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Extraterrestre cartel reducidoExtraterrestreDirigida por Nacho Vigalondo
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Notas del director
Desde que se publicó, hace más de un siglo, la novela La guerra de los mundos de H.G. Wells, la imagen quintaesencial del relato de invasiones extraterrestres ha sido la de la masa de personas huyendo despavorida en todas las direcciones mientras un temible artefacto alienígena dispara rayos explosivos desde las alturas. La imagen se ha ido sofisticando hasta el hiperrealismo estremecedor de los últimos estrenos, pero la tradición, en esencia, sigue intacta.

Los miedos de esta primera generación que fantaseaba con invasiones alienígenas no andaba muy lejos de la noción de una guerra mundial actual. Los conflictos militares y las tensiones políticas establecieron un temor muy razonable a un Apocalipsis repentino. Después de todo, un bombardeo o un desastre nuclear podrían ocurrir- al igual que una flota de ovnis podrían oscurecer los cielos de tuciudad - en cuestión de segundos. Hoy en día, nuestra fascinación por este tipo de historia está aún cercana al miedo a que nuestras vidas se hagan pedazos, pero más que parecernos a esas familias que construyen refugios antiaéreos en los jardines, vivimos con el terror de una tragedia repentina, una y otra vez, a través de nuestros televisores y ordenadores. La historia se ha encargado de aclarar el núcleo de la tragedia, nosotros tenemos el recuerdo de lo que sucede desde la distancia, donde todo es más seguro, pero la confusión es la misma. También la sensación de insignificancia, de esa indefensión tan absoluta que te hace encogerte de hombros, en vez de querer salvar el mundo.

Cuando escribí Extraterrestre mi principal interés era describir la periferia de una invasión extraterrestre. El punto de vista de un puñado de personajes que ven, desde el balcón de un piso en Madrid, un gigantesco OVNI, pero que, pasado el susto inicial, no saben cómo reaccionar porque no tienen ni pajolera idea de lo que hay que hacer. Es tal el vacío de información que sufren que, a medida que pasan los días, hay sitio para una sencilla y triste historia de amor.

Si en mi anterior película Los Cronocrímenes, el protagonista era un pelele sometido a la tiranía de la trama, con Extraterrestre he intentado viajar al extremo opuesto y dejar que sean los personajes los que lleven la historia, sin que apenas haya interferencias extrañas. También he querido volver al género que más practiqué en mis cortometrajes, la comedia a escala íntima. En realidad hay más de una explosión. Pero ninguna de ellas vienen desde tan alto como las de La guerra de los mundos.

Nacho Vigalondo