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Nine cartel reducidoNineDirigida por Rob Marshall
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El musical NINE, inspirado en el cine, ve el círculo cerrarse al volver a la pantalla grande como vistosa historia cinemática acerca de la tremenda crisis de un artista de mediana edad, en un film que dirige Rob Marshall, realizador nominado al Oscar, responsable de dar vida en la pantalla grande al musical Chicago (Chicago, 2002).

Basada en el musical de Broadway merecedor del Tony, NINE, con libreto de Arthur L. Kopit, y música y letra de Maury Yeston, es una adaptación del italiano de Mario Fratti. La película ha contado con guión de Michael Tolkin y Anthony Minghella. Produce el film, Marc Platt, Harvey Weinstein, John DeLuca y Rob Marshall. Los productores ejecutivos son Kelly Carmichael, Michael Dryer, Gina Gardini, Ryan Kavanaugh, Arthur L. Kopit, Tucker Tooley, Bob Weinstein y Maury Yeston.


Federico Fellini me dijo que el tema de su vida y de su trabajo era "Los sueños como única realidad posible".

"Jamás nadie ha percibido el mundo real" —decía—. "Sencillamente, lo que cada persona hace es considerar las fantasías personales y privadas como la Verdad. La diferencia estriba en que yo sé que vivo en un mundo de fantasía. Prefiero que sea así y me fastidia enormemente cualquier cosa que se interpone en mi visión".

"A menudo, mis películas se basan en mis sueños. Cuando me despierto, los vierto en forma de pequeños dibujos divertidos".

"Para mí, hacer películas es hacer el amor. Cuando dirijo una película es cuando me siento más vivo. Pero antes de comenzar a realizar Fellini ocho y medio (8œ, 1963), me ocurrió algo que siempre había temido me sucediera, y cuando fue así, devino más horrible de lo que jamás hubiera podido imaginar. Sufrí mi mayor miedo: el bloqueo del director".

"El bloqueo del director es idéntico al bloqueo del escritor, con la excepción de que es público en lugar de privado. Mi equipo técnico para 8œ me apodaba "el mago", pero la película que estaba a punto de acometer había huido de mí. Sopesé la posibilidad de abandonar el proyecto, pero no podía defraudar a todas aquellas personas que creían que era un mago. Entonces se me ocurrió que haría una película en torno a un director que sufría el bloqueo del director".

"Se decía que mis películas eran autobiográficas. Es cierto. Con frecuencia uso algo que realmente me ha ocurrido".

"Cuando tenía unos siete años, mis padres me llevaron al circo, y me dominaba la poderosa sensación de que allí me estaban esperando".

Sé que Fellini se habría sentido poderosamente halagado con la elección de Daniel Day-Lewis para encarnar a Guido en Nine. Dado que el personaje de Nine representa a Fellini, puedo imaginarme a Federico diciendo algo parecido a "¡qué actor tan magnífico, qué buena planta que tiene… qué delgado que está!"

Guido, tanto en 8 œ como en Nine, pese a que se inspira en Fellini, sólo es en parte imagen del hombre real. En la vida, Fellini fue más bien tímido y hasta cohibido. En su imaginación, podía ser Guido. Como Marcello Mastroiani, y ahora como Daniel Day-Lewis, a través de ellos, Fellini podía devenir el personaje de su imaginación sin que se viera alterada su vida personal, mucho menos turbulenta, junto a su devota esposa y estrella de cine, Giulietta Masina. "Soy su mejor director, si no su mejor marido" —me dijo una vez.

Fellini hubiera valorado a las actrices elegidas para devenir las mujeres de la vida de Guido: Nicole Kidman, Kate Hudson, Penélope Cruz, Marion Cotillard y Judi Dench. Fellini no era el Casanova que en ocasiones se rumoreaba era, él mismo siendo responsable de extender aquel rumor. "Tengo una mente juguetonamente adúltera" —me dijo también—. "En mi mente, jamás me canso de vivir mis fantasías sexuales. En la vida real, interferirían mi trabajo".

Fellini se habría sentido extremadamente complacido y ciertamente más bien divertido al enterarse de que Sophia Loren encarnaba a su madre. Era su elección para que protagonizara Viaggio con Anita, un film que él nunca realizó. Anita es una chica con la que el director de la historia tiene una aventura breve. La película fue finalmente realizada por otro director, siendo Goldie Hawn quien encarnó a Anita. En la vida real, Goldie Hawn es la madre de Kate Hudson, una de las estrellas de Nine.

Fellini no alcanzó a ver la versión teatral de Nine en Broadway (odiaba volar), pero le satisfacía la idea de que sus filmes perduraran, y de que tanto 8œ como Las noches de Cabiria (Le notti di caricia, 1957) —ésta última deviniendo la base del musical Noches en la ciudad (Sweet Charity, 1969)— inspiraran la producción de musicales. Había crecido adorando el musical de Hollywood, particularmente los de Ginger Rogers y Fred Astaire, que a su vez inspiraron su cinta Ginger y Fred (Ginger e Fred, 1986). Estoy convencido de que Federico habría apreciado que Nine se mueva en la tradición del gran musical de Hollywood sin imitarlo. La música siempre fue importante en las películas de Fellini, y le hubiera entusiasmado que Rob Marshall esté a la dirección. Su modo de realizar nunca se interfiere, y jamás pierde el control.

Rob Marshall nos ha proporcionado el homenaje definitivo a Fellini, nunca abandona el espíritu del gran director italiano, aunque jamás le imita. Creo que a Fellini le hubiera complacido particularmente Nine porque no se trata de un remake de 8œ, sino de un auténtico homenaje, que se sostiene por sí mismo. No puedo hablar por Federico, pero me lo puedo imaginar diciendo, como solía: "¿Qué opinas, Charlottina?"

Casi llego a ver 8 œ con Federico. Durante una de mis visitas a Roma, Fellini me dijo que la película se estaba exhibiendo en una pequeña sala de cine, muchos años después de su estreno, y hacia allá que nos precipitamos sólo para encontrarnos con un cine decrépito, una copia mutilada, unos proyectores muy antiguos y un sonido miserable. Con excepción de un hombre que roncaba y de un perro atento que parecía estar disfrutando bastante la cinta, la sala se hallaba absolutamente vacía.

Fellini se precipitó fue de la sala horrorizado. Antes, me había dicho: "Si quieres, puedes quedarte". Salí tras él y nos fuimos al Café Rosati, donde ahogamos nuestras penas en café y pasteles. Aquel fue el día en que casi alcanzo a ver 8œ con Federico Fellini.

Conocía suficientemente bien a Fellini como para saber que se habría deslizado hasta el asiento de un cine para ver Nine, y bajo ningún concepto habría abandonado la sala. Deslizarse subrepticiamente en una butaca era de las cosas que conservaba desde su infancia, cuando hacía lo propio en el Fulgar Cinema de Rimini, donde vio una película que le encantaba absolutamente y no quería que su madre le encontrara para arrastrarle fuera de la sala.

Ojalá Fellini hubiera podido estar aquí para hablar por sí mismo acerca de Nine. Sé que todos ustedes desearían lo mismo también.

Creo que Federico hubiera rendido su más preciado elogio a Nine. La hubiera titulado "Felliniesque".

La vida de Fellini llegó a rebasar incluso sus sueños. "La vida es la combinación de la magia y la pasta" —me dijo, de tal modo que creo que nos habría sugerido que tras el paladeo de la magia de Nine, lo mejor que podíamos hacer era ir a comer un delicioso plato de pasta.

. — "Be Italian" Nine


Un método inusual: De cómo Nine fue desde el cine a Broadway y retornó al cine
Hay pocos éxitos sensacionales en Broadway que tengan unas raíces tan profundamente cinematográficas o tan sexys como Nine, una historia que habla de arte, sueños, amor, y del regocijo emocional e inspiración que tan sólo pueden hallarse en el cine, y ahora se cierra el círculo con el retorno a la gran pantalla en lo que es una adaptación absolutamente reimaginada bajo la dirección de Rob Marshall, célebre por ser el responsable de Chicago. Marshall despliega el drama de un artista de mediana edad que ha entrado en crisis y lo hace aplicando su original lenguaje cinematográfico hecho de emoción, música, imaginación y cinematografía cinética, que convierte las vidas interiores del director Guido Contini y de las mujeres que le inspiran en unas conmovedoras fantasías visuales.

Todo tuvo su comienzo en Federico Fellini. Su largometraje de 1963, 8œ, una obra maestra que ganó el Oscar, un cuento surrealista y mágico de atrevimiento sin parangones acerca de la crisis creativa de un director cinematográfico, se convirtió en uno de los filmes más comentados, analizados e influyentes de todos los tiempos. Un carnaval rebosante de imágenes que se fusionan en el recuerdo seductor, los sueños, los vuelos de la fantasía, la nostalgia, el humor y los demonios de un hombre, devino para muchos uno de los primeros filmes que expusieron plenamente lo que realmente se siente viviendo en la locura interior y la maravilla de la condición humana moderna. En primera posición, aunque junto a otras cintas de Fellini, 8œ inspiró a gente de todo el mundo que anhelaba al sueño de vivir dentro del sensual mundo de una película italiana.

Desde entonces, muchos directores cinematográficos contemporáneos de primera fila han rendido homenaje a 8œ en sus trayectorias claramente personales. Bob Fosse trenzó con su propia vida el tejido surrealista de que está forjado Empieza el espectáculo (All That Jazz, 1979), una historia dominada por la danza de un coreógrafo tan brillante como autodestructivo que trata de hacer las paces con su pasado, sus mujeres y su mortalidad. Woody Allen abordó la cuestión desde una perspectiva absolutamente distinta con su cómica Recuerdos (Stardust Memories, 1980), en que él mismo es el protagonista como realizador desilusionado, dominado por alucinaciones y visitas de extraños, en tanto se enfrenta con el significado de su trabajo y el recuerdo de sus más grandes amores.

Ahora, Rob Marshall aporta su propio entourage creativo, su inteligencia para integrar drama, cine, y música configurando un tejido sin fisuras para 8œ, a través del musical NINE.

La versión de Broadway de NINE, con libreto de Arthur L. Kopit y música y letra de Maury Yeston, tiene su origen en otro joven artista obsesionado con Fellini. Yeston llevaba perdidamente obsesionado con 8œ desde que vio la cinta cuando adolescente. Años más tarde, mientras enseñaba música en la Universidad de Yale, en la década de los 70, convirtió la historia de aquella película visionaria de poderosas imágenes en un musical teatral transgenérico, para finalmente emprender viaje a Roma con el objetivo de encontrarse con el maestro y recibir de él sus bendiciones creativas.

A Yeston le pareció que si añadía el factor extra de la música y la danza a la inolvidable capacidad visionaria del director italiano, en torno a la lucha que sostiene un hombre de mediada edad con las mujeres, la lujuria, los anhelos espirituales y la realización creativa . . . todo aquello se integraría en NINE.

Cuando la producción tuvo la première, el 2 de mayo de 1982 en el 46th Street Theatre, fue un éxito atronador. Dirigida por Tommy Tune, NINE ofrecía la inusual combinación de un único protagonista masculino rodeado de 24 actrices representando cada una de las facetas del poder, la fuerza y la belleza femeninos. El espectáculo tuvo 729 representaciones y se convirtió en la obra que se hacía obligatorio ir a ver, deslumbrando al público con un diseño de estilo exquisito, visualmente sorprendente e inventivo, y por unos números musicales muy llamativos; la producción logró cinco de los Tonys de aquel año. El encanto de aquel show continuó con el reestreno en Broadway, que le signifcó otro Tony en 1982, además de incontables giras y producciones regionales.

Pero NINE estaba destinada a sobrellevar otra transformación artística de regreso al medio original que la inspiró: el cine. La idea surgió cuando Rob Marshall y Harvey Weinstein comenzaron a buscar un nuevo proyecto que siguiera al de Chicago, la espectacular historia de un crimen en época de la Ley Seca que revolucionó todo el concepto de la mezcla de drama con música y danza, y que significaron seis premios de la Academia, entre ellos, el de mejor película. Entre tanto, Marshall efectuó su galardonada adaptación de Memorias de una geisha (Memoirs of a Geisha, 2005), merecedora de seis estatuillas del Tío Oscar. A finales de 2006, él y Weinstein anunciaron que su próximo proyecto juntos iba a ser Nine.

Del mismo modo que Fellini le había concedido personalmente a Maury Yeston absoluta libertad creativa para que éste usase los elementos de 8œ como arcilla en manos del escultor con el fin de crear su trabajo teatral, así ahora era Yeston quien permitía lo mismo a Rob Marshall para lograr una nueva vida de la pieza para la pantalla.

"Me encantó muchísimo saber que Harvey Weinstein quería hacer un film de NINE, y todavía me emocionó más que fuera Rob Marshall quien dirigiera el mismo" —comenta Yeston—. "Estoy profundamente convencido de que el cine es un arte del director, y quería que Rob se sintiera absolutamente libre a la hora de adaptar y transformar mi obra para el escenario, y así sacar el máximo provecho de un medio y unas posibilidades tan distintos como los del cine. Literalmente, le dije a Rob: ‘imagínate que me he muerto, porque has de enfocar esto con la máxima libertad y entregarte todo tu a la empresa.’ Todo el mundo sabe que uno no puede limitarse a situar la cámara en el escenario y ponerse a rodar. Era del todo inevitable para el director redefinir Nine en todos sus elementos, y eso es precisamente lo que ha hecho Rob".

Y continúa: "Siempre me he sentido obligado personalmente para con Fellini, quien de modo tan generoso me permitió adaptar su obra maestra, quien confió en que respetaría y honraría su obra. Y ahora, Rob me ha correspondido con este regalo, y también a Fellini, logrando honorar la película".

Marshall y Weinstein contrataron a dos guionistas con el único objetivo de que aportaran sus respectivas visiones para hacer de Nine un drama musical: Michael Tolkin [El juego de Hollywood (The Player, 1992)], guionista y director nominado al Oscar; y el finado Anthony Minghella [El paciente inglés (The English Patient, 1996); El talento de Mr. Ripley (The Talented Mr. Ripley, 1999)], guionista y director ganador del Oscar, él mismo de ascendencia italiana y sumido en un profundo amor por las películas italianas. Lo que escribieron no sólo se vio inspirado por Fellini, Kopit y Yeston, sino también por sus propias experiencias personales en el terreno de la realización cinematográfica, la imaginación y la vida, en su calidad de laureados cineastas sometidos a mucha presión. (Minghella fallecería antes de que la producción de la película estuviera terminada, lo que convierte a Nine en su último trabajo.)

Simultáneamente, Marshall comenzó a organizar audiciones con una lista integrada prácticamente por todas y cada una de las actrices principales de Hollywood y de más allá, porque siempre creyó que el guión debía escribirse teniendo bien claro el reparto en lugar de hacerlo del modo inverso. Marshall, junto a su socio creativo John DeLuca, tuvieron sesiones de trabajo de canto y danza con prácticamente cada estrella femenina de renombre en tanto el guión todavía se estaba forjando.

Mientras tanto, Yeston le dijo a Marshall "llámame cuando me necesites", y tres semanas después del primer encuentro, estaba en la encrucijada. Muy poco después, Yeston se encontró con Marshall y John DeLuca alrededor de un piano para empezar el proceso de añadir tres canciones plenamente nuevas para una banda sonora de expresividad única.

La idea llenó de júbilo a Yeston. "Hablamos respecto al hecho de que el espectáculo teatral presentaba varias canciones inspiradas en la realidad que aquí tenían que reinventarse con miras a que encajaran en el concepto de la película: las canciones existen como una fantasía en la cabeza de Guido, de tal modo que la cinta necesitaba esas nuevas canciones. Para mí, era la oportunidad de reimaginar mi propio trabajo precedente para la película" —comenta—, "y no hubiera podido estar más motivado o satisfecho por escribir nuevas canciones en un registro artístico distinto y para estrellas tan brillantes".

Pese a la larga distancia de décadas, a Yeston le pareció que los personajes parecían tan vivos como siempre, particularmente con el dinámico reparto del film. Escribió la canción de cuna "Guarde La Luna" pensando en Sophia Loren como la adorada madre de Guido. "La canción original para la madre de Guido en la versión teatral es una canción quintaesencial para soprano, y Sophia Loren no es una soprano, de tal modo que la canción no tendría el mismo efecto" —sigue explicándonos—. "Mi propósito estaba en escribir una canción para Sophia que conservara el mismo efecto lírico y musical pero que se ajustara a su rango vocal, e incluso más, a la mismísima esencia de esta mujer extraordinaria cuyo ADN es parte integral del tejido con que está confeccionado el cine italiano. Tomé algunos pasajes muy evocativos de la canción "Waltz" del NINE teatral y lo transformé en esta otra".

Yeston también escribió una nueva canción para Marion Cotillard, dando vida a Luisa, la esposa que está harta de Guido: el poderoso tema "Take It All". Originariamente, tenía que ser un trío para Cotillard, Nicole Kidman y Penélope Cruz, pero cuando la idea resultó no congeniar con la narrativa, surgió una nueva idea. "Rob y John propusieron una premisa para la canción que abría completamente todo un nuevo mundo para mí" —precisa Yeston—. "Fue la oportunidad de brindar a la maravillosa Marion Cotillard, cuyo talento es manifiesto, un número asombroso y conmovedor, y eso es lo que nos da en pantalla".

Por último, Yeston escribió "Cinema Italiano", una festiva oda a la perdurable influencia de la cultura pop de las películas italianas, que interpreta Kate Hudson dando vida a la periodista de la revista Vogue, ducha en estilo. "Kate posee una voz espectacular y es una gran bailarina, de tal modo que queríamos para ella un número vigoroso, pródigo en danza y canto" —comenta—. La canción resultó ser una gran idea por unos motivos que so se hicieron inmediatamente evidentes. Devino un modo divertido e ingenioso de mostrar al público de hoy en día cómo en 1965 las películas italianas eran la nueva ola generadora de entusiasmo y la absoluta cumbre del logro cinematográfico del momento. También era el modo de evidenciar cómo las películas italianas no sólo ofrecían al mundo un nuevo estilo cinematográfico, sino también un nuevo estilo de moda, pues ese reino de corbatas estrechas y coches deportivos y veloces se convirtió en un estilo de vida al que la gente de todas partes aspiraba. Kate asumió todo eso y lo llevó hasta un nivel impensable".

Además de esas tres canciones nuevas, Yeston efectuó cambios en la letra y la música en general. "Las canciones necesitaban encajar como mano en guante con los personajes tal y como los veía Rob y los actores que los encarnaban" —comenta Yeston.

Si bien algunas canciones de la pieza original se redujeron para aumentar la fluidez del film, como así sucede por lo general con las trasposiciones del proscenio a la pantalla, Yeston opina que no se ha perdido nada. "No he perdido ninguna canción, pues todavía están en el espectáculo teatral. En lugar de ello, he logrado una nueva versión, transformada, de mi trabajo" —explica—. "Desde el momento en que me enamoré de 8œ, NINE ha sido el proyecto de mi vida. Me encanta el material y lo entiendo como un proceso en evolución que nunca se acaba. En definitiva mi trabajo es una teoría, y le corresponde a los actores de un particular soporte lograr que sea una realidad, o al público. Una nueva versión, o las venideras, no anulan las versiones previas. Eso es lo que lo que lo convierte en algo tan emocionante".

Y añade: "Haber trabajado con Rob Marshall y John DeLuca en Nine, ha sido experiencia más revitalizante, inspiradora, y acogedora de toda mi vida creativa. Son meticulosos, brillantes, y su inspiración sencillamente efectúa cambios para mejor".

Asimismo, Yeston tuvo la oportunidad de escuchar su composición reimaginada y reelaborada registrada por una orquesta con 50 músicos dirigida por el supervisor musical del film, Paul Bogaev, quien ya había trabajado para Chicago. "Fue emocionante escuchar la música para un pequeño conjunto de Broadway interpretada por una gran orquesta" —confiesa Yeston—. "La composición suena más rica, más plena, con un tratamiento más amplio. Es la experiencia de toda una vida escuchar mi música así, y me siento profundamente agradecido".

Harvey Weinstein viene a concluir: "Nine es una obra maestra intemporal. Inspirada por Fellini, uno de los autores cinematográficos más profundos, la historia cobra nueva vida a través del guión de Tolkin y Minghella, y de la puesta en escena tan dinámica de Rob Marshall y John DeLuca. No hay nadie capaz de escenificar números más sexis o emocionantes que Rob, y al formar equipo con este tremendo reparto, ha logrado crear algo que nunca antes habíamos experimentado. Se me hace difícil pensar en un realizador más adecuado para llevar esta historia a la pantalla grande".

FOLLIES BERGERE: Rob Marshall grita "Acción!" en Nine

"La versión cinematográfica de Nine es una completa reinvención. Resulta tan absolutamente singular según la visión de Rob Marshall, que ha seguido su propia evolución desde el punto de vista creativo" —comenta el productor Marc Platt [Wicked (2004)], un veterano tanto del cine como de Broadway. "Pese a tratarse de un film fiel en esencia al musical de Broadway, Nine ha crecido como un producto singular en sí mismo. Retiene la esencia de cuanto hizo que nos enamoráramos del material original, su espíritu y voz, pero Rob lo ha convertido en algo propio. Su Nine es una fantasía maravillosa que trabaja con ideas y emociones reales".

Rob Marshall no es ajeno a la labor de fundir clásicos de Broadway con la prosa del cine, lo que efectuó en Chicago. Habiendo sido objeto de nominación al Tony en seis ocasiones por espectáculos teatrales como los de CABARET y KISS OF THE SPIDER WOMAN, su perspicacia en los proscenios es bien conocida, sin embargo, disfruta de igual consideración como realizador cinematográfico, siendo su más reciente film la transposición a la pantalla grande del best seller de Arthur Goleen, Memorias de una geisha, significándole una plétora de nominaciones a los premios de la Academia.

Platt continúa: "Rob posee además su singular background para entender esta historia en tanto proviene del mundo del teatro como bailarín y coreógrafo, efectuando luego el salto a la dirección teatral, y más tarde a la cinematográfica. Nine es una película en torno a un director de cine, acerca del cine, y sobre la creación, y Rob es un creador, de tal modo que para él la empresa era algo personal. Es un hombre que entiende el cine, su historia, sus teorías, los aspectos técnicos de la realización cinematográfica, y los estéticos. Y al tiempo, también proviene del mundo de los musicales, creció en ese entourage, entiende cómo la música hace avanzar la narrativa. Comprende cómo integrar sin fisuras los elementos de la música y la danza, la narración de la historia y el diseño. En ese sentido, Nine, la película, es el resultado del perfecto matrimonio entre el director y el material".


La canción de Guido: Guido Contini y sus mujeres
En el fondo del drama de Nine está el viaje artístico de Guido Contini, el sensual, elegante y desenvuelto director cinematográfico felliniano universalmente considerado el más grande de los cineastas; sin embargo, de súbito, se ve privado de inspiración para su próxima película. Se pierde entre sus tormentosas relaciones con un océano de bellas mujeres, cada una de las cuales le seducen y confunden, suscitan sus recuerdos, y expanden su imaginación hacia nuevas posibilidades, empujándole hacia la región de ensueño en que se produce la creatividad.

El papel demandaba una inteligencia viva y una sexualidad que va tensándose latente, subrayadas por un sentido de vulnerabilidad artística que va evidenciándose. Para este sorprendente reparto, se eligió para el papel a Daniel Day-Lewis, por dos veces ganador del Oscar. Se ha considerado a Day-Lewis el actor más capacitado de su generación, capaz de desaparecer completamente tras la piel de una galería de personajes inolvidable, entre ellos, su reciente papel, que le valió el segundo Oscar, en el imponente film sobre el petróleo californiano, Pozos de ambición (There Will Be Blood, 2007). Sin embargo, nunca se le ha visto en una película bailando y cantando. Aún así, el actor se ha lanzado con el papel con su prototípica intensidad, incluso aprendiendo un italiano fluido con el objetivo de encarnar al personaje en toda su dimensión.

Maury Yeston, que ha alcanzado a ver todo un espectro de actores dando vida al papel de Guido, se impresionó de verdad con el grado de absorción de Day-Lewis para el papel, pero también por su desconocida capacidad para entretener como cantante. "Resulta que Daniel es un cantante dotado y siempre lo ha sido, pero lo que pasa es que no lo sabíamos" —subraya Yeston.

Sobre la interpretación de Day-Lewis, el director de fotografía Dion Beebe aporta: "En su distintivo trabajo interpretativo hay una gran intensidad, pero también gran luminosidad, sentido de humor e ironía. Guido es un hombre cuyo mundo puede que se esté colapsando, pero su mente está siempre dispuesta a levantar el vuelo para adentrarse en la fantasía".

Sophia Loren añade, haciéndose eco del sentir de todo el reparto: "Daniel es uno de los mejores: infunde miedo, intimida, hipnotiza, es bello, magnético… ¡inolvidable!"

Rodeando a Day-Lewis, y alternativamente seduciendo y confundiendo a su personaje en Nine, existe una serie de glamorosas mujeres, fuertes y de bandera, cada una con su propio papel vital que desempeñar para que Guido encuentre el camino a través de su remolino creativo.

La lista se inicia con Marion Cotillard, ganadora del Oscar, quien hizo vibrar al público con su fiel interpretación como Edith Piaf en La vida en rosa [Edith Piaf] (La vie en rose, 2007). Encarna a Luisa, la siempre devota y sacrificada esposa de Guido. Luisa fue en su momento la actriz principal de su marido, y sigue siendo la mujer sin la que Guido no puede vivir, sin embargo, ahora ocupa un asiento trasero ante las muchas otras tentaciones de la vida de éste. Es sumamente consciente de que amar a un artista creativo como Guido siempre tendrá un precio, como confiesa en su número, "My Husband Makes Movies", y en el conmovedoramente nuevo "Take It All", pero el comportamiento de su marido la lleva al extremo de tener que tomar una decisión trascendental.

Mientras se preparaba para el papel, Cotillard pensó mucho en torno a los motivos de su personaje y a su vida anterior a Guido. "Cuando conoció a Guido, Luisa era actriz. Creo que ha dedicado su vida a éI, porque el amor que ambos se profesaban era en su momento más fuerte que su ambición como actriz. Ahora siente que le ha dado a este hombre todo" —explica.

Y Cotillard sigue: "Durante el tiempo que han permanecido juntos, Luisa ha aceptado muchas cosas de Guido. Es un director de cine. Adora las mujeres. Necesita a las mujeres. De ellas extrae amor y energía. Necesita a Luisa, pero él no acaba de darse plena cuenta de que Luisa debe obtener algo a cambio. Luisa da a Guido todo, sin embargo, ha llegado a la encrucijada de tener que decidir".

Carla, la amante de Guido, irresistiblemente potente aunque necesitada de trato delicado, cobra vida a través de Penélope Cruz, ganadora del Oscar de 2008 a la mejor actriz secundaria por otro papel explosivo, en Vicky Cristina Barcelona (2008).

Cruz se sintió instantáneamente atraída por el colorido papel de Carla en la vida de Guido, en su condición de mujer que intenta luchar por conseguirlo sin reparar en el coste. "Carla está llena de esperanza, conflictividad y dolor para con su relación con Guido" —observa Cruz—. "Cuando ella está con él, se siente viva, porque él hace que se sienta especial, pero con él es como estar en una montaña rusa, y también es cierto que Guido causa a Carla mucho dolor. Ambos se relacionan desde hace algunos años, y me da la impresión de que a ella no le es posible dejarlo estar. En Guido, ve tan sólo lo que quiere ver. Cree estar preparada para luchar por él hasta el final".

Cruz ha vertido corazón y alma en Nine, y afirma estar constantemente inspirada por su director y compañeros de reparto para llevar el personaje más allá. "Esta película ha sido una experiencia increíble, y mucho de ello se debe a Rob Marshall" —comenta la actriz—. "Posee gran talento y es generoso. Lo ve todo, pero se las arregla para ser honesto con todo el mundo. Lo único que quiere es extraer lo mejor de cada actor. Había todas esas mujeres trabajando juntas, y ha logrado que todas nos sintiéramos especiales cada minuto del día".

Disfrutó mucho con esta oportunidad para cantar y danzar, particularmente en el provocativo número "Call From the Vatican". "Estuvimos ensayando durante semanas y semanas, lo que me encantó, y entonces, cuando rodamos el número, sentí una gran tristeza, porque sabía que no volvería a hacer eso de nuevo" —confiesa.

Otra mujer que lleva mucho tiempo manteniendo con Guido una relación tan escurridiza como simbiótica es Claudia Jenssen, la que resulta su musa e inspiración. Han edificado sus triunfantes carreras apoyándose mutuamente y, como reza la canción de Claudia, ama a Guido en una "Unusual Way", pero ahora que Guido desespera crecientemente en busca de inspiración, Claudia hace lo impensable: no quiere ser la protagonista de su película.

Dando vida a Claudia está Nicole Kidman, ganadora del Oscar, cuya diversidad de papeles se ha extendido desde Virginia Wolf, en Las Horas (The Hours, 2002), a una oriunda de Nueva Inglaterra, moderna y alterada, en Margot y la boda (Margot at the Wedding, 2007). La actriz también protagonizó otro film innovador que ha contribuido al arranque de una nueva era de musical de Hollywood reimaginado: Moulin Rouge (Moulin Rouge, 2001), de Baz Luhrmann.

Kidman recuerda sentirse inmediatamente vigorizada por los temas que son la esencia de Nine. "Es el estudio de un hombre que está pasando por una crisis tremenda, que intenta resucitar, y de todas las mujeres de su vida. Se trata de la naturaleza humana y artística, de los delitos que Guido ha cometido, así como de sus mentiras, y de su búsqueda por una autenticidad y decencia perdidas" —dice la actriz.

Del mismo modo, Kidman también se sintió atraída por los realizadores responsables del film. "Nine era la película que todo el mundo quería hacer" —comenta Kidman—. "Rob Marshall se quedó con el proyecto. Vino a verme y me dijo: ‘¿Interpretarías a Claudia’, a lo que respondí: ‘Absolutamente.’ Estaba con él sentada en el Salón Polo del Hotel Beverly Hills, en medio de un junket con la prensa, de tal modo que se trataba de unos momentos ¡muy propios de una estrella cinematográfica!"

Y sigue: "En aquel momento, todavía no tenían el protagonista masculino, así que todos cruzamos los dedos. . . y quiso la suerte que Daniel Day-Lewis se metiera en el papel. Es un actor muy honesto con su labor, y ha sido maravilloso estar en la órbita de alguien como Daniel, ser una de sus muchas mujeres".

Otra de las mujeres es Lilli, la diseñadora de vestuario de Guido, quien también ejerce como su confidente y cuidadora, a quien encarna Judi Dench, la venerable estrella de los proscenios y la gran pantalla, acreedora del Oscar por Shakespeare enamorado (Shakespeare in Love, 1998), siendo igualmente nominada a la estatuilla en seis ocasiones. A Dench le resultó atractiva el tipo de relación tan distinta que Lilli sostiene con Guido. La personalidad exuberante de Lilli se evidencia en su número admirador del espectáculo "Follies Bergere". "Obviamente, Lilli tiene más años que Guido, y le conoce muy, pero que muy bien, lleva trabajando con él desde hace mucho y, no obstante, como las otras mujeres en la vida del director, ha caído totalmente bajo el hechizo de Guido" —comenta Dench—. "¿Y quién no caería?"

"Lilli" —remarca Dench— "se ve a sí misma como la protectora de Guido por derecho propio. Quiere recordarle que no tiene que ser tan aprehensivo. Está procurando captar de nuevo la imaginación de Guido, y recordarle cuánto se han divertido realizando bellas películas. Ella se da cuenta de que él está atascado, y su objetivo es atravesar eso para que Guido pueda devenir la persona que ella sabe puede ser".

La vida también imita el arte para Dench en su papel. "En lo que es una coincidencia extrañísima, comencé practicando como diseñadora de vestuario ¡para el teatro!" —explica—. "Para empezar, estaba bien, pues, entender el mundo que mi personaje habita. No podría afrontar el oficio ahora, y nunca tuve que preocuparme por los vestidos de este film, pues Colleen Atwood es un milagro de profesional, sin embargo, conozco ese mundo muy bien".

Bajo distintas circunstancias, Dench ya había trabajado con Day-Lewis anteriormente, dando vida a su madre en HAMLET en el Royal National Theatre, y por tanto ya sabía hasta qué punto el actor penetraba en sus papeles. "Sencillamente, era encantador poder tener otra oportunidad de trabajar con él" —nos dice—. "Se convierte absolutamente en un italiano; ése es Dan. Ése es el modo en que aborda esto, y era fabuloso para el resto de nosotros porque cuando estás haciendo una escena con él, desarrolla el trabajo sin fisura alguna".

Se produce una filtración pícara en el universo de Guido que toma la forma de Stephanie, la impecable periodista de moda en Vogue, quien aparece en lugar destacado en las fantasías del realizador. Es Kate Hudson, nominada al Oscar por su vigorosa interpretación en Casi famosos (Almost Famous, 2000), quien asume este llamativo papel. "Stephanie" —nos dice la actriz—, "es una admiradora obsesiva de Guido Contini. Adora sus películas y su cultura italiana en general. Es una de las muchas mujeres que quieren ¡un trozo de Guido!"

Para Hudson, la misma idea de hacer un musical era del todo inédita y renovadora; se sentía particularmente emocionada por interpretar una de las nueva canciones de Maury Yeston: la oda pop optimista al estilo, "Cinema Italiano". "Nunca antes había tenido la oportunidad de hacer algo como Nine" —comenta Hudson—. "He tomado clases de danza y trabajado con diferentes coreógrafos, pero nunca antes había hecho un gran número pasando por peluquería, maquillaje, los focos… Afortunadamente, Rob nos estuvo preparando durante seis semanas de ensayos que resultaron como un campo de entrenamientos. Estuvimos danzando y cantando cada día en una maqueta a tamaño natural de un escenario".

Entonces sobrevino el gran momento frente a la cámara. "Se trataba de toda una experiencia distinta y aterradora" —admite—, "pero, al tiempo, del todo increíble, y no me lo hubiera perdido por nada del mundo".

Asimismo, también uniéndose al reparto está toda una leyenda en vida de la gran pantalla italiana: Sophia Loren, ganadora del Oscar, quien confiesa haberse quedado boquiabierta cuando Rob Marshall le ofreció el papel de una de las más importantes mujeres en la vida de Guido: su siempre influyente madre. Marshall le dijo a la tan admirada actriz internacional que no podía concebir realizar Nine si ella. "Me explicó que se trataba de un papel pequeño, pero afirmó que sólo haría la película si yo encarnaba a la Mamma" —nos dice Loren—. "Así que bromeé con él, le dije que lo haría para salvar su carrera porque me encantó Chicago. Pero la verdad es que es algo que quería hacer. Lo que quiero decir es que para una chica italiana estar en un musical americano es algo importante".

A Loren le encantó tener la oportunidad de interpretar la tercera nueva canción de Yeston: la canción de cuna "Guarda Luna". del mismo modo, le emocionaba trabajar con el cuadro de las estrellas femeninas del cine más prominentes de nuestro momento. "Trabajar con Nicole Kidman, Penélope Cruz, Judi Dench… me preguntaba si acabaríamos ¡matándonos todas!" —ríe la gran actriz italiana—. "Pero no. Fue como si fuéramos una familia. Fue maravilloso porque en realidad ninguna de nosotras había hecho nunca un auténtico musical de Hollywood, así que nos apoyamos las unas a las otras y la verdad es que nos hemos hecho grandes amigas".

Cerrando esta familia de mujeres reunidas para Nine, está Stacy Fergurson, ganadora del Grammy, conocida por todo el mundo como Fergie, quien ha dado vida al evocador papel de Saraghina, la prostituta romana cuyo asesoramiento romántico generó un enorme impacto en un jovencísimo e impresionable Guido, como se recuerda en el poderoso número "Be Italian".

Después de que Ferguson lograra el papel en una audición que fue muy reñida, se dispuso a encarnar el mismo con una dimensión absolutamente personal, por lo que se sumergió en toda una investigación cinematográfica. Nos dice: "Estuve viendo montones de películas de aquella época para captar la pura fisicidad de Saraghina. Quería que este personaje me absorbiera. Y ocurrió cuando empezamos a hacer la rutina con las chicas, y tuve que trabajar con los chicos en la playa. Eso me dio realmente una dimensión de quién se trataba, y lo que significaba para Guido en su vida".

Ferguson se sorprendió de acabar admirando a su personaje. "Saraghina es una mujer muy terrenal, tiene gran naturalidad en el modo en que se mueve y camina. Está llena de vida y fuego" —explica—. "Pero ahí hay también sutilidad. Adora a Guido y a los chicos, y le encanta enseñarles, aunque al mismo tiempo parece como si estuviera manteniendo una broma consigo misma".

El modo en que Ferguson dio cuerpo a todas esas cualidades dejó a Maury Yeston atónito. Éste comenta: "Creo que el mundo se quedará sin palabras ante la interpretación de Fergie. Y por supuesto, se trata de una cantante de primer orden, pero el aspecto revelador de su interpretación es que al tiempo deviene una fantástica presencia cinematográfica".

Cada una de las mujeres implicadas en Nine está de acuerdo en que la película ha sido una experiencia inusualmente divertida y rica. Sintetizando, Penélope Cruz nos dice: "Cuando las cosas van bien en un plató, se hace contagioso. Hay muchos elementos distintos en Nine, pero Rob Marshall les da unidad como si fuera un mago. Lo que ha hecho con esta película va a arrebatar al público; creo que todos nos hemos sentido afortunados por ser parte de esta película".

Yeston afirma haberse sentido transportado por la capacidad no teatral del reparto para encarnar sus letras y sus canciones de modo tan definitivo. "Me impresionó mucho la calidad de las interpretaciones cantadas. Resultan poéticas, líricas, y verdaderamente emotivas" —comenta.

Marc Platt añade: "La habilidad de Rob Marshall, John De Luca y de su increíble equipo de coreógrafos y de instructores vocales ha permitido a cada uno de nuestros miembros del reparto dar lo máximo de sí mismos. En cada uno de esos extraordinarios actores siempre estuvo la capacidad para danzar y bailar, pero la clave estaba en hacer que se sintieran seguros, que estuvieran confiados en aportar interpretaciones enérgicas que creo van a ser reveladoras para el público".

Harvey Weinstein añade: "Con excepción de nuestro equipo clave, integrado por Dion, Colleen y John (quien comenzó con Rob en Chicago), yo era el único de este grupo que ya había trabajado con él anteriormente. En Chicago, tuve ocasión de observar los procedimientos seguidos por Rob, que como mínimo resultan agotadores de sostener; en Nine ha sido lo mismo, de hecho, puede que incluso más duro. Si no está en el plató trabajando en los números con los bailarines, está reunido con los músicos escuchando los números musicales y efectuando cambios aquí y allí, o con sus diseñadores, o trabajando con su reparto. En Chicago, estuvo dirigiendo a tres grandes estrellas cinematográficas; en esta película, ¡dirige a ocho! Rob posee ese enorme talento; tanto si trabaja con cinco, como si lo hace con quinientos, cada una de esas personas va a tener la sensación de que tiene toda la atención y respeto de él, y entonces, esas personas van a dar absolutamente todo a Rob".


Cinema italiano: Diseñando Nine
Para lograr que el público cinematográfico experimentara Nine de un modo claramente cinematográfico, Rob Marshall quería sumirlo en una película italiana, yendo y viniendo por las lustrosas calles de moda en la Roma de la década de los sesenta, por las que Guido corre a toda velocidad en su Fiat Alfa Spyder azul claro; y en las fantasías oníricas que surgen de la cabeza de Guido, evocando su lujuria y amor, su imaginación y frustración, su nostalgia y su anhelo por dar con un camino que le lleve a un futuro.

Para hacer eso, Marshall y su socio de hace mucho, el coreógrafo y productor John DeLuca, se rodearon de muchos de los excepcionales artistas que les ayudaron a crear la belleza cinematográfica de Chicago y de Memorias de una geisha. Formaron un equipo integrado por John Myhre, diseñador de producción reconocido en dos ocasiones con la estatuilla de la Academia; Colleen Atwood, diseñadora de vestuario ganadora también de dos Oscars; y el director de fotografía Dion Beebe, asimismo ganador del Oscar.

Este trío estaba entusiasmado de trabajar juntos, particularmente en una película tan enamorada del poder emocional y belleza visceral de las películas. Comenta Dion Beebe: "Si el escenario era nuestro patio de juegos en Chicago, entonces la realización cinematográfica lo era en Nine. Todos queríamos explotar ideas cinematográficas para transformar el plató de Cinecittà en la materia que configura la imaginación de un hombre".

Y John Myhre añade: "Quizá lo único que para nosotros hubiera sido más emocionante que una película acerca de la realización de un film sería la idea de un musical de Rob Marshall sobre la realización de una película. Todo cuanto Rob tenía que decirnos era: ‘Ha de haber una transformación, el público ha de ver transformarse el mundo de Guido,’ e inmediatamente comenzaron a circular grandes ideas".

El equipo dividió los elementos de diseño en dos partes diferenciadas: por un lado, la complicada vida real de Guido en Roma, así como el balneario de lujo que espera en vano sea su escondrijo; y por el otro, su vida fantasiosa tan activa. Esta última parte tiene lugar en un plató a medio construir de Cinecittà, la fuente del ansia creativa de Guido que se metamorfosea en una variedad diferente de mundos visuales.

Myhre nos explica: "Decidimos que la primera vez que se ve el plató, éste tenía que ser un auténtico plató, así que usamos el plató H de los Estudios Shepperton, en Inglaterra, que resultaba tener un perfecto parangón con el histórico plató 5 de Fellini en Cinecittà, Roma. Rob quería en todo momento que enfatizáramos que ese plató es la esencia de la vida de Guido, donde la hace o la rompe. El escenario se diseñó del mismo modo que se diseñaría un escenario teatral; toda la iluminación tenía que ser visible y también el espacio dedicado a los bailarines. Sin embargo, el mayor desafío estribaba en el hecho de que ese plató tenía que transformarse en diez ocasiones en muchos mundos imaginarios distintos, en ocasiones en una misma noche. Se convierte en el Follies Bergere, en una playa, en una discoteca de la década de los 60, en una piazza de Roma, y en otras cosas, y el desafío que comportaba crear cada uno de esos mundos era tremendo".

Todo ello llegó a presionar la capacidad de inventiva del equipo de diseño hasta el límite. "Cada una de las fachadas fue diseñada de tal modo que pudiera trabajar para un número concreto pero que al tiempo pudiera adaptarse para otros" —explica Myrhe.

Algunas de las secuencias de danza requerían además el uso considerable de cordajes y aparejos. "Para el número de Penélope Cruz en su papel de Carla, Rob quería que bajara deslizándose por un enorme cortinaje rosa de unos veinticinco metros de altura" —recuerda el diseñador—. "Técnicamente, esto era de un gran atrevimiento pues teníamos que asegurarnos que fuera seguro para la actriz hacerlo una y otra vez. Finalmente, usamos una correa transportadora que resulta parte del cortinaje rosa y que le permitía caer sobre un espejo de tres metros en medio del número de danza".

Cuando se trató de la exuberante y sensual fotografía del film, Dion Beebe se inspiró inicialmente en el tono profundamente personal y en la estética vibrante del cine italiano, particularmente cuando su apogeo de la década de los 60, cuando Italia generaba una larga lista de auteurs que harían historia: de Fellini a Antonioni, de Pasolini a Bertolucci… pero, a partir de ahí, elaboró el estilo propio, singular, del film. "El cine italiano ha tenido siempre un lugar preeminente en mi amor por el cine" —confiesa Beebe—, "siempre estaba en nuestros pensamientos. Rob y yo miramos muchísimas películas, pero jamás nos propusimos emular a Fellini. Tomamos una decisión meridiana: no limitarnos a realizar un remake de su trabajo. Hay referencias a su obra, hay homenajes, pero creo que Nine es mucho más, visual y estéticamente, en su propio género musical. Combina lo cinematográfico y lo teatral, y esos elementos siempre parecen estar juntos de un modo mágico cuando se trabaja con Rob".

Desde el principio, Beebe y Marshall se metieron en complejas discusiones acerca de cómo lograr que esta nueva versión de Nine integrara al público mediante una iluminación innovadora y unos movimientos de cámara fluidos. Beebe recuerda: "Sostuvimos largas conversaciones sobre cómo rodaríamos e iluminaríamos los números musicales de la producción. Con respecto a la iluminación, igual que hicimos en Chicago, incorporamos buen número de elementos teatrales para definir de un modo meridiano los números musicales como fantasías que sucedían en un mundo alternativo. Siempre buscábamos esos distintivos momentos en que el escenario se transforma en pura fantasía".

También estuvieron buscando modos originales de hacer eso mismo en varias ocasiones. "Dado que teníamos un espacio que teníamos que transformar tantas veces" —enfatiza—, "tuvimos que dar con la manera de mantener atractivo todo eso en cada circunstancia sin tener nunca la sensación de estar repitiéndonos. Una parte importante de ello estuvo en la creación de transiciones que devienen parte de la narración dramática".

La iluminación era esencial, pero también lo era el movimiento de la cámara. "Los movimientos de la cámara han sido siempre muy importantes para Rob y para mí cuando hablamos de rodar números musicales" —Beebe asevera—, "y de captar todo el despliegue de la coreografía. A Rob le agrada que el número se represente de principio a fin —lo que es muy importante para los artistas y bailarines—, con la finalidad de bastir tempo y ritmo, pero también hemos de lograr que cobre vida para la cámara. Fue imprescindible el uso de dollis, grúas, y pistas en esos platós, pero debía hacerse sin interrumpir la fluidez del número y de la canción".

Igual que Beebe, la diseñadora de vestuario Colleen Atwood inició su proceso creativo teniendo en cuenta el look de la moda sexy y glamorosa del cine italiano de los años 60, pero derivó hacia su propia interpretación fantástica de ese look. "Estuvimos viendo mucho cine italiano" —nos explica—, "lo cual, ciertamente, nos influyó en el estilo. Sin embargo, en el mundo de Nine también hay cierto hiperrealismo, de tal manera que eliminamos de ese mundo todas las cosas que no eran tan interesantes visualmente, y dejamos solamente los elementos más llamativos".

El vestuario de Atwood también se ha creado en respuesta directa a la coreografía, y a los movimientos que los cuerpos de los actores han de hacer. "Antes de diseñar vestido alguno, observo qué es lo que Rob y John han coreografiado: el vestuario es el resultado de una elaboración extremadamente pormenorizada con la intención de responder estrictamente a las necesidades del número" —comenta—. "La ropa ha de encajar con extremada precisión, lo que viene a significar trabajar estrechamente con nuestro extenso reparto femenino".

En lo que se refiere a los conjuntos de Daniel Day-Lewis, Atwood recuerda: "Daniel y yo empleamos un día juntos al inicio del proyecto y nos fuimos de compras para hacernos una idea de Guido: su traje, sus zapatos, su estilo. Acabamos con un traje negro de seda que resulta elegante, produce una sensación icónica y suave. Lo difícil con Guido es que la ropa no es precisamente en lo que está pensando este personaje, sin embargo las prendas todavía emanan cierta belleza que su personaje busca".

En la variada colección para los vestidos de las damas que Arwood ha creado, se ha imbuido una deslumbrante y desenfadada belleza que va desde los leotardos de corista a los elegantes trajes de fiesta vespertinos, pasando por los ajustados conjuntos de gogo, según ha vestido a cada una de las icónicas encarnaciones de energía femenina, desde las starlets a las prostitutas, pasando por una diseñadora de vestuario que no se diferencia de ella misma.

En este proceso, ha usado más de un millón de elementos cristalizados de Swarovski Elements con la intención de adornar treinta y seis vestidos; nueve aplicaciones de cristal diferentes en treinta y un estilos; y se usaron veintidós colores diferentes para que los personajes de Nine brillaran. Nadja Swarovski, vicepresidenta de International Communication, nos dice: "Swarovski esta emocionada por haber colaborado con Colleen en los espectaculares vestidos de Nine. Es todo un honor haber embellecido con nuestro cristal a este reparto superlativo, y el arte de Colleen en su calidad de diseñadora de vestuario queda perfectamente expuesto en estas centelleantes creaciones".

Estrechamente entrelazado con la colección de vestidos de Atwood, está el trabajo del diseñador de peluquería y maquillaje Peter King, reconocido con un Oscar. King no había trabajado antes con Marshall, pero captó al instante el tono que el director buscaba. "El desafío de este film estaba en obtener esa sensación que dan los 60 sin quedar jamás absolutamente refrenados por los mismos" —explica.

King continúa: "Rob era muy concreto en cuanto a su deseo de reflejar el look de la Nueva Ola, es decir, el look de Brigitte Bardot y Claudia Cardinale. Se trata de un aspecto atrevido, nada perfecto en absoluto. Parece un look a lo ‘acabo de levantarme de la cama’ que nos pareció una imagen infinitamente más sexi que el aspecto estirado y formal de la Inglaterra y los Estados Unidos del momento. No imitamos ninguna película en particular, pero consultamos muchas imágenes en busca de inspiración. Estuvimos viendo cientos de aspectos hasta que dimos con el adecuado para cada uno de los personajes en concreto. Por supuesto, lo que siempre tratamos de conseguir en todas las películas es que parezca como si no se hubiera hecho trabajo alguno".

Tras el rodaje en los platós de Londres, el reparto y el equipo técnico se volvieron a encontrar para rodar en el mismo lugar en que nacieron las películas de Fellini: los Estudios Cinecittà de Roma, así como en localizaciones italianas con valor de icono cinematográfico tan conocidas como la Piazza del Popolo, en la Via Veneto y, costa abajo, la ciudad de Anzio.

El ambiente de Cinecittà inspiró a todos, uno de los estudios cinematográficos con mayor solera histórica del mundo. Inicialmente fundado en 1936 bajo el mandato del dictador Benito Mussolini para cumplir con los objetivos propagandísticos (bajo el lema "el cine es la arma más poderosa del mundo"), el estudio florecería tras la contienda bélica, convirtiéndose en la factoría de muchas películas ahora clásicas, entre ellas Quo Vadis (Quo Vadis, 1951); Ben Hur (Ben Hur, 1959); Cleopatra (Cleopatra, 1963); El padrino. Parte III (The Godfather: Part III, 1990); El paciente inglés (The English Patient, 1996); y Gangs of New York (Gangs of New York, 2002).

Todos los grandes nombres del cine italiano se hicieron estrechamente familiares para los edificios de terracota a lo largo de las avenidas arboladas que rodean los enormes platós del estudio. En la década de los 50 y los 60, Roma se había convertido en el "Hollywood del Tíber", y atraía hacia la Vía Tuscolana a los realizadores cinematográficos más prestigiosos del mundo.

"Para todos aquellos que aman el cine, rodar en Cinecittà es emocionante" —comenta John Myhre—. "El sólo hecho de cruzar las puertas por primera vez fue una experiencia transformadora. Es como si no existiera otro estudio en el mundo. Uno siente que atraviesa el túnel de tiempo, con esos viejos edificios de terracota, es como adentrarse en los tiempos de pleno apogeo de los 60. Filmamos en los portalones de la entrada, efectuando algunos retoques para que tuvieran el aspecto de entonces. Y también nos permitieron repintar el plató 5 para que recuperara la imagen que ofrecía en aquellos años, lo cual era impresionante".

Una vez en Roma, la producción sacó provecho de la vasta lista de localizaciones perfectamente cinematográficas de la ciudad. "Queríamos captar la Roma de La dolce vita (La dolce vita, 1960)" —explica Myrhe—. "Rodamos en la Vía Veneto, en el Forum, y en el Coliseo".

Asimismo, la producción enfiló hacia el sur, una hora de viaje hasta la ciudad costera de Anzio: el escenario en que tuvieron lugar los desembarcos de los Aliados durante la Segunda Guerra Mundial, donde rodamos en un antiguo casino que recuerda la grandeur del pasado, con terrazas espectaculares mirando al mar. Ese edificio posibilitó varias localizaciones importantes de Nine: fue los baños romanos para una secuencia fantástica entre Guido Contini y un cardenal; fue la bulliciosa oficina de producción de Italia; fue el restaurante donde se rodó una fiesta con cena muy complicada; y fue la entrada y el vestíbulo del balneario del hotel donde Guido busca refugio en vano.

El rodaje concluyó en Sutri, un pueblo en lo alto de una colina, a una hora de Roma, donde las dos largas y frías noches de rodaje con Daniel Day-Lewis y Nicole Kidman acababan una secuencia que se iniciaba con una canción interpretada en el plató H de los Estudios Shepperton, en Inglaterra.

Con la producción finalizada, aún quedaba por delante la mayoría de otro intensísimo trabajo del film, el de postproducción, en el que Rob Marshall colaboró con el equipo de montaje de Claire Simpson [Platoon (Platoon, 1986); El lector (The Reader, 2008)], ganadora de un Oscar, y de Wyatt Smith [Tony Bennet: An American Classic (2006)], nominado al Emmy.

Y de pronto, todos los muchísimos elementos artísticos de la película cobraron unidad como si se tratara de un tejido sin costuras. El productor Platt resume: "Rob exige de todos cuantos le rodean lo mejor que puedan dar. Es tremendamente meticuloso y no pierde detalle. Eso mismo es aplicable a John De Luca y su coreografía, a Dion Beebe y su dirección de fotografía, a John Myhre y sus platós, Colleen Atwood y su vestuario, y Simpson y Smith y su montaje. Y por supuesto, ese sentimiento caló en el reparto. De principio a fin, se produjo esa relación simbiótica en la que a todos nuestros colegas se les pidió que dieran lo máximo, quisieron dar lo máximo, y dieron lo máximo, por que el nivel de la historia así lo requería. Como Guido Contini expresa, nunca se sabe en qué se convertirá una película. Las cámaras, los actores, los diseñadores, los montadores… todos hacen su cometido, pero en realidad la magia se produce cuando exhibes la película ante un público".


La banda sonora
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