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Los descendientes cartel reducidoLos descendientes(The descendants)
Dirigida por Alexander Payne
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Dirigida por Alexander Payne, con guión de Alexander Payne, Nat Faxon y Jim Rash, y basada en la novela escrita por Kaui Hart Hemmings. El reparto está integrado por George Clooney, Shailene Woodley, Beau Bridges, Robert Forster, Judy Greer, Matthew Lillard, Nick Krause, Amara Miller, Mary Birdsong, Rob Huebel y Patricia Hastie.

El equipo creativo incluye a los productores Jim Burke, Alexander Payne y Jim Taylor, el director de fotografía Phedon Papamichael, ASC, la diseñadora de producción Jane Ann Stewart, el montador Kevin Tent, A.C.E., la diseñadora de vestuario Wendy Chuck, el coproductor George Parra, la supervisora musical Dondi Bastone y el productor ejecutivo de la música Richard Ford.


Problemas en el trópico
"Mis amigos del continente creen que porque vivo en Hawái, estoy en el Paraíso.
Que, como en unas vacaciones permanentes, aquí todos estamos nada más que bebiendo Mai Tais,
meneando las caderas y jugando con las olas. ¿Es que están chiflados?"
-- Matt King

Matt King, interpretado por George Clooney, responde al tipo de personaje característico de anteriores películas de Alexander Payne, un individuo imperfecto que busca su lugar en un mundo enloquecido, con sus agridulces emociones y sorpresas; no es ni un héroe ni tampoco un antihéroe. Al igual que el envidioso profesor interpretado por Matthew Broderick en ELECTION, el amargado jubilado que interpreta Jack Nicholson en A PROPÓSITO DE SCHMIDT y el confuso madurito que recorre el país catando vinos interpretado por Paul Giamatti en ENTRE COPAS, King no es el hombre que querría ser. Sus revoltosas hijas no confían en él, su aventurera mujer le ha sido infiel y sus arruinados primos le consideran a él y al fideicomiso que controla como a una hucha de cerdito. Por si fuera poco, King está rodeado de un exuberante, fértil e impresionante paisaje que contradice el desconcierto que siente por dentro. Sin embargo, todo esto conduce a Matt a un despertar tumultuoso, que puede parecer torpe, cómico y, a veces, absurdo, pero que, no obstante, cambia su noción del amor, de la paternidad y de lo que realmente significa ser un hombre.

A Alexander Payne siempre le han atraído estas peculiares situaciones de la vida cotidiana que pueden resultar cómicas, devastadoras y reveladoras, todo al mismo tiempo. Cuando Payne leyó la primera y alabada novela escrita por Kaui Hart Hemming, The Descendants, se sintió inmediatamente fascinado por sus fuertes contrastes. Se trataba del retrato de un hombre que se enfrenta a una de las peores noticias posibles, a las personas más complicadas y a las decisiones más difíciles de su vida.

"La novela me atrajo porque es una historia muy emotiva que se desarrolla en un escenario exótico", dice Payne. "Es un relato que podría ocurrir probablemente en cualquier otro sitio, pero lo que me impresionó del libro fue el ambiente, absolutamente excepcional, de los terratenientes y la alta sociedad de Hawái. Es algo muy específico de este lugar, aunque también es universal".

"A nivel de realización, me resultaba muy interesante porque nunca he visto Honolulú en una película. Solemos ver Nueva York, Chicago, Los Ángeles, Miami y Seattle, pero esta es una zona que nunca vemos en el cine. Hay toda una estructura social característica de la vida en Hawái, y eso me producía mucha curiosidad. Me gustan las películas con un sentido de pertenencia al lugar donde se desarrollan. Mi primera película la hice en Omaha, después realicé otra en Santa Bárbara y ahora he terminado haciendo esta en Hawái".

A Hemmings le resultó fácil introducir la cultura hawaiana en su historia sobre un desconcertado hombre que busca a trompicones su redención, ya que ella misma se crió en el seno de una familia hawaiana poco convencional, siendo la hijastra del muy conocido campeón de surf y político local Fred Hemmings, Jr. En sus primeros relatos cortos, Hemmings ya empezó a incluir temas relativos a la familia, la tierra, la historia y la herencia. The Descendants era originalmente un relato corto (publicado bajo el título "The Minor Wars") que Hemmings empezó a escribir utilizando a la hija pequeña, Scottie, como voz narradora, pero posteriormente decidió dar un giro audaz para una escritora joven: contar la historia desde la perspectiva de Matt King, desde un punto de vista adulto y masculino.

La asunción de tal riesgo lo cambió todo. La historia, y por tanto la novela, ya no trataban sobre un clan de seres acérrimamente individualistas que sólo van a lo suyo, sino sobre un padre que aprende a buscar el apoyo en su familia.

"En cuanto opté por el punto de vista de Matt, la historia encontró su propio ritmo", recuerda Hemmings. "Para él había mucho más en juego".

Precisamente todo eso que estaba en juego dio al título de la novela un doble significado, aludiendo no sólo al cómico descenso anímico de King, sino también a su descubrimiento de lo que implica realmente ser un descendiente de ancestros hawaianos y lo que sus propias descendientes significan para él. Hemmings creó a Matt con el fin de reflejar una diferenciada subclase social dentro de la población hawaiana, una generación cuyo origen se remonta a los matrimonios entre misioneros y terratenientes blancos con nativas de la realeza hawaiana, y que recuperaron sus propiedades tras el expolio sufrido en la época en que Hawái era una colonia. Tal y como Matt señala, su tatarabuela fue la princesa Margaret Ke’alohilani, una de las últimas descendientes directas del rey Kamehameha, que se enamoró de su banquero haole (término utilizado por los hawaianos pare referirse a los blancos o extranjeros), Edward King, que en el presente de Matt perdura en la memoria como un abogado de Honolulú con profundas e intrincadas raíces en las islas. Como muchos hawaianos, Matt es un hapa-haole, es decir, medio blanco, que nunca ha llegado a aceptar del todo su identidad cultural.

Esto proporcionó otra lectura a la novela de Hemmings, porque entre las preocupaciones de Matt no sólo está el hecho de lo que su mujer ha hecho a sus espaldas o cómo va a educar a sus hijas, sino también qué pensarían de su vida sus antepasados hawaianos, o sus propios descendientes. El libro, publicado en 2009, fue un inmediato éxito de crítica, con elogios del New Yorker del tipo: "Hemmings enfoca muy inteligentemente la voz de su desconcertado héroe de mediana edad, que fluctúa entre la ironía y el sentimentalismo, y que incluso se ríe de sí mismo cuando lucha por ser redimido".

Cuando Hemmings supo que Alexander Payne estaba interesado en adaptar su libro, casi no podía creérselo. "Por poco me muero", dice Hemmings riéndose. "Es decir, que es mi director favorito, me encanta el tipo de películas que hace".

Tras hablar sobre la adaptación del libro de Kaui Hemmings con numerosos guionistas, los productores de Ad Hominem eligieron al equipo creativo compuesto por Nat Faxon y Jim Rash. Espléndidos actores, aún miembros de la compañía Groundling Theater, Faxon y Rash habían sido los autores de un guion muy ponderado, CAMINO A LA LIBERTAD, que daba idea de su capacidad para gestionar los cambios de tono, entre el humor y el patetismo, que requería LOS DESCENDIENTES.

Todo el que leyó su exquisita adaptación quedó absolutamente fascinado. Pero cuando Payne decidió dirigir la película él mismo, concluyó que la mejor manera de establecer una conexión personal con el material era hacer su propia adaptación del libro.

En su visión, Payne situó el enfoque narrativo en el equilibrio entre dos historias: por un lado, el viaje hasta Kauai de la familia King a la caza del inesperado amante de Elizabeth King; y, por otro, la constante peregrinación de diversos amigos y familiares hasta la cama donde reposa Elizabeth, que la convierten, en su silencioso estado de coma, en una especie de gran confesora, revelándole secretos y emociones contenidas que de otra forma no habrían salido a la luz.

"Una de las muchas cosas que aprendimos en Hawái es que aquí la gente conoce su genealogía mejor que cualquiera de otro lugar", señala el productor Jim Burke. "Todo el mundo sabe cuándo llegó su familia por primera vez a la isla, y algunos tienen tras de sí seis o siete generaciones y sienten una profunda, profundísima conexión con este sitio. Supimos todo esto reuniéndonos con auténticos descendientes que habían heredado tierras, de forma muy similar a lo que le ocurre a Matt".

A Hemmings le impresionó muy gratamente la adaptación. "No me inquietaba que Alexander cambiara esto o aquello, porque realmente había conseguido entender el tono del libro y eso era todo lo que me preocupaba. Entendió que es divertido y triste al mismo tiempo. También me gustó que se tomara su tiempo para conocer Hawái de verdad".

Desde el principio, Payne y el equipo de producción creyeron que era esencial aventurarse más allá de las trilladas rutas turísticas y llegar a conocer a fondo el auténtico Hawái que sólo suele conocer la población local. Al hacerlo así, desarrollaron una mayor comprensión, más matizada, de lo que el término "descendientes" significa en una isla donde los antepasados siempre han constituido un importante eslabón en la cadena de su historia vital. Esto sirvió para poner el foco en cómo Matt King se da cuenta de la progresiva desconexión de sus sentimientos respecto a la tierra que posee; así como en relación a su pasado y su futuro.

Payne confió también en que Hemmings, intuitivamente, le sirviera de guía por la fascinante mezcla de culturas americana y hawaiana que impregnan la vida de la isla, desde su política hasta sus tradiciones y formas de relacionarse. "Cuando llegamos a las islas para empezar la película, Hemmings se convirtió en una parte realmente fundamental del filme, puesto que ésta es su tierra. Conoce a sus gentes. Kaui nos podía dar un baño de realidad y, al mismo tiempo, Alexander podía confrontar con ella todas sus ideas para asegurarse de que encajaran con los personajes", prosigue Burke. "Queríamos ser fieles a su historia porque creíamos en ella".

"La visión narrativa de Alexander es absolutamente personal", advierte Burke, que vuelve a unirse al productor Jim Taylor en la que constituye su quinta colaboración con Payne. "No es necesario que te digan que estás viendo una película de Alexander Payne. Y, no obstante, cada una de sus películas es también muy distinta. En mi opinión, LOS DESCENDIENTES es la más diferente de todas las que ha realizado. Es una gran historia con grandes personajes, pero yo creo que lo que la distingue es que está muy abierta a la interpretación: ninguno de los personajes tiene totalmente la razón y ninguno está completamente equivocado. Cada espectador verá la película de distinta forma. Es una película que permite participar al público y que cada espectador conecte a su modo con ella".


La familia King
"Yo soy el padre de reserva. El suplente" -- Matt King

Cuando empezó a construir el personaje de Matt King –marido en estado de shock, padre inexperto y terrateniente hawaiano muy a su pesar–, Kaui Hart Hemmings se atrevió a imaginar quién podría interpretarle en la gran pantalla. La persona que le vino a la cabeza fue George Clooney, el oscarizado actor y director, conocido por interpretar habitualmente personajes siniestramente cómicos pero manifiestamente humanos.

Clooney se ha erigido como uno de los hombres más célebres de la actualidad, pero su decisión de interpretar a un marido y padre en LOS DESCENDIENTES constituye una novedad significativa dentro de sus habituales personajes. Fue un convicto embaucador en la disparatada comedia musical de los hermanos Coen O BROTHER!, ladrón profesional en la taquillera saga de OCEAN’S ELEVEN, agente de la CIA, una interpretación que le valió el Oscar, en SYRIANA, del director Stephen Gaghan. Asimismo, fue candidato al Oscar por su interpretación del "solucionador" de un bufete de abogados en el thriller de Tony Gilroy MICHAEL CLAYTON, así como por su personaje del coleccionista de millas aéreas y adicto al trabajo de la película de Jason Reitman UP IN THE AIR. Clooney también destaca como guionista y director, ha sido nominado al Oscar al mejor director y al mejor guión por su filme BUENAS NOCHES, Y BUENA SUERTE, y ha dirigido y coescrito THE IDES OF MARCH, que se estrenará este otoño.

El coproductor George Parra señala que el hecho de emparejar a Payne y Clooney por primera vez en un proyecto dio lugar a un curioso matrimonio. "Ambos tienen un talento increíble, y después de esta película yo creo que serán amigos para siempre. Congeniaron desde el primer día. Alexander es el profesional por antonomasia, muy formal y correcto, y puede ser divertido a veces. Pero es muy serio cuando está trabajando. George, por otro lado, es el bromista por excelencia. Le gusta mucho reír y es extraordinariamente divertido, por lo tanto, entre ambas personalidades, en el plató había una energía tremenda. Los dos dieron rienda suelta a su gran creatividad y simplemente dejaron que fluyera la película".

Una vez seleccionado Clooney para interpretar el papel principal, el reto era buscar a los restantes miembros de la familia King que giran a su alrededor. Payne inició inmediatamente una exhaustiva serie de audiciones para encontrar esa delicada química familiar compuesta a partes iguales por amor, rabia e incomprensión, trabajando estrechamente junto al director de casting John Jackson, que colabora con él desde su primera película, CIUDADANA RUTH. El director considera que las audiciones son una parte muy importante del proceso creativo.

"Hicimos pruebas a un montón de gente para cada uno de los personajes, incluso para personajes con sólo una línea de diálogo. Yo creo que las audiciones son algo muy bueno. Me gusta que vengan los actores y lean el texto", dice Payne.

Era especialmente importante encontrar dos jóvenes actrices que fueran capaces de ponerse al nivel de todo un George Clooney interpretando a sus dos malintencionadas y desafiantes hijas Alexandra y Scottie, resentidas con Matt por no haberse implicado como padre hasta entonces. Para el papel de Alexandra, un espíritu libre y luchador, preocupada por parecerse a la madre con la que está enfadada, Payne eligió finalmente a Shailene Woodley, muy conocida por la serie de televisión "The Secret Life of the American Teenager".

Woodley, en su primer papel importante, impresionó enseguida a Payne por su disposición a acatar la disciplina emocional de una interpretación que pasa de ser una ‘niña mala’ del internado a una jovencita que intenta reunir de nuevo a su familia. "Al igual que el resto del reparto, Woodley fue la que hizo la prueba mejor", recuerda Payne. "Fue algo tan simple como eso".

Woodley estaba muy ilusionada porque, cuando hizo la audición, ya estaba enamorada de la historia. "Es una desgarradora aventura en torno al crecimiento", comenta. "Me gusta cómo todo el mundo en la historia crece en su capacidad de amar, va madurando y comprendiendo quién es a nivel individual y dentro de la familia".

En cuanto a Alexandra, a Woodley le encantó la transición que sufre su personaje de rebelde indómita y resentida a una jovencita dispuesta a luchar por sus seres queridos. "Empieza siendo una adolescente que se siente una víctima; en su opinión, la razón por la que su vida es horrible es porque su padre hizo esto y su madre aquello", señala. "Pero a lo largo de la película empieza a darse cuenta de que su felicidad es responsabilidad suya y que no depende de sus padres. Es divertido observar cómo va madurando. Siempre ha sido un poco manipuladora, pero ahora lo es para ayudar a su padre a luchar contra sus demonios".

Woodley cree que Alexandra mantiene con Matt un tipo de relación que muchos chicos relacionarán con su propia experiencia. "Yo creo que ella quiere a su padre, pero en cierto modo le considera el elemento infantil de la relación, y siempre ha sentido que debía ser ella la que debía ejercer de figura paterna con respecto a él", señala Woodley. "Sólo es más tarde cuando Alexandra aprende a cederle su potestad como padre propiamente dicho".

Otro gran reto para Woodley era encontrar en la avalancha de sentimientos que Alexandra experimenta hacia su madre toda la diversidad de matices, sentimientos que mezclan incredulidad, enfado, preocupación, tristeza y conmoción, todo al mismo tiempo. Woodley tenía que, literalmente, zambullirse hasta el fondo, pues esta tormenta de emociones se inicia en una escena fundamental, cuando su padre le dice que su madre no se va a recuperar mientras Alexandra está dándose un chapuzón en la piscina familiar.

"Alexandra está en la piscina, flotando en el agua, y no sabe cómo reaccionar a la noticia", explica Woodley. "Se siente confundida, entonces se sumerge en el agua, el único lugar donde puede gritar a todo pulmón y no parecer vulnerable. Resultaba muy liberador emocionalmente bajar hasta el fondo y gritar y llorar histéricamente. Interpretarlo para mí resultó una experiencia desgarradora, pero también me fortaleció mucho".

Más tarde, cuando Alexandra ve a su antaño apasionadamente vital madre totalmente insensible en la cama de un hospital, sus verdaderas emociones salen a la superficie. "En esta secuencia, yo creo que hay una parte de Alexandra que odia a su madre y otra parte que simplemente quiere que la abrace y llorar durante horas entre sus brazos. Es muy emotivo", dice Woodley. "Creo que la niña que hay en Alexandra solo añora a la madre que siempre ha deseado pero nunca tuvo, sin embargo, la joven mujer en la que se está convirtiendo está empezando a aceptar que eso nunca ocurrirá".

Woodley señala que está agradecida a Payne por haber confiado en ella y haberla ayudado a explorar un escarpado terreno que combinaba estrambóticas situaciones con intensos y verdaderos sentimientos. "Alexander es una de las personas más estimadas de las pocas que he conocido en mi vida. Tiene un gran corazón y me ha enseñado mucho como director y como persona. Cuando se emociona, no se reprime en absoluto. Literalmente, se pone a dar saltos, y dirigiéndose a ti con su peculiar tono de voz, se acerca y te abraza. No puedes evitar sentir entusiasmo por la vida cuando le tienes cerca. Posee una gran energía y la exterioriza contundentemente a los demás. Como director, Alexander me ayudó a descubrir cosas sobre mí misma que yo nunca me habría imaginado".

Woodley dice que Payne exige siempre un resultado final: naturalidad. "En un momento dado podía decirte, 'Oh, Shai, no creo que eso sea muy natural, nunca harías eso en la vida real'", recuerda la actriz. "Así es como Alexander saca lo mejor de las personas".

Esa clase de naturalidad le salió más fácilmente de lo que esperaba cuando Woodley empezó a actuar junto a George Clooney, quien eliminó inmediatamente cualquier elemento intimidatorio. "Resultó ser una persona muy sencilla", dice Woodley. "Es un poco payaso, siempre está haciendo alguna tontería, lo cual relajaba el ambiente en el set. Me sentí una privilegiada no solo por trabajar con él, sino por haberle conocido".

Aunque Matt King intenta restablecer la conexión con sus hijas, la más pequeña, Scottie, le parece un misterio absoluto, casi una extraterrestre, y la posibilidad de entablar cualquier tipo de comunicación con ella es escasa. Para encontrar a una joven actriz que pudiera transmitir el humor y la pena de esta excéntrica preadolescente, Payne vio a más de 300 chicas de todo el país. Todavía no había encontrado a la candidata adecuada cuando el rodaje estaba a punto de comenzar.

Fue entonces cuando encontró a Amara Miller, una prometedora actriz de nueve años, recién llegada de Pacific Grove, California. Alexander recibió un e-mail con un vídeo de su audición, y recuerda que "al minuto, más o menos, ya dije, ‘Sí, es ella. No necesito verla’. Sabía que era ella. Yo ya sabía que simplemente aparecería. Y como muchas cosas en la vida, lo hizo, pero de la forma más inesperada".

El productor Jim Burke añade: "Amara se plantó en el set como toda una profesional. Es muy natural. Nunca había estado en una película antes, pero fue algo increíble".

Aunque no tenía ninguna experiencia previa como actriz (en una ocasión había actuado en una obra de primaria, pero sin ninguna línea de diálogo), Miller parecía comprender instintivamente la excentricidad y excepcional ignorancia del personaje de Scottie en la aventura familiar. "Scottie es la única que ignora lo que está pasando en la familia", apunta Miller. "No sabe que su madre se está muriendo ni que tuvo una aventura con otro hombre. Cuando van a Kauai en busca del supuesto amante, ella piensa que van de vacaciones. Simplemente se dedica a corretear de un lado para otro, siendo ella misma, haciendo lo que le da la gana, en medio de todo ese follón".

Sin la necesaria orientación por parte de su familia, Scottie se ha criado prácticamente salvaje y ha desarrollado un carácter muy independiente. "Es una revoltosa", dice Miller riendo. "Es el tipo de niña al que no le preocupa mucho meterse en problemas. Aun así, va a seguir divirtiéndose y haciendo barrabasadas. Tiene una actitud muy descarada. Va buscando lo que ella necesita".

Lo que Scottie necesita probablemente es tiempo y atención, pero ella no hará nada por obtenerlo, lo cual conduce a algunas de las escenas más interesantes de Miller. "Le digo ‘que te den’ a George Clooney", bromea Miller. "Y él dice ‘¿cómo?’ La expresión de su cara era muy graciosa".

Para Payne, trabajar con Miller –era su primera vez dirigiendo a un niño en un papel principal– no supuso ninguna diferencia con respecto a los adultos del reparto. "Lo mejor de trabajar con Amara es que no tenía que tratarla como a una niña. Simplemente le dije que ella era instintivamente actriz. Solo le decía, ‘No, hazlo así mejor’. O, ‘Por favor, haz una pequeña pausa entre las dos frases’. La mejor manera de tratar a las personas en general, y a los actores en particular, es decirles la verdad", concluye. "Y siempre pude hacer eso con Amara".


Los intérpretes secundarios
"Quiero decir, ¿con qué frecuencia un anciano van y te suelta un puñetazo en toda la cara?" -- Sid

Mientras Matt King intenta buscar el equilibrio en su papel de padre de Alexandra y Scottie, se ve rodeado de amigos, enemigos y familiares que le distraen de su objetivo. El elenco que interpreta al conjunto de personajes con los que los tres miembros de la familia King se van encontrando durante su viaje a la reconciliación, está compuesto por un extraordinario grupo de actores, cuidadosamente seleccionados por Alexander Payne.

"El casting de esta película supuso un nuevo e interesante desafío para John Jackson y para mí —juntar no solo a una familia nuclear creíble sino también muy extensa, así como a un grupo de amigos—, conviviendo todos ellos en un territorio bastante delimitado por la clase social y la raza", dice Payne.

Para el catalizador personaje de Brian Speer –el misterioso agente inmobiliario al cual persigue Matt King a lo largo de gran parte del filme–, Payne eligió a Matthew Lillard, el alto y versátil actor conocido por su cómica interpretación de "Shaggy" en la saga cinematográfica de SCOOBY-DOO.

Cuando Lillard leyó el texto de su personaje, estaba convencido de que no tenía la más remota posibilidad. "Entré allí, y había como cinco tíos guapos esperando para la lectura del texto, todos con ese aire de estrella de cine californiana: fuertes mentones, pectorales y bíceps", recuerda Lillard. "Yo pensé para mí, ‘Es absolutamente imposible que me cojan’. Ya sé que las oportunidades de que yo interprete al amante de la mujer de George Clooney son muy escasas".

Lillard lo dio lo mejor de sí mismo, y simplemente se contentó con haber recibido elogios de Payne. Pero, cuatro meses más tarde, se quedó atónito cuando recibió la llamada de Payne diciéndole: "Me gustaría que formaras parte de esta película". Payne recuerda que la ágil propuesta de Lillard fue lo que le convenció. "Me gustan los actores rápidos. Más tarde le dije que debería actuar como en la prueba cuando fuera con sus hijos en el coche", señala el director.

Para Lillard era la oportunidad de su vida. "Como actor, te pasas la vida buscando la ocasión de formar parte de una experiencia tan especial como esta", dice. "No creo que precisamente fuera yo la opción de casting más normal. Pienso que no respondo al estándar, pero eso es lo que hace de Alexander un gran director. Es capaz de tomar un tipo de decisiones que diferencian su filmografía".

En cuanto a Brian, que, involuntariamente, se convierte en el mayor enemigo de Matt King pero también quizás en su liberador, Lillard comenta: "Es muy ambicioso. Es un hombre de familia que ama realmente a su mujer y también a sus hijos, pero comete un terrible error. Brian considera una oportunidad económica su relación con la mujer de Matt, sólo que se involucra demasiado profunda y rápidamente, y de repente se encuentra en medio de una situación increíble. Lo divertido es que provoca que George Clooney emprenda ese viaje absolutamente transformador persiguiendo a mi personaje. Pero después, Brian se convierte en una especie de oráculo que le envía de vuelta con su familia para que encuentre su propio camino".

Otra actriz conocida principalmente por su talento para la comedia, Judy Greer, que recientemente ha aparecido en la serie de televisión "Mad Love", fue seleccionada para interpretar a la esposa engañada por Brian Speer, la aparentemente tranquila Julie, quien se encuentra por primera vez con Matt King en una maravillosa playa de Kauai.

A Greer le cautivó la forma en que su personaje, contrariamente a lo que pudiera esperarse, sirve para mucho más que provocar la risa. "Es una figura maternal muy moderna", observa Greer. "Es una persona sencilla y sensible, empeñada en mantener a su familia unida, no importa cómo. Me gusta que Alexander haya puesto en esta situación a un ser humano tan tranquilo y equilibrado".

No obstante, cuando la situación estalla, es Julie, no Brian, quien se encuentra en el centro de una turbulenta escena, cuando se presenta en el hospital para arreglar cuentas con la comatosa mujer de Matt y, al final, es ésta quien se desahoga y despotrica desde la cama. Greer podía comprender lo que Julie argumentaba, a pesar de su vergonzoso comportamiento.

"Yo creo que Julie va a ver a Elizabeth porque está confusa y preocupada", dice Greer. "Probablemente solo quiere ver a la otra mujer. Cuando descubres que tu marido te ha estado engañando, te invaden sentimientos de celos, impotencia, ira y tristeza, y quizás Julie solo quiere ver a la mujer que ha destruido todo aquello que ella creía tener. Asimismo, sorprendentemente, la situación de Matt le provoca mucha compasión. La belleza de la escena y cómo está escrita refleja que todo eso ocurre al mismo tiempo. Julie se ve dominada por lo que verdaderamente siente".

La confusión también rige las emociones del suegro de Matt, Scott Thorson, interpretado por el veterano actor de cine y televisión Robert Forster (JACKIE BROWN, MULHOLLAND DRIVE). Militar retirado, con el temperamento de un malhumorado sargento instructor, Scott se está preparando para afrontar el alzhéimer de su esposa cuando se entera de que está en juego la vida de su hija. Scott canaliza toda su frustración echándole la culpa directamente a Matt.

"Scott considera que su yerno es una decepción absoluta", explica Forster. "Piensa que su hija era demasiado para él, que su energía era demasiada para ese tipo. Matt tiene mucho dinero pero no tiene espíritu, por tanto, nunca ha colmado las expectativas de Scott respecto a lo que debe ser un hombre de verdad. Scott ha adiestrado a hombres durante toda su vida, y, en su opinión, Matt no cuenta con los atributos necesarios".

En lo que se refiere a la familia de Matt, tampoco las cosas se desarrollan sin problemas, especialmente cuando Matt empieza a mostrarse reacio a llegar a un acuerdo respecto a vender la valiosa tierra de la familia a un promotor local de construcción de campos de golf. Este hecho le crea serios conflictos con su apacible primo Hugh, interpretado por el actor ganador de dos Globos de Oro Beau Bridges.

A Bridges le atrajo el guion por numerosas razones. "Dos de los motivos por los que quería involucrarme son Alexander Payne y George Clooney", señala. "Ambos están en su mejor momento. Y pensé que sería muy interesante".

Bridges también se sintió atraído por su personal y apasionada conexión con Hawái, un lugar que es casi su segundo hogar: lo ha visitado regularmente desde que era niño y estudió en la Universidad de Hawái. "Aquí se puede ver la vida pasar", dice Bridges sobre las islas. "Hawái parece conservar algo de la sencillez de la vida que se ha perdido en otros sitios".

El personaje de Hugh le hace reflexionar a Matt sobre un tipo de vida que de repente empieza a cuestionarse. "Hugh es interesante", opina Bridges. "Al igual que Matt, Hugh desciende de la mezcla de misioneros y hawaianos, pero él quiere vender la tierra que han heredado. Justifica su postura diciendo que la tierra va a ser vendida a un empresario local y no a alguien que vaya a construir un Wal-Mart… pero, sin embargo, lo que quiere es el dinero".

Bridges también cree que Hugh piensa que está velando por Matt en un momento en el que su primo no puede pensar con claridad; aun cuando Matt cree que por fin y por primera vez está viendo las cosas claras. "Yo creo que Hugh, en el fondo, realmente quiere lo mejor para Matt", concluye Bridges, "pero también quiere que no sea idiota, pues, en su opinión, no vender una tierra tan valiosa ¡es una completa locura!"

El arrogante, infantil y tontorrón mejor amigo de Alexandra Sid, interpretado con desenfreno por el emergente actor adolescente Nick Krause, es un intruso dentro de la familia King, en quienes deja su inconfundible huella volviéndoles locos durante el viaje.

"Sid es una especie de desahogo cómico para Alexandra", dice Krause, "entonces, ambos se sienten a gusto cuando están juntos, sobre todo en los malos momentos. Sid es una persona tan despreocupada que se olvida por completo de las normas sociales. Nunca sabe qué decir o cómo hacerlo con diplomacia. Aunque siempre tiene la mejor intención, simplemente no sabe expresarse".

Esa angustiosa falta de tacto a menudo le provoca a Sid más de un problema, como ocurre cuando el abuelo de Alexandra le asesta un puñetazo por reírse de su mujer. Esta escena se convirtió en una de las secuencias favoritas de la autora Kaui Hart Hemmings. "Me gusta porque es absurda pero también parece muy real", afirma Hemmings. "Casi todo es diálogo. Me gustan mucho los momentos de una película donde parece que no pasa nada y sin embargo está pasando mucho".

No obstante, da igual todo lo que provoque Sid en la gente que le rodea, también se constituye en un inverosímil elemento de cohesión. "Creo que Sid llega realmente a ser parte de la familia mientras van enfrentándose a todas esas disparatadas situaciones que se les van amontonando", dice Krause. "Su particular viaje consiste en convertirse en miembro de una nueva familia. Empieza como una especie de tipo colgado que simplemente conoce al padre de una amiga, pero, al final de la historia, Matt y él logran tener un profundo conocimiento mutuo".

El productor Jim Burke considera a Sid un eslabón esencial de la historia. "Provoca que Matt conecte con sus hijas de una manera que nunca habría sido posible si no hubiera estado Sid", dice el productor. "Hacia el final, Matt se da cuenta de que Sid es probablemente la única persona con la que puede hablar. Sid se convierte en su confesor, aunque uno muy poco habitual".

Al igual que Sid, Mark y Kai, amigos de Matt desde hace mucho tiempo, también producen un efecto detonante sobre la familia King, pues son los únicos que poseen información fidedigna sobre con quién le engañaba su mujer. Interpretando a estos personajes se encuentran dos actores que proceden del mundo de la comedia: Rob Huebel y Mary Birdsong.

Huebel estaba entusiasmado por formar parte de una de las escenas más dramáticas de la película, cuando Matt irrumpe inesperadamente en su casa, exigiendo inmediatamente detalles sobre el affair de su mujer, aunque ella está en estado vegetativo. Huebel y Birdsong tenían que hacer verdaderos equilibrios para transitar entre la angustia y el absurdo.

"Es una escena complicada porque se trata de un tema serio, pero también tiene que ser divertida", señala Huebel "Mark y Kai están angustiados porque sabían que eso iba a pasar, y se supone que somos los mejores amigos de Matt. Intentamos dar marcha atrás, intentamos evitar tener que contárselo, intentamos defender a la mujer de Matt, pero eso lo único que hace es enfadar aún más a Matt. Al final, lo que Mark quiere es conservar su amistad con Matt, y entonces le dice la identidad del hombre con el que su mujer se ha acostado. Yo creo que eso es lo que la mayoría de los tíos harían".

Esta arriesgada escena, con sus múltiples lecturas, funcionó –dice Huebel– gracias principalmente a la habilidad de Payne para hacer que los actores se sintieran absolutamente cómodos. "Es el director más preciso con el que he trabajado nunca", señala. "Ya se había anticipado a todos los matices y a todos los gestos para cuando estábamos haciendo la escena, y entonces tú piensas: ‘Vamos a hacerlo bien porque es él quien pilota el barco’".

Birdsong considera que la situación de Kai es particularmente difícil cuando Matt averigua el affair de su mujer puesto que sus lealtades se encuentran repartidas. "Elizabeth, la mujer de Matt, era su mejor amiga", explica. "Ahora, Kai se siente dividida entre su amistad con Elizabeth y contarle a Matt la verdad. En su opinión, Elizabeth era un espíritu libre excepcional y ahora quiere protegerla".

Como Huebel, Birdsong le otorga a Payne el mérito de haber corrido un riesgo al elegir actores de muy diversa formación. "Tiene una inteligencia muy particular y muy poco común", afirma. "Y yo creo que el casting de la película es una prueba de su sensibilidad. Él vio algo en cada uno de nosotros que pensó que ayudaría a la historia".


Realidad en el paraíso: El diseño
"Mi abuelo, él sí que amaba realmente este lugar. También vuestra madre lo amaba.
También vuestra madre lo ama"
-- Matt King

Su fuerte identificación con el lugar donde se desarrolla la historia ha constituido siempre un sello en la filmografía de Alexander Payne, pero con LOS DESCENDIENTES eso iba a manifestarse de una manera aún más evidente. Desde el principio, Payne y su equipo de colaboradores habitual eran plenamente conscientes de que iban a ir a un sitio donde pocos realizadores habían ido anteriormente, siguiendo el íntimo drama de una familia a través del profuso entramado social de Hawái. Todos los conflictivos elementos que se yuxtaponen en la cultura hawaiana contemporánea –modernidad y antigüedad, ciudad y naturaleza, progreso y conservación– se incluyeron en el diseño de la película, desde la fotografía hasta los sets.

Siendo el más reciente de los Estados norteamericanos, la historia de Hawái se remonta a 1.500 años atrás, cuando los primeros exploradores polinesios llegaron con sus canoas, siguiendo la luz de las estrellas, hasta este conjunto de fértiles islas volcánicas. Más tarde, llegaron colonos de otras partes de la Polinesia –Tahití, Samoa y Tonga–, que fueron forjando una particular cultura matriarcal, con lenguaje, costumbres, expresiones artísticas y mitos propios. En 1810, el rey Kamehameha, o Jefe de la Gran Isla, unió a todas las islas en el llamado Reino Hawaiano. Poco después, empezaron a llegar misioneros cristianos, seguidos de colonizadores procedentes del continente de Estados Unidos. En 1893, un grupo de hombres de negocio americanos derrocaron a la monarquía hawaiana, preparando así el terreno para la anexión. Mientras tanto, la cultura de Hawái siguió evolucionando y adaptándose, mezclando valores típicamente americanos con hábitos de los nativos hawaianos. Cuando Hawái se convirtió en uno más de los Estados Unidos, en 1959, fue apodado el Estado "Aloha", haciendo referencia al término hawaiano, imposible de traducir, que expresa su característico espíritu hospitalario enraizado en su amor a la tierra.

Para reflejar las islas como son actualmente–con abundancia tanto de negocios inmobiliarios y urbanizaciones como de relajados surfistas y tradiciones polinesias– aportando un nuevo enfoque, Payne volvió a contar con el director de fotografía Phedon Papamichael, con el que previamente había trabajado en ENTRE COPAS. Tan pronto como leyó el guion, Papamichael supo que esta película iba a ser algo diferente. "Se trataba de una historia muy basada en el diálogo, lo cual habitualmente significa que el aspecto visual de la película es menos significativo", comenta. "Pero en este caso era justo lo contrario. Dada la relación entre el contexto hawaiano y las disputas en el seno de la familia King, los elementos visuales juegan aquí un papel muy importante. Resultaba esencial capturar la belleza y la naturaleza del entorno circundante de manera que se pudiera entender el conflicto que siente Matt ante la perspectiva de vender la tierra de su familia".

En la película, Papamichael dividió Hawái en dos: el ambiente más ajetreado y urbanita de Honolulú y el asombroso entorno natural y Meca del turismo de Hanalei Bay, en la isla de Kauai, tapizado de frondosas selvas tropicales y rodeado de mares de color azul zafiro.

"Queríamos reflejar realmente el sentimiento de la comunidad que reside en Honolulú pero también la belleza de la costa, de modo que se entendiera lo que supondría su pérdida y la conexión con la historia que allí se da. Esa es la razón por la que decidimos rodar en pantalla panorámica, algo que Alexander solo había hecho una vez anteriormente, en ELECTION", aclara Papamichael. "Pensamos que podía resultar curioso representar de una forma épica y grandiosa a esas pequeñas figuras humanas enfrentadas a la majestad del paisaje".

Al mismo tiempo, ambos querían que la película se ajustara al personal y escueto estilo de Payne, que es prácticamente un anti-estilo. "Me gusta darle un estilo casi documental a la ficción cinematográfica", dice Payne. "Eso proporciona a la historia un aire de reportaje".

Papamichael coincide. "Con Alexander, una de las principales tareas es asegurarse siempre de que la fotografía no estorba a la historia. A Alexander le encanta el realismo, hasta el punto de que si vamos a una localización donde hay cerca unos trabajadores cortando árboles, dice ‘Genial’, y los incluye como una parte más de lo que sucede en esa secuencia", señala. "O, por ejemplo, cuando estábamos rodando en el bar donde George Clooney se reúne con Beau Bridges, era muy importante para Alexander que estuvieran allí sus habituales clientes locales para lograr esa sensación de realismo. Y lo mismo respecto a la iluminación. Siempre es muy natural, hasta el punto de que el público no debería darse cuenta de que lo que está viendo es realmente una película manufacturada".

Papamichael prosigue, "Queremos lograr que al espectador le atraigan los personajes, sin que nada le distraiga. Las emociones son tan intensas y el guion es tan potente que no necesitamos enfatizar el drama visualmente".

Hawái, sin embargo, a menudo aportaba su propio drama. "La luz allí es muy complicada porque está cambiando constantemente", señala Papamichael. "El tiempo puede variar de nublado a soleado en el transcurso de una toma. Afortunadamente, tanto Alexander como George, que también es realizador, son de reacción rápida, de manera que son capaces de dar la vuelta a las escenas por completo. Eso nos procuró mucha flexibilidad".

Parte del rodaje de LOS DESCENDIENTES también se desarrolló fuera de la tierra firme, en piscinas y en el océano. El legendario realizador de fotografía subacuática Don King acudió para ayudar en la escena donde Shailene Woodley suelta un orgánico y liberador grito en el fondo de la piscina familiar.

Woodley recuerda, "Don esperó con su estrafalaria cámara a que me sumergiera. Me sumergí y nadé hacia él, y mientras tanto él iba nadando hacia atrás a toda velocidad, perfectamente coordinado conmigo. El rodaje de esa secuencia fue algo fantástico".

Una de las experiencias favoritas de Papamichael en LOS DESCENDIENTES fue rodar el colofón del viaje por carretera de Matt, cuando los King llegan a su tierra ancestral en Kauai y la pequeña Scottie hace que Matt reconsidere la idea de vendérsela a extraños. "Planificamos el rodaje de forma que el automóvil familiar sube por la montaña pero no sabes realmente lo que hay a continuación. Es prácticamente un travelling normal, pero después, cuando están llegando a la cima, elevamos la cámara y descubrimos esa vista espectacular, sintiéndose los personajes, de repente, abrumados por la belleza. Fue una de mis secuencias favoritas", concluye Papamichael.

Payne volvió a contar también con la diseñadora de producción Jane Ann Stewart, que ha trabajado en todas las películas de Payne desde que éste inició su carrera. Stewart dice que los principios estéticos de Payne cuadran perfectamente con los de ella. "Su sentido del humor es muy parecido al mío: absurdo, un poco macabro, y en la absoluta creencia de que no hay nada mejor que la comedia para reflejar la condición humana", afirma.

Cuando Payne la contactó, Stewart supo que el trabajo que debía hacer en esta película era perfecto para ella. "Ambos tuvimos que empaparnos de la cultura hawaiana y meternos de lleno en ella, de modo que pudiéramos comprender la historia de Hawái, su sentido de identidad y la textura que envolvía al relato", señala.

Para crear la casa de Matt King, Stewart consultó tanto la novela como a su autora, Kaui Hart Hemmings. "El asesoramiento de Kaui fue inestimable", dice Stewart. "Por ejemplo, ella me descubrió el ‘punee’ [el informal sofá cama hawaiano usado frecuentemente como especie de sofá gigantesco] y nos ayudó a reflejar hasta el más mínimo detalle de la historia de la familia".

Cuando Stewart encontró una casa local que parecía perfecta, faltaba un elemento clave: el desparramado baniano que adornaba el jardín delantero de acuerdo con el libro. Por lo tanto, Stewart tuvo que trasplantar uno. "En cierto modo, refleja la idea de familia por la forma en que cada rama alcanza el suelo y se planta a sí misma", señala.

En cuanto a la ambientación, el reto de Stewart consistía en crear ese descarnado mundo real propio de Payne, pero con un estilo tropical. "Alexander siempre quiere un barniz de autenticidad, incluso rayando la vulgaridad. Pero esta película suponía una oportunidad para mí de estirar un poco las cosas a través del colorido y la exótica esencia del lugar. Simplemente tenía que tener una razón muy buena para colocar cualquier cosa, un mueble o un cuadro, en una habitación. Algo que debía estar al servicio de los personajes y ser fiel al espíritu del lugar".

Esa plasmación del auténtico Hawai conmovió profundamente a Hemmings cuando visitó el set y pudo ver cómo cobraba vida su historia, retratando las divertidas y tensas relaciones que se establecen dentro de las familias, tanto en las islas como fuera de ellas. "Me pareció increíble volver a Hanalei Bay, el primer lugar al que llegaron mis propios antepasados", dice Hemmings, "y significó mucho para mí que reparto y equipo técnico conocieran ese lugar tan, tan especial. Era una oportunidad de volver a conectar con mi familia y reunir a nuestra comunidad. Escribir un libro es una labor muy solitaria, pero en una película lo mejor es que compartes la experiencia".