga Católica en la guerra contra los protestantes. Es también apropiado para sus personajes, a los que les gusta el argumento casuístico; eso queda latente en Astrea y Celadón pero es evidente en Lycidas, Sylvander y especialmente Adamas el druida, a quien vemos educando a Celadón con un discurso ampliamente ecuménico sobre las relaciones entre las religiones paganas y cristianas, con una argumentación muy cercana a la que Pascal criticó en Les Provinciales.

Mis "películas de época" no forman una serie como los Cuentos y los Proverbios, pero he notado que tienen algo en común por la forma en que son recibidas por el público contemporáneo. Pretenden hacer que una historia del pasado nos resulte más viva y más cercana, y lo consiguen, no por cubrirla con un barniz de modernidad y unas cuantas referencias contemporáneas, sino por la magia del cine, una verdadera resurrección, un auténtico viaje en el tiempo.

Creo que logré este objetivo en parte en La marquesa de O, Perceval, La inglesa y el duque, y Triple Agente. L’Astrée se ofrece ahora como una oportunidad nueva y maravillosa para completar la serie.

Eric Rohmer