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Septiembres cartel reducidoSeptiembresDirigida por Carles Bosch
¿Qué te parece la película?

Comentario del director
"No creo que existan muchas películas de ficción en las que no se aborde como trama principal o secundaria-el amor. ¿Tal vez alguna película de submarinos? No, incluso en las de submarinos aparece siempre una mujer fiel aguardando en el puerto a que acabe la película...! Pero, ¿hay películas documentales cuyo eje central sea el amor? Me refiero al amor de los besos en la boca, al amor de los celos justificados o de los celos ridículos, pero también al amor por los hijos reales o por las novias imaginadas. No, no hay documentales sobre el amor. Eso es lo que realmente me animó a meterme en este lío de retratar las historias de amor de hombres y mujeres que cumplen condena en las cárceles españolas. ¿El resultado es una película de cárceles? No, el resultado es una película sobre el amor".

"Esta película ha sido para mí una experiencia superior -superlativa en lo bueno y en lo malo, en lo fácil y en lo complicado- a la de mi anterior película, ‘Balseros’. Porque mi experiencia de muchos años como reportero me había ayudado sin duda con ‘Balseros’, donde se producían y se retrataban unos hechos propios de la epopeya del reportaje: miles de emigrantes se lanzan al mar con la pretensión de alcanzar las costas de un futuro supuestamente mejor. Pero ahora, en ‘Septiembres’, la epopeya ya no estaba salpicada de obstáculos externos al ser humano -paisajes difíciles pero habituales para un reportero-sino que provenían del propio ámbito interior de los personajes, de su mundo más íntimo, de algún lugar misterioso -¿el corazón, el estómago…?-en el que se supone que cohabitan la pena y el amor. Y, para llegar hasta ese escondite, ¿qué óptica -qué cámara, qué cameraman, qué equipo técnico y humano- debía usar?. Ahora, lista la película para ser exhibida, miro hacia atrás y pienso: ¡acertamos en todas y cada una de las decisiones! Para llegar al estómago del ser humano -presos ambos: el recluso y el estómago-acertamos en el ejercicio básico de entrar y salir diariamente, a lo largo de todo un año, de las prisiones en las que nuestros protagonistas permanecían o permanecen encerrados; y nos esforzamos por ponernos en su piel para navegar en el mar de sus sentimientos y de sus amoríos, y tratamos siempre de hacerlo sin tapujos ni prejuicios".

Entrevista al director
P: ¿Qué es Septiembres?
R: Es el espejo en el que espero que se mire el espectador que es capaz de ponerse en la piel ajena, de calzarse las botas de otro; y en este caso el ‘otro’ es un preso, un grupo de presos de las cárceles españolas, cualquier preso. No les he elegido yo, ha sido el azar: son aquellos reclusas y reclusos que se apuntaron al concurso anual de canción que se celebra entre internos de las distintas cárceles de la Comunidad de Madrid, cada mes de septiembre. La película les acompaña durante un año, hasta el concurso del año siguiente. Y quiero recalcar que es el azar quien ha elegido a los protagonistas de Septiembres, porque yo ni sabía que existía tal concurso de canción, yo lo que quería era retratar un año de vida en la cárcel pero desde la óptica del amor, del amor hacia la persona que aguarda afuera, o que se cansó de esperar, de la esposa, del esposo, de los hijos… en definitiva, de los seres queridos. Una película documental sobre el amor y sobre la pérdida de libertad, dos temas tan absolutos, tan comunes y tan universales, no pueden ser nunca tratados a través de protagonistas surgidos de un casting de una selección previa de personajes con carisma cuyas historias individuales sean casi de leyenda; porque el valor absoluto del amor y de la libertad exige que los protagonistas sean elegidos por el azar, como botones de muestra, como ejemplos cualesquiera de una historia que les atañe a todos. O que nos atañe a todos, porque todos coqueteamos con el amor y todos coqueteamos con un mundo que un buen día nos puede eliminar la libertad. Por eso digo que Septiembres interesará a quien sea capaz de decir: él o ella podría ser yo, y no voy a voltear la cara simplemente porque he tenido más fortuna en la lotería de la vida.

P: ¿Qué diferencia a Septiembres de los demás documentales de prisiones?
R: El transcurso del tiempo, y eso es mucho si se trata de presos para los que el reloj se mueve despacio. La cronología, desde un septiembre hasta el siguiente, es un parámetro que enriquece todos los matices: lo que un preso pueda decir hoy ya no será válido al cabo de unos días, unos meses o unos años, porque cambian su humor y su espíritu a medida que se suceden los éxitos y los fracasos de sus abogados y se agotan o renacen sus propias fuerzas interiores; y hay días dulces, pero sobre todo hay semanas negras a remolque siempre de la carta de amor que nunca llega o de miles de circunstancias que no controlan y de las que ya no son dueños. Nada hay nada en Septiembres. que recuerde a los reportajes-informe sobre prisiones, porque éstos aunque exhaustivos son horizontales, no disponen del vector de la cronología ni del devenir de los días que permiten la verticalidad, el ir hacia alguna parte, hacia una meta lógica –triste o feliz-como en cambio sí sucede en las películas de ficción. Y si la comparamos con una película de ficción, en Septiembres no hay ratas, no hay mala comida servida en grandes perolas abolladas, no hay duchas comunes abarrotadas de tatuajes. Hay algo peor: la separación -a veces definitiva-de los seres queridos.

P: ¿Es una película muy coral?
R: Porque no es una película o un testimonio sobre un hombre con tres penes o sobre un caballo que canta en francés, que son casos individualizados, únicos, irrepetibles y no extrapolables como sucedía por ejemplo en la dudosa y muy premiada película documental sobre un camello que, supuestamente, lloraba… Un preso enamorado es sólo una anécdota, la suya. En cambio, una decena de presos y presas enamorados –y de distintas clases sociales, países y circunstancias procesales-ya nos acercan más a una realidad que, por otra parte, es muy poco científica: el amor. Septiembres es una historia universal sobre el amor y la prisión, y las historias universales –en el cine documental o en cualquier otra forma de periodismo-han de ser corales porque no sólo han de ser verdaderas sino además creíbles. Con varios ejemplos mostrados en paralelo o sucesivamente una tesis -una verdad desconocida- empieza a ser, si no irrefutable, por lo menos creíble.

P: ¿Cómo has conseguido acercarte tanto a personas que están en una situación tan difícil?
R: Eso siempre lo responde muy bien Josep Maria Doménech, codirector de Balseros y compañero en tantos reportajes de actualidad para televisión. Pepe dice que cuanto más intenso sea el momento que vive una persona, menos está al tanto y más se despreocupa de la cámara que le filma. Sostiene que los momentos irrepetibles nos embellecen, y que por eso no hay forma de pedir -como en una segunda toma de una película de ficción-a nuestros ‘protagonistas’ reales que rehagan una acción, un abrazo, un disgusto repentino, una emoción… Si la cámara no estaba al tanto, despídete de esa escena. Estoy de acuerdo con él. Un solo día de estar encerrado en prisión es más intenso y más íntimo que cualquier acontecimiento más allá de las rejas y los muros. El preso se mantiene, por lo tanto, ajeno a la cámara que le filma, incluso cuando ésta se acerca tanto que parece que ya se ha metido en su cerebro. ¡Por eso todos ponemos esa cara de tontos cuando nos hacen una foto bajo la torre Eiffel o en una fiesta de cumpleaños…! ¡seguro que estaríamos más naturales si nos fotografiaran huyendo de las bombas o cuando nuestra familia nos visita en prisión después de tanto tiempo!

P: ¿Estás satisfecho con el resultado final de la película?
R: Estoy encantado, excitado, satisfecho de mi esfuerzo y agradecido a tanta gente que, con entusiasmo y buen hacer, se ha apuntado a mi aventura. Pero cuando se ha invertido tanta ilusión y, por qué no decirlo, tanto dinero –dinero mío, de mis productores y de las instancias públicas-, hay que aspirar a algo que está más allá de la simple autocomplacencia: hay que desear el éxito, y el éxito es un bicho raro de muchas caras y muchos disfraces pero que es real y camina y te sonríe o pasa de largo. Si Septiembres gusta al público, si le gusta de verdad, es decir casi tanto como me gusta a mí, entonces sí que diré que estoy satisfecho. Sólo entonces.