A pesar de haberse quedado sin trabajo, Michel es feliz con Marie-Claire. Hace 30 años que se aman. Sus hijos y sus nietos les miman. Tienen muy buenos amigos. Se enorgullecen de sus luchas políticas y sindicales.
Sus conciencias son tan transparentes como sus miradas.
Pero su felicidad se hará pedazos al igual que su ventanal, cuando dos hombres armados y enmascarados les agraden, les arrancan los anillos de boda y huyen con las tarjetas de crédito.