El gran Stan está dirigida por Rob Schneider y producida por John Schneider, junto con David Hillary y Timothy Wayne Peternel, de Deviant Films, Mark A.Z. Dippé y Rob Schneider; sus productores ejecutivos son Steven Paul, Benedict Carver y Ash Shah; coproductor ejecutivo Daniel Diamond; supervisor de producción Eric M. Breiman; y jefe de producción Richard Middleton.
La creación de Stan el hombre
El cómico y actor Rob Schneider, estrella de películas de tanto éxito como ESTOY HECHO UN ANIMAL y GIGOLÓ, emprendió el reto más complicado de su carrera cuando decidió encargarse de la doble tarea de protagonizar y dirigir la comedia de acción El gran Stan. Por si eso no fuera ya de por sí suficientemente complicado, era además la primera vez que Rob se atrevía a ponerse detrás de la cámara y, encima, el papel de Stan Minton exigía un auténtico dominio de los principios básicos de las artes marciales. Pero Rob supo estar sobradamente a la altura.
Rob supo que quería hacer El gran Stan en cuanto leyó el agudo e ingenioso guión del veterano guionista televisivo Josh Lieb ("The Daily Show con Jon Stewart", "Los Simpson", "NewsRadio Radio Noticias"); estaba especialmente encantado de que el papel protagonista fuera mucho más complejo que los típicos hombres inmaduros de humor grueso que suele interpretar, y que tantos aplausos y risas le han valido en ocasiones anteriores. Aunque dar vida al rico, egoísta y manipulador Stan Minton exigía a Rob interpretar a un tipo de personaje opuesto a sus habituales, decidió confiar en su intuición. Es más, la calidad del guión lo animó a debutar en la dirección con El gran Stan.
"La mezcla de comedia y acción del guión, junto con el carácter más oscuro del personaje de Stan, resultaban muy atractivos para Rob", comenta el productor John Schneider. "Sabía que sería un excelente vehículo para lucirse como actor, y una gran oportunidad para establecer su talento como director".
Tras dos décadas trabajando en cine y televisión, Rob había acumulado gran cantidad de conocimientos y experiencia sobre la creación de películas y se sentía cómodo asumiendo el mando del proyecto. También tuvo la inteligencia de rodearse de un espléndido reparto que incluye alabados actores como David Carradine, M. Emmet Walsh, Jennifer Morrison, Scott Wilson, Henry Gibson y Sally Kirkland. En el aspecto técnico, decidió confiar en la pericia del experto director de fotografía Victor Hammer ("Billy Madison", "Escuela de jóvenes rebeldes") y en un equipo de producción de primer orden. Así, Schneider estaba listo para asumir la mayor responsabilidad que había tenido nunca en un plató cinematográfico.
Según el productor Mark Dippé, "Rob ha hecho muchas películas, así que tiene mucha experiencia en el proceso de creación cinematográfica. Es distinto a muchos directores noveles, en el sentido de que ya ha escrito guiones de grandes producciones. Y, al ser actor, cuenta con una importante base interpretativa que le permite sacar las actuaciones que necesita de sus compañeros actores".
Pero, antes, estaba la cuestión de ponerse en forma y adquirir la pericia en artes marciales necesaria para muchas de las secuencias de acción. Durante seis meses antes de iniciar la producción, Rob se preparó con un equipo de expertos: el coreógrafo de lucha Dan Inosanto (compañero de entrenamiento de la leyenda de las artes marciales Bruce Lee), el coreógrafo de lucha Jeff Imada (que coordinó peleas en "El mito de Bourne" y "El ultimátum de Bourne"), el coreógrafo de lucha Mike Gunther, el profesor de boxeo Joe Goossen, el coordinador de especialistas Gary Guercio y el instructor de artes marciales Nino Pilla. Todo ello para poner a punto su capacidad física y poner en forma su cuerpo. Se comprometió a un agotador régimen de ejercicios y a una dieta estricta pero sana. Cuando llegó el momento de rodar, Rob estaba listo para pelear.
"Rob fue mucho más allá de lo que exigía el papel y puso un gran empeño en su entrenamiento", comenta Dippé. "No abordó únicamente cuestiones físicas, como dietas, pesas, preparación física. También se entregó a los aspectos atléticos de las artes marciales. Contaba con dobles para las caídas, pero se encargó él mismo de realizar las secuencias de lucha. Se esforzó mucho en ello, ha conseguido una gran presencia física y creo que es algo puede apreciarse perfectamente en pantalla".
Y, para mejorar aún más la veracidad de las escenas de lucha, el montaje de las mismas corrió a cargo de Richard Halsey, famoso por su labor en "Rocky".
La gran historia
Para hacerse una idea de cómo es El gran Stan, habría que imaginar una comedia de Jackie Chan escrita y dirigida por los hermanos Coen. Hay humor grueso, sátira social, escenas de sexo, tratos sucios, disparatados combates de artes marciales y algún momento enternecedor que puede resultar sorprendente.
Al inicio de la historia, el acaudalado magnate inmobiliario Stan Minton es detenido por una serie de chanchullos de pisos. Las autoridades lo sacan de su lujosa oficina central justo cuando está intentando cerrar un trato que le permitiría desplumar a una confiada ancianita. Con Mindy, su esposa desconsolada y cabeza de chorlito, contemplándole desde una butaca de la sala del tribunal, Stan se presenta ante el juez, que lo declara culpable y lo condena a una pena de 3 a 5 años de prisión. Stan despide a su abogado antes de que se dicte sentencia y contrata a un abogado algo dudoso, Lew Popper, que logra retrasar seis meses la ejecución de la sentencia de Stan e inicia los preparativos para la apelación.
Stan teme acabar violado en prisión, así que se apunta a un dojo de artes marciales para aprender a defenderse. No muestra la más mínima aptitud y lo echan literalmente a patadas del dojo, por lo que decide contratar a un misterioso gurú conocido simplemente como el Maestro para que le ayude a convertirse en un experto en artes marciales. El curso del Maestro es completamente intensivo, 24 horas al día, los siete días de la semana, y exige que el peculiar sensei se mude a la lujosa mansión de Stan y Mindy. Mindy, por su parte, desea tener un hijo de Stan, aunque él vaya a pasar una temporada a la sombra y no le hace ninguna gracia tener al Maestro rondando por la casa todo el tiempo. Pero Stan está entregado a su entrenamiento, por brutal, humillante y aparentemente absurdo que se ponga. Aunque el Maestro parezca haberle echado el ojo a la deliciosa Mindy, Stan está centrado en su objetivo y, por muy preocupante que se vuelva la situación, debe poner su propia supervivencia por delante de todo lo demás.
Finalmente, llega el momento de que Stan ingrese en prisión, and es enviado a la penitenciaría más dura y violenta del sistema. Los intentos de su abogado de conseguir una apelación resultan infructuosos, a pesar de que el astuto abogado seduce y se acuesta con la presidenta del jurado que condenó a Stan. Entre rejas, Stan descubre que es el objetivo de todas las bandas de la prisión, tanto si sus miembros son blancos, negros o hispanos. Stan se niega a dejarse intimidar. Aunque su afable compañero de celda le aconseja no provocar a otros reclusos, Stan no se amilana. Valiéndose de sus habilidades recién adquiridas en las artes marciales, Stan machaca al preso más grande y bruto del lugar en el patio de la prisión y deja muy claras sus intenciones: aquí no se viola a nadie.
A pesar de sus exigencias de que lo dejen en paz, Stan atrae a una serie de presos machacados y oprimidos que andan en busca de protector. Shorts, un condenado a cadena perpetua sin nada que perder, anima a Stan a convertirse en su cabecilla, y Stan empieza de mala gana a hacer cumplir un código de conducta en toda la prisión. Los reclusos responden bien a la nueva situación y empiezan a resolver sus problemas de forma pacífica. Este extraño cambio de conducta llama la atención del alcaide Gasque que, ayudado por sus corruptos guardias, esperaba provocar un motín durante la inminente visita del consejo estatal de prisiones, que convirtiera el lugar en una zona de guerra. El alcaide, asociado con inversores sospechosos y mafiosos vietnamitas, había comprado barato los terrenos en torno a la prisión, con la intención de convencer a los funcionarios estatales de que la cerraran y poder así explotar de forma lucrativa la zona con desarrollos urbanísticos. Sin motín, no habría cierre. Así que el alcaide ofrece a Stan ponerlo en libertad condicional antes de tiempo a cambio de dejar que los presos se las apañen solos. Gasque piensa que las diferentes bandas volverán en poco tiempo a estar como el perro y el gato, con lo que su plan acabaría por tener éxito.
A Stan le preocupa que el Maestro esté tratando de conquistar a Mindy y su puesta en libertad le permitiría cortar de raíz cualquier intento por parte de su antiguo sensei. Así que la oferta del alcaide resulta tentadora. Cuando Stan deja de controlar al resto de los reclusos, vuelven a aflorar viejas rencillas, con violentos resultados. El alcaide dispone la vista de libertad condicional para el día de la inspección de la prisión. El motín es inminente. Pero Stan cambia de idea. Desbarata sus posibilidades de conseguir la libertad condicional, se enfrenta cara a cara al principal luchador de artes marciales de los mafiosos y logra triunfar justo a tiempo de evitar el motín.
El alcaide ve frustrados sus planes y acaba entre rejas en la misma prisión que solía supervisar. Aunque Stan tendrá que cumplir el resto de su pena, se da cuenta de que Mindy aún lo quiere y no lo ha engañado. Y gracias a las visitas conyugales, cuando un redimido Stan es por fin puesto en libertad, Mindy lo espera fuera con su hija. El Maestro las acompaña, convertido en niñera de la pequeña.
Reunir a un gran reparto
Para que El gran Stan funcionara como comedia, película de acción e historia del viaje de un ególatra desde el puro interés personal al sacrificio desinteresado, resultaba fundamental contar con un reparto que pudiera manejar todos los matices del guión y complementar el proteico trabajo de Rob como personaje protagonista. Ante todo, el actor que encarnara al Maestro tenía que dar la impresión de conocer en profundidad el misticismo oriental y las técnicas de lucha, a la vez de transmitir un aire de seriedad que hiciera que sus ridículos métodos de enseñanza resultaran todavía más divertidos. No había mejor elección posible para el papel que David Carradine, cuyo papel protagonista en la clásica serie de televisión de artes marciales "Kung Fu" lo convirtió en una estrella en la década de los 70, y cuya brillante interpretación del letal espadachín/jefe del crimen Bill en el éxito de 2003, "Kill Bill: Volumen 1" y "Kill Bill: Volumen 2", de Quentin Tarantino, le sirvió para devolver el brillo a su imagen de icono de Hollywood.
"David es un tipo con mucho talento y, como cabría esperar, se le da bien el kung fu. Casi demasiado bien", comenta Rob. "En resumidas cuentas, se tiró un par de semanas atizándome. No podía quitarle ojo. Estábamos haciendo una escena y empezaba a abofetearme. Decía: 'cierra los ojos, siente a tu oponente'. Y entonces me aporreaba. Hubo un momento en que los de maquillaje tuvieron que venir a mirar porque el cámara dijo: 'tienes una manaza enorme marcada en el cuello', y yo respondí: 'claro, porque el Sr. Carradine me acaba de avasallar'". "Buena parte de la comedia se basa en el dolor", respondió Carradine, con una risita.
No fue fácil encontrar a la actriz ideal para interpretar el papel de Mindy, la mujer sexy, necesitada y algo corta de luces de Stan. Tenía que ser guapa, vulnerable, algo ñoña y boba, pero creíble en todas esas facetas. En un inesperado giro, Jennifer Morrison, más conocida por interpretar a una entregada doctora en la serie de televisión "House", se hizo con el papel, lo que permitió aportar un toque risueño a todas las escenas de su personaje.
"Jennifer no solo es preciosa y una gran actriz, sino que tiene un auténtico don para la comedia", dijo Rob. "Y es muy comprensiva". "El papel de Mindy estaba escrito para una chica con implantes en el pecho. Jennifer es una chica preciosa, pero no tiene implantes. Así que le dije: 'conozco a un tipo que puede solucionarlo'. Contratamos a Rob Hall, que se ha encargado de los efectos especiales de maquillaje en películas y series de televisión como "Superfumados", "Quarantine", "Buffy Caza vampiros" y "Terminator: Las crónicas de Sarah Connor", para que se ocupara de crear y mantener las prótesis de pecho del personaje de Mindy. Y Jennifer lo hizo estupendamente".
Para el fundamental papel de Lew Popper, el picapleitos de Stan, se decidió contar con el conocido actor de carácter M. Emmet Walsh, alabado por su papel de sórdido detective en la película de cine negro de 1984 que dio a conocer a los hermanos Coen, "Sangre fácil", y que ha realizado numerosas y memorables apariciones en muchas otras películas norteamericanas. El intérprete elegido para encarnar a Shorts, el dulce compañero de celda de Stan, fue Henry Gibson, que forma ya parte de la historia de la televisión como miembro del pionero reparto de la comedia de sketch de los años 60, "Rowan & Martin's Laugh-In", adornó su currículum con un papel como cantante de música 'country' en el drama de Robert Altman, ganador del Oscar en 1975, "Nashville", y logró que los espectadores se partieran de risa con su pastor borrachín en la comedia de 2005, "De boda en boda". Y como el vil y maquinador alcaide Gasque, que lleva la prisión en la que encierran a Stan, Scott Wilson, cuya prestigiosa filmografía incluye actuaciones en "Junebug", "A sangre fría" y "Pena de muerte", es perfectamente siniestro.
Además del excelente trabajo como actriz de reparto de Sally Kirkland, veterana del teatro, cine y televisión ("Felicity"), una serie de cameos estelares refuerzan El gran Stan, que incluyen apariciones del cómico Richard Kind (de la serie de televisión "Spin City, Loca alcaldía"); el campeón de artes marciales mixtas y héroe de acción en alza Randy Couture ("El Rey Escorpión 2: El nacimiento de un guerrero") y sus compañeros de la lucha profesional, Don Frye y Bob Sapp; la querida estrella de la televisión Dan Haggerty ("Grizzly Adams"); Marcia Wallace, especialmente conocida por sus papeles en telecomedias ("Los Simpson", "The Bob Newhart Show"); y el rapero Li'l Rob.
Grande en exteriores
Para asegurar la verosimilitud de la película, se rodó en una serie de exteriores, incluida una opulenta casa en el suburbio del valle de San Fernando Valley de Chatsworth, California, los callejones y exóticos locales nocturnos de Chinatown en Los Ángeles, y una prisión de mujeres vacía en Stockton, California. Cada escenario ofreció una serie de obstáculos que hubo que superar, pero ningunos resultaron tan complicados como los que afrontar durante la semana y media de producción en la prisión de Stockton.
La casa que hacía de hogar de nuevos ricos de Stan y Mindy Minton era la residencia de una familia de verdad que dejaron libre para el rodaje, y no hubo que redecorar gran cosa para las escenas rodadas en su interior y en los alrededores de la propiedad.
Para las escenas de Chinatown, todo el rodaje se hizo de noche, fundamentalmente delante del restaurante que servía como escenario de una secuencia de un bar/club nocturno. El exterior del restaurant se redecoró para que sirviera también como el dojo de artes marciales en el que se inscribe Stan, así como el bar que frecuenta el abogado de Stan. A causa del calor que hacía esa noche, se hizo necesario regar regularmente la calle delante del restaurante para una secuencia de lucha entre Stan y su primer instructor de artes marciales.
Aunque se usó una réplica a tamaño real de una celda, hecha de madera y pintada de gris, para algunas de las escenas de Rob en su celda, la mayoría de las secuencias de la prisión, tanto dentro como fuera de la misma, se rodaron en exteriores en Stocktom. En cuanto a la construcción in situ, el despacho del alcaide era una fachada, levantada en la azotea de la prisión y situada sobre un balcón con un gran reloj en la pared exterior.
Grandes calores en El gran Stan
Durante el rodaje de las secuencias de la prisión, las temperaturas alcanzaron máximos de 46º en la zona de Stockton. Llegó a hacer tanto calor en Stockton durante el rodaje, que los productores tuvieron que poner sombrillas y cajas y cajas de agua embotellada a disposición del equipo técnico y artístico, y hubo que llevar sanitarios para que aplicaran filtro solar cada tres horas a todos los miembros de la producción. A pesar de las precauciones, Rob sufrió un colapso debido al agotamiento por el calor e intoxicación de alimentos en el plató pero, como todo un veterano profesional, al día siguiente ya estaba de vuelta al trabajo.
El desvanecimiento de Rob fue noticia y recibió cobertura en medios electrónicos pero no se dejó afectar por el incidente y siguió trabajando como si nada.
"Siempre he pensado que si tenía la oportunidad de hacer películas, la aprovecharía", ha declarado. "Vi un reportaje sobre Larry Bird (leyenda del baloncesto de los Boston Celtic), y no es que pretenda compararme con Larry Bird ni de lejos, pero el Dr. J hablaba con él y decía: 'Larry, si piensas seguir jugando unos años más en esta liga, vas a tener que dejar de fregar la pista con tu cuerpo', y Larry respondía: 'no sé jugar de otro modo'".
"No conozco otra manera de hacer películas que no sea esforzándome al máximo y poniendo toda la carne en el asador".