Volviéndose a reunir con Baron Cohen hay mucho colaboradores de Borat y Brüno, entre ellos el director LARRY CHARLES, los guionistas y productores ALEC BERG, DAVID MANDEL y JEFF SCHAFFER, los productores TODD SCHULMAN y ANTHONY HINES, a quienes se les une el productor SCOTT RUDIN. También repiten los productores ejecutivos MARI JO WINKLER-IOFFREDA, PETER BAYNHAM y DAN MAZER, con un nuevo productor ejecutivo, ADAM McKAY.
Completando la producción están el director de fotografía LAWRENCE SHER, el director artístico VICTOR KEMPSTER, los montadores GREG HAYDEN y ERIC KISSACK, el diseñador de vestuario JEFFREY KURLAND y el compositor ERRAN BARON COHEN.
Paramount Pictures Presenta Una Producción Four By Two Films / Berg Mandel Schaffer / Scott Rudin: Sacha Baron Cohen, Anna Faris y Ben Kingsley en El dictador. La música es de Erran Baron Cohen. El director artístico es Jeffrey Kurland. Ha sido montada por Greg Hayden y Eric Kissack. El director artístico es Victor Kempster, y el director de fotografía es Lawrence Sher. Los productores ejecutivos son Mari Jo Winkler-Ioffreda, Adam McKay, Peter Baynham y Dan Mazer. La película ha sido producida por Sacha Baron Cohen, Alec Berg, David Mandel, Jeff Schaffer, Todd Schulman, Anthony Hines y Scott Rudin. El dictador ha sido escrita por Sacha Baron Cohen & Alec Berg & David Mandel & Jeff Schaffer. Está dirigida por Larry Charles.
El dictador ha sido calificada para mayores de 18 años y menores acompañados por algunos contenidos sexuales fuertes y crudos, algún breve desnudo masculino, el lenguaje y algunas imágenes violentas.
Bienvenidos a Wadiya
"El país norteafricano de Wadiya tiene potencial para ser el próximo Dubai... si no fuera por su abrumadora pobreza, su falta de refinamiento, y el hombre que lo gobierna desde su trono hereditario: el General Haffaz Aladeen".
"Ha perdido la legitimidad para gobernar", ha declarado el presidente de Estados Unidos Barack Obama. "Tiene que dimitir".
A punto de ser sancionado oficialmente por las Naciones Unidas, el General ha anunciado su primer viaje a los Estados Unidos para desmentir esos insultos, patrañas y calumnias.
"Es una atrocidad llamarme dictador. Soy el líder no democráticamente elegido de mi pueblo. De hecho, mi título completo es Almirante General Aladeen, Líder Supremo, Oftalmólogo Jefe, Invencible, Omnipotente, Amado Opresor del Pueblo de Wadiya.... y un excelente nadador, incluso a mariposa. Tengo 118 doctorados y un diploma en bronceado con spray de la Universidad Pública de Qatar".
El multipremiado guionista, actor y cineasta Sacha Baron Cohen se gana la vida gracias al choque intercultural. Ya sea como un rapero jamaicano británico presentando un programa de entrevistas, un reportero ligeramente ingenuo de la televisión de Kazajstán o un desinhibido diseñador de moda austriaco, Baron Cohen se dedica a buscar humor y lucidez en la a menudo incómoda colisión de puntos de vista y estilos de vida tremendamente diferentes. Su estupenda y merecidamente famosa serie de la televisión británica pasó arrolladoramente a los cines británicos. Su consiguiente e imparable transición a Hollywood se llevó a cabo gracias a una película del director Larry Charles, quien volvió a colaborar con Baron Cohen en el proyecto de su secuela (y ahora, una vez más, en El dictador).
Larry Charles comenta: "Cuando hicimos Brüno nos quedamos alucinados, porque pensamos que después de Borat ya nunca íbamos a lograrlo de nuevo. Y entonces maquillamos a Sacha como Brüno, con su peinado y su ropa, y nos fuimos a dar una vuelta con él por Los Ángeles, pero seguíamos pensando que nos iban a disolver en dos segundos. Pero en general, nadie le reconoció. Tenía un aspecto muy diferente, y hay un componente físico fascinante en todo esto. Es como cuando alguna gente es testigo de un crimen, pero luego resulta que lo que vieron no es lo que sucedió en realidad. La gente no se fija tanto en las cosas como uno podría pensar. Y cuando alguien como Brüno va andando por la calle, tienen tendencia a no mirarle a los ojos, no quieren mirarle muy de cerca. Así que nos aprovechamos de eso, y metimos a Brüno en todas esas situaciones sin ser descubiertos jamás".
El coprotagonista Jason Mantzoukas recuerda el efecto que tuvo Da Ali G Show sobre él y sus amigos: "Un amigo me envió el programa desde el Reino Unido, diciéndome que teníamos que verlo... y nos obsesionamos con él. Era la idea en aquella época, por entonces bastante novedosa y asombrosa, de jugar con un personaje de ficción metido en la vida real, en el mundo real. Para nosotros era desternillante ir detrás de todos aquellos políticos como Ali G. Aquello me pareció impresionante. Y luego siguió evolucionando en una escala cada vez mayor. Está clarísimo que la esencia de Sacha Baron Cohen es entregarse por completo a un personaje".
Sin embargo, continuar con el personaje del General Aladeen iba a ser una experiencia diferente, y el mundo 'real' iba a ser reemplazado por el facsímil de un mundo real, con un guión. No obstante, más allá de las fronteras de este estado ficticio del norte de África, aguarda un mundo real...
La intuición de Baron Cohen en lo relativo al argumento y los personajes resultó sobrenatural, pues el trabajo en El dictador comenzó en serio unos pocos meses antes de que las primeras manifestaciones en Oriente Medio provocaran una reacción en cadena de disturbios, y mucho antes de que el mundo hubiera escuchado siquiera (o utilizado) la expresión "Primavera Árabe".
Larry Charles afirma: "Esta película comenzó en realidad hace más de dos años. Sí que nos afectó el hecho de que surgiera la Primavera Árabe mientras hacíamos la película, en lo que respecta a las localizaciones y el calendario del rodaje. Pero allí estábamos, desarrollando ese proyecto, y ver lo que pasaba en las noticias fue extraordinario".
Como suele ser habitual en Baron Cohen, también el personaje tenía que basarse en la realidad. Durante las primeras fases de su desarrollo, pusieron al General Aladeen (Baron Cohen con toda la indumentaria) en diversas situaciones de entrevistas con gente que no era consciente del engaño, y se grabaron las conversaciones que se produjeron. dice Larry Charles:"De nuevo, fuimos capaces de conseguirlo. Le dio la oportunidad a Sacha de jugar con el personaje y de interactuar de una manera espontánea e improvisada. Pero cuando nos metimos en esto ya sabíamos que iba a ser una película con un guión, que intentar hacerla de otra manera no sería 'realista', por así decir, pues había que integrar demasiado argumento, demasiados personajes secundarios, demasiados aspectos diferentes. Sin embargo, durante el proceso intentamos mantener el mismo ingenio que en los anteriores proyectos".
Las diferencias del proyecto atraían tanto a Baron Cohen como al director. Continúa Charles: "Tiene muchos niveles. Hay en la película un nivel político que habla de la política mundial moderna y real, desde un punto de vista singular. Y utilizamos eso para cuestionar algunas premisas muy básicas de la sociedad moderna: ¿qué es la democracia, qué es un país? Cuando hay grandes países que están siendo dominados por los intereses corporativos, los lobbies, toda esa clase de influencias, ¿qué significan las fronteras de nuestro país? ¿Existen los Estados Unidos, o Estados Unidos es solamente una marca comercial más? ¿'Democracia' es solamente una palabra? ¿Qué quiere decir en el fondo 'dictador'? ¿Qué sistema es el mejor para la gente, y cuál sistema funciona en realidad? Hay sufrimiento en todos los regímenes políticos, así que examinamos la cobertura que hacen los medios de comunicación acerca de esas historias, esos temas y esos asuntos. Así pudimos enfrentarnos a todas estas cosas de una manera intencionada que le proporciona muchos niveles a la película más allá del propio guión, y resulta una comedia. Pensamos que es tan graciosa como las otras películas, si no más".
"Larry Charles es un tipo que anda por la cuerda floja", dice el oscarizado actor Sir Ben Kingsley, "porque toda buena comedia se basa en el gusto. Hay que contar en el plató con gente con mucho gusto e inteligencia que sepa exactamente hasta dónde podemos llevar cualquier tema dado: cuándo hay que retirarse, cuando hay que atacar de nuevo. Y Larry y Sacha son muy buenos generales".
Entre las muchas acusaciones lanzadas contra Aladeen está la de manifestar hostilidad contra las naciones vecinas. "Yo no soy hostil. Mi país existe desde hace más de siete millones de años, desde que los dinosaurios fueron exterminados por los sionistas. Y durante todo ese tiempo, jamás hemos atacado a ninguna nación, a no ser que fuera una emergencia o estuviéramos muy aburridos. ¿Pero a quién le importa el pasado? Aquí se habla de futuro", susurra tras sus gafas de sol de Versace.
A la hora de adjudicar los papeles que rodean a Aladeen, la cosa estaba clara, dice el director Charles: "Una de las cosas de las que yo siempre hablaba cuando estaba haciendo la película era que la dinámica entre el personaje de Sacha y el resto de los personajes era muy parecida a la manera en la que Borat y Brüno se relacionaban con la gente. Así que necesitábamos actores que, por su parte, fueran espontáneos y capaces de improvisar, capaces de seguir la corriente hacia donde llevase, para dar la misma clase de sensación dentro de este formato con guión".
La mayoría de los actores, si se les presiona lo suficiente, admiten su destreza (o su falta de ella) en el campo de la improvisación. Y si no, tirarse a la piscina con otro experto en "meterse en el pellejo de alguien" es suficiente para demostrar su valía. La amplia experiencia de Charles en ese tipo de comedia (El show de Larry Charles) le proporcionaba un conocimiento más que suficiente de la metodología, y volvió a colaborar de nuevo con el mismo equipo de casting que en Borat y Brüno. Descubrieron que sus posibilidades no era nada limitadas. Comenta Charles: "Hay un gran plantel de actores de gran talento y que son increíblemente variados, increíblemente eclécticos, y que también son capaces de ser muy espontáneos y de improvisar, de hecho algunos dan lo mejor de sí mismos en ese entorno. A todos nos encantaba el trabajo de Anna Faris, y por eso quisimos que estuviera en la película".
En teoría, el papel de Zoey no es ni glamuroso ni abiertamente cómico. "Aún así sabíamos", continúa el director, "que queríamos alguien que le diese realidad a las cosas, y que sacara de ellas tanto la comedia como la verdad que contienen. Anna es una actriz intrépida. Tiene una imagen, pero estuvo dispuesta a abandonar completamente esa imagen. Fue una interpretación totalmente anti-superficial, y creo que eso le da a la película mucho sentimiento y emoción, y logra que uno se identifique de verdad con lo que está pasando. Estuvo impresionante, de verdad, fue casi como el ancla de la película".
Faris estaba más que dispuesta a salirse del guión a las primera de cambio. Comenta: "Hicimos un montón de improvisación. Había un guión, y yo diría que seguíamos ese guión como un 10 por ciento del tiempo. Y los guionistas estaban tras los monitores, diciéndonos cosas todo el rato, diferentes chistes, diferentes ideas. Y Sacha es un genio improvisando, así que para un actor el reto en esas escenas es mantener el ritmo. Tienes que estar a la altura y ser capaz de jugar con eso. En ese sentido, fue muy gratificante".
Lo que piensa de Zoey: "Es una chica a la que no le preocupa nada la estética, y me encanta el aspecto que tengo en esta película. Da sensación de independencia, y ciertamente no es nada creída, lo cual es divertido. Hasta los pelos de mi axila son los míos. Me los dejé crecer durante tres meses y medio, ¡y no quiero que nadie diga que son postizos!"
"Hacíamos de público improvisado", continúa Faris, "como hacían los políticos en 'Da Ali G Show', o cualquier persona que se cruzara con Borat. En ese sentido, se me permitía llegar tan lejos como quisiera con la improvisación, había una libertad total. De vez en cuando se producía algún momento de genialidad por parte de alguien (¡no por la mía!), pero también había momentos en los que pensaba: 'Bueno, no sé si esto va a funcionar en la película'. Mi personaje, al igual que el resto de los personajes de la película, basa su fuerza en reaccionar ante la chifladura de Sacha, lo cual es muy importante".
Para cualquiera que no viva en un estado totalitario (donde literalmente toda una nación mira hacia otro lado cada vez que su líder hace algo ridículo y transparente... como celebrar sus propias Olimpíadas), el comportamiento errático de Aladeen podría parecer un poco desequilibrado. "No estoy loco. Mírame, ¿estoy loco? ¿Estoy loco? No lo estoy, soy uno de los dictadores menos locos que hay. De hecho, puede que yo sea el más guapo. ¿Sabes una cosa?, fui nombrado el dictador más guapo de Oriente Medio dos años seguidos. Pero no estoy loco. ¿Acaso hago alguna locura?"
Para el personaje del tío Tamir, los realizadores buscaron más allá de los tradicionales actores cómicos. "Queríamos un peso pesado", confiesa Charles, "alguien asociado a grandes dramas e interpretaciones intensas. Sacha y yo nos decíamos siempre: '¿No sería estupendo si pudiéramos conseguir que Sir Ben Kingsley interpretara el papel?'"
Kingsley y Baron Cohen habían coincidido con anterioridad ("Habíamos intercambiado algunas frases como 'me encanta tu trabajo', 'me encantan tus zapatos', esa clase de cosas", dice Sin Ben bromeando). Luego, los dos colaboraron en Hugo, el conmovedor drama de Martin Scorsese, y su respeto y consideración mutuos no hicieron sino aumentar. Baron Cohen, Charles y Kingsley se reunieron posteriormente en Nueva York para hablar del nuevo proyecto, y descubrieron que había "una tremenda conexión entre los tres. Hablamos de la película y de la vida en general. Si uno se fija en los diferentes papeles que ha ido interpretando a lo largo de los años, uno se da cuenta de que es capaz de hacer prácticamente cualquier cosa. Pero lo que necesitábamos de él no era que fuese gracioso, sino que estuviese serio, y eso sería lo gracioso. Y el asumió completamente ese concepto", cuenta Charles.
Sir Ben Kingsley afirma: "Me gustaría tranquilizar a los espectadores y garantizarles que ningún civil resultó herido al hacer esta película. Ni cabras, ni civiles. Tuvimos la ocasión de trabajar con un reparto espectacular, todos ellos profesionales, de manera que aquellos momentos de inspiración que eran tan importantes en los otros personajes de Sacha, aquí no son momentos de inspiración. Aquí tienen un guión, son ensayados, son elaborados, y eso requería un equipo técnico 20, 30 o 40 veces mayor que el que había utilizado anteriormente en sus incursiones en plan comando. Y esto no es ninguna incursión en plan comando, esto es un batallón a la carga, y hay una diferencia enorme. Y también es sumamente emocionante y tan peliagudo como los otros proyectos, sólo que de una manera muy diferente".
Incluso para uno de los actores dramáticos más renombrados del mundo del espectáculo, enfrentarse a Baron Cohen no carecía de dificultades. Kingsley lo certifica: "Al trabajar con Sacha, el reto más evidente para mí era no intentar ser gracioso. No permitir que me contagiara su extraordinario sentido del humor y su deleite en el humor del personaje, porque tengo que ser como una piedra. Soy el tipo serio, pero también tengo que tener en cuenta el ritmo cómico. Es como jugar un partido de tenis de gran nivel, pero cuando golpeo la bola hacia Sacha, se trata de una volea franca, y él la puede devolver con un gran smash a su manera enloquecida, y yo le vuelvo a lanzar otra volea. Es de ese contraste de donde sacaremos la dinámica cómica de la película, o al menos eso espero".
A Jason Mantzoukas le parecía un poco intimidante entrar al plató de una película de Sacha Baron Cohen, algo así como unirse a un equipo donde todo el mundo ya se conoce. Pero descubrió que unirse a su juego era muy gratificante. Dice: "Había un gran núcleo central de personas que ya habían trabajado juntos, y que tienen una dinámica que funciona realmente bien para crear buen material, y es genial meterse en eso. Obviamente, había un guión y era realmente gracioso, y eso fue muy divertido. Pero además había otro texto, un guión con frases alternativas. Así que explorábamos eso. Y los guionistas tenían diversas opciones para probar. O a Sacha se le ocurría alguna idea, o incluso en mitad de una toma hacía algo muy estrafalario, y tú le seguías. Era estupendo estar en un ambiente en donde las ideas podían surgir de cualquier parte, y así ocurría, y las probamos prácticamente todas".
"La persona que me dio mucha pena", admite Mantzoukas, "fue la supervisora del guión. No sé cómo pudo hacerlo. A veces hacíamos alguna toma de veinte minutos. Había algún material realmente bueno, y podía ser gracioso pero aún así no entrar a formar parte de la película, porque si hubiera entrado todo, hubiera terminado teniendo nueve horas de duración".
La búsqueda del mundo de Aladeen y el rodaje allí
La ampulosa llegada del dictador a los Estados Unidos estuvo a la altura de su desmedida personalidad, desfilando por la Quinta Avenida a lomos de un camello, mientras a su alrededor protestan largas filas de personas. "Me encanta Norteamérica. Es un sitio estupendo. Muerte a Occidente. Aquí hay mucha gente que me quiere. ¿Sabes?, al lado del hotel hay gente con pancartas donde pone '¡Aladeen, Aladeen!' No sé lo que pone en el resto de la pancarta, pero mi ministro de relaciones públicas me asegura que son cosas sumamente halagüeñas".
Hace una pausa, y continúa: "En Wadiya no hay disidentes. Las encuestas aseguran que el 112% de la población me adora, y el 14% son indiferentes. No hay disidentes, no hay gente que proteste en mi país. Son todos terroristas extranjeros".
La producción de El dictador comenzó en Brooklyn, Nueva York, en junio de 2011. Durante los tres meses siguientes, la compañía visitó cuatro de los cinco barrios de Nueva York, pasando por Manhattan, Brooklyn, Queens y Staten Island. La tarea de buscar las distintas localizaciones recayó en el director artístico Victor Kempster y en el encargado de localizaciones Kip Myers.
Dice Myers: "Esta película en concreto ya tenía muchas localizaciones incluidas en el guión: las Naciones Unidas, un zoo, la Quinta Avenida. Pero la idea de crear Wadiya en Nueva York parecía un rompecabezas aún mayor".
Recuerda Kempster: "Cuando me reuní con Sacha por primera vez, acababa de ver Brüno, que me había parecido desternillante, un acto perverso de auténtica provocación. Me pareció impresionante la idea de que se fuera a meter en el personaje durante unas 16 horas al día y sacar cualquier verdad que hubiera en él para incluirla en la interacción. En aquella reunión, estuvieron muy reservados en cuanto al guión. Era su primera película totalmente narrativa, y una maravillosa sátira política. Y me impresionó su oportunidad. Trataba acerca de un dictador norteafricano y mientras tanto, el norte de África y Oriente Medio pasaron por un período explosivo. Pensé que Sacha había sido muy clarividente al haberlo captado tan oportunamente".
"Y el tono de la película era muy interesante, porque era un divertida sátira política en la que utilizaba todas sus habilidades como comediante", continúa el director artístico. "Pero además tenía un bonito argumento y una forma bastante graciosa de manejar la comedia que hay en él. En cierto sentido, es como una historia a la antigua usanza, pero muy actual, muy de ahora mismo. Está ese personaje completamente chiflado cuya relación con el mundo real no tiene ningún sentido. Es un narcisista integral, y muy raro. Entonces le traen a Nueva York, y acaba en un mundo completamente desconocido para él".
Al hacer la documentación para la película, Kempster viajó a Marruecos y a los Emiratos Árabes Unidos para hacerse una idea de cómo viviría ese hombre. Además, la producción se fijó en figuras como Gadafi, de Libia ("un genio extraordinario para la ropa, una extraña mezcla de patán y dandy"), con un estilo de vida tan extravagante que casi parecía de dibujos animados (por ejemplo, ¿un cuerpo de enfermeras ucranianas?)
Kempster señala: "Arquitectónicamente, nos fijamos en los Emiratos, principalmente por lo nuevo que es todo allí, y la manera casi rapaz en la que están compitiendo para construir proyectos increíbles. El más grande de todos, el mejor de todos, empleando arquitectos de todo el mundo. Lo que hace que estos líderes sean tan fascinantes es la combinación de unos medios inmensos y de un gusto muy peculiar...como el uso muy repetitivo de esculturas y retratos de sí mismos".
Baron Cohen y el director artístico también estudiaron las facetas de los estilos documentados en el libro Dictator Style
las opciones artísticas bastante atrevidas que aparecen en la colección de Hussein, por ejemplo. Dice Kempster: "Llamémoslo arte de fantasía. Figuras desnudas, hermosas y bien dotadas, tigres voladores en un lugar donde las ciudades flotan sobre las nubes".
El Líder Supremo no se reprime a la hora de criticar el estilo (o la falta del mismo) de sus 'compañeros líderes'. "La manera en que se viste Ahmadineyad es una vergüenza para los dictadores. Parece un chorizo de 'Corrupción en Miami'. Es lo que yo digo, ¿por qué no se pone nunca una corbata? ¿En Irán todos los días son viernes informales? ¿Pero qué coño pasa?"
Para el palacio de Aladeen se fundieron tres localizaciones en una... siendo su dormitorio uno de los platós más espectaculares, y que era en realidad una magnífica habitación de Villard Mansion (actualmente, el Hotel Helmsley Palace). Según el diseñador de vestuario Jeffrey Kurland, "Aladeen es una especie de niño con una sexualidad adolescente. Eso es parte del encanto con el que lo interpretó Sacha. Es realmente un niño grande, y su idea de cómo conseguir relaciones sexuales es completamente tonta, hasta el límite de lo imposible. Eso es en parte por lo que hace gracia".
Y aunque, al igual que otras veces, Baron Cohen iba a meterse en el personaje durante todo el rodaje, había momentos en los que el actor tenía que asumir sus otros papeles de guionista y productor. Larry Charles explica: "En Borat, nos levantábamos por las mañanas y nos reuníamos en la sala, y él era Borat, y ya está. Se pasaba todo el día metido en el personaje. Cuando debatíamos algo, me replicaba como si fuera Borat. Mira, nunca hicimos una segunda toma ni en Borat ni en Brüno, así que, independientemente de la interpretación que fuera, tenía que ser captada en aquella única toma. Con El dictador, podíamos cortar, podíamos hablar, podíamos ajustarnos y podíamos retorcer las cosas, así que para él ya no era tan práctico estar todo el día metido en el personaje. Pero teníamos nuestros pequeños trucos para hacer que se volviera a meter en el personaje cuando se ponía ante la cámara. Así que, incluso después de una larga conversación sobre la escena, era muy capaz de seguir en ese personaje y en ese estado de ánimo, pues aún sin la voz ni los gestos, seguía estando allí".
¿Dónde puede encontrar un dictador una central nuclear en desuso cuando necesite una? Bueno, ¿qué tal en East Shoreham, Nueva York, en Long Island? La central nuclear de Shoreham era un reactor nuclear de agua hirviendo situado junto al río Wading en East Shoreham, Nueva York. Paralizada tras muchas protestas en 1989, después de generar únicamente una pequeña cantidad de energía eléctrica comercial durante las pruebas, llevaba sin ser utilizada más de veinte años.
Recuerda Kip Myers: "Buscamos esa localización por todas partes. Vimos inmensos almacenes y hangares para aviones, y sótanos en Nueva York con grandes tuberías, pero Victor insistía en que debía ser realmente enorme y parecer el sitio auténtico. Entonces encontramos la Central Nuclear de Shoreham".
Repetidas pruebas con contadores Geiger confirmaron que el entorno era completamente seguro para la salud, pero algunos se pusieron nerviosos durante la primera exploración. Pero eso pronto dio paso al entusiasmo del equipo artístico, al haber encontrado aquel entorno enorme (y perfecto) para las secuencias. La producción utilizó la sala de control de las instalaciones, y luego construyeron un plató gigante, al estilo del 'Doctor No', basado en la documentación realizada sobre una sala de centrifugado iraní de una central similar.
La entrada a la central se rodó en una pequeña granja en España, de tal forma que la central parece estar camuflada como una granja lechera abandonada en medio del desierto: Aladeen pasa entre vacas y mujeres tendiendo ropa, atraviesa una puerta de tecnología punta y accede a la central nuclear. Más tarde, su regreso a las instalaciones resultará algo peor para su ropa, con vacas de verdad dentro de la central.
Para esa escena, se trajeron 24 vacas de raza Holstein y Cárdenas desde Pennsylvania, y se las izó hasta el plató de cuatro pisos en un montacargas recién construido (el original de la fábrica no funcionaba), en donde los extras vacunos campaban a sus anchas por la sala (ahora ya con un suelo especial y cubierto de heno).
De las vacas a la gran ciudad... una de las escenas más difíciles de rodar no fue en una granja ni en una central eléctrica, sino en las calles de la ciudad de Nueva York. Según el guión, la entrada de Aladeen a la Gran Manzana se realiza mediante un desfile por la Quinta Avenida. El calendario veraniego del rodaje de El dictador coincidía con la sarta de desfiles y festivales de fin de semana del verano en la ciudad. La producción necesitaba cerrar rápidamente alguna fecha para garantizar que se les permitiera rodar.
"Cerramos la Quinta Avenida desde la Calle 53 hasta la Calle 57, y tuvimos que desviar el tráfico desde las seis hasta las diez de la mañana. Sólo teníamos un día de junio para hacerlo, porque hay muchísimos desfiles en Nueva York durante el verano. Afortunadamente hizo un buen día con mucho sol", recuerda Kempster.
La producción no solamente tuvo que pedirle permiso a la policía, sino también a los servicios sanitarios, ya que Aladeen (y su equipaje) recorren la avenida en camellos. Se consiguieron los permisos 'apadrinando' a los camellos, gracias al uso que hace de esos animales el Rockefeller Center en su belén anual de Navidad (nuevas normas entraron en vigor poco después de marcharse la producción, y ya no se permiten esos animales, así que los camellos de El dictador llegaron a Nueva York justo a tiempo). Los camellos iban bien acompañados, marchando junto a una limusina presidencial auténtica y cuatro Lamborghini Murciélagos customizados.
Tras bajar por la Quinta Avenida, la compañía se reubicó en el Hotel Roosevelt, llamado Lancaster en la historia, cuando Aladeen acaba de llegar a Nueva York. (El interior de la suite de su palacio se construyó en unos estudios de sonido de Brooklyn, ocupando casi todo el espacio. El exterior del hotel, el vestíbulo y la sala de baile redecorada fueron utilizados para el rodaje)
Explica Kempster: "Cuando estuve en Marruecos buscando localizaciones, había un hotel cercano en donde se iba a alojar uno de estos reyes. Llegaron con un enorme séquito de gente. Cuando viajan, cambian todos los muebles, traen sus propias y enormes moquetas y sus cuadros, generalmente de sí mismos. Las esposas y las mujeres no viven en el mismo espacio, se alojan en otra parte. Así que, cuando diseñamos su habitación de hotel, le metimos algunas de esas cosas".
Un "objetivo" importante para la producción fue conseguir los permisos para rodar la manifestación anti-Aladeen frente a las Naciones Unidas. Habiendo acogido ya anteriormente a varios dramas para rodar dentro o alrededor del edificio, esta era la primera vez que la organización recibía una petición para rodar una comedia. Pero, dado que uno de los temas del argumento era la lucha de una nación para alcanzar la democracia, la ONU accedió.
Me cago en las Naciones Unidas. ¿Por qué tendría que escuchar a las Naciones Unidas? ¿Sabes que me han invitado a hablar? ¿Y sabes cuánto tiempo me han pedido que hable? Siete minutos. ¿Y sabes lo que les dije? Hablaré durante 14 horas, y gran parte será literalmente intraducible, ¿sabes?, ¡ruidos de bebé! [Hace ruidos de bebé]
Esos choques entre lo 'real' y lo 'casi real' no pasaron desapercibidos para Sir Ben Kingsley. Señala el actor: "Creo que Sacha es tan atrevido como lo fue Charlie Chaplin cuando decidió hacer la película 'El gran dictador', lo cual fue en 1940. Conseguí recientemente un DVD de la película, y me quedé asombrado de que se hiciera tan al principio de la guerra. Antes de que EEUU hubiera entrado en guerra, hacía chistes a costa de Hitler, y de la Alemania nazi y la Italia fascista. Es una película implacablemente graciosa, una gran obra satírica peligrosamente oportuna. Creo que Sacha y Chaplin tienen mucho en común".
El plató para el Colectivo Tierra Libre de Zoey tenía que ser alojado en un almacén vacío, el cual a su vez tenía que estar situado en un barrio al que no se molestara durante 15 días de rodaje de una superproducción. La producción se apuntó un tanto al descubrir un almacén abandonado así en la Calle 37 Oeste, con suficiente espacio cerca como para aparcar los numerosos vehículos de la producción causando relativamente pocas molestias a los residentes y a los transeúntes.
Pero el piso de arriba (la granja del tejado descrita en el guión) tenía que ubicarse en otra parte. El tejado del almacén de la Calle 37 no era un sitio para tener un huerto. Así que, para la granja del Colectivo, la compañía se trasladó esta vez a Brooklyn donde, en la orilla del río East y con unas vistas increíbles de los rascacielos de Nueva York, se encuentra la Granja en el Tejado de la calle Eagle. Esa granja orgánica de verduras de 2.000 metros cuadrados está situada encima de un almacén de Greenpoint. Durante la temporada de cultivo en Nueva York, los granjeros de la calle Eagle ofrecen un programa agrícola apoyado en la comunidad y llevan productos frescos en bicicleta a los restaurantes de la zona. También tienen diversos programas educativos y para voluntarios relacionados con la agricultura.
Aún más realidad entró en la producción al elegir el lugar del establecimiento culinario conocido como Restaurante Muerte a Aladeen, situado en una zona ficticia de Nueva York conocida como Little Wadiya. La producción acabó explorando una zona de Queens conocida como Little Egypt, casi al mismo tiempo en que se producían las recientes manifestaciones y protestas en ese país. Cuando Baron Cohen y los realizadores entraban y salían de algún restaurante, los empleados de todas las tiendas y restaurantes estaban escuchando las noticias de Túnez y de Libia, así que pudieron contemplar de cerca lo que supone estar deseando fervientemente un cambio en tu patria a medio mundo de distancia.
Entre las otras localizaciones en Nueva York estaban algunas escenas filmadas dentro, o en los alrededores, de: la tienda de Apple en Upper West Side, una empresa de grabados en metal de Brooklyn, el Icahn Stadium de Randalls Island (donde Aladeen gana sus numerosas medallas), el Helipuerto de West 30th Street, el Puente de Queensboro, el Restaurante Orsay del Upper East Side, Times Square, la antigua Mount Moriah Baptist Church de Central Harlem (vendida recientemente para ser convertida en un centro comunitario, cultural y de exposiciones), y el Zoo de Staten Island.
La realidad también le jugó otra pasada a la compañía cuando el ambiente político en Oriente Medio impuso un cambio de localización: aunque Marruecos iba a ser el escenario para recrear Wadiya, esas escenas se iban a rodar ahora en diversas partes de España.
Dice Charles: "Íbamos a rodar nuestra parte de Oriente Medio (la parte de Wadiya) en Marruecos, pero el entorno resultó ser demasiado cambiante. Creo que eso hace que este proyecto sea muy oportuno, pero es un juego peligroso. Es genial ir un paso por delante de los acontecimientos, pero ciertamente no hay que caer nunca dos pasos por detrás. Pero la Primavera Árabe y los acontecimientos posteriores continúan desarrollándose, y no parece que se vayan a acabar a corto plazo".
Tras terminar el rodaje en Nueva York, el equipo al completo se trasladó a Sevilla, en donde su célebre Plaza de España fue utilizada para recrear el exterior del palacio de Aladeen en Wadiya. Diseñada por el arquitecto Aníbal González como parte de un amplio proyecto de desarrollo urbano para la Exposición Ibero-Americana, el Pabellón Mudéjar fue la principal obra de la Feria Mundial Ibero-Americana de 1929.
Después de Sevilla, la compañía partió a la isla de Fuerteventura, una de las islas Canarias de España en el Atlántico frente a las costas de África. La segunda isla más grande, Fuerteventura fue declarada reserva de la biosfera por la UNESCO en 2009. Aunque está considerada un destino turístico, gran parte de la isla está formada por grandes llanuras, campos de lava y montañas volcánicas.
En un guiño a Lawrence de Arabia, la producción aprovechó la belleza de las dunas de Corralejo para rodar las escenas de Aladeen montando a Garret, su fogoso corcel frisio, a través del Desierto de Jalabiya de Wadiya. (En el currículum de Garret hay películas como Hidalgo, Alejandro y Lucha de titanes). La granja del exterior de las instalaciones nucleares se encontró en las afueras de Puerto del Rosario, y otras escenas donde aparece el rebaño de cabras (¿puede haber demasiadas escenas donde aparezca un rebaño de cabras?) fueron rodadas en el paraje montañoso de La Oliva, en el extremo norte de la isla.
Adiós a Wadiya
Para el director Larry Charles, su tercera colaboración con Sacha Baron Cohen le ofreció nuevamente la oportunidad de revisitar una clase especial de cine. Charles concluye: ""Mi comedia favorita es siempre aquella que funciona en distintos niveles... ya incluso cuando era un niño, viendo dibujos animados de Warner Bros. como Bugs Bunny. A medida que me fui haciendo mayor y volviéndome más sofisticado, me di cuenta de que hacían chistes a otros niveles para los adultos, y se hacían referencias a cosas que un niño no entendería. Pero aquello me hizo querer comprender. Posteriormente, descubrí que también pasaba lo mismo con cosas como Saturday Night Live. Así que me alegraré de que los espectadores que vayan a ver esta película saquen algo de ella, lo que sea. Mi trabajo es ofrecerles lo máximo posible, ofrecerles una experiencia lo más densa e intensa posible, y luego que ellos lo interpreten como quieran, según quién sean en ese momento en concreto, al ir al cine y absorberlo en ese momento concreto. Así que estoy abierto a cualquier experiencia que pueda tener la gente con la película, con tal de que al final disfruten de ella a cualquier nivel".
Cualquiera que sea el futuro de Wadiya y de su líder, Aladeen ocupará siempre un lugar en el corazón de la gente por los buenos tiempos de antaño. "Tengo que decir que echo menos de menos a Kim Jong-il. Es que era un tipo genial. Murió como vivió... con los zapatos de tacón puestos. El tipo hizo muchas cosas por el mundo, ¿sabes? Transmitió la compasión, la sabiduría y el herpes por todo el sudeste asiático. Pero le puteaban mucho en las reuniones del Eje del Mal. Gaddafi andaba siempre gastándole bromas Una vez, Muammar cogió la Blackberry de Jong y se puso a mandarle mensajes de amor a Ahmadineyad, diciéndole que quería besarle, y prometiéndole que el pueblo coreano tendría comida. Y a Libia eso estuvo a punto de costarle un ataque nuclear, ¿sabes?".