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Todo es silencio cartel reducidoTodo es silencioDirigida por José Luis Cuerda
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Noitía, en la costa atlántica, en Galicia, a finales de los años sesenta. Fins y Brinco son dos adolescentes con una relación de amistosa rivalidad en medio de la cual se encuentra Leda, algo mayor que ellos, que no tarda mucho en mostrar su preferencia por Fins, al que arrastra a la búsqueda de los tesoros que los naufragios arrojan a las playas, al tiempo que su relación pasa de la amistad a la intimidad del primer amor. La relación de Fins y Leda se interrumpe bruscamente cuando él se ve obligado a marcharse del pueblo, tras la muerte de los padres de ambos en un accidente mientras pescan con dinamita. Es la primera vez que Malpica, el padre de Fins, ensaya tal modalidad prohibida.

Cuando vuelve, veinte años después, Fins, policía ahora, ve que todo ha cambiado en Noitía: las tradicionales redes contrabandistas se han reconvertido al narcotráfico, aunque siempre bajo el oscuro control de Mariscal, el amante ante los ojos de todos de la madre de Brinco, que oficia ahora de lugarteniente del mismo, y que ha tenido un hijo con Leda. La vigilancia a que somete Fins a la pareja va más allá de la investigación policial encomendada: los viejos afectos, las lealtades, el cumplimiento del deber se entremezclan y están presentes en todas las actitudes de los personajes.


Sinopsis de Manuel Rivas
Un grupo de jóvenes amigos descubre el secreto de Noitía, el contrabando, y admira al gran capo, Mariscal. La ley es no ver ni oír. La boca es para callar. El viejo poder se extiende con el narcotráfico y lo envenena todo. El destino de los jóvenes se enfrenta con violencia. Queda el refugio de los recuerdos y el amor oculto para resistir. Pero...


Perfil de los personajes

Primera época. Año 1969

Mariscal (48 años)
Sabe latín —tres años de seminario— y pastorear hombres. Un pasado dificil de comprobar, entre el acarreo de emigración ilegal hacia una Francia que nunca llega, el contrabando de tabaco y el patronazgo social lo convierten en prohombre al que se quiere tanto como se teme. Ejerce con generosidad y eficacia procreadora, nunca aclarada, el derecho de pernada. Sabe perfectamente quién y cómo es él, y lo valora, y quiénes y cómo son los demás, y se aprovecha. Conoce todos los caminos, por angostos, empinados o subterráneos que sean, por los que pasa el dinero y se planta en medio de ellos, dispuesto al asalto.

Fins (12 años)
Hijo de Lucho Malpica, pescador. Buen chaval. Morador inestable en la estrecha franja que separa y une la tierra, que da algo de seguridad, y el mar, que promete dar tanto como quita. Admirador de su amigo Brinco. Paje incondicional de su amiga, de su reina, Leda. Se le rompe la vida al morir su padre.

Brinco (12 años)
Un vendaval. Ni sabe estarse quieto ni dejar tranquilo a nadie. Hijo, se supone, de Rumbo, que regenta la posada-cine-baile-mesón Ultramar, y de Sira, que canta fados sin esperanza y con sentimiento los domingos. Sabe, a la altura de sus miras preadolescentes, dónde hay dinero y se acerca a él sin osadía, pero también sin recato. Le gusta Leda tanto como a Fins.

Leda (13 años)
La princesa, desheredada por la fortuna, del lugar. Huérfana de madre, que murió en el parto. Y vida única de Antonio, su padre, pescador asociado del padre de Fins. Capitanea a los críos: Brinco, Fins, Chelín…, en sus correrías a la búsqueda de naufragios y se enternece con el hijo de Malpica más que con nadie. Vale mucho y sabe que, costando lo que cuesta ganarlo, el dinero hay que tomarlo muchas veces al asalto. Y está dispuesta a ello.

Sira (32 años)
Mujer de Rumbo y amante de Mariscal. Canta fados: “Yo tuve las llaves de la vida y no la abr텔. Su hijo Brinco sabe y sufre de sus amores con Mariscal. Los oye quererse y se retuerce de dolor, pero acepta las monedas que le da a él aquel hombre. A Sira sólo se la ve esperando a Mariscal, cantando un fado, alguna vez en misa y alguna vez en el cementerio.

Rumbo (42 años)
Encargado o dueño, no se sabe bien, del negocio hostelero-recreativo llamado Ultramar. Un hombre débil que mantiene su dignidad en suspenso tanto tiempo como puede.

Y otros niños, los guardaespaldas de Mariscal, su mujer: Guadalupe, el cura del pueblo, los guardias civiles, etcétera.


Segunda época (año 1989)
Del contrabando de tabaco se ha pasado al narcotráfico

Mariscal
En medio de la autopista por la que ahora pasa el dinero del narcotráfico, Mariscal ha instalado su oficina recaudatoria. Sigue en amores con Sira, ha ascendido a lugarteniente a Brinco, no ha olvidado el latín, estrecha sus relaciones con el cura, al que ha regalado la megafonía que amplifica sus predicaciones, y convoca con frecuencia a unos mariachis que le cantan que sigue siendo el rey. Se ha vuelto melancólico y dadivoso con los que aprecia. Quiere llevar a su amante al Museo del Prado para que vea lo bien tratadas que están las pinturas. “Mejor que las personas”.

Fins
Al morir Malpica, Fins marcha a Andalucía a un colegio de huérfanos de la Armada. Cuando vuelve a su pueblo, veinte años después, lo hace como policía. Se encuentra a su amigo Brinco en la trinchera contraria, narcotraficante y casado con Leda, de la que ha tenido un hijo, Santi, que tiene un ojo vago. Leda y Fins no han sabido nada el uno del otro durante esas dos décadas. Él no sabía qué decirle, cuándo iba a volver ni para qué. Ella, si no se sentía buscada, no quería buscarlo. Ahora, por fin, juntos de nuevo, los encuentros no son fáciles.

Brinco
Emparejado con Leda, segundo de Mariscal, con posibilidades de sustituirlo, dueño de negocios que rebosan dinero, ha convertido la osadía en insolencia, sin que ello le impida mantener el rescoldo de la amistad para ofrecérsela en bandeja al Fins pródigo. La manera de manifestárselo es pedirle que se ponga precio. “Es lo honrado”, le dice. Brinco sabe coger el dinero y el placer cuando pasan cerca, cosa que ocurre con frecuencia y con facilidad.

Leda
También sabe coger el dinero. Y anima a Brinco en la persecución del mismo. Poseedora de una buena ración, colabora con su compañero y con Mariscal para incrementarla lo más posible. Su hijo Santi es su único sosiego. Las aventuras amorosas de Brinco, un buen motivo para despreciarlo. La vuelta de Fins, una tristeza irremediable.

Se han unido a la aventura el abogado Mendoza, el teniente coronel Alisal, la agente Mara, compañera de Fins en las investigaciones y en las zozobras de su día a día, y Nora, una prostituta sinceramente interesada en Brinco. Continúan en la brega, veinte años después, Sira, los guardaespaldas de Mariscal, el cura y los mariachis.