Introducción (por J. A. Bayona, director)
Hacer LO IMPOSIBLE ha sido un viaje emocional, un periplo que ha convertido una extraordinaria historia real en una aventura cinematográfica que a muchos nos ha transformado como cineastas y, aún más importante, como personas.
El 26 de diciembre de 2004 estaba muy lejos de Tailandia, en Barcelona, celebrando la Navidad con mi familia. Creo que hablo en boca de muchos cuando afirmo que algunas de las imágenes de aquellos días se quedaron grabadas en mi subconsciente para siempre. La estampa del mar devorando la tierra o de los barcos anclados en los tejados de los hoteles eran visiones surrealistas que desdibujaban las barreras entre lo posible y lo imposible y configuraban un mosaico del horror y el sufrimiento colectivo que apelaba directamente a nuestros miedos ancestrales.
Tres años después, Belén Atienza, la productora del filme, me relató la historia de María Belón. La había escuchado de su boca en un programa de radio que conmemoraba el tercer aniversario de la tragedia. A María la ola le había sorprendido en Khao Lak, al sur de Tailandia, junto a su marido Enrique y a sus tres hijos, Lucas, Tomás y Simón.
La impresión que me causó el relato supuso para mi un revés. Había algo en esa historia, una emoción, que me desarmaba antes incluso de llegar a articularla con palabras. Casi cinco años después, prácticamente el tiempo que nos ha llevado hacer la película, la emoción sigue intacta. Nunca pensé en hacer un filme sobre el tsunami, pero desde aquel momento contar la historia de María se convirtió para mí en una necesidad.
La logística del proyecto era tan compleja que no sabía por dónde empezar. Pero lejos de asustarme, el reto técnico me excitaba y tuve siempre la confianza de los productoras, de Apaches Entertainment y todo el grupo Mediaset España. Tenía fe en la gente con la que había hecho EL ORFANATO, y repetí con gran parte del equipo. Encabezando la apuesta estaban Belén, que ha sido mi batería de repuesto en los momentos que ya no me quedaban pilas, Sandra Hermida, Sergio G. Sánchez y María Belón. Sin estos pilares jamás habría hecho la película.
El proceso de guión fue una búsqueda, pero siempre me aferré a una línea de acción muy clara de la historia de María, alrededor de la que Sergio, siempre con una sensibilidad infinita, modeló el guión. Me interesaban los detalles. No quería contar lo que ya había visto en las noticias. No quería hablar de la ola, quería hablar de las personas. Sabía que la emoción provenía de ahí, y trabajamos codo con codo con María, que nos desgranaba poco a poco el relato en migajas. Yo, como en el cuento, las recogía. Y, si en alguna ocasión me apartaba del sendero, ella podía convertirse en el peor ogro que uno pueda imaginar. No era para menos. A ella le había tocado el duro papel de ser la guardiana de todos aquellos a los que les hubiera gustado contar su historia y no pudieron hacerlo.
En nuestro primer viaje a Tailandia nos dimos cuenta de que íbamos con ideas preconcebidas que no se ajustaban a la realidad. Agradezco profundamente la colaboración de las gentes de Tailandia, de los supervivientes, de las víctimas directas e indirectas, de los familiares y amigos de las personas a las que se llevó el tsunami.
Me acerqué a ellos desde un respeto que se convirtió muy pronto en admiración, y nos ayudaron a tumbar todas esas presuposiciones porque sólo ellos saben el auténtico sufrimiento que acarreó el desastre de 2004.
Lo hemos hecho lo mejor que hemos sabido, pero somos conscientes de que no habrá nunca una película que haga justicia a todo ese dolor.
Cada persona afectada por la tragedia y cada localización real en la que hemos rodado han sido un recordatorio constante de lo sucedido. Ese peso se notaba cada día en el set. Cada jefe de departamento ha sentido esa responsabilidad y ha sabido transmitírsela a los miembros de su equipo.
Casi medio millar de personas de todo el mundo han trabajado para hacer de LO IMPOSIBLE algo real. El rodaje se extendió durante más de cien días, y fue tan duro físicamente como emocionalmente. Al menos por dos razones: la intensidad de la historia que estábamos contando y lo duro que es pasar tanto tiempo lejos de casa. La película es el testimonio del trabajo que todos hicimos. Para mí el rodaje fue un reto. Mi intención no era dar testimonio, sino hacer vivir al espectador una experiencia extrema, durísima, conmovedora, dolorosa y grandiosa al mismo tiempo. Cinematográficamente teníamos que ser viscerales, pasar del rumor del agua al estruendo de la ola. ¿Y por qué? Porque, durante aquellos días, en Tailandia no había matices ni grises, porque con la muerte tan cerca no había lugar para atajos. LO IMPOSIBLE debía transitar esa intensidad.
Cada jornada de trabajo intentaba olvidarme de lo que llevaba preparado y me lanzaba de cabeza. La experiencia que buscaba debía materializarse en el set. Algunas de las situaciones que vivimos allí fueron pura magia. Y eso se consiguió, entre muchas otras cosas, por nuestra manera de dejamos llevar por la realidad que nos envolvía, por el extraordinario trabajo que hizo Eugenio Caballero con los decorados, por la naturalidad con la que Oscar Faura moldeó la luz y por la complicidad de un grupo de actores que actuaban desde el corazón y las entrañas. También por la fuerza de una historia que trasciende el tsunami para revelarnos verdades universales sobre nosotros mismos.
Citaba antes que hay un momento en el relato de María al que me aferré desde el principio del proyecto. Tras el tsunami, María huyó de la costa con su hijo mayor. Estaban solos, y ella se estaba desangrando. Como tenía estudios de medicina, era consciente de que apenas le quedaban unas horas de vida. De repente, un niño pidió auxilio desde la distancia y María decidió ir a auxiliarle antes que buscar ayuda para ellos mismos. En ese momento, esta madre sabía que tenía que escoger la última cosa que haría en su vida, y eligió mostrarle a su hijo un gesto de amor y generosidad. Para mí ésa es una de las cosas más importantes de las que habla esta película. Mi deseo era que LO IMPOSIBLE hablara de cosas que nos trascienden, del amor, la generosidad, la cultura, la educación
Esos valores que nos definen como personas, por los que lucharon nuestros padres y que nosotros tenemos que intentar con todas las fuerzas legar a nuestros hijos. Porque sólo de esa manera podremos estar a la altura en la más inadmisible de las situaciones. Porque no tiene sentido sobrevivir si no valemos nada como seres humanos. Con ese gesto, María arrojaba luz sobre la oscuridad.
Me gusta pensar que en nuestra película no hay uno, sino dos tsunamis. Uno es físico, brutal y miserable; es la imagen de la muerte representada por esa lengua de agua negra que se lo lleva todo por delante. El otro es emocional, extraordinario y colosal, y no necesita más que una gota de agua para materializarse, la lágrima que se derrama sobre el rostro de una soberbia Naomi Watts al final de la película. Esa lágrima es para mí la máxima expresión de la vida.
J.A. Bayona, director
El 26 de diciembre de 2004, a las 7.58 h. (hora local) se produce un terremoto con epicentro en la costa oeste de Sumatra (Indonesia) a una profundidad de 30 kilómetros por debajo del nivel del mar. Es el segundo terremoto más grande (9,15 en la escala de Richter) desde que existen mediciones y el más largo (de 8 a 10 minutos) registrado en toda la historia después del de 1960 en Valdivia, Chile. Hasta esa fecha, todos los terremotos superiores a 9 grados generaron tsunamis en el Océano Pacífico, pero ninguno provocó un número de muertos tan elevado como éste. El terremoto tuvo la potencia de más de 23.000 bombas atómicas y generó la ola más alta de las últimas cuatro décadas.
Una investigación reciente realizada por Naciones Unidas estima en 229.866 el total de pérdidas humanas, incluyendo 186.983 muertos y 42.883 personas desaparecidas. Los heridos fueron 510.000, y 2.000.000 personas perdieron su hogar en trece países diferentes. Según estos datos, el tsunami es el noveno desastre natural más mortal de la historia moderna.
Cuando J. A. Bayona nos relató la historia que quería llevar a la gran pantalla después de EL ORFANATO, enseguida supimos que teníamos entre manos algo muy especial. Desde ese momento, todo el equipo de Telecinco Cinema, desde Mediaset España, se puso manos a la obra y trabajamos a destajo para poner a su disposición los medios necesarios para plasmar en la gran pantalla su muy personal visión de la tragedia. El resultado supera nuestras más ambiciosas esperanzas, no solo por lo espectacular de la película, sino por su dimensión profundamente humana.
"Solo se ve bien con el corazón. Lo esencial no se ve con los ojos", le dice el zorro al Principito en el cuento de Saint Exupery. En LO IMPOSIBLE, Bayona ha conseguido que las cosas esenciales también se vean y el resultado es espectacular".
Ghislain Barrois, Consejero Delegado de Telecinco Cinema
"La película reproduce con casi total fidelidad el relato de la realidad, lo que sentimos, hablamos, callamos, las gentes que nos acompañaron. Los lugares son los mismos, el hotel, el hospital, las carreteras
Y también los diálogos, las situaciones, las anécdotas, las bromas, las complicidades, etcétera. En el proceso de construir la historia para que fuera universal tuvimos que recurrir al detalle más íntimo; porque en la intimidad hay verdad, y en la verdad todos somos iguales, todos nos igualamos. Cuando un espectador se conmueve ante la historia, se emociona ante su propia naturaleza humana. Es una de las hermosas virtudes de la película: es íntima y colectiva, es profundamente humana y sincera".
María Belón, persona en quien se inspira el personaje interpretado por Naomi Watts
"Un día, hace varios años, yo estuve ahí. Sé lo que se siente. Se siente la experiencia que tú regalas al espectador. Se siente lo mismo que tú me has hecho sentir".
María Belón (Carta a Naomi Watts)
"Naomi es una actriz hambrienta, no se conforma con estar excelente, quiere que la lleves hasta un punto donde deja de interpretar al personaje para habitar en él. Y afronta ese reto con valentía, sin miedo a cometer riesgos".
J.A. Bayona, director
"El tsunami es el hilo conductor, pero para mí va de la necesidad de conectar con la gente, no sólo con tu familia, sino con la humanidad. LO IMPOSIBLE cuenta la historia de una familia cuyos miembros luchan por sobrevivir por sí solos a la vez que se necesitan unos a otros. Son sólo una pieza de un puzle, de un enorme puzle. También trata de la incertidumbre al verte arrojado a una situación extraordinaria, y plantea, de una forma muy personal y conectada con la verdad, sin maquillar la realidad, una pregunta que me parece muy interesante explorar: ¿Cómo nos comportaríamos en una situación así?".
Naomi Watts, actriz
"Es la primera vez que Ewan realmente interpreta a un padre de familia, y lo hace desde un espectro que abarca tanto la madurez y la entrega como la vulnerabilidad y el desamparo. Es muy poco común encontrar ese arrojo absoluto, esa manera de exponerse a bocajarro".
J.A. Bayona, director
"Cuando haces una película inspirada en una historia real tienes la responsabilidad de no traicionar a las personas que interpretas. Pero nunca había sentido esa responsabilidad tanto como en LO IMPOSIBLE donde teníamos que ser respetuosos con tanta gente, con los que murieron en el tsunami y con los que lograron sobrevivir".
Ewan McGregor, actor
"¡Es tan fácil trabajar con Tom! ¡Tan inspirador! Tiene la capacidad de levantar el ánimo de todos los que están cerca porque sólo sabe contar la verdad".
Naomi Watts, actriz
"Al ver a Tom en pantalla, me parece casi impensable que él no haya estado ahí durante el tsunami. Su interpretación es fiel, permeable, y respira espontaneidad por todos los costados. Si no supiese que no fue así, estaría dispuesto a apostar por que las secuencias fueron rodadas de una sola toma, que salieron naturalmente. Sin embargo, poder hablar con Tom y tener la oportunidad de observarle mientras trabajaba me han convertido en su mayor admirador: es incansable, repite sus escenas con una voracidaz increíble, con una valentía indiscutible. Consigue así realizar una labor capaz de deslumbrar a cualquiera, a mi el primero".
Lucas Álvarez Belón, persona en la que se inspira en personaje de Tom Holland
Entrevista a J. A. Bayona
P: ¿Por qué lanzarse a LO IMPOSIBLE?
R: Había momentos en la historia de María Belón, la persona en la que se basa la película, que nos emocionaban mucho y a partir de ahí trabajamos. Pero no había un objetivo cerrado, LO IMPOSIBLE ha sido el resultado de un proceso abierto de búsqueda, sin intención de encontrar argumentos cerrados. Lo interesante es que la película tenga todos los ingredientes para que uno pueda proyectarse en ella, que sea universal, y que esté abierta a todas las lecturas posibles, que el espectador la interprete en función del momento personal en el que se encuentre.
P: Llama la atención que no haya muchos detalles sobre la familia antes de la llegada de la ola, la película entra en acción muy pronto.
R: Es verdad. Mi intención era retratar a la familia como un lienzo en blanco en el que cada espectador pudiera reconocerse, ya fuera como padre, como madre, como hijo, como hermano e incluso como varios a la vez. La ola llega tan pronto porque a esta gente esa ola les cambió la vida en cuestión de segundos, y cinematográficamente quería dejar al espectador fuera de juego. A partir de ahí, se da una inflexión en el viaje de los personajes. Me interesaba mucho la idea de profundizar en la humanidad de los protagonistas de la historia después del impacto, de mostrar cómo fueron capaces de dar lo mejor de sí mismos cuando lo habían perdido todo.
P: Se da un cambio de tono entre la parte de la película centrada en Maria y Lucas, y la que sigue la búsqueda de Henry. ¿A qué se debe?
R: En LO IMPOSSIBLE había poco margen para la reflexión, toda la tragedia pasa tan rápido y en tan pocas horas, que los personajes no tienen tiempo de pararse a pensar. Pero, aun así, quería marcar dos fases en la estructura de la película. Una que mostrara el impacto, el shock inmediato posterior a la ola, que es la parte de Maria y Lucas. Y otra, la de Henry, que fuera más reposada y en la que se empezara a percibir una reflexión.
P: Según avanzaban en la escritura del guión, ¿qué temas salían que le acercaran a la historia?
R: La relación entre la madre y el hijo. Una de las cosas más difíciles con las que nos encontramos al hacer la película fue cómo contar la historia sin convertir a los personajes en héroes, porque era tremendamente injusto pensar o insinuar que los que no sobrevivieron no lucharon lo suficiente. No podía haber en LO IMPOSIBLE comportamiento heroico alguno que determinara la salvación de los personajes. Pero sí había una acción en el relato de María que denotaba heroicidad en otro sentido. Era el momento en que convencía a Lucas de que tenían que socorrer a un niño que pedía ayuda desde la distancia antes que ponerse a salvo. Me emocionaba el gesto. Decide enseñar a su hijo una lección de amor y generosidad hacia el otro, cuando sabe que posiblemente eso sea lo último que haga en su vida.
P: ¿Qué referentes manejaron para buscar el look de la película?
R: Oscar Faura y yo empezamos a planificar buscando un look que fuera cercano al documental. Sin embargo, a medida que se acercaba el rodaje, me daba cuenta de que ese tono nos alejaba de los personajes, y yo quería estar con ellos. Así que me dejé llevar y el estilo se fue volviendo cada vez más cinematográfico. La película no pretende ser sólo un testimonio de lo sucedido, tenía que ser una experiencia.
P: ¿Qué tipo de experiencia buscaba?
R: Mi intención es que el espectador haga un viaje análogo --evidentemente salvando las insondables distancias-- al de los protagonistas de la historia. Buscaba provocar un estado de ánimo y que al salir del cine se hiciera la misma pregunta que ellos: ¿Cómo se vuelve a casa después de vivir algo así?
P: ¿Cómo afrontaron el objetivo de representar la tragedia siendo fieles a la realidad?
R: No se trataba de ser realista sino verosímil. No queríamos limitarnos a los hechos, sino meternos en la cabeza de los protagonistas, sentir lo que vivieron y a partir de ahí buscar una verdad universal que nos revelara cosas de nosotros mismos.
P: Se trataba, por tanto, de trascender la historia de la familia para hablar de otras cosas.
R: Efectivamente, la familia le pone cara y ojos a la tragedia, pero mi intención no era sólo hablar de su historia. La película recrea el tsunami para hablar de la condición humana, para mostrar ese momento en el que el hombre hace frente a su propio tsunami, por ejemplo a la pérdida de un ser querido.
P: ¿Temió que fuera demasiado pronto para contar una tragedia tan reciente?
R: Hay muchas ideas preconcebidas y muchos tabúes sobre cuándo y cómo tratar tragedias y sucesos reales. En busca de su ayuda, su apoyo y su aprobación, hemos estado en todo momento muy cerca de gente que vivió la tragedia de alguna manera, y sus palabras y sus gestos han sido un recordatorio constante de que lo que estábamos tocando eran cosas reales, que habían sucedido, y que teníamos que ser profundamente respetuosos. En Tailandia nos transmitieron su deseo de que la película mostrara las cosas como fueron. Esto implicaba también tener que incluir algunas imágenes incómodas. Recuerdo especialmente una entrevista con un superviviente que había perdido a sus padres en el tsunami. Intentando ser cuidadoso, le pregunté si veía algún problema en que mostráramos los cadáveres de las víctimas. Y me respondió que para él el problema sería que no lo hiciéramos, porque eso era precisamente lo que había por todos lados, muerte y destrucción.
P: ¿Tuvieron los actores opción de hablar con las personas reales en las que se inspiran sus personajes?
R: Naomi estuvo muy cerca de María, y Tom Holland también tuvo ocasión de hablar con Lucas. Además, cuando no estaba en el rodaje, María nos enviaba textos por correo electrónico relacionados con la secuencia que íbamos a hacer y los leíamos antes de rodar. Eran escritos muy detallados, muy claros, que describían tanto la situación como sus emociones. Esos textos ayudaron muchísimo a los actores a meterse en el papel.
P: ¿Cómo se consigue la entrega emocional de los actores en un rodaje tan complejo técnicamente?
R: En una producción con una logística tan complicada y secuencias tan marcadas todo debía figurar antes por escrito, pero yo me resistía a que la película estuviese ahogada en el papel. Buscaba la verdad todo el rato, por lo que intentaba generar situaciones inesperadas que desencorsetaran el proceso y, por lo tanto, la película. No había margen para la improvisación porque íbamos siempre muy mal de tiempo, pero yo la forzaba constantemente y, por paradójico que parezca, era posible precisamente porque todo estaba muy preparado y teníamos un equipo dispuesto a ello.
P: ¿Se preguntó en algún momento si era apropiado contar el tsunami desde el punto de vista del extranjero y no del tailandés?
R: No, primero porque nunca planeé hacer una película sobre el tsunami. Belén Atienza, mi productora, me contó esta historia y desde ese momento sentí la necesidad de contarla. Rodé esta película no por el tsunami, sino por lo que vivieron e hicieron María y su familia durante el tsunami. Tampoco me planteé otro punto de vista porque, cuando la ola llegó, se lo llevó todo, incluidas las nacionalidades.
Hay una secuencia en la película en la que unas ancianas tailandesas visten a Maria, que está malherida y tirada en el suelo; en ese momento sientes que esas mujeres son como su madre y que ella es una niña. Y ahí no hay nacionalidades ni clase social. Para mí los tailandeses están en la película en la medida en que éstos tuvieron contacto con la familia protagonista, y el matiz que me interesaba subrayar era la profunda gratitud de María y los suyos por su generosidad.
P: Sin embargo las facilidades para salir de Tailandia no fueron las mismas para todo el mundo.
R: Efectivamente y es algo en lo que hacemos énfasis al final. Ahí sí que marcamos una diferencia entre esta familia y los demás: ellos tienen la suerte de marcharse y otros no. Es un privilegio que les alivia y a la vez les duele como una condena porque ellos saben que tienen que seguir viviendo su vida y ésta nunca volverá a ser igual.
P: Hacia el final de la película hay un momento deliberadamente onírico en el que Maria asciende en un mar señalado por la tragedia. ¿Tiene esa secuencia alguna lectura religiosa?
R: Es onírica porque era la manera de retratar la frontera entre la vida y la muerte. Para mí ése es el misterio al que hace referencia el personaje de Geraldine, y por eso no es una secuencia con una interpretación cerrada. Su lectura puede ser tan religiosa como espiritual o, simplemente, azarosa. En cualquier caso, para mí es un momento trascendente, es un renacer para esta mujer que no volverá a ser la misma cuando salga del agua.