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Cisne negro cartel reducidoCisne negro(Black swan)
Dirigida por Darren Aronofsky
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CISNE NEGRO está dirigida por Darren Aronofsky, con guión de Mark Heyman, Andrés Heinz y John McLaughlin a partir de la historia escrita por Andrés Heinz. El filme está producido por Mike Medavoy, Arnold W. Messer, Brian Oliver y Scott Franklin, y Bradley J. Fischer, Ari Handel, Tyler Thompson, Peter Fruchtman, Rick Schwartz, Jon Avnet, David Thwaites y Jennifer Roth son productores ejecutivos.

El equipo creativo está compuesto por: el director de fotografía Matthew Libatique, ASC (IRON MAN 2), la diseñadora de producción Thérèse DePrez (HOWL), el montador Andrew Weisblum, A.C.E. (FANTÁSTICO SR. FOX), la música es de Clint Mansell (LA FUENTE DE LA VIDA), la supervisión musical está a cargo de Jim Black (THE WACKNESS) y Gabe Hilfer (EL LUCHADOR), las coreografías son de Benjamin Millepied y Dan Schrecker es el supervisor de efectos visuales.


El bien y el mal en la danza: La historia
El audaz y original director Darren Aronofsky (EL LUCHADOR, LA FUENTE DE LA VIDA, RÉQUIEM POR UN SUEÑO, Pi: FE EN EL CAOS) sumerge al público en un ficticio y perturbador mundo de falsas ilusiones, dobles apariencias y paranoia en la película CISNE NEGRO, su primer thriller psicológico. Aronofsky elabora una sensual y escalofriante historia en torno a una prima ballerina inmersa en una obsesiva batalla de oscuros impulsos que progresivamente la van devorando.

La actriz nominada por la Academia Natalie Portman (CLOSER) interpreta a Nina, una ambiciosa y joven bailarina de Nueva York que aspira a interpretar el doble papel cúspide de la danza: el delicadamente inocente Cisne Blanco y el seductoramente maligno Cisne Negro del clásico ballet que consagra a las estrellas: "El lago de los cisnes". Nina consigue el papel, pero no se siente segura de poder encarnar adecuadamente el lado oscuro de la Reina de los Cisnes. A medida que alcanza nuevos logros con su cuerpo, sus fantasías, pesadillas y celos más recónditamente escondidos empiezan a arraigar en las profundidades más oscuras de su mente, lo que motiva un peligroso enfrentamiento con la provocadora recién llegada, su mayor rival. Nina enseguida empieza a sentir una conexión, demasiado perfecta, con el seductor y mortífero Cisne Negro.

Lejos del típico thriller enmarcado en el mundo del crimen o de las casas encantadas, el profundamente realista retrato que Aronofsky realiza de una mujer, desentrañando lo más recóndito de su mente, tiene lugar en el universo más inesperado: el artísticamente electrizante y físicamente exigente mundo del ballet profesional. Para Aronofsky era el lugar idóneo para desarrollar una historia visualmente explosiva sobre la obsesiva presión por alcanzar la perfección. Al igual que en EL LUCHADOR, esta película también le proporcionó la oportunidad de sumergirse en un mundo desconocido y profundizar en lo que provoca que las personas estén dispuestas a sacrificar tanto.

Aunque empezó a pensar en esta historia hace quince años, Aronofsky señala que CISNE NEGRO es intencionadamente un complemento a su más reciente filme, EL LUCHADOR. Aunque probablemente podría parecer que la lucha libre y el ballet no pueden ser mundos más dispares. CISNE NEGRO se adentra en momentos de puro terror psicológico, a diferencia de todo lo que Aronofsky ha hecho con anterioridad. El vínculo entre ambas películas reside en temas como los límites físicos o la confusión del alma, así como en un singular estilo de realización que transporta al público al fascinante mundo interior de los personajes.

"Algunas personas dicen que el wrestling es la menor de las expresiones artísticas y otras dicen que el ballet es la mayor expresión del arte, sin embargo, esencialmente son lo mismo. Mickey Rourke interpretando a un luchador experimentaba algo muy similar a la bailarina que interpreta Natalie Portman", señala Aronofsky. "Ambos son artistas que utilizan su cuerpo para expresarse y ambos tienen miedo a lesionarse porque sus cuerpos son la única forma de expresión que poseen. Lo que me resultaba interesante era averiguar la relación entre las dos historias en lo que a priori podrían parecer mundos sin conexión ninguna".

Asimismo, ambas películas tienen un nexo de unión en la actuación de sus actores protagonistas, que les exige profundizar más allá de la superficie, dice Aronofsky, quien compara el nivel de compromiso de Portman con el de Rourke. "El personaje de Nina es muy distinto a lo que ha hecho Natalie anteriormente", señala Aronofsky, "y su actuación está a otro nivel. Encarnar a Nina suponía tanto una proeza física como de interpretación".

Los desafíos de realización que implicaba CISNE NEGRO también fueron muy similares a los que supuso la particularmente intensa producción de EL LUCHADOR, incluso quizás más complicados. Tan hermético como el mundo de la lucha libre profesional, Aronofsky descubrió que el del ballet incluso podía resultar más marginal y cerrado para los ajenos a él.

Y después estaba el entrenamiento que Natalie Portman tuvo que realizar para interpretar unas escenas de ballet tan incandescentemente líricas, pues están llenas de creciente tensión y malos augurios. "El ballet es algo en lo que la mayoría de la gente empieza a formarse con cuatro o cinco años de edad, y tal y como lo llegan a vivir, transforma sus cuerpos, les transforma como personas. Contar con una actriz que no ha experimentado todo eso para interpretar convincentemente a una bailarina profesional es el mayor de los encargos. Sin embargo, gracias a su increíble voluntad y disciplina, Natalie se convirtió en una bailarina. Le supuso diez meses de enérgico trabajo, pero su cuerpo llegó a transformarse e incluso los bailarines más estrictos se quedaron absolutamente impresionados. Estoy seguro de que el trabajo físico también la conectó con el trabajo emocional", afirma Aronofsky.

Aronofsky señala que le satisfizo poder disponer de un reparto que podía enfrentarse a tal reto. Los integrantes del reparto, a su vez, se sintieron atraídos por una historia que se transformaba en thriller pero también en atrevida aventura a través de la súbita ascensión y aterrador declive de una bailarina.

Aronofsky, por fin, tuvo la posibilidad de expresar la visión de CISNE NEGRO que tenía desde hacía diez años gracias a un guión de Andrés Heinz: un drama oscuro que transcurría en Broadway, donde se creaba una peligrosa rivalidad entre una actriz y su misteriosa sustituta. Aronofsky se sintió intrigado, pero tras haber sido testigo de la terriblemente dura formación como bailarina de ballet de su hermana, quiso cambiar el contexto inicial por el estreno de una compañía de ballet en Nueva York. Esta modificación le condujo a la creación de los personajes de Nina y Lily, dos competitivas estrellas del ballet en ascenso, dispuestas a sacrificar absolutamente todo por conseguir la actuación perfecta.

Aunque estaba comprometido para muchos años, Aronofsky siguió desarrollando el proyecto con Mark Heyman (coproductor de EL LUCHADOR).

Fue una ocurrencia de Aronofsky unir la idea original de Heinz con la historia que narra el ballet más popular del mundo, "El lago de los cisnes", un cuento que narra un dramático duelo entre la inocencia y la maldad. Mientras tanto, Aronofsky estaba trabajando también con Heyman en la creación del macabro e innovador giro que generaba la historia. En el borrador final, los elementos clave de "Cisne Negro" –cisnes, demonios, encantamientos y dobles personalidades– se entrelazaban con la mente de Nina, fraccionándose en fragmentos, como en una especie de kaleidoscopio psicosexual, que convertían a una ingenua joven en una criatura peligrosa y absolutamente transformada.

"Darren y yo llevábamos años hablando de hacer un thriller sobre el mundo del ballet", rememora Heyman. "Lo que yo hice fue encajar la trama de ‘El lago de los cisnes’ por completo en el borrador inicial del guión. Eso lo cambió todo y se convirtió en el punto de partida de una moderna historia neoyorquina sobre la dualidad, la doble personalidad y el miedo a que alguien o algo se apodere de tu vida".

"La historia se transformó en el miedo de Nina a perder todo lo que ella es", prosigue Aronofsky. "Eso es algo con lo que yo creo que todo el mundo puede identificarse, pero esos temores dominan tan absolutamente a Nina que consiguen hacer que no distinga su realidad del personaje que está interpretando".

Cuando el guión definitivo llegó a ser un mundo en sí mismo, Heyman afirma que resultó cada vez más difícil enmarcarlo dentro de un género. ¿La historia era una inmersión al terror biológico ya que una mujer se transforma en un cisne-demonio? ¿O era el apasionante retrato de una artista tenaz que pierde el control mental bajo máxima presión? Heyman espera que la respuesta sea ambas cosas al mismo tiempo.

"Mis películas favoritas siempre son difíciles de catalogar", dice Heyman. "Esperamos que CISNE NEGRO sea una de esas películas. Que asuste al público pero que también se introduzca bajo su piel de una forma duradera".

El proyecto atrajo rápidamente a un equipo de producción que incluía a Mike Medavoy, Arnold W. Messer, Brian Oliver y Scott Franklin. "Para Darren, este filme supone un territorio inexplorado pero también familiar. Por un lado, para él es completamente nuevo el elemento de thriller psicológico, que es algo que efectivamente no había hecho antes, sin embargo, también mantiene un intenso realismo con su atención a los detalles, el estilo de la cámara y la forma en que trabaja con los actores para lograr interpretaciones absolutamente realistas", afirma Franklin.

Oliver añade, "Si has visto sus películas, sabes que Darren no hace nada de forma habitual. Al igual que en EL LUCHADOR los espectadores sentían de verdad cómo es la vida de un luchador maduro, en CISNE NEGRO Darren escarba profundamente en el mundo de una bailarina, mientras va construyendo un suspense psicológico con toques de fantasía".

La productora ejecutiva Jennifer Roth dice de la película, "CISNE NEGRO no es simplemente un thriller o una película de baile. Engloba todos esos diferentes aspectos y transita hasta un oscuro pero fascinante lugar".


Mujer dentro de cisne: Natalie Portman como Nina
Antes incluso de finalizar el guión de CISNE NEGRO, Darren Aronofsky sabía quién interpretaría a Nina, la bailarina candidata a bailar el solo, que se ve sometida a inquietantes fantasías y espeluznantes sucesos mientras prepara el papel más importante de su vida. Tenía que ser Natalie Portman, cuya versatilidad ha demostrado en memorables personajes que abarcan desde la Reina Amidala en la saga de LA GUERRA DE LAS GALAXIAS hasta su actuación nominada al Oscar y premiada con un Globo de Oro como la stripper de la adaptación cinematográfica dirigida por Mike Nichol de CLOSER. Portman no sólo había estudiado ballet de pequeña, sino que, todavía más importante, había adquirido el compromiso de adecuarse a las inmensas demandas físicas y psicológicas de un papel que le exigía saltar, girar y perder el contacto con la realidad, todo al mismo tiempo.

Hacía varios años que Aronofsky había contactado con Portman para hablarle de la película, por entonces todavía en ciernes. "Muy poco tiempo después empecé a pensar el concepto inicial de CISNE NEGRO, y quedé para tomar café con Natalie en Times Square", recuerda Aronofsky. "Natalie había hecho mucho ballet antes de convertirse en actriz y había seguido haciéndolo durante años simplemente para estar en forma. Natalie me dijo enseguida que algo que siempre había querido hacer era interpretar a una bailarina".

Aunque pasaron casi diez años desde su reunión hasta que el guión de CISNE NEGRO estuvo finalizado, cuando Portman lo leyó, se quedó fascinada por el tortuoso recorrido mental de Nina.

Al principio, Nina es lo que en el mundo del ballet se denomina "bunhead", un término algo peyorativo para calificar a una bailarina tan consagrada a la danza que no le importa nada más en el mundo, que está muy protegida por su madre, antiguamente también vehemente bailarina, y que nunca se ha desarrollado verdaderamente como adulta. Pero cuando Nina consigue el papel de Reina de los Cisnes, algo extraño se despierta en su interior, una necesidad de explorar sus sentimientos más profundos y oscuros, lo que provoca el trastorno de su frágil estructura mental. Nina, al igual que la Reina de los Cisnes que pretende encarnar, se ve inmersa de repente en una historia repleta de encantamientos, deseos y peligros.

Todo esto condujo a Portman hasta unos extremos que no había explorado anteriormente en pantalla, y le exigió asomarse al abismo. "Nina es una bailarina muy entregada y trabajadora, pero también es obsesiva", explica la actriz. "Todavía no posee una personalidad propia como bailarina ni como mujer, pero mientras busca su sensualidad y sentido de la libertad, su carácter va cambiando progresivamente. Al mismo tiempo, empieza a derrumbarse, y eso suponía todo un reto".

Portman continúa: "Lo que Nina busca es la perfección, que es algo que únicamente puede existir durante un momento, un breve y fugaz momento, pero como todos los artistas, puede llegar a autodestruirse con tal de lograrla. Cuando intenta convertirse en el Cisne Negro, algo oscuro empieza a bullir en su interior. Eso se convierte en una crisis de identidad en la que ella no sólo no está segura de quién es sino que, además, las fronteras entre ella y el resto del mundo se vuelven borrosas. Nina empieza a verse en todos los sitios literalmente".

Atrapada en ese vertiginoso mundo de dobles y engañosas apariencias, de misteriosos encuentros y heridas en erupción, Nina empieza a perder el control; y Portman también tenía que hacerlo.

"Cuando Nina comienza a rebelarse contra las estructuras que la rodean", señala Portman, "aparece toda esa paranoia que la transporta a un oscuro lugar, donde no está segura de lo que la gente quiere de ella ni de si está perdiendo o no la cabeza".

En medio de esta oscuridad, a Portman le encantó tener la oportunidad de sumergirse en un mundo como el del ballet, con el que ella, al igual que Nina, soñaba desde que era muy joven. "Me gustó la autenticidad de los detalles, todos muy realistas, del mundo de la danza que hay en el guión", afirma, "y especialmente me atrajeron los paralelismos de la historia de Nina con ‘El lago de los cisnes’. Yo la veía como a alguien que de verdad intentaba liberarse de un hechizo, que intentaba liberarse de todo el que quisiera decirle quién era y que intentaba ver a través de todo eso quién era realmente como persona y como artista".

Y sin embargo, a medida que Nina empieza a perder la conexión con la realidad, no puede permitir que nadie sepa lo que está experimentando por miedo a perder el papel de Reina de los Cisnes en favor de su amenazadora rival, la sensual y descarada Lily, que se ha convertido en la sustituta de Nina, tanto literal como figurativamente.

Portman sentía curiosidad por la tortuosa relación marcada por la envidia que mantienen Nina y Lily, que se desarrolla a varios niveles. "Me gusta la manera en que se evalúan la una a la otra cuando se encuentran por primera vez, algo que hacen las chicas habitualmente", afirma Portman. "Se trata de un mecanismo de supervivencia, hay que averiguar quién es tu máximo competidor, y en este caso, Nina ve enseguida que Lily es fabulosa, que tiene talento y que supone una gran amenaza para su puesto en la compañía. Pero, asimismo, Nina todavía no sabe quién es Lily de verdad".

Con el fin de mostrar todo esto en pantalla, Portman se sometió a una rigurosa preparación tanto física como psicológica. El entrenamiento físico fue más allá de lo que Portman hubiera podido imaginar nunca, pues empezó a entrenarse intensivamente, con objetivos bien marcados y durante cinco horas cada día, incluso diez meses antes de que empezara la producción. Portman se preparó bajo la tutela de varios antiguos profesores y formadores profesionales del New York City Ballet, tales como Mary Helen Bowers, que le diseñaron un extenuante y completo programa de formación en tiempo récord.

"Hice muchos ejercicios de danza y también nadé mucho e hice pesas así como entrenamiento combinado para evitar lesiones, pues la danza es tremendamente dura para el cuerpo", señala Portman. "Exige muchísimo esfuerzo retomar el ballet a los 28 años de edad. Aun cuando hayas tomado clases de danza con anterioridad, no eres consciente realmente de todo lo que cuesta conseguir un nivel de élite. Cada pequeño gesto tiene que ser muy concreto y estar lleno de delicadeza y elegancia. Yo ya sabía que iba a ser todo un reto, pero nunca sospeché lo realmente duro que iba a resultar físicamente".

Además de estudiar danza en su juventud, Portman estudió psicología en Harvard, lo cual le proporcionó información adicional sobre la desintegración mental que sufre Nina y le permitió profundizar en la surrealista experiencia que sufre el personaje. "Yo veía a Nina como si estuviera atrapada en un ciclo de obsesión y compulsión", afirma Portman. "El lado positivo para los artistas y bailarines es que concentrándote en tal grado puedes convertirte en un virtuoso, pero después hay un lado mucho más oscuro, un lado insano, donde te puedes encontrar completamente perdido. Desde ahí tenía que partir para interpretar a Nina".

Portman exploró con absoluta temeridad ese lado más oscuro en cada una de las relaciones que mantiene Nina: con el implacable director artístico de la compañía de ballet, Thomas Leroy (Vincent Cassel), que la empuja a explorar los límites más desconocidos y oscuros de su interior; con su excesivamente implicada madre y antigua bailarina (Barbara Hershey), que mantiene una constante y estrecha vigilancia sobre su hija; y con la bailarina veterana (Winona Ryder), cuya carrera artística Nina tenía idealizada y cuyo repentino ocaso la deja totalmente desorientada.


Acompañando al cisne: El reparto
Alrededor de Natalie Portman en CISNE NEGRO figura un destacado reparto cuyas interpretaciones son un valor añadido a la hipnótica mezcla de belleza, misterio y miedo que contiene el filme.

Para interpretar a la rival de Natalie Portman, Lily, Aronofsky eligió a Mila Kunis, actriz ucraniana en rápido ascenso gracias a sus trabajos en EL LIBRO DE ELI y PASO DE TI, que aportó insolencia y un ambiguo encanto a su interpretación de la excesivamente ambiciosa recién llegada.

"Mila interpreta a Lily como alguien que tiene exactamente lo que Nina desea. Ella es mucho más libre, más vital y más sexual que Nina", dice Aronofsky. "Lily es capaz de expresarse con libertad y eso para Nina es tanto motivo de fascinación como de intensa fricción".

Kunis se sintió atraída inmediatamente por su salvajemente inhibido personaje y por la fascinante idea de interpretar a una bailarina a la que sin embargo la cruda realidad golpea provocándole una grave crisis. "Al principio yo tenía esa imagen de grandeza, de sentirte delicada llevando el tutú, pero nadie sabe lo exigente que es físicamente hasta que lo hace", afirma Kunis. "¡Tu cuerpo realmente tiene que pagar un peaje!"

No obstante, Kunis emprendió su adiestramiento y comenzó a estudiar los provocadores efectos que Lily causa sobre Nina. "La clave para interpretar a Lily es que ella tenía que ser exactamente lo contrario de Nina, el otro lado del espejo, en todas y cada una de sus manifestaciones", dice Kunis. "Incluso su forma de bailar es distinta. Nina es muy técnica y preciosa bailando, mientras que Lily baila de forma más salvaje, libre y espontánea. Toda la vida de Nina gira en torno al ballet, pero Lily come hamburguesas, va a fiestas, tiene sexo, tontea con las drogas y lo explora absolutamente todo. Lily es indudablemente la antítesis de Nina y personifica al Cisne Negro".

Interpretar a Lily como esa mujer absolutamente impulsiva y asimismo como una aparición fue un ejercicio digno de equilibrista, un ejercicio que Kunis dice que no podría haber hecho si Darren Aronofsky no le hubiera puesto una red de seguridad. "No habría hecho esta película si no fuera por Darren", confiesa la actriz. "Este personaje podría resultar muy ambiguo en las manos equivocadas. No existe una manera correcta de interpretar a Lily. Yo no leí el guión pensando, ‘Ah, ya comprendo bien al personaje, sé exactamente cómo interpretarlo’, porque en cada escena es totalmente distinto. Pero confiaba en que en las manos de Darren funcionaría. Yo no sé si me sentiría igual con cualquier otro director".

Si Lily representa todo lo que Nina aspira a tener en su interior, entonces el brillante coreógrafo de la compañía y director artístico Thomas Leroy es el hombre que la empuja sin piedad precisamente a lograrlo. Interpretando a Thomas se encuentra el actor francés ganador del Premio César Vincent Cassel, que, aunque muy admirado en toda Europa, también ha trabajado en varias películas de Hollywood tales como OCEANS TWELVE, SHREK, ELIZABETH y PROMESAS DEL ESTE.

"Vincent es uno de mis actores favoritos en todo el planeta", afirma Aronofsky. "Soy un gran admirador de su trabajo tanto en las películas francesas como en las americanas. Aquí interpreta un personaje maquiavélico: el director artístico al que sólo le preocupa el arte y no le importan las víctimas que deja por el camino. Vincent estuvo magnífico en el papel, en parte porque se mueve de una forma absolutamente maravillosa".

Cassel dice que le resultó imposible rehusar el papel. "Primero, porque se trataba de Darren, con quien siempre he querido trabajar. Luego, porque estaba Natalie, a la que admiro desde hace años. Y finalmente, por la idea de trabajar en un thriller enmarcado dentro del mundo del ballet, que es algo muy interesante. Los ingredientes eran muy tentadores. Sabía que iba a ser algo muy oscuro pero también muy sensual. Más tarde descubrí que Mila y Winona Ryder iban a sumarse al proyecto y que yo iba a estar en medio de todas estas mujeres como si fuera el maestro de ceremonias. Por lo tanto, sinceramente, ¿cómo iba a negarme?", afirma Cassel con una sonrisa.

No obstante, Cassel también sabía que Thomas no sería un personaje fácil de interpretar, sobre todo por su tendencia a presionar a los bailarines hasta la extenuación. "No es precisamente un mujeriego", dice Cassel. "En realidad, no creo que esté tanto interesado en las mujeres sino que lo que le estimula es buscar los límites de la perfección, la belleza y el arte. Quiere ver en el progreso de los bailarines que ha elegido la máxima expresión de sí mismo, y los dirige de forma muy, muy estricta".

Para interpretar con veracidad el personaje de Thomas, Cassel se sumergió en una ardua investigación, estudiando las vidas y magnéticas personalidades de los más grandes coreógrafos del mundo, desde Balanchine hasta Baryshnikov. Adicionalmente, se inspiró observando al coreógrafo de la película, el renombrado bailarín Benjamin Millepied, del New York City Ballet. "Obserar cómo interactuaba Benjamin con los bailarines y cómo actuaba me proporcionó mucha e interesante información", advierte Cassel.

Completando el reparto principal se hallan dos actrices nominadas al Oscar y ganadoras del Globo de Oro: Winona Ryder, dando vida a Beth, la legendaria estrella de la compañía que de repente cae en desgracia, y Barbara Hershey, interpretando a la madre de Nina, Erica, que protege a su hija pero también la agobia.

El personaje que interpreta Ryder, Beth, resulta clave en la vida de Nina como augurio de lo que será su futuro. "Beth ha sido la estrella del ballet durante un tiempo, pero ya tiene una edad y, de repente, es despedida y abandonada por su amante, el director artístico de la compañía", explica Ryder. "Plantea la gran cuestión de lo que los bailarines tienen que soportar, la tragedia e injusticia de lo efímera que es su profesión".

Ryder prosigue, "Yo creo que también trata de una forma más amplia sobre la búsqueda de la perfección, porque lo que experimentan los bailarines para conseguir una actuación perfecta va más allá de lo que el público puede ver. Beth ha ejercitado su arte desde que era pequeña e inesperadamente ha llegado a un punto donde precisamente todo lo duro que ha trabajado por conseguir la perfección ha acabado con ella. Y a Beth le cuesta procesar eso".

Aronofsky dice de Ryder, "Winona estaba fantástica en el papel porque es una superestrella. Creo que el público realmente identificará en ella a la famosa prima ballerina que es despedida cuando Nina consigue sustituirla".

A Hershey también le cautivó CISNE NEGRO y su inusual personaje. "Estoy segura de que habrá gente que verá a Erica como una madre del demonio, pero yo la veo como una madre con demonios, que es algo completamente distinto", dice Hershey. "Creo que es un ser muy atormentado. En todo lo que ella siente, pasa justamente lo contrario, al mismo tiempo. Ama a su hija, sin embargo, es un amor obsesivo. Quiere que su hija triunfe, pero, al mismo tiempo, conoce su frágil estado mental. Está terriblemente celosa de su hija, sin embargo, quiere el mundo para ella. Quiere que Nina eche a volar…, pero no quiere dejarla partir".

A ambas mujeres les atrajo el sistema de trabajo con los actores de Aronofsky. "No tenía posibilidad de ensayar porque en ese momento me encontraba trabajando en otra película en Inglaterra", recuerda Hershey, "entonces Darren me pidió que hiciera algo que me pareció muy inteligente. Me dijo que escribiera dos cartas a Nina como si fuera mi personaje. Por lo tanto, mientras trabajaba en el otro proyecto, ya pensaba en la relación que mantenían Nina y su madre. En cuanto me puse a escribir, el personaje simplemente empezó a hablar. Posteriormente, Darren le entregaba esas cartas a Natalie en los momentos más estratégicos".


Puntas y tortura: Entrenamiento y coreografía
Al igual que penetró en el descarnadamente humano pero marginal mundo de la lucha profesional en EL LUCHADOR, mediante las emociones psicológicas que se desencadenan en CISNE NEGRO, Darren Aronofsky sumerge a los espectadores en la cruda, ambiciosa y sudorosa realidad que se desarrolla en el backstage del mundo de la danza a la que pocas personas tienen acceso. Aunque el ballet ha venido formando parte de la historia del cine desde hace tiempo, desde el clásico filme de Michael Powell LAS ZAPATILLAS ROJAS hasta el éxito de los años 70 de Herbert Ross PASO DECISIVO, la película de Aronofsky no se parece a ninguna otra película de danza realizada con anterioridad.

Rodar el ballet desde dentro implica una combinación de investigación personal, intensiva formación actoral y viscerales técnicas de cámara. "Como realizador, Darren es un obseso de los detalles", afirma el coguionista Mark Heyman. "Por lo tanto, a pesar de los elementos fantásticos de la historia –con aparición de dobles y la transformación de Nina–, para Darren era muy importante dotar a la película de una enorme veracidad".

A medida que se acercaba el momento de la producción, Aronofsky empezó a ajustar cómo iba a crear las dinámicas escenas de los números de danza de la película, que quería que mantuvieran toda la subjetiva intensidad de las escenas de lucha de EL LUCHADOR, pero captando también la elegancia y el lirismo que hace del ballet una especie de poesía del cuerpo…, y haciendo justicia al legado que representa "El lago de los cisnes".

Para empezar, Aronofsky reclutó a una compañía de ballet dirigida por el coreógrafo Benjamin Millepied, estrella de la danza del New York City Ballet y creador de coreografías de ballet mundialmente reconocido. Aunque se trataba de su primera experiencia coreográfica para la gran pantalla, Millepied aceptó inmediatamente. "Estuve presente en todo el proceso, y los actores me sorprendieron mucho", afirma. Millepied encontró también muy divertido participar delante de la cámara interpretando a David, el primer bailarín de la compañía.

Su tarea consistiría en tomar los momentos más importantes de "El lago de los cisnes" y coreografiarlos de manera que quedaran perfectamente integrados con la visión cinematográfica que Aronofsky quería dar a la idea de Thomas Leroy de una producción original y "revitalizada", y que, al mismo tiempo, pudiera ser ejecutada por dos actrices que, aunque muy voluntariosas, no eran bailarinas de toda la vida..

"Para Darren era verdaderamente importante mantenerse fiel al ballet de ‘El lago de los cisnes’ real", afirma Millepied. "Pero ambos sabíamos que era imposible formar a alguien para ser primera bailarina en seis meses, por tanto, nos esforzamos mucho en elegir movimientos concretos para Natalie y Mila que funcionaran en la película. Natalie ya había tomado clases de danza antes de conocerme y había recibido alguna formación en la infancia, pero Mila no tenía ninguna formación en absoluto. Por lo tanto, mi verdadera labor consistió en afinar sus movimientos y utilizar la coreografía para sacar de ellas lo que el filme requería. Afortunadamente, Darren posee un gran conocimiento de lo que es la danza, lo cual hizo mi trabajo mucho más fácil".

Para Portman y Kunis supondría un intenso entrenamiento. Para ayudarlas a formarse mejor, Millepied congregó a un equipo de profesores de ballet, que incluía a la legendaria Georgina Parkinson, principal bailarina del Royal Ballet y directora del American Ballet Theatre durante 30 años, que desgraciadamente falleció justo dos semanas antes de que finalizara el rodaje de la película. También trabajaron con las actrices las profesoras de ballet Marina Stavitskaya, directora del repertorio clásico en el Manhattan Youth Ballet, y Olga Kostritzky, entre cuyos antiguos alumnos destacan Mikhail Baryshnikov y Jock Soto.

Todos ellos indujeron a Portman y Kunis a hacer cosas con sus cuerpos que no sabían que fueran posibles, y a ambas les supuso un enorme coste físico. "Me gusta mucho la danza y pensé que iba a ser muy divertido tener que bailar para hacer mi trabajo", recuerda Portman. "No tenía ni idea de lo agotador que iba a resultar".

El agotamiento no constituyó ni siquiera la mitad del trabajo. Tanto Portman como Kunis tuvieron que luchar contra las lesiones y el cansancio provocado por el sobreentrenamiento a contra-reloj para estar listas en el momento del rodaje. "Dos roturas de ligamento y un hombro dislocado más tarde, yo me preguntaba, ‘¿Pero qué estoy haciendo?’", comenta Kunis entre risas.

Kunis prosigue: "Las zapatillas de puntas son especialmente crueles. Podía ponérmelas a lo mejor durante 20 minutos, como mucho. Ni siquiera tienes que elevarte sobre las puntas para que te produzcan dolor. Todo lo que tienes que hacer es andar con ellas puestas. Tus pies no pueden avanzar porque las zapatillas tienen una pieza acartonada en la punta. Te tropiezas contigo misma. Cuando las tienes todo el día puestas, los pies se te hinchan y se ponen amoratados".

Portman, que bailó más del 90% de sus escenas, también sufrió una dolorosa lesión de costilla mientras se entrenaba. "Fue bastante importante porque tuve que sufrirla durante casi la mitad de rodaje", admite Portman. "Pero resulta difícil quejarse cuando ves que los bailarines profesionales no dejan de bailar. Bailan constantemente con muy graves lesiones, como esguinces de tobillo. Están acostumbrados a bailar con dolor".

A pesar de las dificultades, ambas actrices fueron tan expertamente adiestradas que llegaron a sentirse más potentes y seguras como bailarinas. "Yo creo que ha sido lo más difícil que he hecho y haré en toda mi vida", admite Kunis. "También creo que al ballet no se le reconoce el mérito de ser una de las actividades físicas más duras del mundo. Pero lo realmente increíble es cuando te das cuenta de que todo ese duro trabajo y sufrimiento puede llegar a producir un arte que parece hecho de forma totalmente natural".

Esa naturalidad, que caracteriza a los bailarines más extraordinarios, es lo que Millepied perseguía reflejar en pantalla, marcando un crudo contraste con el personal viaje por las pesadillas de Nina. "Resultó increíble observar el progreso de Natalie y Mila. Aunque colocáramos la barra muy alta podían conseguirlo", comenta Millepied.

Para acompañar a Portman y Kunis sobre el escenario, Millepied y el productor ejecutivo Ari Handel contaron con un cuerpo de baile profesional formado por los integrantes del Pennsylvania Ballet, incluyendo al primer bailarín Sergio Torrado, que interpreta a Von Rothbart en "El lago de los cisnes" de la película. Dada la premura de tiempo, resultó mucho más difícil encontrar a la compañía de ballet perfecta que a los actores protagonistas.

"Descubrimos que era plena temporada para muchas compañías, como la New York City Ballet y la ABT, por lo tanto, no podían cedernos a ningún bailarín", dice el productor Franklin. "Afortunadamente, el Pennsylvania Ballet estaba en período de descanso. Aceptaron trabajar con nosotros sólo unas pocas semanas antes de empezar a rodar".

"Nos hizo mucha ilusión poder hacer este trabajo", dice Roy Kaiser, director artístico del Pennsylvania Ballet. "Es un proyecto fantástico y para mis bailarines fue una gran experiencia. Tuvieron la oportunidad de mostrar el ballet de una forma realista y les entusiasmó trabajar con este magnífico reparto".


El salón de los espejos: El diseño visual
La producción de CISNE NEGRO comenzó en los exteriores del Lincoln Center, sede del New York City Ballet, y después se rodó durante varias semanas íntegramente en Nueva York, principalmente en Manhattan pero también en el Centro de Artes Escénicas de la Universidad Estatal de Nueva York en Purchase, el versátil teatro donde Bob Fosse filmó buena parte del clásico de la danza ALL THAT JAZZ.

Aronofsky trabajó con su competente equipo de diseño en la combinación de dos ideas visuales: por un lado, una orgánica visión del ballet a través de un crudo trabajo de cámara en mano, y por otro, una surrealista y aterradora pero también potente serie de imágenes a partir de espejos refractivos e inquietantes visiones de dobles identidades que diluyen los límites de la realidad. El movimiento constante de la cámara da la impresión de bailar y descender a los infiernos junto con el personaje protagonista.

El equipo incluía a muchos habituales de Aronofsky, y estaba encabezado por el director de fotografía Matthew Libatique, ASC (LA FUENTE DE LA VIDA), la diseñadora de producción Thérèse DePrez (HOWL), la diseñadora de vestuario Amy Westcott (EL LUCHADOR), el montador Andrew Weisblum, A.C.E. (EL LUCHADOR) y el supervisor de efectos visuales Dan Schrecker (RÉQUIEM POR UN SUEÑO).

Obviando un siglo de técnica cinematográfica tanto en lo que se refiere a películas de baile como al thriller psicológico, en su lugar, Aronofsky y Libatique trasladan su particular y emblemático estilo a un mundo raramente observado con esta cruda intimidad. La mayoría de las escenas del filme se ruedan con una sola cámara en mano que se mueve continua y sinuosamente, sin planos generales o primeros planos.

"Me apasionaba rodar un thriller psicológico con cámara en mano sobre todo porque no podía recordar que se hubiera hecho anteriormente", dice Aronofsky. "En algunos thrillers hay unas pocas secuencias donde el punto de vista del malo se refleja a través de la cámara en mano, pero hacerlo así en su totalidad, dándole un estilo documental, es algo totalmente original".

Aronofsky prosigue, "También pensé que rodar el universo del ballet con cámara en mano ayudaría a penetrar en él, al igual que habíamos hecho con el ring en el caso de EL LUCHADOR. La cámara baila y gira con los bailarines. Capta la energía, el sudor, el sufrimiento y el arte de la danza en primer plano".

Y luego están los espejos, que juegan un papel esencial en la arquitectura visual de la película. "En el mundo del ballet hay espejos por todas partes", explica Aronofsky. "Los bailarines siempre se están mirando en ellos, por lo tanto, la relación que mantienen con su reflejo constituye una buena parte de lo que son. Los realizadores también sienten fascinación por los espejos, y se ha jugado con ello anteriormente, pero yo quería llevarlo a otro nivel. Visualmente enfatizamos esa idea de lo que significa mirar en un espejo. Los espejos muestran en gran medida el interior de Nina, que gira alrededor de las dobles identidades y las imágenes reflejadas".

La tarea de concebir el mundo físico de CISNE NEGRO cayó en manos de la diseñadora de producción Thérèse DePrez. En este filme, DePrez se enfrentó al doble reto de diseñar tanto un thriller psicológico que transcurre en Manhattan como una producción para la gran pantalla de "El lago de los cisnes", uniendo ambos en cada detalle. "Quería trabajar con Thérèse desde hace mucho tiempo", dice Aronofsky. "Verdaderamente nos creó un gigantesco lienzo a partir de un presupuesto muy ajustado. Creó un mundo que no es el mundo real pero que lo parece, lo cual es muy difícil de lograr".

"Darren se aproxima a sus películas de una manera muy orgánica", dice DePrez, "por lo tanto, empecé observando la paleta de colores, sugerida tanto por ‘El lago de los cisnes’ como por lo que Nina ve cada día: el lugar de ensayo, que corresponde tanto al viejo mundo como a la moderna ciudad de Nueva York. Queríamos algo muy minimalista, por tanto, sobre todo hay sombras en negro, blanco y gris así como el color rosa del ballet, que se dividía entre el ingenuo rosa del personaje de Nina y el rosa algo más deslucido de Beth. Luego hay algunos tonos en verde que corresponden a Rothbart así como a los decorados de naturaleza de ‘El lago de los cisnes’. Pero eso es todo realmente. Nos ceñimos a unos pocos colores".

Muchos de los decorados de la película debían presagiar sutilmente lo que más tarde iba a suceder en la representación de "El lago de los cisnes", durante el explosivo clímax de la película, lo que incluye al austero apartamento en blanco y negro de Thomas Leroy, donde le asigna a Nina unos inusuales deberes para casa, así como la infantil habitación rosa de Nina, que a medida que la historia se va desarrollando le produce menos confort. "Todo es muy sutil, pero visualmente existen unos hilos comunes que mantienen todo completamente unido", señala DePrez. "Una particularidad de Darren es que no le gusta la decoración exagerada. Por lo tanto, gran parte del trabajo de diseño giró en torno a conectar el personaje de Natalie con la realidad".

Todo confluía para constituir el más grande reto de DePrez: diseñar el decorado para una nueva representación de "El lago de los cisnes", una representación que debía ser oscura, moderna, angustiosa y, sobre todo, enormemente cinematográfica.

"Una de las cosas más importantes para Darren y para mí era conseguir movimiento en todas las piezas del decorado situadas sobre el escenario. No queríamos nada fijo o estático", explica. "Por ese motivo, en cada uno de los actos del ballet hay elementos escénicos que se mueven. Hay árboles hechos de gasa que se despliegan, hay una luna que es una luz de cristal líquido, hay un precipicio con una rampa movible. Asimismo, todo tiene un toque de fotorrealismo para hacerlo más moderno e inesperado. Todo tenía que estar combinado de forma muy equívoca".

Incluso se encargó de diseñar los bastidores del teatro. "Los bastidores eran casi tan importantes como el propio teatro", afirma. "Nos ocupamos de que hubiera las típicas barras de ballet donde los bailarines realizan sus estiramientos y, por supuesto, espejos. Todo está ahí para que la cámara lo capte".

El mismo esmero de los elementos visuales de "El lago de los cisnes" que conforman la realidad de Nina, perfectamente enlazado, se puede evidenciar en el trabajo de la diseñadora de vestuario Amy Westcott, que empezó por estudiar el mundo del ballet. "Me senté a ver clases, fui a representaciones del ABT y del New York City Ballet, y luego me puse a juntar todas las ideas", explica Westcott.

Como había colaborado anteriormente con Aronofsky en EL LUCHADOR, Westcott sabía lo que le esperaba. "A Darren le gusta zambullirse en un universo y comprenderlo, y nuestro trabajo consiste en seguirle en esa zambullida", afirma.

Para entender el universo de CISNE NEGRO resultaba fundamental encontrar la imagen idónea de Natalie Portman en su papel de Nina, una imagen que cambiaría a medida que su realidad se viera alterada. "Mi idea era comunicar que, al principio, la madre de Nina tiene una gran influencia en su manera de vestir", dice Westcott. "Su madre quiere que siga siendo una niña, por eso el vestuario de Nina se compone esencialmente de tres colores asociados a la infancia: blanco, gris y rosa. Empezamos enfatizando mucho el color rosa. Pero, al final, lleva sobre todo tonos negros. Cuando empiezas a ver a Nina vestida con mallas negras en lugar de rosas, intuyes que algo va a suceder y que el personaje está al otro lado del espejo".

Westcott utilizó la apariencia de los personajes para definir sus principales personalidades. "Lily es una mujer absolutamente segura de su atracción sexual, por eso lleva muchos tonos negros con toques plateados. También tiene un carácter soñador que tratamos de transmitir con su vestuario. Thomas Leroy tiene una personalidad muy potente y por eso los colores de Vincent son negro, gris y blanco".

Luego estaba la extraordinaria tarea de conseguir que el vestuario de una compañía de ballet de Nueva York fuera totalmente novedoso en su representación del clásico "El lago de los cisnes". Para llevarlo a cabo, Aronofsky se puso en contacto con dos entusiastas diseñadoras de moda, Kate y Laura Mulleavy, hermanas conocidas popularmente en el mundo de la moda como Rodarte. Aronofsky pensó que el diseño gótico, romántico y sin embargo absolutamente excesivo de Rodarte podía actualizar la imagen tradicional del ballet de una forma sorprendente. "Visualmente posee un estilo completamente distinto de 'El lago de los cisnes'", afirma el director. "El vestuario del ballet diseñado por Rodarte está a otro nivel, es totalmente clásico pero innovador al mismo tiempo".

Las hermanas Mulleavy mostraron su interés y entusiasmo por la idea de representar de una manera distinta "El lago de los cisnes". "Como diseñadoras, la estética del ballet nos resulta absolutamente irresistible y siempre nos ha fascinado 'El lago de los cisnes' de Tchaikovsky. Al leer el guión, inmediatamente nos sentimos atraídas por la historia y empezamos a imaginarnos a Natalie como bailarina y el mundo que Darren crearía con su personaje. Darren es un creador nato y nos fascinaba la idea de poder fusionar nuestras peculiares visiones artísticas. Nos reunimos con Darren en Nueva York y con Natalie en Los Ángeles e inmediatamente supimos que el concepto de la película entrañaba una estética que queríamos hacer realidad".

Afirman las Mulleavy que "Cisne Negro es una historia relativa a la belleza que contrasta con su transformación en maldad. Confeccionamos el vestuario teniendo en cuenta la doble identidad de los personajes, intentando siempre buscar un equilibrio entre su naturaleza más comedida y la más salvaje así como entre las acciones que se llevaban a cabo. Utilizamos los colores (gris ártico, rosa pálido, blanco, negro y verde oscuro) y las texturas (lana, angora, plumas, tul, metal y bordados) para expresar la personalidad de los personajes tanto fuera como dentro del escenario".

Otro componente clave para construir la atmósfera, el suspense y las emociones contenidas en CISNE NEGRO es la música que ha compuesto Clint Mansell, que colabora con Darren Aronofsky desde hace tiempo. Mansell comenzó a trabajar directamente a partir de la fuente que motiva la obsesión de Nina –"El lago de los cisnes"– y fue introduciendo algunas partes de la icónica música del ballet de Pyotr Ilyich Tchaikovsky a lo largo de toda la banda sonora del filme.

Cuando Aronofsky le contactó para la película, Mansell precisamente acababa de ver una producción de ballet en la ciudad de Londres. "Me emocionó profundamente porque fue una experiencia absolutamente viva y visceral, y pensé, ‘esto va a ser algo sensacional", recuerda.

A la hora de componer la banda sonora, Mansell tuvo que enfrentarse al fascinante reto de mantenerse fiel al inmortal legado de Tchaikovsky al tiempo que creaba un ambiente de sonido específicamente adaptado al contemporáneo viaje hacia la oscuridad que emprende Nina. "Supuso un tremendo privilegio trabajar con la fantástica pieza musical de Tchaikovsky. Me infundía el mayor de los respetos, pero también creía que no debía ponerme límites, que me tenía que lanzar absolutamente", dice el compositor."Espero ciertamente que al final la gente no piense ‘esta parte la ha compuesto Tchaikovsky y ésta, no’. Mi pretensión es que sea un camino que dos compositores emprenden juntos para recrear una nueva versión de ‘El lago de los cisnes’"-

La idea de Mansell era que la lírica obra maestra de Tchaikovsky rondara, en cierto sentido, a Nina, que la persiguiera, trastornándola y convirtiéndola en una persona cada vez más extraña y atormentada a medida que el personaje de la Reina de los Cisnes la iba poseyendo.

"La música siempre hace referencia a Tchaikovsky o mantiene cierta resonancia de ella", manifiesta Mansell. "Tchaikovsky siempre constituía la base, pero luego yo experimentaba".

El proceso se fue convirtiendo en algo más personal a medida que Mansell lo iba desarrollando. "La música de Tchaikovsky es tan extraordinariamente compleja y sucede tanto en ella que narra la historia en todas y cada una de sus notas", observa Mansell. "Pero actualmente la música de las películas es mucho más sutil, más minimalista, por así decir, por lo tanto, casi tuve que descomponer el ballet. Fui desglosando la música en diversos ritmos, progresiones y melodías, y luego eso lo recompuse dentro de la banda sonora del filme. Como yo seguía componiendo, la música incluía más mi estilo habitual formado por múltiples elementos atonales y discordantes que la acentuación del suspense y la confusión".

Mansell trabajó también con elementos musicales orgánicos para reflejar el subconsciente de Nina y su incursión en la paranoia, la ambición desmedida y el miedo. "No fue difícil relacionar ese elemento de terror", afirma, "porque la música de Tchaikovsky ya es per se muy potente y expresiva. Los ballets eran entonces como las películas de hoy, se escribían para transportar al público en un viaje imaginario".

Antes incluso de que se iniciara la producción, Mansell ya tenía escrita parte de la banda sonora para que las escenas de ballet de la película pudieran rodarse con música más tarde; empezó escribiendo para el filme justo cuando comenzaba a haber material rodado diariamente, lo que proporcionó un nuevo estímulo. Finalmente, Mansell se trasladó a Londres para las sesiones de grabación definitivas, donde pudo escuchar por primera vez la banda sonora ejecutada por una orquesta integrada por 77 componentes. "Cuando la música cobró vida en manos de grandes músicos fue algo absolutamente impresionante", afirma Mansell.

A Aronofsky le entusiasmó la música que había compuesto Mansell. "Es uno de los trabajos más extraordinarios que he podido escuchar de Clint", dice el director. "Sientes a Tchaikovsky por todas partes pero también sientes algo completamente nuevo. Resulta inquietante, hipnótico y muy hermoso".

"Desde la música, el vestuario y los decorados hasta la unión entre coreografía y trabajo de cámara, todos y cada uno de los aspectos del rodaje de las escenas de 'El lago de los cisnes' han constituido una importante fuente de aprendizaje, pero todo ha valido la pena", señala Aronofsky. "Empezamos sabiendo muy poco sobre ballet, sobre cómo filmarlo y cómo conseguir que a la gente le interesara, pero yo creo que la película sabe conectar realmente al espectador con esta forma artística, sabe hacérselo accesible", afirma el director.