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La escafandra y la mariposa cartel reducidoLa escafandra y la mariposa(Le scaphandre et le papillon)
Dirigida por Julian Schnabel
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Palma de Oro al mejor director en Cannes 07.

Se trata de la tercera película del director estadounidense Julian Schnabel tras "Antes que anochezca", protagonizada por Javier Bardem.


Comentario del director
"¿Había estado ciego y sordo, o había sido necesaria la severa luz del desastre para encontrar mi verdadera naturaleza?", se pregunta Jean-Dominique Bauby. ¿Hace falta un “síndrome de cautiverio” para hacer al hombre consciente y para que los demás empaticen? ¿Necesitamos enfermar para que los ángeles aparezcan y nos ayuden?

Mi padre murió a los 92 años y no había estado enfermo en su vida. Estuvo felizmente casado con mi madre durante 60 años. La mayor parte de la gente firmaría eso inmediatamente, pero al no haber estado nunca enfermo, no estaba preparado y le aterrorizaba la muerte. Vivió con mi mujer y conmigo al final de su vida pero no conseguí salvarle de ese miedo. La vida no puede ser sólo dolor, caos sexual y la nada. Tiene que haber algo más.

Cuando Jean-Dominique Bauby era un miembro sano, robusto e inteligente de la comunidad, era un autor cualificado. Pero no era más que un escritor de éxito de acuerdo a los parámetros de la sociedad. A través de su parálisis y su renacimiento, a través de su nuevo de punto de vista, lo que el llamó “la mariposa”, busca su vida y las paradojas de ésta consiguiendo un profundo efecto en cualquiera que haya leído su obra.

"Mi vida fue una cadena de posibilidades fallidas: las mujeres que no pude amar, las oportunidades de alegría que dejé pasar... Una carrera cuyo resultado conocía de antemano y aún así no fui capaz de apostar por el ganador". Una mirada introspectiva de la vida. Una oportunidad para la consciencia. Esta es la historia de todos nosotros, que seguramente nos enfrentamos a la muerte y la enfermedad. Pero si nos fijamos, podemos encontrar el sentido y la belleza.

Quería que esta película fuera una herramienta, un mecanismo de autoayuda que nos ayudara a manejar la propia muerte. Es lo que esperaba, por eso la hice.

Julian Schnabel


Notas de producción
La película comienza como el libro. Una luz blanca, cegadora, un baile de color. Caras de extraños aparecen hablándonos, a nosotros, a él. Jean-Dominique Bauby se da cuenta de que está en un hospital, enchufado a máquinas que le ayudan a respirar. Un hombre vestido como un doctor se acerca a él. Le informa de la situación con extrema franqueza. Bauby ha tenido un accidente cerebro-vascular y ha estado en coma muchos meses. Él intenta responder pero nadie parece escucharle. El doctor le dice que sufre una dolencia extremadamente rara llamada “síndrome de cautiverio” que daña el riego cerebral y las conexiones entre el cerebro y el resto del sistema nervioso. El paciente está completamente paralizado, como encerrado dentro de sí mismo, como encerrado dentro de una escafandra. En el caso de Bauby sólo su párpado izquierdo funciona. Es su última ventana al mundo y su única forma de comunicarse. Un guiño para decir "sí", dos para decir "no". El cerebro, por otra parte, funciona perfectamente. Jean-Dominique puede oír, comprender, recordar, pero no puede hablar. Aunque aparte de su párpado izquierdo, hay otras dos cosas que funcionan: la imaginación y la memoria. La mariposa. A la vez que el diálogo interior de Jean-Dominique Bauby pasa de lo trágico a lo cómico, de la sabiduría a la sublevación, decide contar su historia. No como una entrevista en la vida real, sino como en un libro, una novela. Memoriza las frases de su historia primero y después, usando el sistema que ha desarrollado con su terapeuta del lenguaje, las dicta letra por letra, pestañeando cada vez que la letra correcta es pronunciada en alto.

Tras un año y dos meses en la habitación 119 del Hospital Berck Maritime, sus notas de viaje desde la cama fueron completadas. Murió diez días después de su publicación. "La Escafandra y la Mariposa" se publicó en 1997 y fue un gran éxito. Se tradujo a muchos idiomas y los lectores se sintieron conmovidos por una historia que nos podría ocurrir a cualquiera. Jean-Dominique Bauby, editor jefe de la importante revista de moda Elle, había sido un seductor de mujeres en su mejor época. Vivió varias vidas y triunfó en todas. Se preocupó por su salud y su aspecto. El accidente cerebro-vascular fue tan repentino e injusto como su destino. Y él lo vio, de hecho, como un signo del destino. Había vivido su vida como periodista con una pasión frenética y no había tomado conciencia de lo que era de verdad esencial. Sus niños.

No se puede deshacer de ese sentimiento de culpa. Casi un año antes, había dejado su hogar, a sus hijosy asu madre,aúnnohabía tenido tiempo deempezar una nueva vida.Y todoacabó de repente el 9 de diciembre de 1995.Antes de su ataque, había firmado un contrato para un libro con Les Éditions Robert Laffont, para hacer una adaptación moderna, la versión femenina de "El Conde de Montecristo". Tal sacrilegio podría explicar semejante castigo. "No juegues con una obra maestra". Jean-Dominique se ve a sí mismo como Nortier de Villefort, una oscura figura, depositario de graves secretos, condenado al silencio y confinado en una silla de ruedas, comunicándose sólo con los ojos. El libro de Bauby es un verdadero acto literario. El poder de su historia le convierte en un verdadero escritor. Un destino trágico le convirtió en artista.

La historia de Jean-Dominique Bauby se parece a la vida de un artista en la agonía de una batalla entre sí mismo y los demás. La enfermedad, como el genio, es una fuente de exclusión e incomprensión. Para escapar a su destino, a las ataduras exteriores y la crueldad humana, uno sólo puede contar consigo mismo.Y con la creatividad, la inteligencia y el heroísmo.A través de su escritura, Jean-Dominique Bauby prolonga su vida fuera de él, fuera de su cuerpo. El poder del sueño y el pensamiento le permite atravesar cualquier límite. Hizo prometer a su esposa que conseguiría que se adaptase el libro para una película. Pero la cualidad singular y la autenticidad de "La Escafandra y la Mariposa" excluyen una adaptación clásica. Para llevar una novela así al cine se necesita un fuerte sentido estético y otra mirada a la construcción formal del cine en un intento de reinventarlo y amoldarlo a las necesidades de una historia en la que el protagonista nunca habla. Cuando Kathleen Kennedy, asociada con Dreamworks, compró los derechos del libro, se concentró en ese mismo problema. Contrató a Ronald Harwood, guionista de las dos últimas películas de Polanski, "El Pianista" y "Oliver Twist", para que escribiera el guión. Manteniendo la estructura básica del libro, Harwood también consiguió mantener el equilibrio entre el ritmo y la inmovilidad. Kennedy tuvo la idea de pedirle a Julian Schnabel que hiciera la película, sólo él podía filmar el viaje interior de Jean-Dominique Bauby. Julian Schnabel había descubierto el libro de una manera muy personal, a través de un amigo. Al director le interesa la técnica narrativa fuera de pantalla, el público es el único confidente del protagonista. Nadie en la película sabe lo que pasa por su cabeza, sólo el lector o el espectador. Finalmente fue Pathé quien se hizo con el proyecto y lo produjo junto a Jon Kilik, quien ha producido todas las películas de Schnabel. El director decidió rodar en francés, según él, la única manera. Eligió actores franceses, comenzando por MathieuAmalric, a quien descubrió en 1999 en el Festival de San Sebastián, en "Finales de Agosto, Principios de Septiembre". Cuando trabajó con él en "Munich" de Steven Spielberg, Kathleen Kennedy inmediatamente pensó que sería bueno para el papel. Julian Schnabel ya le había hablado de él. El resto del reparto responde también a elecciones precisas. Cada papel está interpretado por un conocido actor. El encargado de la fotografía es Janusz Kaminski, que ha trabajado en varias películas de Spielberg.

Julian Schnabel decidió hacer esta película no sólo porque su temática encajara bien con el resto de su obra, sino porque se identificaba con ella a nivel personal. Le conmovió en particular la relación de Jean-Dominique Bauby con su padre, y las escenas entre los dos tienen una fuerte carga sentimental. El desafío formal también está en el corazón del proyecto. La primera parte de la película está filmada desde el punto de vista de Jean-Dominique. La imagen a veces está desenfocada, otras es brillante y colorida, y otras descentrada y cegadora. Julian Schnabel rueda como pinta. El erotismo en los planos de las bocas, muslos, cuellos, recuerda al detalle de una pintura. Los decorados, por su rareza y su detalle, son mágicos. Jean-Dominique Bauby llamó a cierta parte del Hospital BerkMaritime "Cinecitta".Apreciaba el encanto poético del lugar, como la geografía imaginaria de un estudio de cine. El monólogo interior de Jean-Dominique es reconstituido por una narración fuera de pantalla grabada mientras se rodaba la película. Vivimos la experiencia junto a él, en mismo tiempo y lugar. La música acompaña mientras alternamos entre momentos de desorientación y momentos de renacimiento. Julian Schnabel cree que la vida de Jean-Dominique Bauby comenzó después del accidente, cuando descubre quién es realmente. Ha renacido como una mariposa.

La primera parte es en primera persona. A través del recitado del alfabeto y del guiño del ojo izquierdo, Jean-Dominique puede comunicarse con los que le rodean. Su palabra es en primer lugar y sobretodo una forma de escritura. "Mi primera palabra es "yo". Empiezo conmigo mismo". Usando esta técnica puede salir de su cuerpo, escapar de su escafandra, salir del agua. Vagar por el mundo, cambiar el curso del tiempo, alcanzar un gran público. La segunda parte está rodada desde el exterior. La cámara rueda a Jean-Dominique en su nueva vida y muestra cómo a través de su trabajo como escritor, ha encontrado la dignidad y la vida. La interpretación de Mathieu Amalric es única, dividida entre la esclavitud de un cuerpo deformado y la expresión oral pura de emoción. La tragedia no excluye el humor, tan absurdo como necesario. Esta película es una lección sobre la vida, no en un sentido moralista, sino por la energía que transmite. Uno debe aprovechar cada momento.

Angie David