El ex operador de Fuerzas Especiales Frank Martin vive lo que parece ser una vida tranquila a orillas del Mediterráneo francés, donde presta sus servicios como un "transportador" mercenario que traslada bienes, ya sean humanos o de cualquier otro tipo, de un lugar a otro. Sin preguntas de por medio.
Frank, que en su cochazo equipado lleva a cabo misiones secretas y a veces peligrosas, se apega a un estricto juego de reglas que nunca rompe. Regla Numero Uno: Nunca modifiques el trato. Regla Número Dos: Omitir nombres, Frank no quiere saber para quién trabaja o qué es lo que transporta. Regla Número Tres: Nunca mires qué hay dentro del paquete.
La carga más reciente de Frank aparenta ser igual a los numerosos paquetes que ha entregado en el pasado. Ha sido contratado por un estadounidense conocido solamente como "Wall Street" (ver Regla Número Dos) para que lleve a cabo una entrega, pero cuando Frank se detiene en el trayecto, se percata que su "paquete" se mueve. Frank, violando la Regla Número Tres, ve dentro de la bolsa y encuentra en ella a una hermosa mujer amordazada.
El firme apego que tiene Frank para con sus otras dos reglas, que conforman su código básico de supervivencia, también se desmorona rápidamente, lo que provoca que él y su nueva acompañante se muevan con rapidez en un camino que los llevará a toparse con secretos impactantes, complicaciones mortales y la última cosa que Frank hubiera podido llegar a creer: que las reglas están hechas para romperse.