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Searching for sugar man cartel reducidoSearching for sugar manDirigida por Malik Bendjelloul
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A finales de los años 60, un músico fue descubierto en un bar de Detroit por dos célebres productores que quedaron prendados de sus melodías conmovedoras y de sus letras proféticas. Grabaron un disco que ellos creían que situaría al artista como uno de los más grandes de su generación. Sin embargo, el éxito nunca llegó. De hecho, el cantante desapareció en la oscuridad en medio de rumores sobre su horripilante suicidio encima del escenario. Mientras la figura del artista se perdía en el olvido, una grabación pirata llegó a la Sudáfrica del Apartheid y durante las dos siguientes décadas Rodríguez se fue convirtiendo en un fenómeno. Dos fans sudafricanos se empeñan ahora en averiguar qué pasó realmente con su héroe. Su investigación los ha llevado hasta la historia más extraordinaria que cualquiera de las existentes sobre el mito del artista conocido como "Rodríguez". Esta es una película sobre la esperanza, la inspiración y el poder de la música.


Sinopsis larga
En 1968, dos productores fueron al centro de Detroit a ver a un intérprete desconocido, un carismático cantautor méjico-americano llamado Rodríguez que había llamado la atención de los fans locales con su presencia misteriosa, sus melodías conmovedoras y sus letras proféticas. Quedaron embrujados al instante por el cantante, y pensaron que habían encontrado a un ídolo de la música folk en el más puro sentido, un artista que les recordaba a un Bob Dylan chicano o quizás incluso mejor. Habían trabajado con gente de la talla de Marvin Gaye y Stevie Wonder, pero pensaron que el disco que grabaron posteriormente con Rodríguez, Cold Fact, sería la obra maestra de su carrera de productores.

A pesar de las buenas críticas, Cold Fact fue un desastre a nivel comercial y supuso el fin de la carrera musical de Rodríguez antes incluso de que comenzara. Rodríguez se hundió de nuevo en la oscuridad. La única huella que dejó fueron historias sobre su creciente depresión, y al final acabó tan alejado del radar de la industria musical que cuando se rumoreó que se había suicidado, no había ninguna noticia concluyente sobre el cómo ni el por qué. De todas las historias que circularon sobre su muerte, la más sensacional, y a la vez la más comúnmente aceptada, era que Rodríguez se había prendido fuego a sí mismo en el escenario y que lo último que cantó fue: "Pero gracias por vuestro tiempo, luego me agradecéis el mío y una vez dicho esto, dejadlo estar". Las ventas del disco nunca revivieron, el sello cerró y la música de Rodríguez parecía destinada al olvido.

Este no fue el final de la historia de Rodríguez. Una grabación pirata de Cold Fact llegó de alguna forma a Sudáfrica a principios de los 70, en una época en la que Sudáfrica se iba aislando cada vez más conforme su régimen Apartheid intensificaba su dominio. Las letras antisistema de Rodríguez y los comentarios sobre su marginación en la América urbana sonaron especialmente evocadoras para una generación entera de afrikáners desilusionados. El disco obtuvo rápidamente fervientes seguidores a través del boca a boca entre la juventud liberal blanca y se realizaron copias locales. Como típica respuesta, el gobierno reaccionario prohibió el disco, asegurándose de que no sonara en la radio, hecho que alimentó aún más su condición de disco de culto. El misterio que envolvía a la muerte del artista ayudó a asegurar el lugar de Rodríguez en la leyenda del rock; y Cold Fact se convirtió rápidamente en el himno de la resistencia blanca en la Sudáfrica del Apartheid. Durante las siguientes dos décadas Rodríguez se convirtió en un artista muy conocido en el país y Cold Fact consiguió el disco de platino.

A pesar de su enorme popularidad, la vida personal de Rodríguez continuó siendo un misterio para casi todos los que le escuchaban. Varios periodistas y admiradores sudafricanos intentaron desvelar la verdad sobre su vida, y ni aún así pudieron descubrir casi nada, ni siquiera sobre su legendario fallecimiento.

Cuando su segundo disco fue por fin publicado en Sudáfrica en CD a mediados de los 90, dos fans sudafricanos, el "detective musicólogo" Craig Bartholemew y el dueño de una tienda de discos Stephen “Sugar” Segerman, decidieron unir sus fuerzas para intentar llegar al fondo del persistente misterio sobre quién era Rodríguez y cómo había muerto. La investigación en que se embarcaron era desalentadora; en un principio solo encontraron inconsistencias y callejones sin salida. Siguiendo el ejemplo del Watergate consiguieron encontrar una estrategia para "seguir el dinero", imaginando que si podían seguir los derechos de autor de Cold Fact, podrían tener una oportunidad de desvelar la verdad. Buscaron pistas en el único lugar disponible, las letras de Rodríguez. Finalmente la mención de un barrio de Detroit les llevó a localizar a uno de los productores originales de Cold Fact: Mike Theodore. Este contacto les hizo una revelación tan sorprendente, que a su vez desencadenó una serie de sucesos, que fue mucho más extraña y más estimulante de lo que nunca hubieran imaginado.