Hildegard, es una niña, nacida en el seno de una familia noble alemana. A los ocho años de edad, sus parientes le dejan en un Monasterio benedictino. Allí, su mentora, Jutta, le instruye en las artes de la medicina herbaria, la lectura y la caligrafía, materias en las que pronto destacará. Con la muerte de Jutta, Hildegard se horroriza al ver los signos de la auto-flagelación en el cuerpo de su maestra y se promete a sí misma cambiar las formas y regla de la orden.
Hildegard es elegida abadesa del convento que le vio crecer y gracias a su sutileza, inteligencia y diplomacia empieza a cambiar los reglamentos internos.
La religiosa, desde niña siempre ha tenido visiones que ha ido guardando en su memoria. Algunas de estas percepciones místicas son revelaciones de Dios, y ella decide contárselos a su superior en el monasterio, sin miedo a las reacciones de escepticismo y las acusaciones de herejía que eran propias en la época. El Papa desde un principio le cree y le concede su apoyo permitiéndole publicar por escrito sus visiones. A partir de este momento, la vida de Hildegard dará nuevo giro. Se le permite construir su propio convento y separarse de los monjes benedictinos e inventa un revolucionario y humanista enfoque de la devoción cristiana.
Compositora, científica, médico, escritora, poetisa, mística, filósofa, política, activista ecológica... Una mujer adelantada a su tiempo. Las obras musicales, literarias y filosóficas de Hildegard continúan siendo en la actuakidad aún muy valoradas y su influencia en la medicina general es cada vez mayor. Fue la primera compositor cuya vida conocemos, y también la primera mujer en escribir sobre la sexualidad femenina. Siglos más tarde, genios como Dante y Leonardo da Vinci se inspiraron en sus obras. Hildegarda de Bingen fue uno de los más importantes líderes femeninos con una gran visión de futuro, y la responsable de traer a la oscura Europa medieval, la luz de la era moderna de la ciencia.