Memoria de dirección
En esta película buscaba una cámara que se deje llevar por los sentidos, por los sonidos, el tacto de las manos, o los olores… que escuche los silencios, sienta las miradas, que pueda oír pasos a lo lejos, sentir el calor de una mano sin tocarla, o el roce de una cazadora de cuero, y oler el salitre del mar en rincones insospechados.

He elegido a Ane y a su ceguera para aprender a ver las cosas de otra manera. Para poder imaginar lo que se ve de verdad cuando no se ve. Para empezar a ver de nuevo. He elegido esta historia para ver qué ocurre cuando los demás tratan de ver por nosotros, y cuando crecemos y tratamos de romper las barreras que nos protegen pero también nos limitan, para encontrar nuestra propia mirada, nuestro propio camino.

A Ane acaban de operarle los ojos, pero no puede ver. En su “camera obscura” interior hay imágenes que aparecen como flashes, de forma recurrente. Como si la persiguieran. En el ambiente apesadumbrado de unas vacaciones de verano tras el fracaso de una operación, irrumpe en la vida familiar su tío Antonio, un fotógrafo que regresa al pueblo después de muchos años. Ane está entrando en la pubertad; está creciendo, se hace muchas preguntas, pero le falta toda la información visual que a nosotros nos invade. Antonio es un soplo de aire fresco, es alguien que parece verla de otra forma; Ane se siente atraída hacia él y hacia la fotografía. La cámara que él le presta le ayudará a percibir de otra manera el mundo que le rodea, a descubrir, a comprender lo que está ocurriendo en su familia, y también al propio Antonio.

Camera Obscura pretende ser muy fiel al punto de vista de Ane, su protagonista. Me he tomado la licencia poética de imaginar ese mundo de Ane: un mundo dominado por la sensorialidad, la importancia de los otros sentidos como el olor, el tacto y el oído. Desde la fotografía, el montaje y la banda sonora hemos tratado de acercarnos a esa percepción. También me inspiré en la existencia de fotógrafos ciegos como Evgen Bavcar. Quería que Ane nos hiciese cuestionarnos, como lo hace él, la vista de los que vemos.

El trabajo con los actores
Desde un primer momento estuvo claro que para el papel de Ane íbamos a trabajar con una niña que fuese invidente o deficiente visual. Al no poder contar con una actriz con una verdadera formación a esa edad, pienso que trabajar con una niña invidente dota a la película de la autenticidad que necesita. A través de la ONCE y después de varios castings encontré a Jacqueline Duarte. Es una niña de una fotogenia impresionante; su imagen tiene fuerza en la pantalla. Lejos de pensar que su discapacidad pudiera ser un impedimento a la hora de trabajar, ha sido una experiencia enriquecedora que aporta mucho a la película. Ella es quien mejor sabe cómo se mueve una persona invidente, con qué obstáculos se encuentra, cómo es su día a día, y esto ayudó a todo el equipo, que también estaba sensibilizado al respecto.

Jacqueline apenas tenía experiencia como actriz (había participado en algún spot de la ONCE) pero se adaptó muy bien y con entusiasmo al ritmo del rodaje. Estuvo arropada continuamente por Leyre Berrocal, que da vida a Luisa, su madre, así como por Josean Bengoetxea (Koldo, el padre), Víctor Clavijo (Antonio) y Pello Madariaga (Imanol, su hermano). Tuvimos la oportunidad de ensayar varias semanas, sobre todo con Jacqueline, lo cual hizo que llegara al rodaje ya bastante confiada y preparada. Esta fase de preparación fue fundamental a la hora de crear esos vínculos familiares, esa rutina familiar en la que viven los personajes, y dar autenticidad a las vivencias de nuestra protagonista. También naturalmente para poder romper después con esa rutina. Me interesa poder crear situaciones dramáticas interesantes a través de vivencias del día a día, que pueden parecer pequeñas, pero en las que hay mucho que contar.


Ficha artística
Jacqueline Duarte - Ane
Víctor Clavijo - Tío Antonio
Leyre Berrocal - Luisa
Josean Bengoetxea - Koldo
Pello Madariaga - Imanol