En circunstancias normales, un atasco en hora punta en Nueva York no provocaría una reacción en cadena capaz de destrozar la vida de dos personas. Sin embargo, en este día en concreto, un pequeño choque convertirá a dos hombres en enemigos declarados. Puede que sea distinto el método que cada uno utiliza para destrozar al otro pero comparten el mismo objetivo, es decir, hacer todo lo posible para arruinar la vida del contrario a fin de recuperar algo que han perdido.
Gavin Banek (Ben Affleck) es un abogado de altos vuelos que intenta abrirse camino entre los coches para no llegar tarde a un juicio. En el carril de al lado se encuentra Doyle Gipson (Samuel L. Jackson), padre de dos niños, que también se dirige al tribunal donde un juez con una larga lista de casos y poco tiempo que perder va a decidir si Doyle tiene derecho a ver a sus hijos. Aparentemente Banek y Gipson son hombres muy distintos: uno lucha por llegar a la cima en su trabajo y el otro lucha desesperadamente por salir del agujero en el que se encuentra. Pero un accidente sin importancia llevará a estos dos extraños al borde de la autodestrucción y demostrará que la ira nos convierte a todos en iguales.