Desde que empezó la partida, hubo buenas posibilidades de que Algo pasa en Las Vegas no tardara mucho en acabar delante de las cámaras. Basándose en una presentación de la guionista Dana Fox y del productor Michael Aguilar, el estudio encargó inmediatamente un guión y la comedia echó a andar.
Aguilar recuerda que "presentamos nuestros argumentos, con éxito, en primavera; Dana entregó el primer borrador en otoño; Cameron [Díaz] y Ashton [Kutcher] se incorporaron pronto al proyecto, sobre la base de ese borrador, y el siguiente verano ya estábamos rodando. Medido por el rasero de Hollywood, esto es velocidad supersónica".
Según Dana Fox, "Algo pasa en Las Vegas era en realidad una mezcla de varias ideas de películas en las que habíamos estado trabajando". "Estoy verdaderamente interesada en relatos que cuenten cómo se halla el amor o cómo se conoce a alguien a través de la disfunción o la adversidad. Primero se me ocurrió un relato sobre dos personas que, de forma extraña, se conocen mientras se divorcian. Por esa época, no dejaba de oír la frase lo que pasa en Las Vegas no sale de Las Vegas y pensé que sería un excelente título para una película, si es que alguien no se nos había adelantado".
"Entonces, sin que nadie se lo espere, Britney Spears va y se casa en Las Vegas. Y es como
sí; una de las cosas que pueden hacerse en Las Vegas es casarse porque te dé un antojo; a veces, con un completo desconocido. Naturalmente, lo otro que puede hacerse allí es ganar un montón de dinero. Y entonces, me vino la idea: ¿qué pasaría si esas cosas ocurrieran en la misma noche?". Y así, salió a la luz Algo pasa en Las Vegas.
Cameron Díaz piensa que el título de la película evoca una situación francamente intensa. "Las Vegas es una ciudad abierta las veinticuatro horas", dice, "uno no sabe qué hora es, cuánto dinero ha gastado, cuánto ha bebido, cuánto ha dormido y así sucesivamente. Sin embargo, lleva incorporada una especie de red de seguridad: como todo es posible en Las Vegas, uno tiene permiso para hacer ahí, básicamente, cualquier cosa que probablemente jamás haría en ningún otro lugar ni en ningún otro momento de su vida".
"A decir verdad es como un pase gratuito que te permite mostrar tu lado más desenfrenado, más loco y más divertido", declara Ashton Kutcher, "porque se supone que nadie descubrirá jamás lo que uno hace allí".
Díaz y Kutcher quedaron entusiasmados por la oportunidad de dar vida a tan fascinante como hipotética situación. "Me encantó el tema del guión: la casa del vecino siempre es más bonita", confirma Díaz. "Quienes mantienen relaciones piensan a menudo que sus amigos solteros o que no tienen pareja son los afortunados, mientras que éstos lo único que quieren es tener un perrito que les ladre. En la vida, al fin y al cabo, se trata de hallar la propia felicidad. No basta para ser feliz el mantener una relación; primero, uno tiene que sentirse feliz consigo mismo. Eso es algo que creo que Joy, mi personaje, aprende de la forma más difícil".
"Jack y Joy son algo así como la otra cara de la misma moneda", afirma Kutcher. "La relación supone un reto para ambos, por más que Jack se muestre más relajado y Joy más tensa. Desde el punto de vista romántico, ambos han estado buscando en dirección errónea, que es probablemente lo que los atrae recíprocamente desde el principio; aunque en ese momento estén muy, pero que muy zurrados".
El director Tom Vaughan (Starter for 10) se quedó encantado con el guión de Fox después de haber leído sólo el primer acto. "La trama del relato es tan increíblemente dinámica e ingeniosa, tiene un ritmo tan vivo, que al llegar a la página treinta o a la cuarenta me había atrapado por completo", dice Vaughan reflexionando. "Es una clásica comedia de contrincantes con dos personajes que, en el fondo, sienten una tracción mutua y desenfrenada, aunque, naturalmente, ellos no pueden verlo".
"Este tipo de dinámica lleva circulando por el cine desde la primera vez que Cary Grant le echó la vista encima a Katharine Hepburn y mucho antes. Todo se reduce a poner a dos estrellas de cine, fantásticas y atractivas, en un espacio pequeño y restringido, y a dejarles que se enfrenten a la situación hasta que se den cuenta del sentido que tiene su relación. Y, como siempre, lo verdaderamente divertido es cómo llegan a ese desenlace".
Aunque en la idea de la película no faltaban nociones extrañas, los realizadores se esforzaron cuanto pudieron para cimentar el relato en la realidad tanto como fuera posible; especialmente en lo que se refiere a los aspectos jurídicos del matrimonio y el divorcio de los personajes principales. "Ambientamos la película en Nueva York porque las leyes de ese estado sobre el divorcio cuadraban con el relato que, al fin y al cabo, queríamos contar", nos dice el productor Aguilar. "Era también el lugar perfecto para ambientar las partes de la película que no se desarrollan en Las Vegas".
Dana Fox se muestra de acuerdo. "En cuanto al tono, podíamos permitirnos exagerar un poco porque siempre manteníamos en primera línea la verdad emocional de las situaciones y los personajes".
Una vez que Vaughan se unió a la partida, también él reconoció la necesidad de mantener equilibrado el humor de la película. "Yo quería que la comedia resultara muy sólida y genuinamente divertida, pero también que el público se preocupara de la relación entre Jack y Joy. Evité hacer cualquier cosa demasiado extrema sólo para conseguir una carcajada".
"Por supuesto que tengo que hacerle una señal a un taxista, correr por las calles de Nueva York arrojando mangos, y pelearme con Ashton y tirarle al suelo en medio del Central Park, pero mi locura no deja de responder a un método honesto", asegura Cameron Díaz. "Tom se aseguró de que siguiéramos siendo reales en medio de situaciones muy irreales".
"Siendo yo alguien que haría cualquier cosa para arrancar una carcajada, agradecí la vigilancia de Tom al no permitirnos hacer locuras en aras de, digamos, lograr un excelente golpe para el trailer", dice Ashton Kutcher. "Al mismo tiempo, bien lo sabía, dado lo mucho que prometía el guión, mantuvimos nuestra parte de libertad de creación".
Contando desde el principio con protagonistas tan estelares como Kutcher y Díaz, disponíamos de una base a prueba de bombas que no podía sino emocionar a todos cuantos participaron en la película. Vaughan considera a la pareja Kutcher-Díaz como "un fantástico reparto de papeles". Recuerda que "tan pronto como supe que ambos estaban contratados, me pareció que nada en el mundo tenía más sentido. Pensé: ¿Cameron y Ashton juntos en una película? ¿Cómo es que nadie lo había hecho antes?" Afirma el director que "desde el primer día no hubo ni la menor duda de que habría entre ellos una química fantástica".
"Yo sabía que Ashton y Cameron eran increíblemente divertidos", dice Dana Fox, "pero me quedé verdaderamente impresionada por el corazón que pusieron en sus papeles y por la profundidad de que los dotaron. Como ambos son tan inteligentes, pudimos convertir esta película en algo más agudo que la habitual comedia romántica de tropiezos y caídas".
"Me parece que, de verdad, tropiezo y me caigo unas cuantas veces durante la película", dice, bromeando, Cameron Díaz.
"Eso es probablemente porque yo te empujé", responde Kutcher, con ingeniosa salida.
Sin embargo, asignar los primeros papeles del reparto resultó un tanto peliagudo en un sentido, ya que durante la mayor parte de la película, sus personajes, Jack y Joy, tienen que odiarse mutuamente. "El guión los lleva a esa situación", observa Tom Vaughan, "pero es importante saber siempre que, en el fondo, están hechos el uno para el otro. Estas estrellas en especial, tienen en pantalla un aspecto y transmiten una sensación correctos; esperamos que así se logre una convincente relación básica en toda la película".
Con el magnetismo de Kutcher y Díaz a la cabeza del reparto, el listón se colocó inusitadamente alto para asignar los papeles secundarios de la película. "Queríamos rodear a Cameron y Ashton de cómicos verdaderamente inteligentes; de actores con voces cómicas originales", cuenta el productor Aguilar. "Por ejemplo, Rob Corddry, con quien había trabajado otras pocas películas, es un brillante actor cómico, al igual que Zach Galifianakis. Elegirlos para interpretar a los amigotes de Jack resultó perfecto, ya que no estábamos buscando a personajes del tipo del amigo íntimo tradicional es decir, tipos que se limitan a estar por ahí soltando chistes. Queríamos que les dieran cuerpo unos actores que pudieran dotar a sus interpretaciones de un sentido cómico de la oportunidad y una sensibilidad singulares".
Añade Aguilar: "Lo mismo puede decirse de Jason Sudeikis, que encarna a Mason, el novio de Joy. Jason suponía, quizá, un modo diferente de enfrentarse al papel, en el sentido de que uno no se lo imagina automáticamente como el tipo tradicional de Wall Street. Pero es tan inteligente, tiente tanto talento y es tan atractivo que, en cuanto se pone el traje mágico, se adapta al papel a las mil maravillas. Además, con Jason nunca se corre el riesgo de perder el humor porque es genuinamente divertido".
Dennis Miller, un humorista de vanguardia y presentador de programas de entrevistas, tampoco encajaba forzosamente en el "molde del tipo" del juez Whopper, el cascarrabias veterano de los tribunales que preside el proyecto de divorcio de Jack y Joy. Dice Aguilar: "Aunque Dennis bien pudiera ser algo más joven e irónico que el juez tradicional, queríamos a alguien que pudiese interpretar a Whopper con seriedad y que también nos hiciera pensar que podría estar
¡Bueno! Un poco chiflado. Dennis cumplió ambos objetivos, además de añadir su propio e inimitable sello al personaje".
Lake Bell, que da vida a Tipper, la amiga divertida pero cabreada de Joy, también aportó un característico enfoque a su papel. "Lake da al papel una energía casi masculina", dice Dana Fox, "pero logra seguir siendo atractiva, divertida y ligona, una combinación verdaderamente difícil de poner sobre la mesa".
"Me encanta la gente que no se anda con tapujos, y eso es lo que más me gusta de los dos personajes de los amigos íntimos, Tipper y Hater [Rob Corddry]", añade Fox. "Creo que no hay nada más divertido que soltar la verdad en un momento verdaderamente inoportuno y Lake y Rob aciertan plenamente en ese rasgo. También, considerando que Hater es todo un misántropo, Rob dotó a su papel de una dulzura e inocencia que hizo que el personaje resultara increíblemente agradable".
"La película rebosaba de un talento cómico tan asombroso que todos hubieron de subir mucho el listón", confirma Cameron Díaz. "El ambiente de trabajo era completamente eléctrico".
Aunque en el título de la película figuran Las Vegas, la mayor parte se desarrolla en Nueva York, algo que inspiró al director Vaughan para tratar a la célebre urbe como si fuera otro personaje de la película. "Conseguimos algunos espectaculares telones de fondo para el rodaje, lo que también ayuda a que la película tenga verdadera energía, así como su propio aspecto específico", dice Vaughan.
Los realizadores también utilizaron la ciudad para mostrar las diferencias existentes entre los principales personajes, según afirma Aguilar: "Joy trabaja en Wall Street y lleva una vida de más ritmo y calidad, mientras que Jack reside en Brooklyn y se gana la vida fabricando armarios. Con una pareja tan distinta, pudimos exhibir la belleza y la singularidad de Nueva York de muchas formas, tan interesantes como contrapuestas. En suma, que dobló nuestras posibilidades".
Una alocada escena de persecución a través de la ciudad, en la que Jack y Joy corren, por separado, para acudir a una cita obligatoria con su terapeuta matrimonial tratando cada uno de desbaratar el viaje del otro- fue la escena más compleja de la película. Vaughan realizó un guión gráfico de cada toma, cerciorándose de que el sentido de diversión y espontaneidad inherente a la secuencia se captara en su integridad.
El rodaje concluyó con dos semanas de exteriores en Las Vegas, actuando el Planet Hollywood Resort and Casino como "base de operaciones". Rodar una película en cualquier lugar abarrotado de gente puede dar lugar a una conmoción, pero hacerlo en Las Vegas puede representar algo más que un reto. "Figúrense lo que es tratar de rodar una escena con estrellas del tamaño de Ashton y Cameron", dice Aguilar. "El municipio no va a cerrar una zona tan inmensa y tan popular, por lo que no hay más que aguantarse. Uno acaba con un millón de personas que pasean, miran y gritan a los actores. No es una bicoca pero se encuentran formas de trabajar con el entorno; no contra él".
Vaughan quería que el rodaje acabara en Las Vegas pensando que sería "un lugar psicológicamente agradable en el que finalizar y de los que levantan la moral". Por motivos más prácticos, también resultó mejor rodar primero en Nueva York durante el verano, cuando el paisaje visual y la luz de la ciudad estaban en su mejor momento. "Las escenas de Las Vegas eran en su mayor parte tomas de interiores y nocturnas", explica Vaughan, "por lo que estuvo muy bien esperar y rodar allí en otoño".
En última instancia, Vaughan no sólo espera que el público salga de la proyección de Algo pasa en Las Vegas después de haber pasado por una experiencia cinematográfica feliz y entretenida, sino que lo haga llevándose también una mejor comprensión de lo que une a la gente. "Algunas veces la persona que te está destinada se encuentra justo delante de ti", sostiene Vaughan. "Uno sólo tiene que concederse una oportunidad para darse cuenta de que la ha hallado verdaderamente".
"Eso es lo fantástico de la vida", opina Ashton Kutcher, "nadie puede predecir nunca al lado de quién acabará ni por qué lo hará. Pero cuando sucede, hay que prestar atención. Como dicen, no existen los accidentes".
Cameron Díaz añade: "La mayoría de las grandes decisiones que siempre se tomarán son las ilógicas. Y en ocasiones, ésas son las decisiones que más nos benefician".