Declaraciones del director
Como hago muchas veces, al terminar Mil Años de Oración, decidí parejarla con una producción independiente que rozara el bajo coste. Ya lo había hecho con Cómete una Taza de Café y Life is Cheap, igual que con Smoke y Blue in the Face. The Princess of Nebraska será, por tanto, la pareja de Mil Años de Oración.
Unos cuantos momentos concretos me impulsaron a hacerla. Siempre me había intrigado la historia de Yiyun Li sobre una joven china que viaja a los Estados Unidos y ha de enfrentarse sola a la decisión de si tener un niño o abortar. Pero quería cambiar un poco el enfoque para lograr que Sasha se convirtiera en el ejemplo más común de la nueva China, una integrante de esa generación joven, desenvuelta e intrépida.
Aunque nacidas ambas en Pekín, los más de quince años de diferencia entre las protagonistas de Mil Años de Oración y The Princess of Nebraska no podían hacerlas más diferentes. Yilan, el personaje de Mil Años de Oración lleva el bagaje de la represión familiar y la historia cultural. Sasha, sin embargo, carece de toda esa carga: no tiene historia, ni guía moral, ni espiritualidad o religión. Más bien, al contrario. Nada hay que le imponga un freno. Y eso es lo que me atrajo de esta historia.
Wayne Wang
Notas de producción
En Febrero de 2007, Wayne Wang regresó a San Francisco tras el rodaje de Mil Años de Oración, una película basada en un relato corto de Yiyun Li sobre un padre y una hija que se han convertido en desconocidos como consecuencia de la censura de la Revolución Cultural de Mao. Mientras Wayne pensaba en proyectos posteriores, escuchó relatos de más víctimas comunes del legado de la China de Mao: una población de jóvenes adultos chinos que ignoraba su propia historia, veinteañeros que no sabían nada del hombre que intentó detener un tanque en la Plaza de Tiananmen en 1989. Wang recordaba otro relato de Yiyun, La Princesa de Nebraska, en el que una joven china camina por las calles de Chicago considerando si debía abortar del bebé del que estaba embarazada. Wayne se dejó atraer por el potencial de la historia para proporcionar una perspectiva muy personal de una cuestión cada vez más importante en el mundo: ¿cómo es la joven generación de la nueva China?
En Occidente, dice Wayne Wang, se tiene una noción muy establecida de la mujer china del siglo XXI. Se podría pensar en la Gong Li retro de La Linterna Roja: fría, calculadora e incómodamente cercana al estereotipo de Lady Dragón; o en los personajes encarnados por Ziyi Zhang en Tigre y Dragón y La Casa de las Dagas Voladoras, una experta en artes marciales silenciosa y veloz como el rayo; o, más recientemente, en Maggie Q, la actriz de nacionalidad vietnamita-estadounidense que ha intervenido en Misión Imposible III y La Jungla 4.0, el paradigma de la agente y hacker exótica e inteligente. Sin embargo, en los últimos años, Wang ha venido observando un cambio importante en las jóvenes que llegan desde China. Una combinación de trabajo de investigación, a través del cual conoció a un buen número de recién llegadas, y del proceso de casting confirmó sus hipótesis: la mujer china moderna que acaba de salir de la adolescencia es un ser único, libre de ataduras morales, religiosas e históricas. Desligada del pasado de su país, recorre el mundo en busca de lo mejor para ella, ya sea material o de otro tipo. Sus hermanas mayores llevan cicatrices de la Revolución Cultural y del pasado comunista, pero la mujer china del siglo XXI es tremendamente libre. Su mundo supuestamente comunista está dominado por aspiraciones capitalistas y ella tiene un sentido muy claro de su propio valor dentro del sistema. Ya no es el ideal confuciano de la hija, esposa y madre. Es una rara avis: un preciado bien consciente de su valía.
Wang comenzó las conversaciones con el guionista novel Michael Ray sobre la forma de modernizar a Sasha, para transformarla de una niña de la Revolución Cultural a una hija de la nueva China capitalista, trasladarla a la estación de tren china de San Francisco y mostrar los largos antecedentes de la narrativa original de Yiyun con nuevos personajes en la presente adaptación. Sasha y sus coetáneos, parte de una generación que creció con los reality show de televisión, la mensajería instantánea y YouTube, son cronistas constantes de su propia experiencia a través de diarios grabados en vídeo y mensajes de texto enviados a sus amigos en el otro extremo del mundo con la misma facilidad con la que hablarían con las personas que tienen al lado.
Wayne Wang, Rich Wong y Michael Ray tenían la intención de documentar esa socialización global intercalando el vídeo digital con material grabado por Sasha en su teléfono móvil y con los mensajes de texto que envía a su ex novio en Pekín, lo que varía los valores comunicativos de la película. Así, la estética dominante sería la de un documental modernista que emplea la tecnología de los jóvenes, teléfonos móviles y vídeos digitales, para describirlos. En muchos aspectos, este proyecto representa una vuelta al influyente largometraje de Wayne Chan Is Missing, realizado en 1982 con un presupuesto de 20.000 dólares y que responde a otra cuestión de identidad cultural.
Para la producción, Wayne pensó en Donald Young, director de programas del Center for Asian American Media (CAAM), con sede en San Francisco, para que juntara un pequeño equipo de producción de jóvenes realizadores locales y les infundiera un espíritu de experimentación, inventiva y flexibilidad que reflejara los temas principales de la película. Don recurrió a la plantilla temporal del Festival Internacional de Cine Asiático-Americano de San Francisco, gracias a lo cual pudo constituir departamentos enteros en cuestión de horas.
Unos cuantos meses antes, el Director Ejecutivo del CAAM, Stephen Gong, presentó a Wayne y a Richard Wong, cuyo reciente debut como director con el musical independiente de bajo presupuesto Colma: The Musical le hizo conseguir una nominación a los premios Independent Spirit de 2007 en la categoría de mejor realizador. Wayne invitó a Rich, un director de fotografía de talento, a que rodara la película. Una vez reunidos los elementos principales, Entertainment FARM demostró la valentía suficiente al invertir el dinero necesario para respaldar la producción y el lanzamiento final de este proyecto arriesgado desde el punto de vista creativo. La pre-producción se llevó a cabo en sólo tres semanas; la película fue rodada en dieciocho días y, siempre que fuera posible, en el orden en el que las secuencias se suceden en la película para propiciar una mejor comprensión por parte del inexperto reparto.
Wayne deseaba rodar la película en localizaciones reales de la ciudad y recurrir sobre todo a la iluminación natural, los micrófonos inalámbricos y una discreta cámara portátil con una tarjeta de memoria para obtener imágenes digitales de alta calidad que pudieran descargarse y montarse lo antes posible, lo que les permitiría saber con una simple ojeada lo que estaban captando mientras preparaban planes para el rodaje siguiente. Este proceso permitiría a Wayne una tremenda flexibilidad para adaptar la narrativa a los posibles descubrimientos casuales, al innato talento de su instintivo reparto y a los desafíos imprevistos de la producción independiente.
Para asegurar la autenticidad de la película, Wayne decidió emplear para los papeles más importantes a actores no profesionales que compartieran experiencias similares con los personajes que iban a interpretar. Cientos de actrices interesadas se presentaron para dar vida a Sasha, pero ninguna daba el perfil exacto. Sólo a menos de dos semanas del primer día planificado de rodaje pudieron encontrar a Sasha: Ling Li.
Al igual que Sasha, Ling era una persona en constante cambio: con dieciocho años, ya no era una niña, pero tampoco una persona adulta; no conocía ni siquiera el pasado más reciente de China, pero estaba muy imbuida de la cultura occidental de la fama, ya que admiraba a Paris Hilton por su aparentemente intrépida indiferencia hacia los convencionalismos sociales. Además, del teléfono móvil de Ling colgaban los elaborados adornos que Wayne y Michael habían imaginado al concebir la forma de vestir típica del personaje. Muchos de los demás actores chinos, entre ellos Wolf y Gene, fueron escogidos posteriormente de entre las amistades de Ling.
La película se cimenta en las interpretaciones de estos actores no profesionales, sostenidos por la fascinante Ling Li. La historia requiere que ella atraiga la simpatía del espectador a pesar de algunas acciones despreciables y su habilidad para conseguir esa conflictiva relación es innegable. Ling cumplió las mejores expectativas de Wayne cuando éste la eligió para interpretar el papel, ya que enriqueció gradualmente a su personaje con sus propias experiencias y personalidad. El diario que lee en el hotel fue idea suya, un diario que la actriz empezó a escribir como si fuera la propia Sasha poco después de conocer a Wayne con el fin de ayudarse a sí misma a entender el personaje. Un día, Wayne vio el diario en el rodaje e inmediatamente lo incluyó en uno de los momentos cumbre de la película.
Con The Princess of Nebraska, Wayne Wang aspira a resolver una nueva cuestión de identidad: ¿cómo es la joven generación de la nueva China? Y pretende conseguirlo hablando en su propio lenguaje y a través de su tecnología, configurando prácticas cinematográficas que le permiten la mayor flexibilidad para documentar de una forma auténtica una personalidad desligada de la historia y en un constante cambio.
Equipo artístico
Ling Li Sasha
Pamelyn Chee X
Brian Danforth Boshen
Patrice Lukulu Binaisa James
The princess of NebraskaDirigida por Wayne Wang