La película está basada en datos históricos extraídos del best-seller Oh Jerusalén, escrito por Larry Collins y Dominique Lapierre.
Conversación con el escritor Dominique Lapierre y el director/co-guionista Elie Chouraqui
Dominique Lapierre, su libro Oh Jerusalén se convirtió en un fenómeno en todo el mundo y en un libro de referencia sobre la creación del Estado de Israel. ¿Qué le llevó a plantearse escribir este retrato histórico junto a su amigo Larry Collins?
Dominique Lapierre: El destino de Palestina en 1948 es una página esencial en la historia contemporánea. Para empezar, hay un choque emocional en nuestro descubrimiento de Jerusalén, una ciudad única en el mundo donde realmente tienes la sensación de estar más cerca de Dios y del Cielo. Desde lo alto del Monte de los Olivos, hay unas vistas inolvidables de la Ciudad Vieja de Jerusalén, donde durante miles de años las campanas de las iglesias repicaban a la hora del Angelus, donde los muecines de las mezquitas llamaban a la oración y donde las canciones lastimeras de los shofares de las sinagogas anuncian el inicio del Sabbath. ¡Cuántos sacrificios se han hecho en nombre de Dios en esta ciudad a lo largo de su historia! De aquí vino la idea de contar la historia de la influencia espiritual y el papel estratégico de esta ciudad y cómo se creó el Estado de Israel en 1948, además de cómo y por qué empezó el conflicto entre árabes y judíos, un conflicto que continúa hasta el día de hoy.
Elie Chouraqui, ¿cuándo leyó Oh Jerusalén?
Elie Chouraqui: Cuando tenía 25 años, un par de años después de su publicación en 1971. Me sedujo el enfoque del libro para contar esta gran historia, un enfoque humano. Por una vez, en este tipo de historia, la narración histórica, vivimos el conflicto de una forma muy cercana a los personajes. Hombres, mujeres, - judíos, árabes, cristianos o de cualquier otra religión - podíamos meternos en la piel de los personajes, en sus mentes, en sus cuerpos, en sus corazones. Y luego estaba Jerusalén. Siento una mezcla de afecto, fascinación y miedo hacia esta ciudad. Cuando era niño, durante el Passover, mi abuelo y luego mi padre acababan las oraciones diciendo "El año que viene, en Jerusalén". Para un niño pequeño era un gran misterio ese deseo que se repetía año tras año. ¿Qué ciudad era esa? ¿Por qué las personas cercanas a mí deseaban tan fervientemente vivir dentro de sus murallas? Entonces descubrí Jerusalén, sus olores, sus ruidos, los sonidos que evocaba Dominique, estas caras, esta mezcla de idiomas. Fue el día después de la Guerra del Yom Kippur. Yo era un joven asistente de realización y había conseguido rodar una película sobre el fin de la guerra. Los censores nos prohibieron sacar la película del territorio. Tuve que quedarme diez días en Jerusalén, llevando en mis brazos las bobinas de la película. Viví una experiencia humana excepcional. Fantasmas, sueños hechos realidad; estaban plasmados en estas historias.
Muchos de sus libros han sido adaptados al cine, pero nadie se había atrevido con Oh Jerusalén.
Dominique Lapierre: Larry y yo llevábamos 40 años deseándolo. Muchos directores intentaron hacer una adaptación, pero el contexto político les desanimó. El gran número de guiones que se desarrollaron a partir de este proyecto ocupan más de tres metros en mis archivos. Llevé a Costa-Gavras y a George Simenon a visitar Jerusalén para que percibieran desde dentro el carácter apasionado de esta historia. Volvieron sobrecogidos. Un año después, Costa-Gavras se dio cuenta de que no podía hacer una película imparcial sobre el tema. El guionista John Briley, que acababa de escribir Gandhi para Richard Attenborough, el director William Friedkin y otros también se aventuraron con el proyecto, pero lo abandonaron al encontrarse frente a un tema que seguía de rabiosa actualidad. Esperábamos a Elie, y él fue capaz de dar forma al proyecto.
¿Qué le llevó a aceptar este reto?
Elie Chouraqui: Hay algunos encuentros cruciales en la vida de un hombre que no pueden pasarse por alto. No debemos olvidarlos. Cuando Andre Djaoui, el propietario de los derechos del libro, me llamó después de ver Las flores de Harrison, enseguida tuve la sensación de que era necesario que Oh Jerusalén se convirtiera en una película. Por miles de razones intelectuales, humanas y políticas, la película tenía que rodarse enseguida. "¡Aquí y ahora!" Yo ya estaba inmerso en la preparación de otro proyecto y tuve que dejarlo todo. Todos sufrimos el conflicto árabe-israelí, el cual, durante muchos años, ha enfrentado a dos pueblos que fueron creados para convivir. Tenía claro que era un reto considerable. De hecho, el tema es grave y peligroso. Sin embargo, a mí me parecía, y ahora estoy convencido de ello, que al explicar y mostrar con imágenes las raíces del mal, el porqué y el cómo de este conflicto, estamos dando una herramienta a aquellos que luchan por la paz.
El libro relata las angustiosas horas, empapadas de sangre y lágrimas, que acompañaron a la creación del Estado de Israel y al destino de Palestina. En él abundan historias de dramas y actos heroicos apasionados. Un tema tan amplio hace que sea necesario condensar la narración. ¿Cómo quería dar unidad a la narrativa?
Elie Chouraqui: Intenté partir del propio libro y de los hechos en los que está basado. De hecho, y esto fue lo que me llamó la atención del libro, todas las historias recogidas por Dominique y Larry, ya sean violentas o emotivas, nos llevan a la misma pregunta: ¿Por qué? Quería entender, explicar este porqué. Elegí representar a estos dos pueblos, los árabes y los judíos, a través de la historia de dos hombres. Bobby Goldman, un joven judío askenazí de Nueva York, fue uno de los primeros soldados de las tropas aliadas que entró en los campos de concentración nazis. Al descubrir a los muertos y a los supervivientes "fantasmas" del horror, sufrió un terrible trauma, un símbolo del trauma que afectó a todos los países del mundo, una mezcla de culpabilidad y angustia. Tras la guerra, conoce en Nueva York a Saïd Chahin, un joven árabe de Jerusalén, sobrino de Andel Kader el-Husseini, un gran líder palestino. Saïd está estudiando derecho. Se hacen amigos de inmediato, algo "natural", ya que son un árabe y un judío
Pronto se hacen inseparables. Los acontecimientos posteriores los convierten en enemigos. En Nueva York, en la atmósfera despreocupada surgida a finales de la Segunda Guerra Mundial, se hacen amigos. En Palestina, inmersos una vez más en la situación de Oriente Medio, vuelven a verse las caras. Bobby y Saïd representan la relación entre las dos naciones. Amigos enemigos. Nutrí a los personajes con los testimonios recogidos por Dominique y Larry.
Oh Jerusalén, el título del libro y también de la película, hace referencia a las tres religiones - judía, musulmana y cristiana - que rinden culto a la Ciudad Santa. ¿Por qué este minúsculo territorio desata tanto odio y pasión a partes iguales?
Dominique Lapierre: ¿Qué otra ciudad del mundo reúne tantos lugares históricos y religiosos? Para los cristianos, el Santo Sepulcro representa el Gólgota, donde Jesús murió en la cruz. Para los judíos, el Muro de las Lamentaciones, el único vestigio del Antiguo Templo de Herodes, es el lugar más sagrado del judaísmo. Para los musulmanes, Jerusalén es la tercera ciudad del Islam. El profeta Mahoma ascendió a los cielos desde la Explanada de las Mezquitas a lomos de una yegua blanca. Es más, todos estos lugares están separados por sólo unos cientos de metros. Hay en este lugar una mezcla sorprendente de fe, amor, pasión y violencia.
Elie Chouraqui: "Si Dios no está aquí, no está en ninguna parte", le dice Saïd a Bobby mientras contemplan la ciudad.
Dominique Lapierre: Estamos en una tierra histórica dotada de una dimensión divina. Si a mí, que fui un niño de la guerra, me hubieran preguntado en 1942 si Alemania y Francia podrían reconciliarse después de los ríos de sangre que habían corrido entre los dos países, hubiera dicho: "¡Jamás!" Y sin embargo
Francia y Alemania fueron capaces de confraternizar, porque ninguna autoridad divina había prometido Alsacia o Lorena a ninguno de estos dos países. Pero aquí nos encontramos con dos pueblos que creen que han recibido esta tierra de manos de Dios. Estamos en una dimensión histórico-religiosa. Esta dimensión divina lo complica todo sobremanera y quizá hace que sea imposible resolver este conflicto.
Más allá de su dimensión espectacular, la película se toma su tiempo para mostrar algunos momentos conmovedores, como la emoción de Bobby cuando encuentra un Corán en el bolsillo de Abdel Kader el-Husseini, el líder de los combatientes árabes muerto en combate.
Dominique Lapierre: Esa historia ocurrió de verdad. Durante nuestra investigación, que tuvo lugar varios años antes de escribir el libro, encontramos a la viuda de Andel Kader el-Husseini en El Cairo. Fue ella la que colocó el pequeño Corán en el bolsillo de la camisa de su marido diciéndole: "Te protegerá, será tu talismán". Tanto en la película como en el libro, todos los detalles son rigurosamente exactos.
¿Dónde rodaron la película y cuáles fueron las mayores dificultades a la hora de recrear los acontecimientos?
Elie Chouraqui: La película y el rodaje estuvieron plagados de adversidades, pero todas las dificultades con las que nos topamos acabaron trasmitiendo una fuerza especial a la película. Fue imposible rodar en Jerusalén, en Israel o en cualquier país árabe por motivos de seguridad, como se puede imaginar. A pesar de los contactos y del apoyo que tuvimos al más alto nivel, ninguna aseguradora quería cubrirnos. Sin embargo, yo había ido a buscar localizaciones a los mismos lugares donde se desarrolla la acción y había conocido a muchos testigos, como el cura que presenció la batalla de Latroun. Yo ya no sabía qué hacer, hasta que un decorador israelí un hombre de unos 70 años que había vivido el conflicto me aconsejó ir a Rodas. La antigua ciudad había sido construida siguiendo los principios de Jerusalén, además de que a Rodas se la llama "la pequeña Jerusalén". La isla de Rodas se parece a la Palestina de la época. Todo permanecía intacto. Reconstruimos Jerusalén tal y como era en 1948.
Dominique Lapierre: Me preocupaba el aspecto que tendría Jerusalén, pero gracias al gran trabajo técnico y a los efectos especiales, todas las reconstrucciones fueron excepcionalmente fieles al original. No hay ningún lugar en la película del que pueda decir: esto no es así en la vida real. También me impresionaron las escenas en las que aparecen las figuras históricas del conflicto: Ben Gurion, Golda Meir y Abdel Kader el-Husseini. Este último se convirtió en una auténtica leyenda de la causa palestina.
Elie Chouraqui: Cuando conocí por primera vez a Ian Holm y Tovah Feldshuh, que interpretan a Ben Gurion y Golda Meir respectivamente, me dije: "Por favor, espero que digan que sí". Se hizo evidente que con su talento, presencia y carisma, interpretarían a la perfección a estas figuras ilustres. Tardé más de un año en escoger al reparto. Me reuní con actores en Los Angeles, Nueva York, San Francisco, Jerusalén, Tel Aviv, Marruecos y Francia. El actor que interpreta al soberano de Jordania había conocido al Rey Abdullah cuando era un niño. Peter Polycarpou, el actor griego que interpreta a Abdel Kader el-Husseini se parece físicamente a su personaje. En vez de agenciarme una gran estrella, preferí darle el papel de Bobby Goldman a JJ Feild, un joven actor que creo que dará mucho que hablar en los próximos años. Aporta una gran credibilidad a su personaje. Siempre he encontrado el trabajo de Saïd Taghmaoui absolutamente extraordinario. Su ternura desesperada le da fuerza, con un lado duro y otro sobrecogedor. Mientras escribía el personaje de David Levin, que básicamente es una mezcla entre Isaac Rabin y muchos otros líderes jóvenes de la época, inmediatamente pensé en Patrick Cruel, por su autoridad y su presencia en escena. Para mí era importante que en la película estuvieran presentes todos los acentos de la Diáspora de los judíos que se fueron a Israel. En el caso de los árabes, elegí a aquellos que hablaban con acento egipcio, árabe, jordano
para ser fieles a la realidad.
¿Qué criterios siguieron para elegir los documentos en blanco y negro de la época que se introducen en la narración de la acción, que está rodada en color?
Elie Chouraqui: Una vez más, me guié por mi compromiso con la verdad. En la secuencia en la que Ben Gurion proclama el Estado de Israel, en los documentos de ese periodo vemos desfilar a los ejércitos jordano e iraquí. El procesado de las imágenes se llevó a cabo cuando yo trabajaba en las imágenes en blanco y negro y en color, para que los documentos se incorporasen a la narración pero a la vez permitieran la fluidez de la historia. Hice lo mismo durante ciertas escenas que muestran la retirada de los británicos.
El libro acaba con la invocación del Salmo de David: "Desead la paz a Jerusalén. Haya paz dentro de tus muros, y seguridad en tus palacios".
Dominique Lapierre: Esa es una de las frases más hermosas que uno puede imaginar para la ciudad de Jerusalén, para este país, para este pueblo. Además, es una frase histórica. La película aporta una visión positiva, sin ser parcial, sin escoger un bando. ¡Bendito Elie por haber trabajado por la paz!
Elie Chouraqui: La escena final de la reconciliación durante el alto al fuego ocurrió realmente. Los árabes dieron de comer a los judíos y les cuidaron. Hubo un momento de remisión. Todo lo que hacía falta era un pequeño soplo de esperanza para que estos dos pueblos pudieran más acercarse una vez. Unos cuantos hombres, unas cuantas naciones pusieron toda su energía para conseguir la paz.