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En el hoyo cartel reducidoEn el hoyoDirigida por Juan Carlos Rulfo
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Con Isabel Dolores Hernández, José Guadalupe Calzada, Agustín Zárate Centeno, Natividad Sánchez Montes.

Idea
Me gusta andar en donde nadie busca. Pero hay veces que no sé buscar porque no sé ver. Uno necesita tiempo para acostumbrarse. También me gusta pasar desapercibido. No quiero que me vean cuado estoy, y quiero estar sin que me vean para ver mejor.

Toda esta serie de cosas me pasaron por la cabeza en las visitas a los momentos de reposo de los obreros que construyeron las obras de la segunda etapa de El distribuidor vial San Antonio, en el anillo periférico, mejor conocido como El segundo piso, de donde sale el pretexto para nombrar a nuestra película "En el hoyo".

Fue muy alentador compartir tiempo y charla con todos ellos; mujeres y hombres que trabajan de día y de noche, con frío y calor, con mentadas de madre y piropos; pero por lo general con la indiferencia, y más que nada con la molestia de todos los que acostumbramos pasar por allí para llegar a nuestro destino. Cierto es que las obras han ocasionado embotellamientos y mal humor; inundaciones, choques e incluso muertes. Eso es el aderezo del asunto. Si todo transcurriera en paz, sería otra película. Estas obras están cambiando la fisonomía y la geografía de la ciudad de México.

Creo que un momento así tiene que registrarse no solamente como parte de la memoria audiovisual de todos, sino porque además, es verdaderamente todo un espectáculo.

Crítica
Para tratarse de un filme que presenta lo sucio y peligroso del trabajo de construcción del segundo piso del Periférico de la ciudad de México, la extraña belleza del documental En el hoyo, de Juan Carlos Rulfo, es sólo una de las complejas sorpresas que presenta este trabajo, un ejemplo más de la extraordinaria ola de cine mexicano de no ficción reciente. Se trata más de una investigación de lo que ha marcado a los trabajadores de la obra durante el proceso de la misma, que de una mirada al proyecto mismo: el filme eleva las dimensiones humanas que se ven envueltas en un proyecto tan grande como éste. Este filme que obtuvo el premio al mejor documental en Sundance, seguramente obtendrá más premios, además de que se verá en la televisión europea y latinoamericana.

Una breve introducción nos muestra que en la ciudad de México pululan más de 3 millones de carros, situación que provocó la construcción de este segundo nivel que pronto estará terminado, y el cual Rulfo filmó de marzo de 2003 a diciembre de 2005. Seleccionó a un solo grupo de trabajadores, compuesto por personajes como el buena onda Chaparro,

o el malencarado El Grande, quien lamenta que ninguno de los trabajadores lleve crédito en esta construcción, equivalente moderno a la también anónima cosntrucción de la Catedral Gótica. Sin que se haga hincapié para lograr mayor efecto, estas dos personas vienen a representar diferencias en cómo los mexicanos se miran a sí mismos y a su país. Chaparro posee una visión tranquila de la vida, que le permite vivir sin entrometerse con los demás; mientras que El Grande utiliza la cámara de Rulfo como si se tratara de su tribuna para quejarse, argumentando que "no se puede tener éxito en México, a menos que uno mismo se corrompa". Una vigilante nocturna posee una perspectiva mística, convencida de que los fantasmas de quienes murieron durante la construcción penan en el lugar. Ocasionalmente, la imagen del filme se aleja del lugar de construcción para observar a los trabajadores en su casa, que en muchas ocasiones se encuentra en pueblos alejados de la megalópolis que entre los carros se pierde.

El grupo de trabajadores labora dentro de pozos subterráneos cabados para apuntalar los pilares que soportan el segundo piso, e igualmente trabajan en las alturas para insertar cientos de miles de barras de acero para reforzar las columnas de concreto y los bloques que acomodan El segundo nivel. Sin pausa alguna para preguntar lo que aparenta condiciones inseguras de trabajo, Rulfo de forma simple mira con energía la forma en que el trabajo se lleva a cabo. Se trata de un cine que se finca en la convicción de que la propia audiencia con sus mismos e impresionados ojos realizará sus propias conclusiones.

Pero cuando Rulfo busca centrar la atención, lo hace de forma sobresaliente, como sucede en el última secuencia que deja sin aliento: una fuerte y exquisita panorámica de seis minutos en helicóptero sobre el proyecto en el Periférico. Si las construcciones de vías rápidas pueden verse como un acto metafísico, ésta es la prueba más fehaciente. La pulsante música de Leo Heiblum y la densa y fascinante edición de sonido de Samuel Larson complementan de forma extraordinaria las electrizantes imágenes de Rulfo.

Robert Koehler Variety