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Notas de prensa sobre UN LARGO VIAJE, por Frank Cottrell Boyce
La mayoría de los supervivientes del famoso "Ferrocarril de la muerte" entre Tailandia y Birmania guardaban silencio sobre lo que vivieron durante la guerra. O al menos durante el día. Sus noches estaban plagadas de rabia y pesadillas. Décadas más tarde, Eric Lomax rompió su silencio. Como buen soldado, decidió plantarse y enfrentarse a sus demonios, tanto reales como imaginarios. Con la ayuda de una mujer extraordinaria, Eric localizó a Takashi Nagase, el oficial que había dirigido su interrogatorio y tortura, y se encontró con él. De esta historia dejó constancia en The Railway Man, unas asombrosas memorias que giran en torno a una terrible paradoja: cuando era niño, a Eric le fascinaban los grandes trenes de vapor que entraban y salían de la estación de Waverley, en Edimburgo. Cuando era un joven soldado, vio morir a sus compañeros en la construcción del Ferrocarril de la Muerte, y él mismo sufrió el tormento del trabajo forzado.
Tras romper su silencio, Eric compartía con vehemencia todo lo que había aprendido: que somos mejores y más fuertes de lo que creemos, que ser vulnerable forma parte de ser fuerte y que el amor te puede sacar hasta del rincón más oscuro. Por esta razón, cuando Eric confió en nosotros para hacer una película basada en The Railway Man, fue un momento solemne y perturbador al mismo tiempo.
Hicimos todo lo que cabía esperar. Fuimos con él a Edimburgo a visitar sus antiguos lugares de referencia: su colegio, el lugar donde trabajaba, el puente desde que el que miraba los trenes pasar... También visitamos la casa donde se crió. La joven pareja que vivía en ella había encontrado un tren de juguete debajo de la tarima del suelo. Era de Eric.
Fuimos a Tokio y grabamos varias entrevistas con Takashi Nagase.
Visitamos la casa de Eric en Berwick-upon-Tweed, y examinamos atentamente su inigualable colección de guías de horarios de ferrocarriles Bradshaw, algunas de ellas tan antiguas que, además de los trenes, especificaban los horarios de llegada y salida de los carruajes de correo postal tirados por caballos. También dimos largos paseos junto al mar.
Siempre que viajaba a Londres, Eric venía a visitarnos a nuestras oficinas del Soho.
Nosotros creíamos que habíamos comprado los derechos de un libro, pero descubrimos que habíamos entrado a formar parte de la vida de un hombre. Un hombre importante, fascinante y complicado.
En general, siempre es difícil hacer una película, pero "UN LARGO VIAJE" lo fue especialmente.
Fue difícil escribir el guión, encontrar un equilibrio entre la oscuridad del tema que aborda y la luz de su desenlace, encontrar un final feliz que no resultara facilón, una forma de hacer justicia al horror sin eclipsar todo lo demás.
A medida que pasaba el tiempo, vimos cómo Eric iba cambiando. Cuando lo conocimos, el libro no llevaba mucho tiempo publicado, y su histórico encuentro con Nagase era un hecho reciente. A medida que pasaron los años, vimos cómo se convertía en un personaje público, cómo se iba sintiendo más cómodo con ese papel y más relajado a la hora de hablar de lo sucedido.
Y, cuando pasó más tiempo aún, lo vimos volverse mayor, más frágil. Dejó de venir a Londres. El mundo estaba cambiando a la misma velocidad que él. Su confrontación con Nagase fue algo relativamente novedoso en su época. Ahora existen comités de la verdad y la reconciliación como parte del proceso de construir naciones. Por otra parte, cuando nosotros lo conocimos, las torturas a las que había sido sometido parecían más bien un capítulo bárbaro y lejano de la historia de la humanidad. Ahora, el simulacro de ahogamiento se ha convertido en una especie de rutina.
A medida que pasaban los años, pasamos tácitamente de un: "pronto vamos a hacer la película" a un: "tenemos que hacer la película antes de que muera Eric". A veces, perdíamos la fe en nosotros mismos. Otras veces la perdíamos los unos en los otros. Pero Eric nunca perdió la fe en nosotros. Y nosotros tampoco la perdimos en su historia.
Lo más difícil de todo, fue, por supuesto, encontrar al actor que encarnaría a Eric. Ya no hay hombres como él. Algunos de los candidatos más idóneos (Michael Redgrave, Robert Donat, Roger Livesey) llevaban ya tiempo fallecidos. El único actor que se nos ocurría que pudiera tener esas cualidades cada vez más escasas (gracia, fuerza natural e inteligencia), era Colin Firth. Colin viajó con nosotros en tren a Berwick, a visitar a Eric. Se sentó en su salón. Miró los antiguos horarios de ferrocarriles. Eric y él se reían juntos. Cuando Eric se reía, se tapaba la boca con las dos manos. Sus ojos azules se arrugaban y parpadeaban. Seguramente fue esa risita, tanto como el guión, lo que enganchó a Colin a la película.
Al fin íbamos a rodar la película. Era tal la alegría, el alivio, que a veces nos olvidábamos de lo terrible de la historia que estábamos contando. La mayoría de los días del rodaje, aparecían miembros de la familia de Eric. Era una continua reunión alrededor del puesto de comida, que nos aportó profundas reflexiones sobre aquel hombre pero que a su vez nos recordaba la gran carga que tenían que soportar las familias de los prisioneros de guerra. Nos preocupamos de planificar uno de los días de rodaje cerca de la casa de Eric, para que pudiera visitar el set y presumir de que Colin Firth fuera a interpretarle. Nos pasamos todo el día al final de su calle, pero estaba demasiado cansado y destemplado como para salir. Así que Colin fue a comer con él, llevándose también a su compañera de rodaje, Nicole Kidman. Aquello le animó muchísimo, y acabó poniéndose su gorro de pompón y su bufanda de lana e insistió en salir fuera para ver lo que estaba pasando. Para entonces, nos habíamos desplazado a lo alto de una empi
nada colina sobre el puerto. Hizo falta un equipo de técnicos para subir su silla de ruedas hasta la localización y hacerle pasar entre el revoltijo de cables, vías y grúas. Fue una mezcla entre Fitzcarraldo y los grandes inventos del TBO. Cuando al fin conseguimos colocarlo frente al monitor, señaló hacia la vía sobre la que estaba montada la cámara.
"Me encantaría saber qué ancho tiene esa vía", dijo. Más tarde, cuando regresaba a casa, comentó: "Éste ha sido uno de los mejores días de mi vida".
Mientras estábamos con el montaje de la película, Eric falleció. Nos quedamos destrozados por su pérdida. Y más aún porque sólo faltaban unas pocas semanas para tener la película a punto para que la pudiera ver. Le habíamos prometido que algún día la vería. ¿Habíamos roto nuestra promesa? Ahora, mirándolo con distancia, pensamos que probablemente fue un acto de misericordia. El mayor logro de Eric Lomax había sido sobrevivir a uno de los lugares más tenebrosos y dejar todo aquello atrás. ¿Por qué iba a querer revivirlo todo en dolby estéreo y tecnicolor? ¿Qué iba a aportar aquello a lo que él ya sabía? Su mayor victoria fue librarse de las oscuras sombras que lo habían perseguido y morir con el corazón lleno de amistad, dulzura, amor y trenes de vapor.
Notas de producción
"UN LARGO VIAJE" está basada en las exitosas memorias de Eric Lomax y en una serie de entrevistas, realizadas a lo largo de varios años, con él y su esposa Patti. Eric murió en 2012, lo suficiente para llegar a visitar personalmente el set de rodaje de la película.
La película se rodó en Escocia, Queensland (Australia) y Tailandia. Las principales secuencias se rodaron en el auténtico Ferrocarril de la Muerte, un línea férrea rescatada de la selva setenta años después de los hechos que se cobraron la vida de decenas de miles de personas.
Adaptación
Para Frank Cottrell Boyce y Andy Paterson, encontrar la forma adecuada de narrar la historia era la principal y más difícil tarea. Los personajes que no se comunican no son fáciles de trasladar a la pantalla. Lomax había escrito que "es difícil que un antiguo prisionero de guerra del Lejano Oriente hable de sus experiencias con nadie. Y menos aún si ha sido víctima de torturas".
Las primeras entrevistas con Lomax se produjeron sólo dos años después de la publicación de su libro. "Más tarde, nos dimos cuenta de que nos habíamos embarcado en una historia que todavía se estaba desarrollando. De repente, un hombre que se había apartado del mundo durante décadas se convirtió en una figura pública, y todo el mundo esperaba que compartiera sus secretos más íntimos".
"Al principio, queríamos contar toda la historia, exactamente igual que se narraba en el libro. Pero cuando, por ejemplo, Eric hablaba de las repercusiones de su encuentro con Nagase, de cómo "todo el dolor desapareció sin más", nos dimos cuenta de que ni él mismo había asumido del todo lo que había pasado".
El productor Bill Curbishley cree que "el libro ha sido calificado muy acertadamente como un clásico del género autobiográfico. Pero a Patti apenas se la menciona. Sospechábamos que eso debía de dolerle, pero nunca lo dijo. Es una mujer maravillosa, leal, sensata, poco dada a la autocompasión. Durante mucho tiempo se negó a reconocer siquiera que su historia tuviera alguna importancia. ¿Cómo iba a compararse su sufrimiento con el que aquellos hombres habían experimentado? Y lo cierto es que, como bien dijo Colin Firth mucho después, no habría historia sin Patti. Ella fue el milagro en la vida de Eric".
No había duda de que Lomax había pasado décadas "conciliando el sueño" con ideas de venganza. Jonathan Teplitzky recuerda haber estado sentado con Eric y Colin Firth, más tarde, hablando de aquello. "Colin le preguntó si habría matado a Nagase, y Eric contestó inmediatamente: "Sí". Estaba claro que lo había pensado muchas veces". Los cineastas necesitaban entender cómo Lomax había pasado del deseo de "enjaular, apalear y ahogar" a su antiguo torturador a un lugar de relativa calma.
Para descubrirlo, fueron cruciales las opiniones de Helen Bamber, una pieza clave en la rehabilitación de Eric. Bamber había llegado al campo de concentración de Belsen a los diecinueve años y había pasado dos años y medio allí. Tras trabajar con Amnistía Internacional, creó la Fundación Médica para las Víctimas de Tortura. Eric dice que su primera reunión con ella fue "como atravesar una puerta hacia un mundo inexplorado de cariño y de una empatía especial. En Belsen aprendió desde muy joven la importancia de permitir a la gente expresar lo que les habían hecho; el poder de escuchar su testimonio y de otorgarles el reconocimiento que su experiencia merece".
El reparto
Colin Firth había conocido a un hombre que había trabajado en el Ferrocarril de la Muerte. "Era candidato a parlamentario por el partido laborista en nuestro municipio; la gente solía decir que aquella experiencia era algo que él llevaba consigo y que de hecho había conseguido reconciliarse con ella de alguna forma. Todo encajaba".
"En una gran cantidad de guiones te encuentras con un héroe genérico de un tipo u otro. Pero aquí no había nada de genérico: era un personaje con vida propia. Eric era intrínseco a su historia. Su pasión por los horarios de los ferrocarriles y por los trenes, sus impresionantes cualidades como soldado (su lealtad y su sentido del honor), todo combinado formaba una personalidad muy dinámica. También había una parte muy oscura, relacionada con todo lo que había sufrido, y eso le daba una gran intensidad a su libro. Así que teníamos a un hombre encantador pero con un misterio".
Jeremy Irvine había leído el libro algunos años antes de que le enviaran el guión, y apareció en la primera reunión de actores con cincuenta páginas de anotaciones. "Es una historia con una integridad auténtica, con una emoción real, y eso es algo que tenía que ser contado, porque es realmente extraordinario (y no suelo usar esa palabra a la ligera)".
Al preguntar a Irvine si le intimidaba interpretar al personaje de Colin Firth de joven, responde: "De repente me encontré trabajando con uno de los mejores actores de toda una generación. A Colin le gusta compartir su forma de trabajar, es generoso y comprensivo, y tenía ganas de trabajar conmigo, fue maravilloso. Podía llamarle y preguntarle: "¿Tú crees que saldrá bien?", y él decía: "pues no lo sé, pero vamos a ver qué podemos hacer", y ensayábamos juntos, y eso es algo que para la mayoría de los actores de 21 años es como un sueño, recibir una clase magistral de un actor como Colin".
Para Teplitzky, el tiempo que ambos actores pasaron juntos fue el mejor de los ensayos. "Es una experiencia compartida, en la que Colin tiene que hacer frente a las consecuencias emocionales de lo que Jeremy sufrió física y emocionalmente, por lo que tenía que haber un intercambio de lo que esas experiencias significaron para cada uno".
Nicole Kidman respondió inmediatamente tras leer el guión. "Nunca había tenido la oportunidad de interpretar a una mujer que permanece al lado de su pareja, su amante o su marido en momentos muy difíciles, y es algo que me toca de cerca y que he hecho en la vida real. Creo que hay una forma en que el amor puede sanar, y es animando a alguien, con cariño, lentamente, a enfrentarse a las cosas, y quería poder llevar eso a la pantalla. Eso es algo que Patti y yo tenemos en común, evidentemente en situaciones muy diferentes, pero conecté con ella a ese nivel".
"Siempre he pensado que las personas se fusionan a través del dolor. La gente no se enamora, o al menos no encuentra un amor profundo cuando todo va bien. Lo encuentras cuando tienes que compartir un dolor con alguien. Y si decidís permanecer juntos, entonces descubres algo aún más profundo".
Tanto Firth como Kidman ya habían trabajado antes con Stellan Skarsgaard. Teplitzky recuerda que "en cuanto sonó el nombre de Stellan, a todos nos encantó la idea. Necesitábamos un actor de mucho peso, que resultara creíble y auténtico en un personaje enigmático. Él ancla toda la película, a veces hace de narrador, aportando una gran calidez y ayudando a Patti a entender por qué su marido se cerraba a ella".
Hiroyuki Sanada se quedó impresionado al leer el guión. "Había oído hablar del Ferrocarril de la Muerte, pero no conocía los detalles. El sistema educativo japonés no enseña nada sobre ese tema. Cuando empecé a investigar me quedé impactado y sorprendido, y sentí que era una especie de misión que yo, como actor nacido en Japón, contara esta historia al mundo y a las generaciones jóvenes, para que se reexamine la historia. Creo que aprender un idioma implica aprender su cultura, y Nagase era traductor, por lo que tuvo la oportunidad de conocer lo que el resto del mundo pensaba sobre el militarismo japonés. Por eso empezó a rezar por los prisioneros de guerra y por los trabajadores asiáticos, y yo sentí que tenía la misma misión. Si no sabemos lo que ha sucedido en el pasado, ¿cómo vamos aprender de él? Por eso quería participar en esta película, como actor y como japonés".
Tanroh Ishida, que interpreta a Nagase de joven, piensa que "a la gente de mi generación le sorprenderá mucho, porque no conocen la historia. No nos la han enseñado, sólo la descubres si decides indagar". Pero a Ishida le interesaba conocer a qué tipo de presiones había estado sometido su personaje. "Es algo que nos cuesta mucho imaginar, porque es algo desconocido para mi generación. Entonces se creía que el emperador era Dios y que tenías que entregarle tu vida. Tú no existías, eras parte de un grupo, o de una nación. Es algo que cuesta mucho de imaginar, sobre todo para la sociedad occidental, pero así es como funcionaban las cosas entonces".
El rodaje
Edimburgo, la ciudad natal de Eric Lomax, era el lugar perfecto para el rodaje en Escocia. El tren de BoNess and Kinneil, operado por voluntarios y apasionados del ferrocarril, tenía trenes y estaciones en funcionamiento; la estación de Perth tenía unas preciosas plataformas de época, algunas de las cuales están fuera de servicio, lo que nos facilitó el rodaje; y en North Berwick encontramos una maravillosa casa en la playa. Pero más importante aún para los cineastas (y para Patti Lomax) era que estaba cerca de Berwick-upon-Tweed, donde la historia real tiene lugar. Para Nicole Kidman había llegado un momento especial.
Kidman había decidido no conocer a Patti Lomax hasta entonces. "No quería conocerla hasta que hubiera empezado el rodaje. Había leído mucho sobre ella y había visto entrevistas en las que contaba gran parte de su historia, y era una mujer muy franca, pero me producía cierta inquietud conocerla. Pero todo sucedió de la manera perfecta, porque estábamos rodando en su ciudad, y fuimos hasta su casa y estuvimos charlando con ella en su salón; Patti, Eric, Colin y yo hablamos, y hubo lágrimas y risas, se produjo una conexión muy pura, y luego salí al jardín con ella... resulta que a las dos nos encantan las flores, y hablamos de las rosas y de las flores en general, y con eso congeniamos... para mí fue una forma muy agradable de conocer a la persona a la que estaba intentando encarnar".
En Tailandia, los actores empezaron a entender un poco mejor lo que Eric y otras decenas de miles de personas habían sufrido. La línea del auténtico Ferrocarril de la Muerte sigue operativa, sobre todo para los turistas, desde Bangkok hasta Kanchanaburi y 65 kilómetros más allá. Jeremy Irvine comprendió entonces lo que sucedió allí.
"Cuando llegamos a Tailandia, nuestro asesor militar, Rod Beattie, nos llevó a Sam Reid (el joven Finlay) y a mí a lo alto de las montañas, a una parte de las vías que había quedado invadida por la selva. Nosotros le ayudamos a limpiar un trozo: estábamos a 40ºC y una humedad del 98%, con herramientas de mano, como las que utilizaron los prisioneros de guerra. Después de una hora y media de trabajo estaba exhausto. Nada más salir de la furgoneta empezamos a chorrear de sudor, y eso que no teníamos que cargar con todo el material. Imaginarme lo que debió de ser trabajar así durante 16 horas al día con unas raciones de agua y comida tan escasas fue algo impactante, algo que se me quedó grabado".
"Cuando visité el auténtico Paso Hellfire ["paso de las llamas del infierno"] sentí que en esos lugares estaba aún viva la presencia de miles y miles de muchachos, tres años más jóvenes que yo, que estuvieron allí haciendo aquel trabajo. Fue una experiencia muy intensa".
Firth coincide. "Allí pasó algo muy fuerte, y eso deja una huella, tanto si quieres pensar que es tu imaginación como si no. Aquello fue algo más allá de toda comprensión para la mayoría de la gente. Estás en un impresionante corte en la roca, y te cuentan que lo excavaron unos hombres con herramientas de mano en un plazo de seis semanas, y que muchos murieron allí, es espeluznante. Yo vi varios documentales, y en uno de ellos salía un australiano que decía: "Yo no creo en lo sobrenatural, pero esos muchachos siguen vagando por aquí"".
A Kidman ya se lo había advertido Patti Lomax: "Me dijo: "Ten cuidado cuando vayas por el paso Hellfire. Tiene algo. Hay algo allí, puedes sentir la oscuridad, y se te queda pegada". Patti me dijo que cuando ella lo captó, la primera vez que visitó el lugar, lloró, y no sólo por Eric, sino por todos los chicos que habían estado allí, y que Eric la consoló".
Aquella escena se rodó el día que Eric Lomax cumplía 93 años. Una felicitación muy especial de Firth, Kidman y de todo el equipo le fue enviada desde el paso Hellfire hasta BerwickuponTweed. Aquel es uno de los recuerdos más felices que Jonathan Teplitzky guarda del rodaje: "Todos le cantamos Cumpleaños feliz desde el paso de Hintok, fue muy emotivo grabarlo en un iPhone y enviárselo por correo electrónico para que pudiera verlo unas horas más tarde cuando se despertara..".. Los avances tecnológicos no eran un misterio para Eric, que había sido ingeniero de señalización ferroviaria.
Después del frío gélido de Escocia y del intenso calor tropical de la selva tailandesa, el equipo se trasladó a la Costa Dorada, en Queensland, Australia, donde se construyeron el campo de prisioneros de guerra y el resto de los decorados. Para el diseñador de producción, Steven Jones-Evans, el mayor reto fue la gran distancia física entre las distintas localizaciones. "Hicimos la preproducción en Queensland, luego tuvimos que irnos de allí y reanudar la preproducción y el rodaje en Escocia y Tailandia. Cuando volvimos a Australia, llevábamos tres meses fuera". El productor Chris Brown comentaba: "Durante los cinco años que Andy Paterson y yo estuvimos trabajando en el proyecto, la autenticidad y el libro fueron nuestros referentes, por lo que los escenarios eran cruciales. Steven hizo un trabajo magnífico. El campo de prisioneros de guerra fue la construcción más impresionante, basada en los planos originales, era auténtica hasta el último detalle".
Teplitzky se sentía confiado. "Cuando tienes al equipo perfecto sientes que puedes librar cualquier batalla, y tuvimos la suerte de contar con el mismo equipo de nuestra anterior película, Burning Man. Compartes una estética, y sabes que todos entienden lo que quieres conseguir".
Las condiciones meteorológicas dieron los toques finales al diseño, pues unas tormentas tropicales se cernieron sobre el campo. Y aquello también le encantó a Teplitzky: "La lluvia contribuyó a la película. Rodar con barro hasta la cintura era duro, pero al mismo tiempo era lo que tocaba. La estación de lluvias de 1943 fue la peor época para los prisioneros de guerra. Llevó nuestra aventura a nuevas cotas y requirió mucho esfuerzo de todos, pero nadie se quejó. Nos sentíamos pequeños ante el atisbo de lo que las víctimas reales debieron de sufrir".
El Ferrocarril de la Muerte Un poco de historia
Churchill calificó la caída de Singapur, el 15 de febrero de 1942, como "el mayor desastre jamás acaecido al Imperio Británico". Superadas en efectivos y armas, con poco apoyo por aire y prácticamente ningún conocimiento de la lucha en la selva, las fuerzas aliadas tenían muy pocas posibilidades frente a un enemigo organizado, que jugaba al despiste avanzando por la selva malaya en vez de atacar por mar.
Entre los 200.000 prisioneros que hicieron los japoneses, 25.800 eran soldados británicos y 18.000 australianos.
La derrota de la armada japonesa en la Batalla de Midway, en junio de 1942, cerró la ruta por mar hacia el océano Índico y desencadenó la decisión de construir una vía férrea entre China e India para abastecer a las fuerzas japonesas en Birmania. La pieza que faltaba era una sección de 415 kilómetros entre Tailandia y Birmania, una ruta que pronto sería conocida con el nombre de "el Ferrocarril de la Muerte".
Los británicos se habían planteado la posibilidad de construir esa misma línea cuarenta años antes, pero habían desistido debido a la dificultad del terreno (había que abrirse paso a través de las montañas de roca y de la selva), el clima, los peligros para la salud y la tremenda dificultad logística.
El gobierno japonés no había firmado la Convención de Ginebra, y consideraba que cualquier persona hecha prisionera perdía automáticamente sus derechos y que había cambiado de bando. Por tanto, decidió poner a los prisioneros aliados a trabajar en la construcción de la línea férrea.
Las condiciones eran terribles. 6.648 prisioneros de guerra británicos y 2.710 australianos murieron, y muchos otros quedaron traumatizados por la experiencia. Muchos supervivientes aliados insisten en que el trato más duro lo recibieron los trabajadores asiáticos, con más de 80.000 muertos, que representaban aproximadamente la mitad de la fuerza de trabajo.
Los veteranos se lamentan también de que lo poco que el público sabe sobre el Ferrocarril de la Muerte sea por la película de David Lean El puente sobre el río Kwai, una gran película a su manera, pero claramente de ficción. El comentario de Eric Lomax al respecto fue que "nunca había visto unos prisioneros de guerra tan bien alimentados".
De hecho, no había ningún puente sobre el río Kwai, porque nunca existió tal río. La propia película se rodó en Ceilán, ahora Sri Lanka. Mucho más tarde, para satisfacer el creciente interés turístico por el puente, las autoridades tailandesas cambiaron el nombre del único río del país con un puente construido por prisioneros de guerra, en Kanchanaburi, donde se rodaron algunas secuencias de "UN LARGO VIAJE".