Costa, un descreído productor de cine, y Sebastián, joven e idealista realizador, trabajan juntos en un proyecto ambicioso que van a rodar en Bolivia. La cinta que van a filmar tratará sobre la llegada de los españoles a América poniendo el acento en la brutalidad de su empresa y en el coraje de varios miembros de la Iglesia que se enfrentaron con palabras a las espadas y las cadenas. Pero Costa y Sebastián no pueden imaginar que en Bolivia, donde han decidido instalar su Santo Domingo cinematográfico, les espera un desafío que les hará tambalearse hasta lo más profundo. Tan pronto como estalla la Guerra del Agua (abril de 2000) las convicciones de uno y el desapego del otro comienzan a resquebrajarse, obligándoles a hacer un viaje emocional en sentidos opuestos.
Sinopsis ampliada
Narra la historia de dos amigos que están rodando una película en tierras bolivianas: Sebastián (Gael García Bernal), el director, está interesado en reflejar "la verdadera historia" de Cristóbal Colón, una historia alejada de la versión oficial que aparece en los libros de la materia. Aquí se retrata al conquistador como un hombre interesado en el oro y los esclavos. Por otro lado está Costa, el productor de la película y amigo íntimo de Sebastián. Sus motivaciones son diferentes, pues a diferencia de Sebastián, él quiere que la película se termine sea como sea, aunque para ello tenga que pagar sueldos irrisorios a los extras bolivianos.
Paralelamente, mientras filman la película, en Bolivia se produce un acontecimiento que desemboca en la insurrección del pueblo: la Guerra del Agua. Una empresa privada se ha hecho con el control del agua y cobra precios que sólo unos pocos pueden pagar. Curiosamente, Daniel (Juan Carlos Aduviri), que encarna al protagonista indígena de la película de Sebastián, se convierte en el líder de la revuelta. Costa intenta evitar por todos los medios que Daniel se involucre en la guerra, pues, si le detienen, no podrán acabar la película.
Pasado y presente, ficción y realidad se mezclan y toman forma a través de las decisiones y del enfrentamiento entre dos hombres jóvenes cuyas conciencias les guiarán hasta donde nunca hubieran imaginado.
Los personajes
Costa
Cuando Costa aterriza en Bolivia dispuesto a la aventura de producir una película no se imagina hasta qué extremo el viaje será también personal, ni hasta qué punto cuando se marche no será el mismo que llegó.
Pragmático y cínico, no le importa pagar poco y mal o rodar en localizaciones que no se corresponden con la historia real con tal de sacar su película adelante. Los indígenas le parecen "todos iguales", hasta que tropieza con la dignidad de uno de ellos, Daniel. Y el "rollo del agua" tampoco va con él
hasta que le estalla encima.
Su amistad y lealtad hacia Sebastián y hacia la película le llevarán a comprar a quien haga falta, pero también a vender y a traicionar
Y finalmente a elegir entre ayudar a su amigo con la película o ayudar a una madre desesperada en una lucha desesperada.
Sebastián
Más tolerante y aparentemente más humano que Costa, busca contar otra historia, escogiendo para ello algunos momentos y personajes históricos que habitualmente el cine, y tantos historiadores, han obviado. De carácter apasionado y melancólico, terminará obsesionado con acabar su película, sea como sea, a pesar del delicado contexto social que viven los centenares de indígenas que participan en el rodaje por un par de dólares al día. "Este conflicto pasará y se olvidará
nuestra película no". Sebastián no pelea con piedras, sino con ideas: se trata de denunciar un drama acontecido hace 500 años, aunque eso suponga dar la espalda al drama que tiene ante sí.
Daniel
Boliviano, de fuertes rasgos indígenas, de carácter indómito y propio de un líder, cautivará a Sebastián, quien le ofrecerá uno de los papeles principales, Hatuey, el líder rebelde que se alzó contra los conquistadores españoles.
Pese a las protestas de Costa, que, asegura, "huele a problemas", Daniel encarnará con enorme fuerza y carisma a Hatuey, hasta que el conflicto del agua le aparta de la película.
Para Costa y Sebastián la vida es hacer cine; para Daniel la vida es sobrevivir. Costa y Sebastián luchan por acabar la película; Daniel lucha por algo tan elemental y vital como es el agua. Costa y Sebastián arriesgan su dinero y su prestigio. Daniel, y tantos otros como él, arriesgan su vida.
Antón
Provocador, brillante, culto y tremendamente infeliz, el maduro actor español que encarna al cínico Colón resulta ser al final el más coherente y el más humano ante el conflicto que se desencadena a su alrededor. Bebedor, amargado, divertido, solitario, seguramente enfermo
y actor de grandísimo talento, interpreta a su personaje, que puede ser el último que haga, con la misma pasión con la que lo cuestiona.
Alberto
Alberto es otro actor apasionado que interpreta con intensidad al agitador y radical Bartolomé de las Casas. También, como Antón, ha estudiado en profundidad a su personaje aunque, al contrario que éste, y al contrario de lo que haría el propio Bartolomé, cuando las cosas se tuercen, no duda en salir corriendo y abandonar la película. Irónicamente, el bueno de Alberto/Bartolomé no quiere saber nada de conflictos civiles ni revueltas, él, que encarna al padre de los derechos humanos, al hombre que defendió a los indios enfrentándose para ello a todo un imperio, que denunció la codicia y la crueldad de los conquistadores
Juan
Actor "no tan de libro" como los otros, interpreta a Antonio Montesinos. De nuevo actor y personaje hacen un juego de contrarios, y al radical y carismático personaje que alzó por primera vez la voz en favor de los indios en 1511 le da vida Juan, actor joven y bromista, ligero y poco "intenso".
Eso sí, cuando se mete en la piel del dominico, el actor consigue sin vestuario ni iluminación y en un decorado sin terminar, que las palabras de aquel famoso sermón vibren llenas de fuerza y sobre todo, de vigencia.