El capitán Nathan Algren es un hombre a la deriva. Las batallas que libró en otro tiempo parecen ahora lejanas e inútiles. Una vez arriesgó su vida por el honor y por la patria - en Antietam (Maryland) y Gettysburg (Virginia) - pero en los años transcurridos desde la Guerra de Secesión estadounidense, el mundo ha cambiado. El pragmatismo ha reemplazado al valor, el interés personal ha ocupado el lugar del sacrificio y el honor no se encuentra por ninguna parte - especialmente en el Oeste, donde su papel en las campañas contra los indios acabó en desilusión y tristeza.
En algún lugar de las implacables llanuras junto a la ribera del río Washita, Algren perdió su alma.
En un mundo completamente distinto, otro soldado ve como su modo de vida está a punto de desintegrarse. Es Katsumoto, el último líder de un antiguo linaje de guerreros, los venerados samuráis. Del mismo modo que el estilo de vida moderno invadió el Oeste americano, acorralando y condenando a los indios americanos, también acabó con el Japón tradicional. Las líneas telegráficas y los ferrocarriles que llevaron el progreso amenazan ahora los valores y códigos con los que los samuráis han vivido y han muerto durante siglos.
Pero Katsumoto no se irá sin pelear.
Los caminos de estos dos guerreros convergen cuando el joven emperador de Japón, cortejado por los intereses norteamericanos que codician el mercado japonés en expansión, contrata a Algren para preparar el primer ejército de reclutas moderno de Japón. Pero cuando los asesores del emperador tratan de erradicar a los samuráis como parte de los preparativos para un gobierno más occidentalizado y favorable al comercio, Algren se encuentra inesperadamente impresionado e influido por sus encuentros con los samuráis. Sus fuertes convicciones le recuerdan al hombre que en otro tiempo fue.
Inmerso ahora en un territorio duro y desconocido, con su vida y, tal vez lo que es más importante, su alma pendientes de un hilo, el atormentado soldado norteamericano se encuentra en medio de una violenta y épica lucha entre dos épocas y dos mundos, contando sólo con su sentido del honor para guiarle.