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N Napoleón y yo cartel reducidoN Napoleón y yo(N (Io e Napoleone))
Dirigida por Paolo Virzì
¿Qué te parece la película?

La comedia YO Y NAPOLEÓN (N, Io e Napoleone) nos sitúa en la Isla de Elba el año del exilio del emperador -interpretado por el francés Daniel Auteuil ("El Octavo día", "Mi mejor amigo", "Salir del armario", "Conversaciones con mi jardinero")-, cuya estancia revolucionará la apacible vida de los habitantes de la isla, en especial la del joven idealista interpretado por Elio Germano ("Mi hermano es hijo único", "Melissa P.") y su enamorada, la exuberante baronesa Emilia, a quién da vida Monica Bellucci ("Malena", "La pasión de Cristo", "Drácula").


Del artículo de Fabrizio Corallo para Ciak - Octubre de 2005-
Ya hace tiempo que daba vueltas a la idea de contar en una película la época del fervor político juvenil, que en lo que me concierne ha tenido lugar en una época reciente. Aquella exaltación romántica que puede llevar a un joven, aficionado a la buena lectura y de espíritu idealista, a sentirse predestinado a cumplir un gesto heroico, por decirlo en el estilo del poeta Hugo Foscolo, perjudicándose asimismo para beneficiar a la humanidad. El libro de Ferrero, con su narración sobre el destierro a la isla de Elba de Napoleón, ha inspirado tanto a los guionistas como a mí: atribuir este espíritu a un veinteañero de Portoferraio, maestrillo y poeta, que a pesar del entusiasmo colectivo de sus conciudadanos, cultiva una obsesión tiranicida en solitario, alimentada por versos de Foscolo y sinfonías de Beethoven. Una historia contada con una especie de compasión irónica, pero en el fondo también contada con un cierto grado de participación." De este modo explica Paolo Virzì qué le ha inspirado a realizar la primera de sus películas históricas, "N, Napoleón y yo", - interpretada por Daniel Auteuil, Mónica Bellucci y el emergente Elio Germano (que está viajando desde hace un par de meses por la isla de Elba y en la costa toscana y está escenografiada por un magnífico veterano como Furio Scarpelli con su hijo Giacomo, por su habitual colaborador Francesco Bruni y por el mismo director)-. La película está producida por Cattleya con Medusa y coproductores franco/españoles (Babe Films de Fabio Conversi y Alquimia Cinema de Francisco Ramos), e interpretanda también por Valerio Mastandrea, Sabrina Impacciatore, Massimo Ceccherini y Francesca Inaudi.

Una agradable sorpresa por parte de un director que, con sus películas siempre había intentado "robar lo auténtico", en relación al paisaje, los ambientes, los personajes y a contar con autenticidad, ironía y pasión política la contemporaneidad italiana.

En esta ocasión nos ocupamos de un mundo que ya no existe y que por lo tanto hay que reconstruir por completo: escenarios, vestuario, carrozas de caballos, pelotones de la Gran Armée y la humanidad bulliciosa y masacrante del Portoferraio de hace dos siglos.

Pero en esta ocasión también se cuenta como en Vacaciones de Agosto, en forma de comedia, un conflicto político.

Uno encuentra en esta historia la mezcla del idealismo político juvenil de Martino, maestrillo y aspirante a poeta elbano, junto al el desengaño y la malicia de un Bonaparte desterrado y aparentemente derrotado.

Una narración con un espíritu de irreverencia cómica, una vena romántica y una ambición de cuento filosófico que tiene como fondo la Toscana del siglo XIX y que cuenta con personalidades patéticas y veleidosas y una familia común: dos hermanos y una hermana, constantemente en guerra entre ellos, pero que en el fondo se adoran.


¿Cómo se ponen en contacto estos dos personajes tan lejanos?
Napoleón, relegado al exilio en una isla de Elba que se siente valiente y que lo aclama como nuevo Rey, busca un erudito que se ocupe de su biblioteca y que recoja sus memorias. El Alcalde de Portoferraio lo encuentra en el veinteañero, maestrillo y aspirante poeta, Martino Papucci, sin saber que el chico odia al exemperador por haber traicionado los ideales de la Revolución francesa y por haber dirigido hacia la muerte a una generación entera, sobre los campos de batalla de toda Europa, y sueña cada noche con matarlo".

Virzì, en esta nueva película con el alma popular y sofisticada, parece haberse divertido al montar un retrato irónico del Emperador, y con ello, del hombre de "Poder" en general: visto de cerca da un poco de pena, pero también suscita una solapada atracción. "Este Napoleón cansado, en zapatillas, que ha engordado, mal afeitado, en el aburrimiento de su exilio, se divierte conquistando la simpatía del chico, quizás al intuir su hostilidad".

Prosigue el director, que hablando de sus actores, subraya con entusiasmo la interpretación de Daniel Auteuil. "Su talento es fenomenal, Daniel no es sólo el gran actor carismático con la mirada magnética que conocemos, sino también un extraordinario comediante: parece que se divierte como un loco recitando en italiano, con acento còrso, a este tirano debilitado, que se vanagloria, patético, como una especie de estrella del espectáculo que está llegando a su ocaso". Virzì dice que también está impresionado por la divertida autoironía con que Mónica Bellucci afronta su personaje mostrando un ridículo acento umbro. "Mónica interpreta a la amante del joven Martino, la Baronesa Emilia, casada con un decrépito noble borbónico. En estos días está dando vida sobre el plató al divertido retrato de una bellísima mujer ya entrada en años,de carácter aristócrata y paleta, sentimental pero también un poco fresca". Por fin Helio Germano, el actor romano revelado de ¿"Que será de nosotros"?: según el director "es una especie de joven De Niro, lleno de fervor, energía, autenticidad. Un actor con un talento excepcionalmente versátil, capaz de expresar a la vez perfectamente la arrogancia del joven revolucionario y el candor torpe y algo holgazán del intelectual idealista de provincia".

Mónica Bellucci ha aceptado con mucho gusto esta película "sobre todo por el guión: en Italia hoy en día es poco frecuente poder realizar una película histórica con tanto "horizonte", dice la actriz. Virzì me ha gustado mucho ", un director de enorme talento que hace películas preciosas pero que también podría ser actor porque es un verdadero maestro de interpretación, tiene el sentido de la comedia. Me gusta mucho también la Baronesa que interpreto, una mujer de unos cuarenta años, de origen popular, mimada y aburrida que se divierte jugando con los hombres: no se sabe nunca si va en serio o en broma, si está sufriendo o jugando, parece casi que necesite hacer un drama de su existencia para no aburrirse y que se entretenga con las pasiones para sentirse viva.

Hoy es difícil elegir entre las propuestas que te llegan desde el "extranjero", continúa, "pero siempre es un placer volver a Italia y recitar en mi lengua: si hay un proyecto adecuado, con un guión y un director competentes, trato de no perdérmelo. Y también tengo que decir que me da gran satisfacción poder cambiar "piel" pasando de interpretar Maddalena de "The Passion" a esta Baronesa insatisfecha de N ( Me y Napoleón ), a la bruja diabólica de "Los Hermanos Grimm" de Terry Gilliam.


Entrevista a Daniel Auteuil (por Jean Philippe Guérand)

P: ¿Qué le ha inclinado a aceptar el papel tan "denso" de Napoleón?

R: Por encima del personaje en si, lo que me ha animado fundamentalmente ha sido el contexto histórico en el que se desarrolla la historia, es decir el primer destierro de Napoleón a la isla de Elba donde es acogido como héroe de la población. Además, en la película la historia la cuenta un joven con un punto de vista de quien ve al emperador como un mito, una especie de santo legendario y que se mueve debido a un idealismo exacerbado causado por las escenas del emperador que ha podido ver. He amado inmediatamente la idea del director Paolo Virzì que ha decidido mostrar mi personaje en el momento en que desembarca en la isla, sólo como una sombra, un perfil.Más adelante, cuando se cruza con el joven citado anteriormente por primera vez, no lo reconoce y lo confunde con uno de los criados. Este postulado me ha permitido añadir un toque personal y me ha dado un margen de acción más amplio que me ha permitido adueñarme del personaje. También hay que decir que el libro del que se ha sacado la película ha tenido un gran éxito en Italia.


P: ¿Cómo se siente uno interpretando un personaje tan importante y que ya ha sido llevado a la pantalla tantas veces? ¿Cuánto le ha condicionado?

R: Hace seis o siete años, cuando Napoleón volvió a ser un personaje de moda, me ofrecieron este papel en una producción americana que se habría titulado Betsy y que narraba el último amor de Napoleón en Santa Elena. Así, de un día para otro, me sumergí en lecturas sobre Napoleón, incluido el diario de su criado. Al final, la película no se realizó pero para entonces yo ya estaba más que preparado sobre el argumento. También me habían hecho leer el guión de Monsieur N aún antes de que Antoine de Caunes fuera elegido el director. También está Christian Clavier que ha interpretado Napoleón en televisión. Con todo esto quiero decir que se trata indudablemente de un personaje extremadamente cinematográfico y por lo tanto, como actor es fantástico poder contar y tener en cuenta tantas otras interpretaciones anteriores, aunque está claro que no las conozco todas. Sin embargo, quiero remarcar que en ningún momento he tenido la impresión de que se tratara de un personaje sofocante, o molesto. Es más la primera vez que me he puesto su famoso sombrero sobre la cabeza, e inmediatamente me he sentido Napoleón. ¡En el fondo es el hábito el que hace al monje! ¡Interpretar a Napoleón marca de tal forma que desde que grabamo, nadie me ha vuelto a llamar por mi nombre y mi perro se convirtió en el perro de Napoleón!


P: ¿Podemos decir entonces, que en cierto modo, Napoleón está idolatrado como una estrella del Rock?

R: Todo viene de una tergiversación porque los habitantes de la isla de Elba estaban convencidos de que había sido Napoleón el que había elegido la isla y a sus habitantes y cuando llegó, todos estaban de su parte porque se sentían honrados por su elección. Lo que me ha divertido principalmente ha sido interpretar a un hombre que, aún en vida, elaboraba su imagen futura, para dejársela a la población venidera, y que por esto siempre estaba escoltado por una especie de secretario encargado de tomar permanentemente nota de sus proezas y de sus palabras. Era como si actuara continuamente llegando incluso a deleitarse al ser aclamado por la multitud. Digamos que a su modo estaba preparando su propia leyenda, su mito. La película se burla abierta y deliberadamente de este papel de poder. En este Napoleón en particular, hay también referencias explícitas e intencionadas a Silvio Berlusconi, todavía Presidente del Consejo cuando se estaba filmando.


P: ¿Cómo ha afrontado un papel en italiano?

R: Trabajar en una lengua que no es la mía me ha ayudado a desactivar los miedos relativos al personaje en si. De repente, mi concentración ha cambiado de objetivo porque la credibilidad se jugaba todo sobre mi italiano. He trabajado con un profesor dos meses antes de empezar a grabar y luego he memorizado todos los textos siendo consciente de su sentido. Actuar en una lengua extranjera monopoliza las energías y la concentración. Desde este punto de vista, Napoléon et moi, (el título de la película de Virzì en Francia), ha sido una experiencia totalmente diferente de La folie des hommes en la que a Michel Serrault y a mi nos doblaron o de Le prix du désir en que actué en francés con Anna Mouglalis.


P: ¿Cómo ha trabajado con el director Paolo Virzì?

R: En primer lugar, en general en Francia los directores italianos no están muy de moda y ésto es una gran pena. El guión de “N Napoleón y yo” lleva la firma de Scarpelli que, junto a Age, es uno de los mayores autores de la edad de oro de la comedia italiana. Y esto es por si mismo una garantía de calidad. Paolo Virzì puede contar con antepasados ilustres y su talento ya destacó en las películas que ha dirigido anteriormente. Es un óptimo cineasta que goza de gran popularidad en Italia pero que es prácticamente desconocido fuera de ahí, dónde sus películas no se han distribuido nunca o casi nunca, aparte de Caterina va a Paris, hace unos años. Su originalidad como director se debe al hecho de haber nacido en Livorno y de contar historias de su ambiente. Sobre la escena, parecía que estuviera en una comedia marsellesa con estilo de Marcel Pagnol. Paolo Virzì tiene la costumbre de sacar en sus películas personas grabadas por la calle o con las que ha crecido, un método que viene de los orígenes mismos del Neorrealismo. Lo que más he apreciado es que he tenido el tiempo de entrar y salir de mi personaje. Paolo Virzì había hecho unos dibujos, unas caricaturas que me han ayudado muchísimo porque representaban a Napoleón como un personaje que a menudo rayaba en lo ridículo o lo grotesco. Bonaparte tiene clase, pero en el fondo en la isla de Elba estaba exiliado. Por cuánto concierne su aspecto físico, hemos partido desde el principio de que era un hombre acostumbrado a la acción, al movimiento pero que fue engordando porque se aburría.
Para acabar querría decir que espero que el público se encariñe con este Napoleón, porque es una gran película, con un gran director.


Entrevistas sacadas del back stage de la película a cargo de Alessandra Roveda...


Elio Germano

P: ¿Cómo se ha acercado al personaje de Martino?

R: Los pasos han sido los tradicionales: antes de encontrar a Paolo Virzi he estudiado el acento toscano para hacer el casting pero no me he preocupado demasiado de demostrar aspectos técnicos, he pensado más bien, como hago habitualmente, en el corazón del personaje y lo que se quiere comunicar. Me he ido a vivir a la isla de Elba un mes antes de que empezara a grabarse la película para escuchar el modo de hablar y el acento del sitio, buscando en aquellos parajes el espíritu de aquellos tiempos. He suprimido teléfonos móviles y coches, he estado en la biblioteca de Portoferraio para documentarme, he buscado libros que hablaran de la isla y he conocido a muchas personas que han trabajado sobre los textos napoleónicos y que me han ayudado a dar con preciosos documentos de la época. También he entrevistado y grabado a varios ancianos de allí para que me contaran las historias que ellos habían oido contar a sus antepasados. He escuchado su deje, me he informado, he tratado de localizar las imágenes de ese mundo que todavía no había sido invadido por la tecnología en una época en que no había calles que atravesaran la isla, (parece ser que fué precisamente Napoleón quien hizo que las construyeran). He estudiado mejor la historia de aquel período y he encontrado muchas cosas interesantes que no conocía o no recordaba.


P: Todo esto, ¿para llegar a la mayor fidelidad posible?!

R: Nuestra película no tiene la ambición de reconstruir todo fielmente y se distancia de la novela de Ernesto Ferrero en la que está inspirada, que puede que tenga una intención más de “ensayo” : Quizás Virzi ha querido hablar de algo actual, incluso en esa escenografía peculiar. Mientras me informaba durante la fase preparatoria asistía a una escuela de caligrafía para poder hacer creíble mi modo de escribir, he aprendido a escribir con plumilla y tinta sobre papel de pergamino y con una caligrafía diferente de la mía, y en un momento dado he empezado a colaborar con el departamento de escenografía para realizar yo mismo las inserciones de textos de la época que luego saldrían en el encuadre de diversas escenas. Por fin, he aprendido a montar a caballo, porque en su época, Martino se movió por la isla encima de un asno, como haría hoy un chico en ciclomotor.


P: ¿Cómo se ha sentido con este personaje?

R: Me gusta mucho su pasión política impetuosa, un aspecto con el que me identifico mucho. Yo también he vivido momentos difíciles porque no me haberme callado por defender mis ideas, por encima de las conveniencias del momento


P: ¿Qué relación se ha creado con Paolo Virzì?

R: Antes de grabar hemos hecho ensayos, simplemente sentados, donde Paolo nos ha dado los actores una orientación manteniendo el hilo conductor como ha hecho luego en escena. En el plató enseguida hemos entrado en un clima que nos ha dado seguridad profesional y humana, y no ha habido momentos de crisis divagando, como a veces sucede. El mérito ha sido de los departamentos técnicos que han organizado todo perfectamente, y sobre todo Virzì porque el director es el espejo del clima de una película.

Paolo es uno de nuestros mejores directores, uno de los pocos capaces de renovar nuestra gran tradición italiana que el cine está perdiendo al tratar a veces de imitar algo que no nos representa. En un primer momento creí que él quería dar vida a una reconstrucción espectacular de la época, "a la americana" pero en cambio "N” Napoleón y Yo, en el fondo se parece a sus otras películas, aunque la ambientación sea de hace casi dos siglos. Virzì ha tenido claro inmediatamente el cuadro general, es como un pintor que dibuja una sola línea pero conoce bien el proyecto de un gran fresco. Otro aspecto muy bonito del trabajo de Paolo para mí, es que no se ha dejado llevar por querer demostrar que sabe hacer una película histórica, ha mantenido sus ganas de divertirse sacando, tanto de los actores, como de los intérpretes no profesionales, un trabajo personal y visceral, muy italiano. Este estilo forma parte de la gran tradición italiana de la comedia: mezcla amargura, con risotadas, el querer divertirse aunque se está haciendo una película profunda y polémica en contexto de implicación civil.

Descubrir que hay personas como Paolo Virzì es algo que te conforta, que te perimite darte cuenta de que todavía existe el cine bien hecho y bien producido


P: ¿Qué relación se ha creado con Auteuil?

R: Para mí él es un ídolo. Antes de conocerlo personalmente, le han precedido sus películas, y mi infinita admiración hacia él. Mi personaje, Martino, tenía que odiar a Napoleón inmediatamente y por eso mantuvimos una cierta distancia entre nosotros desde el primer día. Luego, tras haber filmado las escenas más laboriosas, ya establecimos una gran relación.

Daniel es un auténtico "monstruo sagrado", pero se ha dejado impregnar por la película sin ningun miedo: sería lógico que un francés que interpreta a Napoleón tuviera una especie de miedo reverencial, pero él no se ha preocupado por parecerse al original en absoluto, ha preferido zambullirse por completo y se ha vuelto, paradójicamente, mucho más vivo y más verdadero que el Napoleón de las descripciones oficiales. Sobre el plató, se comportó como Napoleón, jugó con el personaje divirtiendose y divirtiendo a todos, se notaba que adoraba este proyecto y que estaba muy satisfecho.


P: ¿Cómo se ha encontrado con los demás actores y con el equipo?

R: El equipo contaba con algunos de los mejores profesionales italianos en cada departamento (Maurizio Millenotti Francesco Frigeri, Alessandro Pesci). Me he encontrado en una situación ideal gracias a la gran profesionalidad y la humanidad de todos: es la película más compleja en la que jamás haya participado. Sobre el plató había una serenidad insólita: Virzì ha querido elegir personas que tuvieran una humanidad fuerte y que estuvieran lejanas del clichè del actor. Todos los intérpretes tenían en común un agradable espíritu de colaboración. Ha sido una experiencia con mucha implicación, donde los actores no se hacían competencia, algo que suele estar al orden del día en las películas de grandes dimensiones.


P: ¿Qué relación se ha creado con Mónica Bellucci?

R: Al principio la imaginaba muy diferente, cuando te relacionas con personajes célebres como ella lo primero que esperas es a los guardaespaldas, pero en cambio Mónica se ha mostrado como una mujer viva y auténtica como alguien de mi edad que está empezando. Cuando filmábamos, el plató estaba lleno de gente que quería verla y fotografiarla, pero ella mantuvo con las personas con quienes trabajaba una gran disponibilidad para jugar y arriesgar: ha aceptado hacer un papel en el que podía tomarse el pelo con autoironía y esto es una virtud que sólo tienen las personas inteligentes.


Mónica Bellucci

P: ¿Qué le ha inclinado a aceptar esta película?

R: Ante todo me ha gustado muchísimo el guión que un maestro de la comedia como Furio Scarpelli, el hijo Giacomo, Francesco Bruni y el mismo Virzì, han sacado del libro de Ernesto Ferrero. Pero a un guión sólido siempre le hace falta un director que sepa darle vida y yo me he sentido enseguida en buenas manos con Paolo, un autor de gran talento que estimo mucho, entre los mejores que hay en Italia. Nos conocimos hace tiempo para un proyecto que luego no se realizó y quedamos de en trabajar juntos pronto: sabía que Paolo tenía el sentido de la comedia y lo sensible y delicado que era usando la ironía pero he descubierto que podría ser muy buen actor también porque es un gran maestro de interpretación: ama a los actores y los respeta. Generalmente decido rodar una película si me gustan el guión y el director, sólo me apetece trabajar con gente que aprecio y con quien se puede colaborar realmente sobre plató. Hacer una película es muy laborioso, te despiertas por la mañana a las 5 y tienes que darlo todo y a estas alturas de la vida, ya no me apetece perder el tiempo con gente que está aburrida y que ficha de malas ganas. Desde que ha nacido mi hija considero cad vez más que el tiempo que dedico al trabajo es tiempo que le quito a ella. Tiene que valer la pena de verdad, y Virzì es una gran persona con la que tenía ganas de compartir algo.


P: ¿Cómo se ha encontrado con el personaje que interpreta?

R: Me gusta mucho esta Baronesa Emilia, de cuarenta años con un marido borbónico viejo. Ha aprendido a dirigirse a la servidumbre en francés pero cuando se suelta le sale su verdadera naturaleza de pueblerina del sitio, con ganas de disfrutar de todo e infantil, caprichosa y fresca, pero simpática. Siente que ya está yendo hacia el ocaso, intuye que su historia de amor con el joven Martino, del que está locamente enamorada, se podría acabar en cualquier momento y vive con él una relación atormentada, ridícula por la diferencia de edad. Es una mujer mimada que se aburre y que juega un poco con los hombres. Es un personaje que no sólo me ha divertido porque podía jugar con mi verdadero acento umbro sino porque es una mujer a la nada le importa, que sabe bien hasta qué punto su poder está ligaodo a su aspecto físico. Es una niña un poco fresca, con una marcada malicia popular: aunque sea superficial es muy fuerte, es ella la que dirige el juego. Para interpretarla me he inspirado en personas que conozco: a menudo pienso que las mujeres de este tipo tienen la vida más fácil, porque, como los gatos, siempre caen de pie y elaboran su estrategia de supervivencia. Emilia es una desgraciada, más bien peligrosa, que me resulta simpática. Aunque no se parece a mí, tendría una vida mucho más fácil si no tuviera escrúpulos!


P: ¿Satisfecha después de haber visto la película terminada?

R: Me siento muy feliz, creo que es un acontecimiento poco frecuente el poder realizar en Italia una película histórica que dispone de grandes medios y ricos resultados visualmente, a pesar de no contar con un presupuesto de colosal. Virzì ha sido capaz de dar vida a una comedia con tonos amargos a la que se le pueden dar más interpretaciones, por ejemplo la génesis del amor por el poder, del amor hacia el tirano y de la adoración del pueblo. Creo que se trata de una película culta con múltiples significados: quien quiera puede leerlos todos, quién no quiera podrá disfrutar simplemente del espectáculo y entretenerse. Me he divertido más mirando a los otros que a mí misma, he encontrado a todos los actores muy buenos empezando por Elio Germano, pero Daniel Auteuil se ha superado a sí mismo actuando en italiano en directo y dando consecuente atractivo a un hombre de poder al que se le debería odiar pero que se revela fascinante: es un hombre en decadencia que pierde el pelo y engorda pero no pierde nada de su encanto. Me ha gustado y me ha sorprendido el ánimo con que Daniel se ha lanzado a este proyecto difícil para él y para su imagen de intérprete. A veces los grandes actores van a lo seguro a la hora de elegir pero él ha tenido ganas de meterse en juego sin dudarlo, quizás porque se ha sentido respetado como actor gracias al amor que Virzì tenía por la película. Pero no sé cuántos franceses estarán contentos al verlo desmitificar así una figura monumental como Napoleón.


Francesca Inaudi

P: ¿Cómo se ha acercado a su personaje?

R: He nacido en Siena, tengo la suerte de haber tenido siempre una dicción nítida pero ésta ha sido la primera ocasión en la que he podido interpretar en mi lengua. Virzì se había fijado en mí en un cortometraje y me buscó para hacerme una prueba. Me ha gustado todo de Mirella, quizás sea el personaje que más he amado entre los que he interpretado hasta ahora. Es imposible no adorar a esta chica torpe y secretamente enamorada de un muchacho descarado que ni la ve. Parte de mi corazón se ha quedado en ella, era tan tierna y estaba tan fuera de su sitio que me daban ganas de abrazarla. Es imposible no quererla!


P: ¿En Mirella hay algo suyo?

R: Inevitablemente en cada personaje pones algo de ti, pero tienes que encontrar dentro de tí lo que le pertenece. En este caso han salido algunos aspectos míos que ni sabía que tenía, lo bonito de nuestra profesión es dar vida a alguien diferente de ti y hallar en esa diversidad algo tuyo. Puede que yo no sea torpe como Mirella, pero en ella hay un sentimiento fuera de lugar que a veces yo lo siento en la vida. Quizás haya sido la primera vez en que he tenido una atención menor hacia los detalles técnicos: normalmente estoy muy atenta a los movimientos, miro las señales que hay en el suelo, busco la cámara con la mirada pero aquí por primera vez me olvidé de ello, totalmente absorta en la interpretación. Ésto puede ser una buena señal porque si hay algo que no me permite tener todo bajo control quiere decir que hay algo diferente que está saliendo, espontáneo y fuerte.


P: ¿Cómo se ha encontrado con Paolo Virzì?

R: Paolo me ha dejado libertad de acción y creatividad, él ayuda mucho a todos con su alegría, tiene una capacidad especial para mantener una atmósfera serena sobre el plató cuando hay problemas y esto el actor lo percibe. Nunca ejerce poder porque sí, no necesita gritar, tiene claro lo que quiere hacer y te pone en las mejores condiciones para actuar. Te transmite ligereza y benevolencia hacia los personajes que describe y esto se siente y alienta, hay una mirada irónica-cariñosa un poco irreverente pero es él, que realmente es así, no es una actitud construida.


P: Una experiencia insólita pero satisfactoria para usted

R: Estoy entusiasmada, me he sentido muy a gusto, en mi primera película histórica. Siempre he soñado con el estilo Imperio con los vestidos exageradamente femeninos que exaltaban los puntos más importantes y disimulaban eventuales defectos. Me ha gustado mucho el hecho de que a cada personaje se le haya asignado algo un poco ridículo que es típico de la vida, todos lo somos a veces, aunque sea involuntariamente, pero todo en su justa medida, no se trata de caricaturas de personajes históricos y pienso sobre todo en el bonito trabajo hecho con Daniel Auteuil sobre la vanidad de un hombre en declive. Creo que Auteuil sea junto a Depardieu el mejor actor europeo de hoy en día, siempre lo he adorado. No he tenido la oportunidad de estar en ninguna escena con él y esto es lo único que siento. Cuando me lo encontré por primera vez ha fue una bella situación, habría querido enumerarle todas las películas que me habían gustado pero sólo le pude decir tartamudeando "Yo… le adoro". Una expresión del s. XIX! Pero me salió así y cuando me contestó "yo también", me puse roja.


Sabrina Impacciatore

P: ¿Cómo se ha preparado su papel?

R: Desde siempre había querido trabajar con Virzi, estaba particularmente motivada y cuanto me llamaron para hacer el casting, me preparé para interpretarlo con acento livornés con la ayuda de un amigo toscano que me enseñó dicción. Al día siguiente por la mañana en la audición estaba tan nerviosa como si fuera un examen, pero salió bien: Virzì se quedó satisfecho del acento cuando interpreté para él varias escenas y mi papel fue madurando con la ayuda de unas grabaciones de frases de Diamantina, que él mismo grabó con su voz y acento livonese.

Además Paolo hizo muchos dibujos imaginando cómo debía ser mi Diamantina: con el pelo, el tipo de carácter y estudiando las características con el sastre Maurizio Millenotti. Esto me ayudó mucho en la parte física y en la postura de un personaje casi monjil, mortificado por el vestido y la sensualidad, una mujer que tiene que ser comprimida y reprimida físicamente: es una verdadera solterona hasta que no se empareja con Ceccherini, aunque no es que después cambie mucho!


P: ¿Y luego, una vez que se ha encontrado sobre el plató?

R: Cuándo trabajo no logro imaginarme desde fuera y al principio me moría de inseguridad. He grabado mi primera escena, la primera escena junto a Mónica Bellucci y hubiera querido morirme, junto a ella me sentía fea y mortificada, me veía monstruosa y pensaba que no sobreviviría o a esta experiencia. Luego he descubierto, favorablemente que salía algo completamente distinto, algo imprevisto, y desde ese momento me he olvidado de cómo era físicamente y es más, he encontrado una extrema felicidad, he tenido ganas de jugar hasta el final y me he divertido muchísimo.

Virzì sabe siempre lo que quiere y lo que busca de modo que transmite una total tranquilidad, te hace sentir en buenas manos. Escuchar su típica carcajada que reina soberana sobre el plató crea un clima de gran armonía: es tan raro vivir una atmósfera sin negatividad donde hay siempre cabida al buen humor y al juego y ésto crea una alquimia especial que es muy importante en una película con sabor a comedia, aunque en parte, seria y dramática. Eramos casi todos jóvenes, cada noche íbamos todos juntos a cenar después de haber grabado, había tanto dentro como fuera del plató una atmósfera estupenda de constante división. Mientras segraba una película, se vive en una especie de burbuja dónde se crea afecto, complicidad, juego y luego cuando todo se ha acabado sientes nostalgia durante bastante tiempo. Son experiencias que dejan una gran huella en las personas, te crean una gran relación de complicidad y afecto.


P: ¿Qué le ha gustado de su personaje y qué dificultades ha tenido?

R: Después de la primera acción me he enamorado por completo del personaje, me he metido en su piel con pasión y todavía pienso en ella con gran cariño. Diamantina se defiende con mucha agresividad, es una persona que se siente sola, que ha renunciado a su vida para dedicarse completamente a los hermanos y esto le pesa, querría que le fuera reconocido. Es como si ella se sintiera en deuda afectiva continuamente. Ha invertido mucho, ha renunciado a su vida, ha llegado a su edad sin haberse casado y se ha cerrado al el mundo. Además, se ha cargado el peso de ser ser la madre y el padre de los dos hermanos, sus figuras masculinas de referencia, con los que ha convivido siempre. Ella habría querido que la mimaran y la quisieran, haciendola sentir indispensable. Hecha de menos no haber podido elegir libremente, ostenta desprecio hacia los hombres y trata fatal al únicoque le pretende: Cosme Bartolini, interpretado por un insólito romántico Ceccherin.


P: ¿Cómo se ha encontrado sobre el plató?

R: Fue todo más sugestivo de lo habitual, se preocuparon de todos los detalles de las reconstrucciones y del vestuario hasta crear a la perfección una realidad de otros tiempos, en la que era muy fácil sumergirse. Se percibía una fuerte motivación te llegaba al corazón y te hacía trabajar bien.


P: ¿Cómo se ha encontrado con los otros actores?

R: Ya conocía a Mónica Bellucci, pero en esta ocasión me ha impactado por su disponibilidad y generosidad, además de su simpatía irresistible. Es una persona con un maravilloso sentido del humor, es imposible no enamorarse de ella. Tanto Francesca Inaudi como yo, hemos conectado con ella enseguida.

Francesca ha sido mi compañera de andaduras, con quien he pasado el tiempo libre, sobretodo dándonos grandes atracones de pescadito frito. Por fin he encontrado una amiga con quien compartir la pasión por la comida!

También ha nacido una bonita relación con Massimo Ceccherini, una persona a la que me he unido mucho sobre el plató. Ha sido un gran descubrimiento: en su indisciplina tiene un gran amor hacia su profesión, un inmenso talento y una inmensa sensibilidad. Helio Germano es el mejor intérprete de su generación, un monstruo de habilidad, uno de los pocos actores italianos capaz de imponerse también en el extranjero. Antes de cada toma gritaba divertidamente para animarse: "Napoleón pedazo de mierda!" y un segundo después era capaz de alcanzar en escena una intensidad te daba escalofríos. Valerio Mastandrea, me ha sorprendido con su toscano perfecto y con su huraña ironía: somos amigos desde hace mucho tiempo, somos como de la familia nos picamos continuamente, pero nos queremos.


Valerio Mastandrea

P: ¿Cómo le llegó a escoger Virzì?

R: Paolo y yo nos conocíamos desde hace tiempo pero no habíamos trabajado nunca juntos. Como yo soy romano a nadie se le iba a ocurrir fácilmente pensar en mí para el reparto de esta película y entonces le preparé una broma llamándolo por teléfono con acento toscano y fingiendo ser un periodista de "La Nazione" que quería entrevistarlo. Él no se dió cuenta de nada durante un buen rato y cuando me reconoció decidió hacerme una prueba.


P: ¿Cómo se ha encontrado interpretando a su personaje?

R: Ferrante es un hombre pragmático, que las vicisitudes de la historia transforman en una especie de literato versátil. En la película cada personaje tiene que cumplir una fase de toma de conciencia: en mi caso, Ferrante vuelve cambiado por su viaje. También en Elio Germano, con su talento formidable donó a su Martino su propia pasión juvenil.


P: ¿Cómo se ha encontrado sobre el plató?

R: Virzì me ha impresionado por cómo dirige, por el amor que irradia por cada personaje, incluso por los que pronuncian un sola frase, y por cómo disfruta sobre el plató. Me gusta pensar que es el director más cercano a esa comedia noble de la que tanto se habla y que hoy es imposible volverla a hacer porque han cambiado muchas cosas. Me he dado cuenta de ello sobre la marcha: mientras en las películas de bajo coste, más improvisadas, y en las operas primas hay tensión y te sientes al descubierto, en este caso me he sentido protegido, me he sentido un actor, me he podido concentrar en eso y ha sido un gran trabajo.

En un contexto como ese además, para mí no ha sido "una" película sino "la" película. Cine de verdad, dónde puedes recrearte gracias a una reconstrucción rigurosa y dónde te sientes de forma que puedes actuar maximizando tus posibilidades y deseando que no termine jamás. Esa forma de trabajar ha hecho de la película un éxito.