Cinemanía > Películas > 20 años no importan > Comentario
Destacado: Julianne Moore y Tilda Swinton en 'La habitación de al lado' de Pedro Almodóvar
20 años no importan cartel reducido20 años no importan(20 ans d'écart)
Dirigida por David Moreau
¿Qué te parece la película?

Dirigida por David Moreau, plantea en tono de comedia, los prejuicios por las relaciones en las que la mujer es mayor que el hombre.

Protagonizada por la pareja formada por la actriz Virginie Efira ("En solitario", "Dead man talking") y el joven actor Pierre Niney ("Comme des Freres", "Las nieves del Kilimanjaro"). Les acompañan un reparto de actores franceses como Gilles Cohen ("Parking", "Trois hommes et un couffin"), Amélie Glenn ("Un feliz acontecimiento", "R.T.T.") y Charles Berling ("El nombre", "Ridicule").


Entrevista al director David Moreau

P: ¿Cuál fue el origen del proyecto?

R: Junto con mi co-guionista, Amro Hamzawi, buscábamos un tema de comedia romántica que todavía no se hubiera tratado en el cine francés. Para comenzar, partimos de la diferencia de edad y seguimos con la idea de una mujer que finge y cae en la trampa de su propio juego. Esta segunda dimensión y el punto de vista femenino fueron los que impulsaron la escritura. Nos permitían tocar temas sociales muy interesantes. El universo de la moda vino después, cuando hubo que elegir el contexto en el que desarrollar la trama.


P: ¿Por qué la moda? ¿Conocías bien ese mundo?

R: ¡En absoluto! Pero me encanta explorar universos nuevos. Me puse a leer Glamour, ELLE, Vogue y a asistir a algunos desfiles. Ese mundo está muy codificado. Lo que me divertía era hacer que mis personajes actuaran en él, sin crear estereotipos ni emitir juicios de valor. Quería que resultaran reales, incluso aunque en el mundo de la moda eso supusiera rebajar un tono, ¡ya que hay verdaderas caricaturas!


P: Después de varias películas de terror, ¿por qué una comedia romántica?

R: Ante todo, una película es un punto de vista, ya se exprese mediante situaciones divertidas o terroríficas. Me gusta hacer un cine sensual, crear emociones, ya sea miedo, risa o llanto… Me apetecía mucho hacer una comedia romántica y después surgió la idea de la diferencia de edad, que me pareció original y me permitía expresarme sobre otros temas. El amor es un tema inagotable, eterno, que hace vibrar al espectador, por supuesto con la condición de emocionarlo con personajes realistas.


P: Veinte años de diferencia no algo es común: ¿qué mensaje querías transmitir sobre el amor?

R: La película no cuenta una historia de amor convencional. Al principio, Balthazar experimenta un verdadero flechazo, mientras que para Alice solo es una farsa para convertirse en redactora jefe de Rebelle. Su diferencia de edad, su educación y las convenciones sociales le impiden plantearse una relación con este chico mucho más joven que ella. Aunque piensa que controla la situación, caerá en su propio juego. En efecto, el amor no tiene nada que ver con la edad, la razón o las normas. Sean cuales sean las complicaciones que conlleve la relación, Alice no tiene otra opción que vivirla para ser feliz. Al asumir esta historia y sus diferencias, por fin podrá ser ella misma.


P: ¿Cómo lo consigue?

R: La sociedad nos empuja a la uniformidad, a no salirse del marco de las convenciones, como si la felicidad estuviera regulada. Lo diferente da miedo. La gente tiene miedo de lo que piense el prójimo, de su opinión negativa, a veces incluso violenta. Pero cuando esa singularidad se asume, se acepta con mayor facilidad. Eso es lo que cuenta la película… Más allá de este problema social, también habla de la angustia íntima de las mujeres que salen con hombres más jóvenes e invariablemente se preguntan: «¿Seguirá igual de enamorado dentro de cinco años?». La juventud no se hace preguntas sobre las consecuencias de sus actos: se cree inmortal. Con los años, nos volvemos más indecisos y temerosos. Los que se mantienen jóvenes de espíritu son aquellos que no tienen miedo. Por el contrario, Alice ha hecho elecciones muy estructuradas, dictadas por las convenciones sociales. La espontaneidad de Balthazar le abrirá los ojos y la liberará de esa censura, la transformará.


P: ¿Cómo rodaste la química entre Alice y Balthazar?

R: En la vida real, uno se enamora mediante una mirada, una mano que roza otra mano. No hay más que decir. Es tan abstracto que cuanto más lo intentes describir, menos creíble resultará. Quería recuperar esa sinceridad en la pantalla, esa emoción que hace que la imagen hable por sí misma. Durante el rodaje tuve una suerte increíble, ya que Virginie y Pierre conectaron realmente. Su complicidad se percibe inmediatamente en la pantalla. Él la mira con tanto amor y pureza que a su vez ella termina por abrirse. Basta con una mirada.


P: ¿Puedes hablarnos de Virginie Efira?

R: Virginie y yo tenemos la misma edad y muchos gustos en común. Nos llevamos bien al momento. Trabajamos mucho su personaje, para ver lo que podía aportarle, cómo hacerlo más profundo. Virginie es una actriz de las que hay pocas, muy generosa, que no teme arriesgarse. Fue una colaboración maravillosa, repleta de comunicación y confianza.


P: ¿Y Pierre Niney?

R: Para Balthazar, hicimos pruebas a unos cien actores. Y luego apareció Pierre como una revelación. Es guapo, encantador, frágil y, a la vez, muy seguro de sí mismo, humano y conmovedor. Tenía la edad perfecta para el papel, además de la madurez imprescindible para hacer que la historia fuera creíble. Virginie y él realmente conectaron, tuvieron una química que traspasa la pantalla.


P: ¿Y la elección Charles Berling?

R: Charles interpreta al padre de Balthazar: un hombre petulante que se niega a envejecer. Se parece a Pierre, realmente te llegas a creer que son padre e hijo. Para escribirlo me inspiré en mi propio padre. Por lo tanto, era un personaje importante para mí, repleto de recuerdos personales. Charles no está acostumbrado a estos papeles más ligeros, pero lo interpretó con una profesionalidad absoluta, sin dejar de divertirse como un chaval.


P: ¿Cuáles fueron tus elecciones de dirección?

R: Intenté dirigir esta historia de la forma más clásica posible. Con este tipo de película, pienso que para empezar el tratamiento de la imagen debe ser bello, muy cinematográfico, para hacer que el espectador se emocione. Una vez pasadas las premisas de la historia, se puede tratar con precisión el realismo de los personajes para que el público no pierda interés. Aunque actualmente la mayoría de las películas son digitales, decidí rodar en 35 mm. Scope anamórfico, para que resultara lo más bello posible. Es un viejo formato de los años 50 bastante pesado y muy restrictivo, pero que da a la imagen una dimensión mágica, casi irreal.


P: ¿Cuáles fueron tus influencias cinematográficas?

R: Notting Hill o Matrimonio compulsivo de los hermanos Farrelly son dos películas que creo que están muy bien escritas. Me inspiré en sus estructuras para dar ritmo a mi historia. En lo que se refiere a los encuadres, visualmente, Magnolia de Paul Thomas Anderson es la referencia absoluta. La imagen es muy elegante, como en el mundo de la moda. Es lo que buscaba para mi película.


P: ¿Te ayudaron a ello los decorados?

R: Evidentemente, unos buenos decorados contribuyen a crear imágenes bellas. En esta película tuve la suerte de trabajar con el mejor decorador de cine, Jean Rabas, que colaboró con Bertolucci, Jeunet y Caro en La ciudad de los niños perdidos o incluso en los espectáculos del Circo del Sol. ¡Sus decorados son maravillosos! Jean posee una visión global con un sentido del detalle extremadamente preciso, lo que permite situar después la cámara donde quieras. Reflexiona sobre el volumen, la verticalidad del decorado y de pronto todo es rico y bello. Para las oficinas de Rebelle, reconstruidas en la Cité du Cinéma de Luc Besson, teníamos la impresión de estar realmente en la redacción de una revista.


P: ¿Con qué anécdota del rodaje te quedas?

R: ¡Los cinco días de rodaje en Brasil fueron una locura! Viajamos con un equipo reducido para rodar a Virginie, vestida de alta costura, en Rocinha, la favela más peligrosa del mundo. A los pocos minutos, la gente nos miraba de forma rara y se agolpaba a nuestro alrededor: ¡nadie había rodado nunca allí! Por suerte, todos volvimos sin un rasguño y con unas imágenes preciosas.


P: ¿De qué te sientes más orgulloso de esta aventura?

R: Mi mayor orgullo son mis actores. Me encanta trabajar con actores diferentes, mezclar universos, resulta muy divertido: Virginie viene de la televisión, Pierre de la Comédie Française, HPG del porno y Charles Berling... ¡de otro planeta! Todos se comprometieron con pasión a hacer la película que tenía en mente: ¡fue una experiencia humana increíble! También estoy muy contento de no haber cedido a lo digital para rodar en 35 milímetros anamórficos, pese a las complicaciones del formato. Es caro y precisa más luz, pero el resultado final es incomparable.


Entrevista a Virginie Efira (Alice Latins)

P: ¿Quién es Alice Lantins, tu personaje?

R: Alice es una mujer que ha reorientado su vida. Cuando era más joven, tenía ideales y sueños que abandonó porque empezó a tener miedo, a juzgarse, a querer parecerse a lo que creía que esperaban de ella. Tiene 38 años, está divorciada y soltera desde entonces y tiene una hija de 13 años (Zoé). Es redactora adjunta de la revista de moda Rebelle. Su vida está estructurada, encarrilada y de hecho es bastante aburrida, aunque ella ya no se dé cuenta porque se ha acostumbrado…


P: ¿Cómo ha llegado a esa situación?

R: Se llega por resignación, a quedarse un poco al margen y a vivir a medias. Hay una escena de la película que me emociona mucho en la que se ve su tatuaje de delfín en la parte baja de la espalda, como una señal de la joven que fue. ¡Evidentemente, el tatuaje no es el más elegante del mundo, pero representa lo que era y eso es lo importante! Ha escrito un libro, L’île sans océan, no era un Premio Goncourt, como puedes esperarte por el título, pero también representa a alguien que intenta expresarse partiendo de sí misma sin intentar seguir una norma. El fracaso de su libro y su matrimonio con un escritor e intelectual brillante le llevaron a observarse de otro modo, a negar lo que era en su fuero interno, para encontrar su lugar, una posición social, para ser aceptada. Se ha convertido en una persona seria, con todo lo que esa palabra conlleva de tristeza. Ha abandonado su sueño de ser escritora para convertirse en periodista de moda y entrar en el molde de la madre de familia respetable. Después, tras su divorcio, se ha hecho a la idea de una soltería feliz. De hecho, ¿por qué no una soltería feliz? A mi me gusta mucho la idea, pero cuando va acompañada -de nuevo- por una forma de resignación y por el miedo a sufrir y no ser amada y comprendida, resulta alienante.


P: ¿Cómo va a darle la vuelta a la situación?

R: Tras un malentendido, toda la redacción piensa que sale con un estudiante de diecinueve años, lo que provoca su curiosidad. Al ver cómo cambia la manera en que la miran y cómo aumenta su cota de popularidad de la noche a la mañana, Alice se presta al juego de la mujer liberada moral y sexualmente… Finge llevar una vida excitante y hace creer a todos que mantiene una relación con ese chico, cambia de look, propone escribir artículos sobre YouPorn, mientras que antes era más bien sobre Cómo hacer cupcakes con amigas. Y todo con el objetivo de conseguir el puesto de directora de la revista. Pero aunque crea controlar perfectamente toda la farsa, se enamorará de ese joven que la transformará. La película habla de esa metamorfosis.


P: ¿En qué sentido Balthazar va a transformarla?

R: Al contrario que Alice, Balthazar no le teme a nada, sobre todo no le teme a amar. Posee la juventud, la curiosidad, las ganas… ¡irradia vida! Más allá del número de años que les separen, lo que les opone es ese estado mental, esas ganas de creer que no le teme a lo desconocido. Alice, al construirse de acuerdo con las convenciones sociales y con su exmarido, ha perdido esa espontaneidad que le propone Balthazar. Le ofrece un amor puro y sincero, que ya no pensaba merecer. Es como si, pese a todos los esfuerzos de Alice por llevar bien la «máscara social», él hubiera adivinado su potencial de vida, sus capacidades ocultas. Su encuentro le obligará a cuestionarse, a superar sus miedos y los prejuicios que acompasan lo monótono de sus días. Al principio, prima la razón: «¿Cuánto tiempo va a durar este amor? ¿Y en 5 años, y en 10 años?», pero Balthazar le enseñará a disfrutar del presente, a abrirse a sí misma para, a continuación, abrirse mejor a los demás.


P: Al salir con un chico mucho más joven que ella, Alice es calificada de MQMF. ¿Qué piensas de este fenómeno social?

R: Lo que me molesta es que las mujeres siempre heredamos una apelación grupal, «cougar», «MQMF»… La libertad de las mujeres y, más concretamente, del deseo femenino, sigue inquietando. Creo que la sociedad necesita catalogarlo para subyugarlo y reducirlo. Me gusta mucho el modo en que la película aborda este tema. Ninguno de los dos se esperaba ese encuentro. La diferencia de edad no era el motor. Pero los miedos de Alice relacionados con su edad, otro enorme dictado de nuestra sociedad, van a suponer un freno.


P: ¿Qué es lo que te sedujo del guión?

R: Por supuesto, me encantó el tema y los personajes, que me parecían muy delicados y divertidos. Me alegré cuando me propusieron hacer una comedia romántica con unos valores parecidos a los míos. Pero resultó determinante mi encuentro con David Moreau, joven director de mi generación, cinéfilo, cuyo primer trabajo me había gustado mucho. Sentí que tenía muchas ganas de cine ¡incluso aunque se tratara de una comedia! Que se trataba de un director con gusto y con un punto de vista diferente. Enseguida nos pusimos a reescribir juntos el guión que había escrito con Amro Hamzawi. Un trabajo de escritura que me ayudó mucho en el plató, como si el personaje ya estuviera incorporado.


P: ¿Y la relación con Pierre Niney?

R: ¡Pierre me fascina! Como persona y como actor. Posee muchas cualidades en común con Balthazar: una visión del mundo con gran pertinencia, curiosidad, juventud, altruismo, seguridad y encanto sin arrogancia. Durante el casting, enseguida destacó por su manera de moverse, por una cierta confianza en sí mismo acompañada por la humildad justa. Muy hombre y niño al mismo tiempo, poseía esa dualidad que se corresponde perfectamente con el personaje. En el rodaje quedó claro, no había que fingir la complicidad. Es una de las personas que más me hace reír del mundo. Bueno, ¡quizás debería cortarme un poco con los cumplidos! Voy a encontrarle un defecto… ah, sí: es miope.


P: ¿Te ha gustado rodar sobre el mundo de la moda?

R: El universo de la moda es muy cinematográfico, con lados maravillosos pero extremadamente codificados. Además, se imponen tanto la visión de los otros como la máscara social. La idea no era emitir juicios de valor, sino enfatizar la comedia al ver a un joven, ajeno a todo ese mundo, dar pasos en falso en él por amor.


P: En el mundo de la moda, la forma de vestir es muy importante. ¿Jugaste con el vestuario?

R: El vestuario poseía una importancia fundamental. Isabelle Pannetier, jefa de vestuario, tenía una idea muy precisa de lo que quería y un gusto exquisito. Se inspiró en la nueva redactora jefe del Vogue francés y en Kate Moss… Influyó mucho en la creación de los personajes. Al principio de la película, Alice lleva ropa seria, lo que le proporciona una especie de protección y distancia para con el mundo. Luego, en su farsa, la ropa se convierte en el accesorio principal. De repente, muestra toda su sensualidad e incluso su sexualidad, juega con todos los códigos de la feminidad extrema. ¡Resultó muy divertido!


Entrevista a Pierre Niney (Balthazar Apfel)

P: ¿Quién es Balthazar, tu personaje?

R: Balthazar es un chico de 19 años, estudiante de arquitectura. Sus problemas son los de un joven que va a convertirse en adulto, pero es diferente de los estereotipos de su edad. En referencia al personaje de cine americano Ferris Bueller, Balthazar está un poco flipado y desfasado, con un lado un poco perdedor, pero que a medida que transcurre la película resulta conmovedor. Balthazar posee una filosofía de vida sencilla y también propia a su juventud. Lejos de estar desilusionado, no se plantea preguntas y vive el presente con entusiasmo y pasión… incluso aunque en el fondo esté angustiado. David Moreau quería que tuviera un lado muy anticuado, bastante excéntrico en su forma de vestir, su modo de hablar, su energía, lo que fue muy interesante de trabajar antes y durante el rodaje. Por ejemplo, a menudo Balthazar lleva un enorme abrigo tipo Colombo, completamente desfasado para su edad y pasado de moda. David y yo buscamos muchos detalles como este que dibujaran al personaje, reforzaran la comedia y también alejaran los universos de este joven y de Alice Lantins.


P: ¿Cuál es su relación con Alice Lantins?

R: En el instante en que conoce a Alice, Balthazar experimenta el verdadero flechazo de comedia romántica, de esos flechazos que hay pocos en la vida. Se siente inmediatamente atraído por ella. Por supuesto, ella representa la fantasía de la mujer madura más experimentada, la MQMF, pero sobre todo, aunque sean opuestos, realmente son compatibles. Balthazar posee la frescura de la juventud y se lanza en cuerpo y alma a esa historia de amor sin preocuparse por el futuro. Por el contrario, Alice lo controla todo y constantemente teme elegir. Pero Balthazar llegará para descubrir en ella una parte de humor y espontaneidad de la que ha huido durante años. Aunque en principio su historia parezca imposible, ambos van a aportarse cosas nuevas. Balthazar va a vivir un primer golpe amoroso y, de este modo, va a evolucionar hacia la edad adulta y Alice, gracias a él, va a liberarse, a aprender de nuevo a vivir el momento con plenitud y, finalmente, a descubrirse a sí misma.


P: En la película, te enamoras de una mujer mayor. ¿Qué es una «MQMF»?

R: «MQMF», o literalmente «Mami Que Me Follaría», es una expresión para designar a una madre, de entre 30 y 45 años, que encuentras deseable. Gracias a las series americanas como Cómo conocí a vuestra madre o The Office este concepto se ha convertido en un fenómeno social de moda, parecido al de «Cougar». Me pareció interesante un guión cuya base cómica fuera este tema tan actual y moderno, pero que también fuera más allá de este simple fenómeno de moda para contar una historia real de amor, fuerte, bella y creíble entre dos seres, simplemente.


P: ¿Qué es lo que te sedujo del guión?

R: Las buenas comedias románticas no abundan en Francia. Esta me emocionó la primera vez que leí el guión. Después, el encuentro con David y Virginie resultó decisivo. El guión era muy divertido, las situaciones fuertes, la intriga y los personajes audaces. Me gustaba ese carácter ambicioso del proyecto, que encontramos en comedias inglesas o americanas como Corazón salvaje o Notting Hill, que para mi son las biblias del género. Con esta historia, David también llega al fondo del concepto al rodar una película muy personal.


P: ¿Cómo fue rodar con Moreau?

R: David posee un universo propio. Como cinéfilo apasionado, se inspira en numerosas referencias, aunque nos deja mucha libertad para interpretar. Su dirección es muy precisa, aunque abierta a propuestas. Quería que todos nos sintiéramos realmente a gusto con nuestro texto para hacer que resultara creíble este romance improbable. Su fuerza radica en la precisión que concede a los detalles y a su gusto, que han hecho de la película una maravillosa comedia romántica.


P: ¿Y la relación con Virginie Efira?

R: Conocía su carrera aunque nunca había trabajado con ella. Ha sido de los mejores encuentros que he tenido en un plató de cine. Durante el rodaje, estábamos en la misma onda, nos reíamos todo el rato, desde el primer día hasta el último. Tanto en el trabajo como en la vida, es una mujer generosa, inteligente y vivaz. ¡Es difícil no entenderse con ella! Como nuestros personajes, pienso que nos aportamos mutuamente mucho en esta película. Desde entonces, somos muy amigos.


P: ¿Cuál es tu escena favorita de la película?

R: Me encanta la escena en la que Alice está completamente colocada después de haberse fumado un porro e intenta mantener una conversación mundana durante una cena de gala. Sé lo complicado que resulta afrontar una escena de borrachera o de colocón y me parece que en esa escena Virginie hizo una actuación impresionante. Estaba muerto de risa. Construye todas sus reacciones al detalle, sin forzar jamás. Se sirve de los ritmos y aportó la dosis justa de comedia y fantasía a esta escena, hilarante para el espectador.


P: ¿Y la más difícil de rodar?

R: David y yo le dábamos una importancia particular al momento clave en que Balthazar descubre que Alice le ha utilizado desde el principio y que su romance solo es una farsa. Hicimos muchas tomas para mostrar con exactitud esa herida de amor y asegurarnos de que el espectador sintiera la intensidad y la violencia del descubrimiento de este momento preciso.


P: ¡La relación padre-hijo también es compleja en la película!

R: La comunicación entre Balthazar y su padre es muy difícil, tensa, llena de medias palabras. Se quieren, pero no se escuchan o lo hacen mal. El padre de Balthazar se niega a envejecer, de modo que a la vez es divertido y patético. En un momento dado, el afecto se mostraba en un gesto o una palabra delicada y en una escena llegaban a comprenderse. Pero no había vuelta atrás, todo pasaba casi de puntillas. Trabajé con Charles Berling, mi padre, en este sentido, para que esa dualidad fuera emotiva y llena de comedia al mismo tiempo.


P: ¿Cómo fue tu relación con Charles Berling?

R: Charles interpreta a mi padre con brío. Estaba muy nervioso por la idea de rodar con él. En el rodaje, éramos como dos niños, ¡él incluso más que yo! Es maravilloso ver a un actor de 50 años con tanta energía, frescura y espontaneidad. ¡Fue un placer contar esta relación padre-hijo!


P: ¿Conocías el mundo de la moda, muy presente en la película?

R: Ese universo era muy lejano para mí. Como Balthazar, nunca había asistido a un desfile antes de empezar el rodaje y ese mundo me resultaba completamente desconocido. Lo que creo que finalmente me sirvió para interpretar a mi personaje. Cuando acompaña a Alice por amor a sus veladas mundanas, a las sesiones de fotos, se encuentra completamente perdido. Ese sentimiento me resultaba muy natural y familiar.