Con un reparto internacional encabezado por Sophie Vavasseur (Evelyn, Resident Evil: El Apocalipsis). Completan el reparto Richard Felix (El Perfume; Frágiles), Douglas Bradley (Hellraiser) y Stephen Billington (Resident Evil), entre otros.
Notas del director
Como en toda buena historia, en los relatos adscritos al género fantástico también acostumbra a haber una reflexión sobre la naturaleza humana. En el caso concreto del fantastique, esta reflexión permite dar voz a los miedos e inquietudes provocados por un mundo que se muestra hostil; una reflexión que proporcione armas para enfrentarse al desasosiego que nace de nuestras propias inseguridades como seres humanos abonados a una existencia habitualmente teñida de frustración y temor.
Monstruos, aliens, vampiros, hombres lobo, espectros, demonios, doctores locos y otras aberraciones morales no son más que proyecciones, más o menos imposibles, de los miedos que impone una realidad que se nos antoja resbaladiza y poco tranquilizadora. Unos miedos íntimos que aún son más acusados a una edad como la adolescencia, caracterizada por las fuertes dudas existenciales y la enfermiza hipersensibilidad ante todo aquello que pueda suponer una amenaza para una identidad no asentada definitivamente, aún frágil y en pleno proceso de construcción.
En Dentro de mí el elemento fantástico que irrumpe en la economía racional de un universo cotidiano, distorsionándolo todo, es la posesión demoníaca. A partir de este acontecimiento irracional, la historia desarrolla una serie de temas universales que enlazan con algunos de los mitos culturales y humanos más clásicos: el de Fasusto (el miedo atávico a la enfermedad, la locura, la dicotomía entre la fe y la razón) y el de Edipo y Electra (el enfrentamiento generacional entre padres e hijos). Ambos aportan solidez dramática a la historia, así como un enfoque original al tema de la posesión infernal, ya clásico dentro del género de terror.
Emma, una joven descontenta con su situación vital, representada por unos padres rigurosos e intervencionistas, se rebela contra su entorno más cercano para encontrar su sitio en el mundo. Un sitio libre de ataduras y servidumbres no deseadas que, de momento, es incapaz de asumir. Una búsqueda natural en una adolescente que, en este caso, encontrará un aliado poco recomendable: el Diablo.
La aparición de este ente maligno enfrenta a Emma con su propia condición y con sus decisiones más íntimas, proporcionándole un dilema moral de gran calado. Su deseo de emancipación, de conseguir la libertad cueste lo que cueste, se verá confrontado con el terrible dolor que le produce el sufrimiento de sus seres queridos, atroz peaje que se ve obligada a pagar para alcanzar sus anhelos. Su egoísmo tendrá dramáticas consecuencias para ella y su familia, lo que hará que Emma, en el tránsito que le conduce de la rebeldía a la madurez, tenga que asumir su error y descubrir, quizá demasiado tarde, que el amor familiar es insustituible. Un final de trágica ironía.
Con este trasfondo dramático, y ayudado por unos personajes profundos y bien construidos, la propuesta formal escogida para narrar con toda la contundencia posible este drama con aroma de tragedia clásica, huye de los códigos habituales del género, que acostumbran a sustentarse en la atmósfera y en una estilizada puesta en escena, para entrar de lleno a un realismo crudo y descarnado. Un tono heredado del documental, el drama social, el free cinema británico y la nouvelle vague francesa. Un premeditado choque entre forma y contenido que hará que el miedo, el horror y el elemento sobrenatural, al ser servido de forma realista y cercana, sea más efectivo, creíble, impactante y original. Dentro de mí se convierte, así, en una pesadilla naturalista.