El thriller de acción San Andrés reúne a Dwayne Johnson con el director Brad Peyton y al productor Beau Flynn tras su colaboración en el éxito mundial en taquilla Viaje al centro de la Tierra 2: La isla misteriosa.
Entre los protagonistas también destacan Carla Gugino, Alexandra Daddario, Ioan Gruffudd, Archie Panjabi, Hugo Johnstone-Burt y el nominado a los Oscar Paul Giamatti (Cinderella Man. El hombre que no se dejó tumbar).
Carlton Cuse ha escrito el guion a partir de una historia de Andre Fabrizio y Jeremy Passmore. Los productores ejecutivos son Richard Brener, Samuel J. Brown, Michael Disco, Toby Emmerich, Rob Cowan, Tripp Vinson y Bruce Berman.
Entre el equipo creativo de cineastas también destacan el director de fotografía Steve Yedlin, el diseñador de producción Barry Chusid, el editor Bob Ducsay, la diseñadora de vestuario Wendy Chuck, el productor de efectos especiales Randall Starr, el supervisor de efectos especiales Clin Strause y el compositor Andrew Lockington.
New Line Cinema, en asociación con Village Roadshow Pictures, presenta San Andrés, una película de Brad Peyton, producción de FlynnPictureCo. Warner Bros. Pictures, una compañía Warner Bros. Entertainment, se encargará de la distribución, salvo en determinados territorios, donde correrá a cargo de Village Roadshow Pictures.
"¿Y si lo que ocurrió en Nevada no fue una anomalía?. ¿Y si fue un aviso de lo que está por venir?" Dr. Lawrence Hayes
En San Andrés podremos ver el terremoto de mayor magnitud de la historia. Cerca de Nevada, un enjambre sísmico de una falla que todavía no había sido descubierta cruza la frontera y activa la famosa Falla de San Andrés, en California, lo que provoca una gigantesca sacudida en Los Ángeles. Pero eso no es todo. El terremoto recorre toda la falla tectónica dando lugar a un efecto dominó de caos y destrucción que llega hasta San Francisco.
Dwayne Johnson interpreta a Ray, el protagonista principal de la historia, un piloto de helicóptero del servicio de búsqueda y rescate del Departamento de bomberos de Los Ángeles que emprende una misión personal cuando se produce el desastre, pues se promete a sí mismo que pondrá a su ex-esposa y a su hija a salvo en medio de un caos cada vez mayor. "El guion me cautivó, me emocionó y consiguió que se me hiciera un nudo en la garganta durante toda la historia", comenta el actor. "No hay un aviso cuando se desata un terremoto. Las placas tectónicas móviles pueden provocar réplicas e incluso más terremotos, y lo único que puedes hacer es intentar sobrevivir, minuto a minuto, y eso es lo que convierte a San Andrés en una experiencia trepidante continua".
Y continúa: "La dimensión y la magnitud de esta película lo son todo. El público se imaginará la sensación que provoca el mayor terremoto de la historia, pero para Ray lo realmente importante es sobrevivir. Su principal objetivo es mantener a su familia unida... en todos los aspectos".
La combinación de esta gigantesca desgracia con las intensas conexiones personales fue lo que motivó tanto a Johnson como al director Brad Peyton para formar parte de un proyecto que se encontraba en las últimas fases de desarrollo de la mano de su productor, Beau Flynn. Los tres ya habían colaborado en el éxito mundial Viaje al centro de la Tierra 2: La isla misteriosa, y celebraron la posibilidad de trabajar juntos de nuevo en un proyecto totalmente diferente en el que todo es mucho más intenso: la acción, la magnitud y los momentos conmovedores.
En palabras de Peyton: "Es diferente a todo lo que he hecho hasta ahora. Ha sido más riguroso desde el punto de vista de su gigantesca magnitud, pero también infunde un tono de honestidad. Quería que los personajes fueran muy reales para que el público tuviera la oportunidad de sentirse identificado directamente con la situación en lugar de ser un testigo en la distancia. Las escenas de acción son impactantes, pero la trama principal de todas las historias gira en torno a personas a las que acabas cogiendo cariño".
Flynn fue quien dio con la idea para la trama de San Andrés, pues es un entusiasta de las películas de desastres y estaba deseando actualizar el género con las posibilidades que hoy en día aportan el 3D y las tecnologías más vanguardistas a la hora de crear imágenes fotorealísticas. El productor añade: "La razón por la que me siento tan identificado con esta película es que tres semanas después de que me mudara a Los Ángeles, se desencadenó el terremoto de Northridge. Nunca antes había sentido ni siquiera un temblor, así que experimentar un terremoto de tal magnitud fue algo muy poderoso y aterrador que te hace sentir muy pequeño y simple. La Falla de San Andrés es algo que siempre me ha fascinado, teniendo en cuenta que crecí en Miami, a uno 4800 kilómetros de distancia. Es algo en lo que la gente está pensando constantemente, de forma consciente o inconsciente; forma parte del espíritu de la zona".
Los cineastas han tenido que subir mucho el listón cinematográfico para conseguir hipnotizar al público con San Andrés. Las distintas y profundas situaciones le aportan una creciente sensación dramática y de acción al largo, lo que se ha conseguido integrando un elemento de libertad creativa en una amenaza real. Pero, a pesar de que no todo lo que veremos en la gran pantalla está basado en hechos reales, la película sigue contando con elementos verídicos.
En marzo de 2015, el Servicio Geológico de EE.UU. pronosticó que las probabilidades de que en California se registrara un seísmo de una magnitud 8 o superior han aumentado en los últimos 30 años, así como la posibilidad de múltiples rupturas de fallas, como si fueran eslabones de una cadena. La atención se ha concentrado en la famosa falla de San Andrés, pero hay otras en las que se está experimentando un aumento en la presión, como la Falla de Puente Hills, que se extiende del Condado de Orange hasta el centro de Los Ángeles, y la Zona de subducción submarina de Cascadia, que va desde California del Norte a la Isla de Vancouver, en la que podrían propagarse y surgir tsunamis. Se han registrado terremotos en Nevada, Virginia, Oklahoma, Misuri y en otras zonas del país que ahora son propensas a que suceda esta catástrofe que está a la orden del día, pues según las previsiones del Servicio Geológico de EE.UU., se detectan alrededor de 500.000 terremotos al año en todo el mundo, de los cuales 100.000 resultan pe
rceptibles para la población y 100 causan daños.
Según el guionista, Carlton Cuse: "He plasmado todos mis miedos en el guion, pues sabía que el nivel de exigencia de Brad a la hora de dirigir cada secuencia sería muy alto, y al final ha superado mis expectativas".
Aunque una catástrofe como un terremoto puede dar lugar a una gran variedad de historias, la trama principal de San Andrés gira en torno a los profundos instintos que surgen cuando se desata una incontrolable e imprevisible fuerza de la naturaleza como esta: esa necesidad de ofrecer ayuda y demostrar qué es lo más importante para el ser humano. Peyton plantea lo siguiente: "Las catástrofes parecen sacar lo mejor de la gente, pues les ayuda a volverse más fuertes y a centrarse en lo verdaderamente importante. Las personas normales y corrientes acaban convirtiéndose en héroes, y los héroes son capaces de superar sus propios límites".
Flynn añade: "Creo que nadie sabe exactamente lo que haría ante una situación de lucha o huida, y eso es lo que exploramos en esta película".
El instinto de Ray, el protagonista, se verá sometido a una dura prueba. Según Johnson: "Todo el mundo puede sentirse identificado con una situación familiar y con lo lejos que podrían llegar para proteger a alguien que les importa de verdad".
En San Andrés confluyen tres argumentos. Cuando el primer terremoto se desencadena en Los Ángeles, Ray contacta con su ex-mujer, Emma (Carla Gugino) y juntos se suben a un helicóptero para protagonizar una imponente escena de rescate en la que vemos como la valiente y decidida Emma escala los escombros de un rascacielos que se derrumba en el centro de la ciudad. Después, ambos se disponen a encontrar a su hija, Blake, durante la réplica de un segundo terremoto en San Francisco, a unos 650 kilómetros de distancia. Mientras se dirigen hacia el norte, Blake, una muchacha de 19 años interpretada por Alexandra Daddario, se encuentra desamparada cuando Daniel, el que pronto será su padrastro, interpretado por Ioan Gruffudd, desaparece. Deberá confiar en sus propios instintos y en su ingenio si quiere sobrevivir y ponerse a salvo, para lo que contará con la ayuda de Ben (Hugo Johnstone-Burt), un joven al que acaba de conocer.
"Era muy importante para nosotros que los personajes de Carla y Alexandra fueran dos mujeres fuertes, no dos damiselas en apuros", indica Flynn. Ambas se ven inmersas en varias escenas de acción en las que deberán realizar auténticas proezas. Tengo dos hijas, así que me encanta que las protagonistas de este tipo de papeles sean mujeres, pues, al fin y al cabo, ellas son las verdaderas heroínas".
Paul Giamatti interpreta a Lawrene Hayes, uno de los mejores sismólogos del Instituto de Tecnología de California, quien cree firmemente que ha encontrado una manera de seguir la pista del terremoto y que lo peor está por llegar. A pesar de que está rodeado de contratiempos, pues los sistemas de comunicación y la electricidad no funcionan en su laboratorio de Pasadena, Hayes hará todo lo posible por dar la voz de alarma con la ayuda de Serena (Archie Panjabi), la intrépida periodista televisiva. Cuse indica: "La sismología se convierte en el elemento narrativo principal de la película, pues sirve para enmarcar y contextualizar la catástrofe.
"Brad es un narrador excelente y sabe exactamente cuáles son los mejores momentos emotivos o dramáticos", comenta Flynn. "Siempre consigue que nos centremos en los protagonistas y en esos pequeños momentos, como el de los jóvenes Blake y Ben, quienes empiezan una relación en mitad de la devastación, o Ray y Emma, una pareja con muchos antecedentes, quienes vuelven a descubrir lo mejor el uno del otro cuando reina el caos".
Para captar esa sensación de intimidad, Peyton intentó contar con la mayor cantidad de material grabado posible, e incorporó numerosos escenarios, dobles de escenas de riesgo y efectos especiales en grandes cantidades, como por ejemplo en la escena de rescate de Emma en una azotea. Peyton explica: "La escena fue muy larga y se grabó sin cortes; tuvimos que rodar junto a la protagonista en un escenario en el que se derrumbaba un edificio. Nos movíamos a la vez que ella y podíamos ver en sus ojos lo que sentía en cada momento, las miles de decisiones que tenía que tomar en cada segundo para moverse de un sitio a otro, pues a su alrededor reinaba el caos, y Carla consiguió transmitir esa adrenalina y ese miedo real al que se enfrenta su personaje desde el primer momento".
El público también se verá inmerso en una avalancha de escombros, colgando de un acantilado dentro de un coche, bajo el agua, o en una pared de la Presa Hoover que está a punto de desmoronarse.
En San Andrés hay una confluencia masiva de partes móviles, y por eso han sido necesarias más de 1300 secuencias de efectos especiales que ilustran cómo las carreteras colapsan, los puentes quiebran, el fuego estalla en numerosos escenarios de la ciudad y los edificios se desploman, estrellándose con otros edificios a medida que se desmoronan como si fueran piezas de dominó. Entonces, justo cuando parece que podemos tomarnos un momento para recobrar el aliento, un tsunami de una altura de 15 pisos, avanza precipitándose sobre San Francisco como una pared virtual de agua.
Johnson da fe de que "Brad está realmente orgulloso de estos cambios bruscos. Cada día llegaba al rodaje decidido a encontrar una nueva manera de que el público pudiera meterse de lleno en la acción, tanto emocional como visualmente".
Aferrándose a la vida... y apoyándose los unos en los otros
"Sé fuerte, cariño. Vamos a rescatarte". - Ray
El piloto de helicóptero de búsqueda y rescate Ray Gaines ya se encontraba en un terreno inestable incluso antes de que se desatara el infierno bajo sus pies. Su ex-mujer, Emma, le acaba de entregar los papeles del divorcio, algo que, aunque era de esperar, confirmaba el final de un matrimonio por el que podía haber luchado un poco más. Además, unas horas antes de que se produjera el primer terremoto, Ray se entera de que Emma se va a mudar a casa de su novio, Daniel, y de que será este quien lleve a la hija de Emma y Ray al colegio, en California del Norte, un viaje que esperaba poder hacer él mismo junto a Blake.
Según Johnson: "Ray es un tipo muy especial, íntegro y con un gran corazón, y esas son las cualidades que siempre busco en un papel. Como todas esas buenas personas que se enfrentan a este tipo de peligros cada día, él es capaz de cuidar de la gente y de salvar vidas, pues en eso consiste su trabajo y esa es su vocación. Sin embargo, no está pasando por un buen momento personal, pues está en mitad de un proceso de divorcio, y cualquiera que haya pasado por lo mismo sabe que es muy duro, sobre todo cuando tienes hijos". Como padre, el actor hace hincapié en que: "Haría lo que fuera para proteger a mi pequeña".
La relación entre Ray y su ex-mujer, así como la relación que tiene con su hija, son dos de los pilares principales de la película, y Peyton destaca los diferentes matices mediante los que Johnson da vida a su personaje: "Johnson no solo es uno de los mejores actores de acción del mundo, sino que también es encantador y divertido, y la gente se puede identificar con él. Le aporta muchas de estas cualidades a Ray, haciendo que parezca un personaje real y convirtiéndole en alguien extraordinario. Dwayne le ha dado más profundidad al papel.
El director continúa: "Existen dos tipos de héroes, los que son imparables y pueden atravesar paredes, es decir, aquellos en los que nunca podremos convertirnos, y luego está el tipo que, cuando le dan un puñetazo, se prepara para la pelea, y ese es el que queremos ser. En cierto modo, Ray es una mezcla de ambos. Hay momentos en los que consigue lo imposible y te deja pensando, '¡Es increíble!', y, al mismo tiempo, puedes comprobar que tiene problemas y que no es perfecto. Ha cometido errores en su vida que está intentando rectificar, pues es tan solo un tipo que intenta arreglárselas y lo hace lo mejor que puede. Dwayne convierte a Ray en alguien digno de apoyo e indulgencia, al mismo tiempo que te deja sorprendido gracias a sus habilidades, porque, claro, todos queremos ser como Dwayne Johnson",
Flynn añade: "Dwayne se planteó su personaje de manera que pudiera hacerle parecer una persona real y con los pies en la tierra, en lugar de colgarle adornos o que su actuación pareciera forzada, lo que resulta apasionante, pues revela un nivel de vulnerabilidad a la hora de interpretar que nunca había visto en él".
Cuando Emma le da la triste noticia a Ray, y este intenta asimilarla, es evidente que sigue sintiendo algo por ella, pero que dejará sus sentimientos a un lado con tal de que sea feliz, y si para ello tiene que pasar página, que así sea.
Carla Gugino, la actriz que encarna a Emma, explica: "Siguen teniendo una relación amistosa, y al final se descubre que la razón por la que se han separado no es porque ya no se quieran, sino porque ha ocurrido algo terrible que no han podido superar, y por eso su matrimonio comienza a romperse".
En palabras de Flynn: "Carla es perfecta, pues es sexy, fuerte y la pareja perfecta para Dwayne. No le teme a nada y no se detendrá ante nada para encontrar a su hija".
Era necesario que la persona que interpretara el papel tuviera unas buenas cualidades físicas y transmitiera mucha emoción, a lo que Gugino añade: "Meterme en la piel de Emma ha supuesto un reto fantástico, ha sido agotador en el mejor sentido de la palabra, y ha resultado una experiencia extraordinaria".
Cuando el primer terremoto se desata en Los Ángeles, sacude fuertemente el rascacielos en el que Emma está almorzando, y, como cabe esperar, Ray es la primera persona a la que pide ayuda, y, por supuesto, él nunca la defrauda. Pero cuando Ray pone a Emma a salvo, unos momentos antes de que la estructura se derrumbe, se enteran de que el área de la Bahía de San Francisco también ha sufrido una fuerte sacudida, y entonces se embarcan en una misión conjunta con un mismo propósito: encontrar a su hija, que ahora está perdida en el caos de la ciudad.
El trayecto será frenético y estará plagado de peligros, contratiempos y callejones sin salida, pero los protagonistas aprovecharán cualquier oportunidad y todos los medios de transporte posibles, desde un helicóptero a un avión, un camión o una lancha motora, y, por el camino, harán un exhaustivo examen de conciencia. "Es curioso, porque te das cuenta de que cuando piensas que tu vida sigue un camino concreto, de repente te das cuenta de que estás en una dirección completamente distinta, y tu perspectiva cambia", indica Johnson.
A cientos de kilómetros, Blake se recupera del pánico que le ha provocado estar atrapada en un coche accidentado en un aparcamiento subterráneo y lucha por recuperar la orientación. Como no puede hablar por teléfono con sus padres, excepto durante unos fugaces segundos, descubre que se acuerda de las lecciones de supervivencia que le enseñó su padre, y consigue guiarse con estos recuerdos.
Alexandra Daddario reconoce: "La vida es algo imprevisible; puede sucede cualquier cosa en cualquier momento. Es interesante comprobar cómo puede utilizar las habilidades que ha aprendido de su padre y utilizar recursos que probablemente ni siquiera sabía que tenía. Es un personaje fuerte y culto, pero también es una niña normal con la que el público puede sentir empatía y ver cómo evoluciona de niña a mujer debido a esta dura experiencia. Pero claro, interpretar a la hija de Dwayne me hace sentir mucho más fuerte de lo que realmente soy",
"Alexandra es inteligente, encantadora y tiene mucho talento. Cuando llegó a la prueba de reparto, en seguida supimos que habíamos encontrado a nuestra Blake", recuerda Flynn. "No es fácil convencer al espectador de que eres la hija de Dwayne Johnson, pero ha encajado con él a la perfección".
Siguiendo los consejos de su padre, Blake camina entre los escombros y las réplicas del terremoto hacia uno de los edificios más altos y emblemáticos de la ciudad, la Torre Coit, donde Ray y Carla han prometido que se encontrarán con ella. Pero la joven no está sola, pues comparte esta aventura con el tímido pero valiente Ben, un joven británico al que interpreta el actor australiano Hugo Johnstone-Burt. Ben está de vacaciones en la ciudad con su hermano pequeño, y además ha acudido a una entrevista de trabajo, y se topa con Blake por primera vez en la entrada de un rascacielos súper moderno, un encuentro en el que se produce un dulce coqueteo y en el que la muchacha le acaba dando su número de teléfono. Poco después, cuando el edificio se derrumba a su alrededor, Ben se niega a dejar atrás a su nueva amiga.
"He tenido la peor suerte del mundo", comenta Johnstone-Burt, haciendo gala del desenfado y el humor que su personaje aporta al proyecto. "Mi personaje es un chico pobre que está de vacaciones y tiene una entrevista de trabajo, y justo cuando consigue el número de teléfono de una chica, todo se va a pique".
Nunca sabes quién te va a ofrecer su ayuda cuando más la necesites, así que Blake, Ben y su precoz hermanito Ollie, personaje que interpreta el actor irlandés Art Parkinson, de 12 años de edad, se convierten en un equipo en el que se ayudarán y se apoyarán los unos a los otros. Daddario comenta: "Cuando se desata el terremoto, los tres forjan una estrecha relación que les ayudará a salir adelante".
Ben y Ollie tendrán que arriesgarse y confiar en Blake cuando esta les indica que vayan en la dirección opuesta a la del resto de la gente, pero la joven tiene fe en las indicaciones que le ha dado su padre, y se dirige al lugar donde le ha prometido que se encontrarían.
Mientras Blake y sus compañeros se aproximan a la Torre, Ray y Emma remueven cielo y tierra para llegar a San Francisco mientras la tensión aumenta en el Instituto de Tecnología de Pasadena, California. El sismólogo Lawrence Hayes ha estado ocupado calculando datos y monitorizando sensores desde antes de que el terremoto sacudiera California, intentando averiguar cuál fue su precursor, es decir, el seísmo que hizo temblar la ciudad de Nevada y que destrozó la Presa Hoover antes de activar la Falla de San Andrés.
Si está en lo cierto, esto supondrá un reconocimiento por todo el trabajo al que ha dedicado su vida, pero también conllevará una destrucción general. Paul Giamatti opina sobre su personaje: "Es una especie de renegado, pero un científico brillante al frente de esta investigación. Lawrence ha indagado mucho en la actividad previa al terremoto y ha seguido su progreso, así que ha desarrollado una teoría con la que intentará predecir cuándo y dónde se producirá el próximo y gigantesco seísmo".
Lawrence tiene una misión y está convencido de que su información indica que la actividad sísmica es variable, así que necesita comunicárselo a todo el mundo rápidamente y de una forma significativa. Justo entonces nos encontramos con el personaje de Serena, una periodista televisiva. "Serena estaba cubriendo un bloque de noticias sobre el primer terremoto de Nevada, que surgió de improviso", comenta la actriz Británica Archie Panjabi, quien da vida a la periodista. "Se ha presentado en el Instituto de Tecnología para entrevistar a Lawrence, pero una vez allí se ve atrapada junto al investigador y su equipo en mitad de la reacción en cadena provocada por la Falla de San Andrés. Probablemente se trate de una de las noticias más importantes de su carrera, o mejor dicho, de la carrera de cualquier periodista".
Ioan Gruffudd también participa en San Andrés, proyecto en el que encarna al novio de Emma, Daniel, un papel que revela la naturaleza imprevisible del ser humano cuando este se encuentra bajo una presión extrema. Cuando Daniel aparece en escena, sus intenciones son las mejores, pues abre su corazón y las puertas de su casa a Emma y a su hija y se ofrece a llevar a Blake a la universidad cuando Ray no pueda acompañarla. Según Gruffudd: "Daniel es claro con Blake, y le confiesa que nunca ha tenido hijos porque ha estado muy ocupado con su trabajo, pero que ahora está muy contento de tenerla en su vida. Ella aprecia su franqueza y está dispuesta a darle una oportunidad".
Pero en las situaciones más extremas, Daniel demuestra que no se puede confiar en él. Gruffudd prosigue: "Es la antítesis del hombre que entraría sin dudarlo en un edificio en llamas para salvar a alguien. Lo realmente curioso es que Daniel siempre ha pensado que él acabaría siendo el héroe en una situación de emergencia, pero cuando se da de bruces con la realidad y se enfrenta a una experiencia cercana a la muerte, descubre que al final acaba siendo todo lo contrario".
Aunque eso no le convierte en una mala persona, Peyton opina que: "Sus actos nos hacen plantearnos cómo reaccionaríamos ante la misma situación".
Platós, escenas de riesgo y efectos especiales
"Quiero que te dirijas hacia un punto elevado de la ciudad. ¿Sabes cuál es la Torre Coit? Iremos a buscarte allí". Ray
Combinando los diferentes elementos creativos, desde los platós a las distintas ubicaciones o los dobles de escenas de riesgo y los efectos especiales, Peyton ha orientado el proceso de dirección para que cada pieza del mosaico resultara lo más realista posible en el aspecto visual. Aunque se han utilizado muchos efectos especiales en San Andrés, muchas de las escenas de acción se han tenido que grabar prescindiendo de los mismos, algo que no suele suceder en una película de esta magnitud.
Peyton recuerda: "Creo que solo pudimos pisar tierra firme en tres ocasiones durante todo el rodaje. Hemos grabado escenas en el agua, en un mecanismo de suspensión en un barco o incluso en un helicóptero. Durante una semana, me ocupé de rodar escenas en un barco en un plató de croma; después me encargué de las escenas que se rodaban en un helicóptero durante otra semana; y por último en un avión. Fue bastante intenso. Creo que tanto cambio de herramientas ha resultado bueno para la película porque nos obligaba a estar en movimiento constante".
En cuanto a la complejidad de diseño de cada imagen, el director opina: "Aunque se trate de una toma de efectos especiales en la que la cámara ofrezca una perspectiva por encima del hombro del personaje, al final siempre le pido a mi editor que incluya todos los elementos de croma que estaban presentes en el barco, y así me aseguro de cuál es la velocidad correcta a la que tiene que transcurrir la secuencia cuando hago un repaso del orden de los acontecimientos. Necesito contar con referencias claras, porque en una sola escena hay que insertar cuatro imágenes distintas, una del proceso de previsualización, otra generada por ordenador, otra grabada en cámara y una última de efectos especiales; y para todo esto se necesita solamente un nivel básico. Hay que encontrar la forma de que todos estos elementos encajen en una película como esta, pues hay algunas tomas que cuentan con 15 elementos, literalmente. Existen muchas variables".
El productor de efectos especiales, Randall Starr, colabora por tercera vez con Peyton, e indica que: "Prácticamente todas las escenas cuentan con un elemento característico. Puede tratarse de algo tan pequeño como insertar una grieta en una pared, o que en una secuencia haya polvo cayendo para crear más tensión, o incluso edificios, puentes y olas generadas por ordenador, así que hemos abarcado una amplia gama de elementos".
A Peyton le gusta que las escenas tengan profundidad para que se cree una sensación de movimiento desde y hacia la cámara. El director explica: "Incluso en dos dimensiones te ofrece una sensación de movimiento, y en 3D es algo increíble. Es una técnica increíble, y en 3D es incluso mejor, pues gracias a ella notas todos los movimientos como si estuvieras dentro de la pantalla y desplazándote por los pasillos que se ven en la escena".
En 2008, Flynn se encargó de producir la primera película rodada en 3D y en alta definición de la historia, Viaje al centro de la Tierra, y ha recurrido a la conversión a 3D para San Andrés. En palabras de Flynn: "Soy un firme defensor de la tecnología 3D, pues creo que, gracias a ella, estamos dando un gran paso hacia el futuro, sobre todo en cuanto a las técnicas de conversión. Queríamos que San Andrés fuese la primera película sobre terremotos en 3D, y nuestra obligación como cineastas con respecto al público es seguir subiendo el listón de la experiencia cinematográfica.
La producción contó con numerosas escenas exteriores que se rodaron en Los Ángeles y San Francisco y que después se combinaron con secuencias grabadas en la región de Queensland, al sureste de la Costa Dorada australiana. También se construyeron numerosos escenarios en los estudios de Village Roadshow, incluyendo un tanque de agua de unos 1200 metros cuadrados, el tanque de mayor envergadura construido específicamente en Australia para una película y uno de los más grandes del mundo, con una capacidad de alrededor de 5679000 litros.
La escena de rescate en una azotea de Los Ángeles
Cuando el terremoto azota Los Ángeles, Emma se encuentra en un lujoso restaurante de la planta superior de un moderno, elegante y ficticio rascacielos del centro en el que se pueden disfrutar de unas fantásticas vistas panorámicas de la ciudad.
El diseñador de producción, Barry Chusid se imaginó el restaurante como un espacio elegante y atemporal con lámparas de araña, estanques, grandes macetas con árboles y numerosos elementos como columnas y un bar de ónix de color miel. Todos estos detalles se construyeron teniendo en cuenta unos patrones de tráfico marcados por Peyton junto al supervisor de efectos especiales Brian Cox y al coordinador de escenas de riesgo Allan Poppleton para escenificar el consiguiente caos y el pánico de los visitantes que corren en estampida hacia las salidas.
Peyton graba la secuencia completa en una sola toma, comenzando con el punto de vista de Emma: desde su sorpresa cuando se da cuenta de lo que está ocurriendo o su lucha por salir del restaurante y subir las escaleras para reunirse con Ray en el helicóptero a medida que todo se desmorona a su alrededor, hasta su ascenso por los escombros y los bloques de cemento de la azotea, entre los que se abren enormes agujeros y brechas escarpadas.
El director explica: "La escena comienza en una azotea, pero poco después el edificio colapsa y tres o cuatro plantas del edificio se caen. Emma escala por los escombros pero el edificio se cae de nuevo. En términos logísticos, fue algo increíble".
Poppleton, encargado de marcarle el ritmo a Carla y a otros actores, describe el proceso: "Lo llamamos la plataforma de tortita, porque Carla está subida en una especie de tortita gigante que la deja caer una altura de cuatro pisos antes de que pueda llegar a la azotea".
"El operador de la SteadiCam y yo fuimos como una sola persona durante un par de días, porque tenía que acompañarme hasta arriba y grabarlo todo en una toma única y extraordinaria", explica Gugino, quien compara su actuación con su trabajo en teatro. "He hecho muchos proyectos teatrales, y siempre tengo la sensación de estar en una cuerda floja en la que tengo que seguir caminando y desde la que no puedo saltar. Tuve que concentrarme mucho y descargar mucha adrenalina, lo que sirvió para crear la energía perfecta para esta secuencia. Brad demostró tener una muy buena intuición al llevar a cabo el rodaje de este modo".
"El proceso de ejecución fue muy complicado, pues los movimientos de cada persona se entrelazaban con otros movimientos", explica Cox. Después, la escena da comienzo y comprobamos como el sutil temblor de un vaso de agua o de un cuchillo sobre la mesa va en aumento a medida que las paredes empiezan a resquebrajarse y una llamarada de una tubería de gas surge en la cocina. "Los árboles y los puentes estaban fijados a un sistema de raíles que podíamos sacudir hacia adelante y hacia atrás, pero las mesas y las sillas se tenían que desplazar de manera individual, pues había diferentes frecuencias de movimiento".
El trabajo de Cox tenía que encajar con el del equipo de efectos especiales. Al hilo de esta estrategia, Starr explica: "Tuvimos que hacer una división en distintos segmentos y emparejar cada uno de ellos en la escena completa". También tuvo que alterar y demoler numerosos paisajes urbanos digitalmente, proceso que detalla de esta manera: "Muchos de los edificios del centro fueron construidos en décadas diferentes, así que probablemente los más viejos se desmoronarán, pero los modernos solo se tambalearán un poco; tuvimos que añadir todos estos detalles a la toma posteriormente".
Las secuencias de Ray en el helicóptero también representaron una de las partes más turbulentas del rodaje, pues "el trote del helicóptero", como dice Chusid, tenía que grabarse en un plató de croma, construido a semejanza del Departamento de bomberos de Los Ángeles e instalado en un mecanismo de suspensión. El mecanismo de suspensión se utilizó posteriormente para controlar la lancha motora en la que Ray y Emma atraviesan las crecidas de agua del tsunami.
En palabras de Johnson: "No hay nada con alas o ruedas en lo que no tenga que subirme en esta película, e incluso he tenido la oportunidad de conducir un barco. A los actores nos encanta demostrar que somos los protagonistas de nuestras propias escenas de riesgo. Tengo un doble que es fantástico y trabaja conmigo desde hace años, pero como gran parte de la grabación se registró sin cortes con la cámara, tuve que hacer gran parte de estas escenas yo mismo, como por ejemplo cuando desciendo de un helicóptero".
Johnson y el resto de actores que forman parte del equipo de Ray en las primeras escenas de la película tuvieron que entrenar con CareFlight, una empresa de Queensland sin ánimo de lucro encargada de realizar servicios de emergencia en helicóptero, para aprender el funcionamiento de las herramientas, el equipamiento y los procedimientos básicos propios de su trabajo. Asimismo, CareFlight le prestó al equipo de producción un helicóptero Bell 412 y les facilitó el acceso al hangar durante el rodaje.
"He trabajado mucho con pilotos de helicópteros para comprender la mecánica de vuelo y para intentar pensar como pensaría uno de ellos", detalla Johnson, "de qué manera se enfrentan a su trabajo, su modo de pensar y cómo son capaces de separar sus sentimientos del trabajo, ya que el ser humano, por naturaleza, se coloca en posición de lucha o huida ante una situación como esta. Los pilotos han demostrado ser unos luchadores natos y valoro mucho todo el tiempo que he pasado con ellos".
Destrucción del edificio más alto de San Francisco, The Gate
La búsqueda de un edificio alto en San Francisco lleva a Blake hasta The Gate, una estructura ficticia diseñada por Daniel y que todavía está en proceso de construcción donde la joven se refugiará junto a Ben y el pequeño Ollie. Cuando ya han subido un total de 14 pisos, el tsunami se precipita sobre la ciudad, inundando el edificio y obligándoles a ir todavía más arriba. El nivel del agua sigue subiendo y las réplicas del terremoto van deteriorando el ya tembloroso edificio, cuando, de repente, Blake se ve atrapada en un atrio lleno de escombros en el que hay muy poco aire que respirar.
Gran parte de las escenas de acción se desarrollan entre las plantas 12 y 15, así que se construyeron tres escenarios correspondientes a cada nivel y el equipo de efectos especiales se encargó de diseñar las ventanas, vistas exteriores y una infinidad de detalles adicionales. Uno de los diseñadores de producción de estos escenarios, Nick Dare, trabajó junto a Chusid en la construcción del famoso edificio The Gate, y opina que: "Nos lo planteamos como la creación de una plataforma en la que posteriormente se sumergirían los tres escenarios dentro del tanque de agua. Esta plataforma estaba dotada de un gigantesco componente hidráulico y luego se le añadieron vigas y estructuras de metal antes incluso de que se construyeran los escenarios. La plataforma se construyó sobre cuatro rampas hidráulicas que la empujaban hacia arriba y hacia abajo y que se podía inclinar hasta un ángulo de 11 grados. Calculamos que el edificio se inclinaría unos 15 grados, pero con esa inclinación era imposible caminar sobre el mismo, así que tuvimos que reducir este grado para ajustar la acción, y la mayor parte del tiempo solo está inclinado nueve, seis o tres grados".
Según Cox: "El peso fue el mayor de los retos. Al final la estructura pesaba 105 toneladas y tuvimos que poner bolsas de aire bajo la misma para poder levantarla en determinados momentos".
La posición del nivel de agua dependía del descenso o la elevación de la plataforma. Asimismo, había que vaciar la cantidad necesaria de agua de unos contenedores con una capacidad de unos 34000 litros hasta que el deteriorado edificio se desmoronara y pudiera entrar aún más cantidad de agua. Desde el punto de vista de la producción, todos los elementos del plató tenían que ser resistentes al agua o tenían que estar hechos de materiales que pudieran tolerar el cloro durante un mes, y algunos incluso tenían que estar bien sujetos. Algunas piezas de gran envergadura tenían agujeros para que el agua pudiera pasar a través de ellos y atenuar un poco la presión.
Los actores y gran parte del equipo, dobles de escenas de riesgo, buzos y personal de seguridad tuvieron que pasar mucho tiempo en el agua. Daddario recuerda: "El tanque era impresionante. Tenía tal fuerza que incluso te empujaba, y a veces, cuando nos lanzaban litros y litros de agua, conseguía desplazarnos y sorprendernos de verdad. Fue muy fácil convencerme a mí misma de que estaba aterrorizada, incluso sabiendo que podía salir de allí en cualquier momento".
Colgando de un precipicio, el aparcamiento, el Instituto de tecnología y otros escenarios
En una de las escenas en las que se determina todo el potencial, la compasión y los nervios de acero de Ray, tanto él como el equipo de pilotos de helicóptero rescatan a un motorista que se ha resbalado en su coche y está a punto de despeñarse por un cañón. El escenario de 15 por 15 metros se construyó en Australia y se diseñó minuciosamente para que representara una parte de una carretera de las montañas de Santa Mónica. Los moldes se realizaron con espuma y se construyeron en una cantera cercana. Después se fijaron a una estructura de madera a la que también se incorporaron puntos de apoyo de cemento para los actores y puñados de tierra para que se pudieran poner plantas de verdad.
El coche se mantenía colgado de unos cables en un eje casi vertical contra una pared rocosa para que pudiera descender de forma hidráulica de pocos en pocos grados, y un helicóptero real permanecía colgado de una grúa en un ángulo inclinado desde el que los actores y los dobles de escenas de riesgo tenían que inclinarse para alcanzar el coche.
Más tarde, en San Francisco, Blake está atrapada e intenta escapar de un coche medio aplastado por una viga. Un garaje de la isla de Capri sirvió de escenario para esta toma, en la que el diseñador de producción Chusid tuvo que incluir luces de emergencia, extintores, señales y otros detalles. Chusid quería que, tras el terremoto, se pudieran ver las barras de metal y el alambre de las columnas bajo los escombros de hormigón. Para otra de las escenas para las que fue necesario combinar los efectos especiales y prácticos, un conductor de escenas de riesgo tenía que coger velocidad durante 15 metros antes de caer por un abismo virtual para después aterrizar en el suelo. El coche estaba dotado de un techo de goma que permanecía intacto después de estrellarse.
Tras el caos producido en la Presa Hoover de Nevada, el equipo de producción construyó un trozo de carretera en el aparcamiento del complejo Outback Spectacular y partes del túnel en un escenario que el equipo de efectos especiales pudo transformar en un acontecimiento de gran envergadura en la que la presa se resquebraja y la carretera se desintegra. De forma similar, la parte central del emblemático Puente Golden Gate de San Francisco se representó mediante una construcción de 16 metros de alto con piezas complementarias en las que se podía grabar dese cualquier lado, y que luego podía aumentarse digitalmente.
La oficina de Lawrence y el laboratorio del Instituto de Tecnología de California, donde tanto él como su equipo luchan por procesar información mientras las réplicas del terremoto pueden suponer una amenaza para su propia seguridad e incluso pueden dejarles sin electricidad, se construyeron en un área del Aeropuerto Archerfield de Brisbane, junto a otro área que sirvió para albergar el Departamento de bomberos de Los Ángeles en el que trabaja Ray. Jacinta Leong, una de los tres directores artísticos que han trabajado en la película, recuerda: "Tenía el maravilloso estilo arquitectónico de los años 50 y los detalles que Barry quería, con columnas de hormigón y suelos de linóleo".
Paul Giamatti, cuyas escenas se rodaron en gran parte en esta zona, indica: "Como Brad quería que la mayoría de efectos fueran prácticos, había gente sacudiendo las mesas y cortes de luz constantes mientras nosotros estábamos en el plató del Instituto de Tecnología de California, lo que nos sirvió para ponernos en situación".
La diseñadora de vestuario Wendy Chuck opina que, cuando estamos a punto de conocer el dramático final de la historia, los actores no son los únicos que parecen haber sufrido un infierno, pues su ropa también se encuentra en muy mal estado. La mayoría de personajes solo lucen una única combinación de ropa en toda la película, pues los acontecimientos de la misma se desarrollan muy rápido, pero había que disponer de varias copias de dicha combinación con diferentes grados de desgaste. En palabras de Chuck: "Teníamos diferentes prendas que habían pasado por todas las etapas posibles de deterioro; sucias, rotas y con sangre. Se podía ordenar la sucesión de eventos de la historia tan solo con echarle un vistazo al vestuario".
California dreaming
Para la creación de la banda sonora de San Andrés, Peyton recurrió una vez más al compositor de Viaje al centro de la Tierra y Viaje al centro de la Tierra 2: La isla misteriosa, Andrew Lockington. Peyton explica: "Desde el principio, me gusta construir el universo de la película prestando mucha atención al estilo y a la música. El reto para San Andrés consistía en crear una banda sonora original grandiosa y muy emotiva, así que investigamos mucho y comenzamos a experimentar para encontrar los temas y la atmósfera del proyecto. En determinados momentos, se le puede dar más importancia a los personajes o al acontecimiento que sucede a su alrededor, así que había que plantearse lo siguiente: '¿Queremos ofrecer el punto de vista de un personaje o una perspectiva general?'".
Lockington, siempre dispuesto a descubrir influencias únicas, decidió utilizar una que encajó a la perfección con la película: sonidos de ondas reales que se produjeron un año antes en la Falla de San Andrés. "Utilizamos elementos sísmicos reales que se recopilaron a tiempo real en el Servicio Geológico de Estados Unidos, y encontramos algunos que se podían manipular para generar sonidos increíbles", explica Lockington. "No recurrimos mucho a estos elementos, pero sí que hay toques a lo largo de la película, sobre todo en las escenas del Instituto Tecnológico de California.
Para crear una sensación de discordia, utilicé un viejo piano que destroce durante dos días con una maza y con cortaalambres, grabé los golpes de martillo y mezclé esos sonidos con los elementos orquestales de la película. Después, cuando el instrumento ya estaba destrozado y casi colgando de un hilo, me senté a tocar y las notas ya no sonaban como deberían, al menos no como se supone que debería sonar un piano. De repente nos dimos cuenta de que habíamos creado un nuevo instrumento, y algunos de los sonidos que producía forman parte de determinadas escenas; al final resultó ser un elemento rítmico muy interesante". Posteriormente, el compositor trabajó con un programador para sintetizar algunas de las deterioradas notas del piano y crear lo que define como "un ruido crudo y terrorífico que parece un puñetazo".
A medida que el miedo y la destrucción dan lugar a la perseverancia y la esperanza, Lockington fue añadiendo partes de un coro de niños y las intercaló en el resto de escenas para profundizar en la emoción que transmiten los personajes y en su voluntad de superación. También hay una bonita melodía con muchos sonidos de cuerda que predomina sobre el desastre".
La artista internacional Sia, nominada en varias ocasiones a los Grammy, siguió con esa coherencia de estilo e interpretó el clásico de los 60 California Dreaming para la banda sonora. Oliver Kraus se encargó de producir esta canción que Sia ha interpretado especialmente para la película, y que podremos escuchar casi al final, junto a los créditos, lo que transmite una sensación que evoca los momentos más inspiradores del grandioso final.
"Cuando queremos asociar la experiencia de un personaje con la música, lo que pretendemos es ver lo que ve el personaje", explica Peyton, a quien también se le puede aplicar esta teoría. "Más allá de las grandiosas escenas de acción, los edificios que se desmoronan y las olas que se precipitan sobre la ciudad, nos encontramos con historias de amor, vínculos emocionales y la idea de una familia que vuelve a estar más unida que nunca".
En palabras de Flynn: "Es ese tipo de historia que me encanta contar: un gran concepto con mucha emoción. San Andrés cuenta con argumentos muy potentes, y también es una película muy entretenida. Me fascina el concepto del héroe y cómo esa persona llega a serlo".
Dwayne Johnson concluye: "Hay acción, amor, drama, héroes y, por último, el mayor enemigo que conoce el ser humano: la madre naturaleza".