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El ilusionista cartel reducidoEl ilusionistaDirigida por Sylvain Chomet
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Nominada al OSCAR 2011 y al Globo de Oro 2011 a la Mejor Película de Animación. El ilusionista de Jacques Tati también ha obtenido el Premio del Cine Europeo y el César al Mejor Largometraje de Animación del año, entre otros muchos galardones internacionales.

Esta coproducción franco-británica está dirigida y escrita por Sylvain Chomet, prestigioso dibujante de cómics que debutó en el largo de animación en 2003 con la aclamada y exitosa Bienvenidos a Belleville (Les triplettes de Belleville). Chomet y su equipo han invertido más de cuatro años de trabajo y 12 millones de euros de presupuesto para hacer realidad este proyecto basado en un guión original (hasta ahora inédito) escrito en 1956 por el maestro Jacques Tati.

Figura imprescindible del cine francés y del séptimo arte, Jacques Tati es heredero de la mejor tradición de la comedia del cine mudo. Creador de un lenguaje fílmico propio, en su filmografía brillan obras emblemáticas de la talla de Día de fiesta (Jour de Fete, 1949) o Mi Tío (Mon Oncle, 1958), ganadora del Oscar a la Mejor Película Extranjera.


"Representa por arte de magia el último y melancólico acto final de la carrera de Jacques Tati... Si has visto Las vacaciones de M. Hulot sabrás quien era, y si no lo has hecho aún, agrégala a tu lista de películas imprescindibles" (Roger Ebert, CHICAGO SUN-TIMES)

"Preciosa. Una carta de amor al cine" (Helen O'Hara, EMPIRE)

"Una historia sencilla de corazón... La belleza real reside en sus dibujos... sus paisajes urbanos y rurales son maravillosos... Los personajes diseñados por Chomet rinden un afectuoso tributo al mundo de Jacques Tati" (Kirk Honeycutt, THE HOLLYWOOD REPORTER)

"Una fábula, un poema sinfónico, una elegía de etérea belleza... Imágenes exquisitas, humor conmovedor, ecos de Historia del Cine y la sensación de haber visto magia genuina" (Joe Morgenstern, WALL STREET JOURNAL)


Sobre el universo del music-hall
A Jacques Tatischeff, conocido como JACQUES TATI (1907-1982), se le considera uno de los mejores directores de cine de todos los tiempos. Aunque se crió en un ambiente privilegiado (su familia pertenecía a la aristocracia rusa), debido a su naturaleza fantasiosa se pasaba las clases soñando ensimismado directamente se las saltaba, actitud que fue duramente reprimida por su padre, un hombre de carácter severo que pretendía que su retoño trabajara con él en su empresa de enmarcaciones. Jacques se resigna a ello y paralelamente se entrega a su pasión por el rugby, deporte que aprendió durante su estancia en Londres. De esta manera descubre su talento para observar y hacer reír a sus compañeros del equipo del Racing Club de Francia, mimando las actitudes divertidas de los jugadores durante los descansos. Entonces descubre su vocación: ser un artista cómico.

Decide abandona el oficio de enmarcador a principio de los años 30, y comenzar su carrera como mimo y actor, para disgusto de su padre. Trabaja en el cabaret A.B.C. desde 1936 y aparece en los cortometrajes Oscar, Champion de tennis (1932) de Jack Forrester, On demande une Brute (1934) de Charles Barrois, Gai Dimanche (1936) y Soigne ton gauche (1936) de René Clément, director que se convertirá a su vez en un grande del cine francés.

En 1939 le llaman a filas y en mayo de 1940 participa en la batalla de la Meuse. Su unidad se repliega hasta Dordoña durante la debacle, donde finalmente abandona el ejército. Entre 1940 y 1942 presenta su número de mimo cómico llamado Impresiones deportivas en el Lido de París, y después en la Scala de Berlín. Deja a continuación París y se instala durante varios meses en Sainte-Sévère, pequeño municipio del Indre, donde escribirá L'école des facteurs con su amigo, el guionista Henri Marquet.

Se casa en 1944 con Micheline Winter, e interpreta el papel del fantasma en Sylvie et le fantôme (1945) de Claude Autant-Lara. Conoce entonces a Fred Orain, que dirige los estudios de Saint-Maurice y los de la Victorine en Niza. Ambos se asocian en 1946 para fundar la productora Cady-Films. Ese mismo año ocurren dos acontecimientos importantísimos en la vida de Jacques Tati: el nacimiento de su hija Sophie-Catherine, y su primera experiencia como director, al reemplazar a Réné Clement, que estaba inmerso en La bataille du rail para dirigir él mismo L'école des facteurs, en la que además encarna al protagonista, François, el cartero de un pequeño pueblo que va en bici. Con su gorra de visera, gran bigote, chaqueta y pantalón demasiado pequeños, Tati se crea una larga silueta cómica para explotar su arte en la pantomima, reaccionando a las situaciones que se le presentan con tal energía que parece salido de una película de dibujos animados. El contraste entre el pacífico universo campestre y la vivacidad del cartero funcionan maravillosamente, y es toda una revelación. Como su ídolo Buster Keaton, Tati triunfará tanto detrás como ante la cámara.

Durante tres decenios, creará comedias únicas de temática universal, con una visión idealista y generosa (a Tati le gustaba llamarse "el Don Quijote del cine"). Con su primer largometraje, Día de fiesta (Jour de fete, 1949) Tati retoma el personaje de François, el cartero que se distrae demasiado fácilmente en sus jornadas en bicicleta (algunos gags del cortometraje se reutilizaron en la película). Alimentándose de las películas de los artistas cómicos del cine mudo, Tati utiliza muy pocos diálogos, y cuenta su historia por medio de gags visuales que los espectadores de cualquier edad y nacionalidad acogen con la misma fascinación, y a carcajada limpia. Día de fiesta se convierte en un éxito internacional. El cineasta inventa a continuación el personaje con el que a partir de entonces siempre se le recordará: el imperturbable Sr. Hulot. Con su sombrerito, Hulot paseará su gran silueta en cuatro desventuras que se burlan de la sociedad moderna. En Las vacaciones del Sr. Hulot (Les vacances de Mr. Hulot, 1953) se hospeda en una pensión familiar situada a orillas del mar y mete la pata varias veces con consecuencias desternillantes. Ese lunático personaje, que es a la vez alguien apagado, amablemente despistado y elegantemente torpe, se convertirá en un icono del cine cómico.

En Mi tío (Mon oncle, 1958, por la que recibió el Oscar a la Mejor Película Extranjera) Hulot aparece por primera vez con gabardina y con un pantalón demasiado corto que deja a la vista sus calcetines a rayas (vestuario que fue diseñado por Pierre Étaix). Cuida a su sobrino, cuyo padre, el Sr. Arpel, es un industrial orgulloso de su casa ultramoderna cargada de aparatitos de utilidad más bien dudosa. Pero Arpel quiere evitar que su cuñado, bohemio y soñador, influencie a su retoño. Emplea entonces a Hulot en su fábrica de producción de objetos de plástico. Tati ya contrasta aquí la cara tradicional y cálida de París con la cara fría y geométrica de la nueva arquitectura que surge en las zonas de negocios.


Jacques Tati: Un aventurero de la risa
Hulot se enfrenta de nuevo a la modernidad en Play Time (Play Time, 1967) una gran producción rodada en 70mm cuyos imponentes decorados de vestíbulos de edificios, calles y rascacielos (maquetas gigantes elaboradas en perspectiva) se construyeron en un amplio terreno cerca de los estudios Joinville-le-Pont. Maltratada por algunos críticos, desconcertante para el gran público que esperaba una odisea burlesca, esta bella comedia experimental fracasó en el ámbito comercial cuando salió a la luz. A pesar del Oscar que recibió Mi tío, Tati no consigue distribuir Play Time en Estados Unidos y sus deudas aumentan. Su sociedad de producción quiebra y durante algún tiempo le quitan los derechos de sus propias películas… Luchando siempre contra sus aprietos financieros, Tati encarna una última vez a su personaje fetiche en Tráfico (Trafic, 1971). Esta vez vemos al Sr. Hulot "integrado en el sistema", ya que le encontramos trabajando como diseñador en Altra, una pequeña empresa parisina de fabricación de coches. Hulot ha inventado una forma revolucionaria de transformar una camioneta Renault 4L en una autocaravana con una numerosa dotación de cachivaches (por ejemplo una ducha, una barbacoa y ¡un volante equipado con una maquinilla eléctrica de afeitar!).

Le encargan llevar el vehículo prototipo para presentarlo en el salón del automóvil de Ámsterdam. Pero María, la agregada de prensa de la empresa Altra, se inquieta por el retraso del Sr. Hulot y toma iniciativas que provocarán aún más contratiempos y numerosos incidentes burlescos. La última película de Tati, Zafarrancho en el circo (Parade, 1974), rodada en vídeo y producida por la televisión sueca, transporta al artista a sus orígenes en el music-hall. Interpreta al personaje del Sr. Loyal, que presenta un espectáculo de circo donde hay payasos, malabaristas y acróbatas. Tati refuerza el film recreando a los personajes de su famoso número de mimo: el jugador de tenis, el boxeador, el portero, el caballero y el pescador de caña.

Las obras de Tati, que evolucionan del género burlesco hacia un modernismo depurado, se inscriben en la tradición del cine mudo cómico. El mayor éxito de Tati como guionista, "gagman", cineasta, actor y mimo fue crear su propio universo cinematográfico y darle un carisma atemporal, que sólo le pertenece a él.


Génesis: De Jacques Tati a Sylvain Chomet
EL ILUSIONISTA (L’Illusionniste), uno de los proyectos cinematográficos más sorprendentes de los últimos años, nace de un encuentro. Durante la creación de su película Bienvenidos a Belleville (Les triplettes de Bedeville) que tuvo una calurosa acogida en todo el mundo cuando se estrenó en 2003, además de ser nominada a dos Oscars, el dibujante, autor y realizador Sylvain Chomet quiso hacer referencia a Tati. "Hay un momento en la película en que las trillizas ven la tele en la cama", explica Chomet. "Pensé que sería divertido que esos personajes de animación estuvieran viendo una película del estilo de la suya propia, en la que el Tour de Francia juega un papel importante. Me acordé de la maravillosa Día de fiesta de Jacques Tati porque interpretaba a un cartero que iba en bici. Didier Brunner (el productor) contactó entonces con los dueños del legado de Tati, administrado por su último descendiente vivo, su hija Sophie Tatischeff, para obtener los derechos de utilización de un extracto. Sophie dio su autorización tras ver las fotografías y dibujos del trabajo de desarrollo de Bienvenidos a Belleville. Evidentemente le había gustado lo que había visto, ya que mencionó un guión de su padre que jamás había sido realizado, dándome a entender que mi estilo de animación podría irle muy bien".


La producción
Yendo en tren al Festival de Cannes para el estreno mundial de Bienvenidos a Belleville, Chomet descubre el guión de EL ILUSIONISTA (L’Illusionniste). "Era bonito y emocionante. El contexto de esa primera lectura no podría haber sido más apropiado, ¡ya que hay una parte de la historia que se desarrolla en trenes! Si Bienvenidos a Belleville contaba simplemente una historia compleja, EL ILUSIONISTA (L’Illusionniste) era exactamente lo contrario".

La historia era tan simple que su narración era extremadamente compleja de concebir. Sin embargo podía visualizar cada escena a medida que las iba leyendo: ese texto "me hablaba", me evocaba imágenes. EL ILUSIONISTA (L’Illusionniste) es un tipo de relato que no estamos acostumbrados a ver adaptado en animación. Ya no seguía la regla básica de los largometrajes animados, ya que estaba claramente destinada a adultos. Había también que encontrar la forma de hacer que este relato fuera atractivo también para los niños. Aparecían pues varios desafíos interesantes".

"Tati escribió EL ILUSIONISTA (L’Illusionniste) entre 1956 y 1959. La historia evoca irremediablemente el paso del tiempo, y en seguida comprendí por qué nunca la llevó a la gran pantalla. Está mucho más cercana a él y hablaba de cosas que él conocía demasiado; Tati prefería esconderse tras la figura del Sr. Hulot. Pero aquí, en seguida vemos que no se trata de otra desventura de ese personaje. Era límpido, como lo atestiguan las situaciones descritas en el texto. Si Jacques Tati hubiera realizado la película (y estoy seguro de que tenía pensado cada movimiento de cámara) su carrera habría cambiado totalmente. Incluso llegó a declarar públicamente que EL ILUSIONISTA (L’Illusionniste) era un asunto demasiado serio para él; en su lugar, decidió hacer Play Time". "Precisamente porque el personaje del ilusionista no es para nada otro Sr. Hulot, Sophie Tatischeff no quería ver ninguna de las características familiares del personaje hechas por otro actor. Por eso, la animación parecía ser la forma de expresión artística ideal para resolver esas dificultades, creando una versión animada de Tati interpretando al ilusionista, sin apoyarnos en ninguna documentación filmada".

Desgraciadamente, Sophie murió cuatro meses después de nuestro primer contacto. Pero los miembros de la familia que retomaron la sucesión aprobaron su decisión de confiarme esa joya, ese tesoro familiar. No había que hacer nada que ellos desaprobaran, y como compartíamos la misma forma de ver el proyecto, sintieron que estaba en buenas manos".

"Como soy francés, conocía perfectamente el trabajo cinematográfico de Tati, pero fui aún más allá. Investigué su vida fuera de la pantalla. Lo leí todo sobre él y descubrí muchas cosas que integré como texturas del relato, en la adaptación final. Por ejemplo, me enteré de que ayudó a uno de sus amigos clown cuando éste tenía serios problemas económicos. Por esa razón añadí mis propios personajes a los de los números de circo que había en el guión original, para darle una resonancia emocional suplementaria al desarrollo de la historia, que describe el final de la edad de oro del musichall y el comienzo de una nueva época, la de los conciertos de rock and roll para adolescentes.

Paralelamente, la historia trata el tema de la relación padre-hija y su faceta agridulce. EL ILUSIONISTA (L’Illusionniste) contenía todo lo que adoro del director e ilustraba su apego por las pequeñas manías humanas. Pero jamás hubiera imaginado que me sentiría tan cerca de él al recrear uno de sus guiones. Sin embargo, pensándolo con perspectiva, es natural. Todo lo que hice fue añadir mi poesía visual a la suya, y en mi foro interno sabía que iba a funcionar"
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Además de algunas modificaciones estructurales, Chomet sólo hizo un gran cambio al tratamiento de Tati: "La historia original ocurría entre París y Praga, y yo quise que fuera París y Edimburgo. Visité Praga, pero no llegué a imaginar la historia desarrollándose allí. Cuando presenté Bienvenidos a Belleville en el Festival de Cine de Edimburgo me enamoré de esa ciudad: me pareció un lugar mágico, sin duda gracias a su luz tan particular, que no deja de cambiar. Mi mujer Sally y yo decidimos mudarnos allí y montar nuestro estudio en esa ciudad. Vivía en Montreal cuando hice Bienvenidos a Belleville, y esa atmósfera típica canadiense se ve reflejada en la película. Creo que es importante vivir en el entorno que deseas animar porque así tu fuente de inspiración está ahí mismo, a tu alrededor".

"También hay una parte de la historia que se desarrolla en un pueblo aislado, que celebra la llegada de la electricidad. Pensé que ese aislamiento se correspondería mejor con una isla escocesa que con una aldea cerca de Praga. Al principio pensé en Mull, lo que me llevó a Iona, la vecina de Inner Hebrides, a lo largo de la costa oeste de Escocia. Al estudiar la historia local me quedé estupefacto, porque descubrí que en el momento exacto en que se desarrolla la obra de Tati (1959), ¡los isleños habían hecho una fiesta para celebrar la llegada de la electricidad! Ese cambio que aporté a la historia era 100% fiel a la historia real. En ese período, los habitantes estaban privados de cualquier relación con la civilización exterior: la ingenuidad de Alice era pues coherente en ese contexto. También era muy lógico que el ilusionista actuara en esos últimos parajes donde aún se apreciaba el arte del vodevil a la inglesa, es decir, los espectáculos de musichall con tintes visuales".