David Koepp, escritor de La guerra de las galaxias, hace que el actor cómico Ricky Gervais vea gente muerta en esta comedia romántica y fantástica. Los miembros del reparto y del equipo nos cuentan por qué.
A la vista de su trayectoria tanto de director como de escritor, que incluye títulos como La muerte os sienta tan bien, Ecos mortales, y ahora la comedia de espíritus Ghost Town, se diría que David Koepp está obsesionado con el más allá. Ha hecho que Meryl Streep engañe a la parca, que Kevin Bacon investigue un misterioso asesinato inducido por unos espíritus, y ahora ha creado la historia de Bertram Pinkus (Ricky Gervais), un dentista que ve fantasmas tras morir brevemente durante una operación quirúrgica rutinaria.
Koepp y su equipo se reunieron con nosotros en los estudios Steiner de Nueva York, en donde estaban a punto de terminar de rodar esta poco convencional comedia romántica. Así pues, ¿qué hay detrás de la fascinación del escritor/director por la muerte? Y, en el caso de Ghost Town, ¿por qué convertirla en una comedia? "La muerte es terriblemente graciosa", dice riendo Koepp mientras se toma un descanso en el rodaje de una escena en la que sus tres protagonistas tienen una conversación en el desierto plató de la sala de espera del dentista. "Como muy bien sabe todo aquel que haya estado cerca de la muerte, es sólo un minuto de risa. Creo que pasamos silbando por el cementerio, y que reírse de la muerte es casi la única repuesta lógica, porque si se toma en serio es demasiado horrible".
Pero, ¿cuál fue su verdadera razón para querer hacer la película? Él pensaba que era algo que le gustaría ver, dadas las películas merecedoras de premios que había en cartel en la época en que buscaba algo de entretenimiento. "Estaba buscando en el periódico hace unas semanas porque quería ir al cine. Y me decía a mí mismo: No quiero ir a ninguna donde aparezca la muerte de un niño, la desaparición de alguien, ni la tortura o muerte de la esposa de alguien. Ésas eran mis condiciones, ¡así que eso lo descartaba todo! No había ninguna película que pudiera ver. Y eso que creo que la muerte es un material muy fértil para el drama. Pero creo que es aún mejor para una comedia".
La idea de Koepp se fue incubando mientras trabajaba con Steven Spielberg en el guión de la última película de Indiana Jones. "Tenía un mal día con la gente. Me había ido a dar un paseo para alejarme de la gente. Y entonces pasé al lado de un gran diente de madera, que era la consulta de algún dentista del pueblo, y pensé que era un trabajo estupendo, porque le puedes meter algodón en la boca a la gente, y hacer que se callen", dice sonriendo. "No tenía un buen día. Normalmente no soy así. Simplemente vi el diente y empecé a pensar en el personaje del dentista que odia a la gente y no quiere su compañía. ¿Y qué es lo peor que le puede pasar a un misántropo solitario? Pensé que sería el que de pronto todo el mundo pudiera acceder a él sin restricción. Es por eso por lo que el recurso de los fantasmas era tan oportuno. Porque pensé que, si podía verlos, como hay tantísimos, iban a ser como una plaga a su alrededor, y eso podía ser divertido".
Junto con John Kamps, colaborador suyo en otros guiones, Koepp dio forma a la historia del doctor Pinkus, que tras su roce con la muerte durante una colonoscopia, es atormentado por los fantasmas de gente que quiere que les ayude. Piensen en Haley Joel Osment en El sexto sentido. O, para hacerse mejor una idea, en Whoopi Goldberg en Ghost. El mayor dolor de cabeza para la faceta de Pinkus que odia a la gente es Frank (Greg Kinnear), un encantador aunque mujeriego hombre de negocios que intenta conseguir que su viuda Gwen (Tea Leoni) deje plantado al hombre con quien está a punto de casarse. Para ejecutar su plan, Frank intenta adiestrar a Pinkus para que se convierta en un marrullero
o al menos, en alguien a quien la gente pueda aguantar.
Koepp encontró su Pinkus en Ricky Gervais, famoso por ser el creador de la versión británica de The office, a la que siguió Extras, y que en la actualidad se está abriendo paso en papeles de películas como Stardust y Una noche en el museo. Aunque aún no es tan famoso en Estados Unidos como en su país de origen, Gran Bretaña, Koepp supo que había encontrado a su hombre. "Ricky fue una acertada elección para este papel, porque cuando uno escribe una comedia para un gran estudio, el primer impulso es pensar, "Oye, ¿qué estará haciendo Jim Carrey?" Y aunque Jim Carrey es un tipo realmente gracioso, yo pensaba que nos gustaría intentar hacer algo un poco diferente, algo menos visto. Así que, cuando Stacy Snyder de DreamWorks sugirió a Ricky yo me sorprendí, pero me encantó la idea de hacerlo con alguien a quien quizás nunca antes se haya visto de protagonista en una película. Una vez que pensé en él, ya no pude ver al personaje de otra forma, porque posee un sentido innato para hacer comedia sobre temas incómodos". En su trabajo para TV, Gervais es famoso por colaborar en guiones, dirigir y actuar, así que, ¿tuvo Koepp que hacer muchos cambios para asimilar la aportación de Gervais?
"Pensaba que iba a tener que hacer más. Seguí adelante y leí con él el guión durante un par de días, e introduje algunos cambios basados en ideas suyas. Pero en el fondo el guión se quedó muy parecido a como estaba, excepto que el personaje no era británico. Pero eso se refleja en unas pocas frases y expresiones y formas de decir las cosas, que de todas formas suceden de manera muy natural".
Por su parte, Gervais es muy claro sobre los motivos que le hicieron lanzarse a aprovechar la oportunidad. "La razón por la que acepté este papel y rechacé otros 95 es porque éste me atrapó. El guión era estupendo. Y parecía haber sido escrito para mí, aunque estaba seguro de que no había sido así. Pero se parecía a mí de verdad. Y además tenía que ser un buen momento. Querían rodar en verano y yo no podía. Pero me querían a mí para el papel, lo que fue encantador por su parte", nos explica. "Y yo pensé: si no hago esta película, nunca haré ninguna. Porque no será mejor que ésta, ¿sabes? Es un guión realmente maravilloso, se iba a rodar en Nueva York, y simplemente me pareció oportuno hacerla ahora".
Además, aunque no necesita ese trabajo, Gervais parece siempre dispuesto a dar el salto a la pantalla. "Estaría muy contento de no tener que hacer otra cosa que escribir y dirigir, y crear mi propio material. No me veo a mí mismo como un actor a sueldo, así que tiene que ser una cosa que cumpla muchos requisitos para conseguir que haga algo que no sea mi proyecto. Soy adicto al trabajo cuando se trata de crear mi material y hacer mis cosas. Pero tarde o temprano tienes que saltar del trampolín. Puedo aceptar o rechazar cosas como ésta, pero me alegro de haber aceptado". Sin embargo, admite que resulta difícil darle tanto poder de control a otra persona. "Pues sí, es difícil. Yo me digo (se pone a gesticular y a hablar solo), no estás al mando. No estás al mando. No le digas a la gente lo que tiene que hacer. Pero siento que estoy en buenas manos. Y además se prestaba mucho a colaborar, estábamos todo el tiempo aportando cosas".
Es más, después de haber trabajado en el mundo relativamente rápido de los rodajes de TV, agradeció que Koepp no alargara demasiado el calendario del rodaje de Ghost Town. "Creo que esta película ha sido razonablemente rápida e indolora. En realidad no tengo con qué compararla, pero he oído historias terroríficas de gente que tenía que rodar durante dos días hasta conseguir hacer que alguien metiera algo en un sobre y lo echara al correo. Ése era Kubrick", dice con una risita. Y sin embargo, hacía bien. No puede uno decirse, ¡oh, a Stanley Kubrick le llevó su tiempo
. Claro, e hizo obras maestras".
Para Greg Kinnear, el atractivo también estaba en el guión. "En algunos aspectos es una comedia romántica, pero es fresca y muy ingeniosa, y hay una especie de triángulo amoroso entre mi viuda, Pinkus y yo. Además, Pinkus y Frank tienen una especie de relación de amor-odio que es como un matrimonio, produciéndose así un interesante equilibrio en la película". Kinnear ha hecho una pausa en el rodaje de una película para charlar con nosotros en uno de los despachos del estudio, lejos de los ruidosos trabajos de construcción que se llevan a cabo en el plató. Nos cuenta que también le alegró descubrir que el bribón de Frank tenía algo de humanidad en su interior. "Claro que sí. Es un buen tipo. Hay algunos elementos desagradables en él, pero creo que, en general, en el fondo es bastante decente. Y aprende más cosas sobre sí mismo cuando está muerto que cuando estaba vivo". El actor nos revela que se sintió un poco cohibido por una característica de la existencia sobrenatural de Frank: al ser un fantasma, no puede interactuar con nada ni con nadie que no sea Pinkus. "Cuando leí el guión, me sentí aterrorizado. Porque me di cuenta de que no iba a poder mover una silla, ni coger nada, ni beber nada. Nada de nada. Era el personaje más vulnerable que interpretaba, en el sentido de que existen auténticas limitaciones para interpretar a un tipo que está muerto en una película como ésta". Kinnear le sugirió al director que Frank estuviera fumando un cigarrillo cuando el personaje es atropellado por un autobús, para que así tuviera siempre algo que hacer con sus manos. Sin embargo, los cigarrillos no están precisamente bien vistos hoy en día en el cine, así que, siguiendo el consejo de los productores, Koepp cambió ese gag por el de Frank intentado recibir una señal en su Blackberry espectral. ¿Y cómo calificaría la clase de actor que ha resultado ser Gervais, el coprotagonista masculino? "¡Uno muy malo!", dice riendo. "No, él siempre dice que no es actor, pero sí que lo es. Tiene un don de verdad, y es unos de esos tipos que no tiene que esforzarse mucho para conseguir tener esa presencia. He visto a algunos tipos que me han encantado cuando hacen monólogos de comedia, pero que luego los ves en un programa de TV o en una película y por alguna razón no funcionan igual, pero el sí que funciona".
Dados los fantasmales personajes y temas del guión, uno esperaría que estuviera repleta de efectos especiales. Pero según Kinnear, Koepp ha optado por las cosas sencillas. "¡Sí, me pedía que levitara de verdad y un montón de cosas más, para minimizar los elementos que necesitan de la pantalla verde!", dice bromeando. "En serio, el guión tenía una cualidad así como juguetona, así que nunca pensé que llegase a ser una película repleta de efectos. Y él se ha mantenido fiel a eso. A veces tengo que fingir que alguien pasa andando a través de mí o que atravieso alguna que otra puerta o pared".
Por su parte, Tea Leoni encuentra irónico el haber conseguido trabajar finalmente con Kinnear, para luego no hablar nunca con él en ningún plano. "Hacía años que quería trabajar con Greg. Claro, resulta que ahora trabajo con él y ni siquiera puedo mirarle en la película porque es un muerto y no puedo verle. Pero espero que podamos trabajar juntos de nuevo en algo en donde pueda hablar con él de verdad", dice. También alaba en primer lugar a Koepp por su guión, y sobre todo por su papel. "Gwen es de las que me gustan, una especie de mujer lastimada. Tenía de verdad muchas ganas de interpretar el papel, porque el diseño del personaje producía a alguien que iba a quedar muy bien frente a Ricky. Esta comedia tiene algo muy auténtico. Se apoya firmemente en sus personajes. Y creo que en la comedia, muchas veces nos apoyamos en las situaciones en que se encuentran los personajes. David se tomó su tiempo para escribir unos personajes que están vivos de verdad. Excepto Greg, por supuesto".