Introducción, por J.A. Bayona, director
Todos tenemos historias. Historias que descubrimos de niños. Historias que relatamos de mayores. Algunas nos ayudan a explicarnos y otras, a entendernos. Pero, ¿qué hace de un relato una buena historia? ¿Qué hace que algunas historias queden grabadas en nuestra mente para siempre?
Le estaba dando vueltas a esas preguntas cuando descubrí "Un monstruo viene a verme", el libro de Patrick Ness. La novela me impactó, me arrastró de inmediato por su profundidad emocional y psicológica. En ella coincidían algunos temas que ya aparecían en mis anteriores películas, y encontré una profunda reflexión sobre el poder de las historias. Decidí que sería mi siguiente filme. Además de invitarme a contar una historia preciosa, me iba a permitir sumergirme en un trabajo que arrojara luz sobre el sentido último de mi profesión.
Adaptar un libro no es fácil. Tanto los actores como el resto del equipo teníamos que levantar un mundo a la altura del creado por Patrick y del imaginado por los lectores de la novela. Había también un compromiso extra: debíamos pasarle el testigo a los espectadores con la misma responsabilidad con la que Patrick sacó adelante el relato que Siobhan Dowd no pudo finalizar.
La adaptación de "Un monstruo viene a verme" planteaba múltiples retos. El relato de Conor reúne varias tramas que parecen avanzar en distintas direcciones. Pero al final vemos que, en realidad, todas viajan al mismo lugar. El cáncer y el abuso escolar eran dos temas tan grandes que podían apoderarse de la película, por eso teníamos que conseguir que convivieran en un término discreto, sin llevarse por delante el verdadero asunto de la historia.
Patrick Ness, como buen narrador, sabe que no hay nada más poderoso que la verdad, y en esa dirección confluyen todas las aristas del relato. De eso va esta historia. De tener el coraje suficiente para contar la verdad. Conor, el joven protagonista de "Un monstruo viene a verme", vive atormentado por la suya y sólo podrá aliviar su tormento expresándola.
Otro reto era el contar esta historia desde la mirada de Conor, un niño con una visión sesgada de lo que acontece a su alrededor. "Un monstruo viene a verme" es un relato contado desde las ranuras de una puerta, espiando conversaciones desde la distancia. Patrick hace que parezca sencillo, pero piensen bien en la pirueta que supone escenificar una historia desde ese punto de vista.
Por si fuera poco el desafío, "Un monstruo viene a verme" se mueve entre la realidad y la fantasía. En la película debían convivir cuentos de hadas épicos y trepidantes con las escenas íntimas y dramáticas del mundo de Conor. El trabajo más difícil tuvo lugar en la sala de montaje. Hasta el detalle más insignificante debía encontrar su espacio en la compleja arquitectura de esta historia. Había que conseguir un delicado equilibrio porque el menor error de cálculo podía hacer caer la película como un castillo de naipes.
Mi primer objetivo al afrontar la adaptación de "Un monstruo viene a verme" fue encontrar algo personal que me identificara con Conor. Necesitaba hacer mía la historia. Igual que Conor, debía encontrar mi verdad y desde ahí hacer la película. La clave me la dio el amor que siente Conor por el dibujo, un sentimiento heredado de su madre. Tengo que dar las gracias a Ness por permitirme incorporar en el filme esa dimensión artística, por entender y apoyar lo que intentaba contar con esa decisión.
El dibujo también era una obsesión para mí cuando tenía la edad de Conor. Como él, dibujaba sin parar. Al invocar al monstruo y visualizar los cuentos a través de sus dibujos, el relato cobraba una dimensión aún más profunda. El choque entre el universo artístico de Conor, profundamente libre, y la dura realidad que le rodea remite de alguna manera a la eterna lucha entre la emoción y la razón. Cada personaje ganaba en hondura y trascendencia al introducir el elemento artístico. Pero sobre todo, esa variable me ayudaba a articular el tema del legado, una idea que arroja luz al final de la historia. El amor por el dibujo que Lizzie transmite a su hijo hace que una parte de ella siga viva al final del relato.
Conor es un niño que busca su espacio en un mundo de adultos y, al encontrarlo, se encuentra también con su madre, con el origen de los cuentos y con el monstruo
Eso es lo que somos todos: un compendio de nuestros padres, nuestras historias y nuestros monstruos.
Como se dice en un momento de la película, "las historias son criaturas salvajes". El mundo en el que vivimos está tocado. Cada vez importa menos la verdad y más las apariencias. Las historias deberían comunicar esa verdad, y esta película es mi homenaje a los narradores, a los creadores, a los artistas en general, porque lo que hacen es importante: nos recuerdan continuamente que el arte puede ayudar a curar e incluso, a veces, a vencer a la muerte.
J.A. Bayona, director
Sobre la producción - Telecinco Cinema
El primero de los mandamientos de Telecinco Cinema es producir películas que no dejen indiferente, películas que no sean inútiles. Y claramente Un monstruo viene a verme entra en la categoría de esas películas necesarias que caminan con el espectador días y semanas después de haberla visto. Es una película de alcance universal, que sigue la estela de aquellas películas que produjimos en su tiempo y rompieron moldes como Alatriste, El Laberinto del Fauno, Ágora o Lo Imposible.
Un monstruo viene a verme ejemplifica la evolución paralela y la madurez de J.A Bayona y la nuestra, él desde su faceta creativa y nosotros desde la gestión empresarial dentro de esta industria. Dos trayectorias profesionales que han crecido exponencialmente en los últimos 10 años. Y, en este sentido, ha sido un privilegio acompañar a Bayona en el desarrollo de esta la trilogía sobre las relaciones entre madres e hijos iniciada con El Orfanato, prolongada con Lo imposible y culminada con Un monstruo viene a verme, su mejor trabajo cinematográfico desde nuestro punto de vista hasta la fecha.
Es una película espectacular desde todos los puntos de vista: creativo, estético y técnico. Aúna la fantasía de los sueños, con la profundidad de una historia que inevitablemente deja huella por cómo aborda de manera metafórica y a la vez real, los sentimientos más básicos de la esencia de la vida. Tras esta mezcla absolutamente original, diferente, y a la vez con la reconocible personalidad de Bayona, tenemos ante nosotros el reto de promocionarla y llevarla al lugar que le corresponde, el de las grandes producciones de cine de los últimos años que se convierten en títulos inolvidables para la historia de la cinematografía española y que, además, tienen potencial para su salto internacional.
De esta manera reafirmamos nuestro compromiso con el mejor cine, uniendo el talento de un director con una especial sensibilidad a la hora de contar historias con la filosofía empresarial de Mediaset España, alianza que ha dado unos resultados espectaculares.
Ghislain Barrois, consejero delegado de Telecinco Cinema
La adaptación
La génesis de Un monstruo viene a verme está en las notas que dejó la escritora inglesa Siobhan Dowd antes de su fallecimiento a los 47 años víctima de cáncer de mama.
Entre los proyectos que Dowd dejó a su inesperada marcha estaba la novela Un monstruo viene a verme, de la que tenía el argumento central y varias ideas sobre cómo abordar la historia. Denise Johnstone-Burt, la editora de Walker Books, prestigiosa compañía especializada en libros infantiles, decidió seguir adelante con el libro. Para ello escogió a Patrick Ness (nacido en Estados Unidos pero establecido desde hace años en Inglaterra). El autor ha escrito tanto novelas para adultos como libros juveniles. Entre estos últimos destaca su premiada trilogía de ciencia ficción distópica Chaos Walking, que incluye los títulos The Knife of Never Letting Go (2008), The ask and the answer (2009) y Monsters of Men (2010), y su último libro a cierre de estas páginas: The Rest of us Just Live Here (2015).
Ness no siempre tuvo claro si debía seguir adelante con el proyecto de Dowd. La idea de retomar algo tan íntimo, conectado directamente con la historia personal de su autora, y la enorme responsabilidad de hacerlo bien le llevaron a dudar. Pero aceptó y Un monstruo viene a verme se publicó en 2011. La novela ha recibido las mejores críticas y numerosos galardones, como los prestigiosos premios literarios Carnegie Medal y Kate Greenaway Medal, es uno de los libros juveniles más leídos en Gran Bretaña y ha acabado de lanzar las carreras de sus dos artífices. Dos artífices porque en ella es tan importante el texto como los dibujos de Jim Kay que lo acompañan. El artista, también responsable de los extraordinarios dibujos de la edición ilustrada de Harry Potter y la piedra filosofal, de J.K. Rowling, decidió embarcarse en el proyecto tras recibir el manuscrito de Patrick Ness.
Un monstruo viene a verme es, pues, el resultado de la suma de tres talentos únicos que se encuentran en su amor por las historias poderosas y la fantasía como forma de abrazar la realidad, también en su empeño en acercar la literatura a los jóvenes.
El monstruo y su significado
El monstruo de la película de J.A. Bayona tenía que ser muchas cosas a la vez y, al mismo tiempo, un personaje único. Para lograr algo tan difícil, el director ha contado con un amplio equipo de profesionales de especialidades artísticas y técnicas muy distintas y específicas. Bajo la batuta de Bayona han dado entre todos con el monstruo ideal para la película. "Cuando empezamos, encargamos cientos de diseños del monstruo a distintos ilustradores, pero ninguno nos convencía. No tardamos en advertir que no nos acababan de convencer porque eran demasiado fantásticos. Vimos que, para que la historia funcionara, el monstruo debía ser más simple y realista", explica el director.
Esa conclusión llevó a Bayona a retroceder hasta donde empezó todo, la novela de Patrick Ness: "Volvimos al principio, a la esencia del libro, a los magníficos dibujos que había hecho Jim Kay para ilustrarlo. Él proponía un árbol con forma de hombre, no un monstruo sofisticado o irreal. Y esa era la dirección que teníamos que tomar. El monstruo de nuestra película es antropomórfico, sin apenas elementos fantásticos y casi una forma negra que se confunde con el fondo y en la que podemos proyectar lo que queremos ver. Es una proyección del hombre en el que se va a convertir Conor. Es una idea preciosa y de naturaleza aún más fantástica de lo que parece", argumenta el director.
"La base del monstruo era el original de Jim Kay, pero le añadimos muchas cosas de cosecha propia, muchos detalles. Decidimos, por ejemplo, darle una musculatura muy marcada para que fuera casi como un dios mitológico. Para ello, trabajamos sobre referencias como El Coloso de Goya, e imágenes de dioses mitológicos desnudos o semidesnudos de musculatura prominente. La idea era potenciar desde la base su gestualidad corporal, su agresividad y su fuerza. También le añadimos ramas que parecieran vello. Esa idea, además de humanizar al monstruo, sugería que tenía una edad avanzada, lo que nos ayudaba subrayar la idea de un personaje con la sabiduría del que ha vivido mucho".
Otro añadido tiene que ver con los rasgos faciales del monstruo. "Decidimos ponerle una especie de careta, inspirada en las máscaras de los gladiadores, que le hace muy poderoso y no es sino la máscara con la que Conor esconde al hombre en el que se va a convertir", señala Belén Atienza, productora de la película.
La creación del monstruo
El diseño del monstruo ha sido producto de un trabajo colectivo, de la colaboración entre profesionales de especialidades técnicas y artísticas distintas y específicas. El primer paso fue el encargo, según las directrices de Bayona, de unos cien dibujos del monstruo a distintos artistas, entre ellos Jim Kay, ilustrador de la novela de Patrick Ness, el equipo de El Ranchito, los profesionales de Headless (estudio de animación con sede en Barcelona) y Daniel Carrasco, el diseñador de DDT SFX, el estudio de efectos especiales y de maquillaje que lideran Montse Ribé y David Martí (ganadores del Oscar® en 2007 por El laberinto del fauno de Guillermo del Toro). En paralelo, Abner Marin, un artista y diseñador que trabaja en ZBrush (un programa en 3D que permite modelar por ordenador como si se trabajara con arcilla) y está especializado en criaturas, hizo alrededor de cien diseños del monstruo. Creó una carcasa en 3D a la que se aplicaron sobre la marcha los cambios de diseño surgidos de la aportación y de la colaboración de todos los artistas implicados.
Una vez diseñado el monstruo, había que encontrar la manera de animarlo, darle movimiento y gestos creíbles y, sobre todo, dotarle de lo más importante: alma. Desde el principio, Bayona pensó en el actor Liam Neeson para darle vida, y la mejor manera de recoger su interpretación y adaptarla al modelo era recurrir al motion capture, una técnica de grabación de movimiento que consiste en recoger (con técnicas de fotogrametría) movimientos reales, por lo general de actores, convertirlos en señales y trasladarlos a un modelo digital. "El mayor reto técnico de la película fue registrar la interpretación de Neeson de forma rigurosa; básicamente porque era el alma de nuestro monstruo. Y fue sorprendente comprobar la fidelidad con la que la captura de movimientos podía trasladar su interpretación a la criatura. También fue increíble ver la facilidad con la que Neeson se adaptó al motion capture, para lo que contó con los consejos de sus compañeros de reparto Sigourney Weaver y Toby Kebbell, ambos muy familiarizados con esa técnica. Recuerdo que la comparaban muy acertadamente con el teatro experimental y con la película Dogville [Dogville, Lars von Trier, 2003] porque pide un ejercicio de abstracción al no haber decorados. Era alucinante ver trabajar a Neeson. Te olvidabas rápido de toda la parafernalia técnica y sólo veías al monstruo", explica el director.
Entrevista a Juan Antonio Bayona
P: ¿Cómo descubrió la novela de Patrick Ness?
R: La primera persona que me habló de ella fue Sergio G. Sánchez, guionista de "El orfanato" (2007) y de "Lo imposible" (2012). Me la regaló y, antes de leerla, mi agente de Los Ángeles me envió por correo electrónico el guión basado en ella. Fue entonces cuando decidí leerla y me pareció muy potente, muy emocionante y con muchos temas en común con mis otras películas. Inmediatamente después leí el guión, una adaptación muy fiel que había hecho el propio Patrick Ness, y empecé a considerar la posibilidad de hacer la película.
P: ¿Cuáles eran esos temas que le interesaron y que ya había tratado en otras ocasiones?
R: Uno era la relación entre madres e hijos, un tema que he abordado en todos mis largometrajes intentando aportar cada vez nuevos enfoques y matices. Otro, la cercanía de la muerte ante una experiencia muy difícil e intensa. Estaba en "El orfanato", donde la protagonista tenía a su hijo enfermo. Estaba en "Lo imposible", donde la tragedia envolvía a los personajes. Y está en "Un monstruo viene a verme", donde el niño protagonista debe hacer frente a la enfermedad terminal de su madre. Y otro tema importante que también está en mis otras películas es la infancia, en concreto la obligación de hacerse mayor a marchas forzadas ante una experiencia que te revuelve y hace que reconsideres tu vida.
P: Su película habla también del arte de contar historias, reivindica de alguna manera una tradición oral que desgraciadamente se está perdiendo.
R: Del arte de contar historias y del arte en general. Hay algo de luz en la historia que viene determinado por esa idea de que el arte cura, de que el arte trasciende y es la única cosa que puede vencer a la muerte. Y yo quería vencer a la muerte al final del relato. Quería ir más allá de la historia del niño que pierde a su madre, que ya era una historia muy interesante de por sí.
P: ¿Estuvo Patrick Ness desde el principio de acuerdo con ese cambio?
R: Sí, sí. Además de un gran escritor, es una persona abierta a sugerencias. Entendió perfectamente que ese paso era importante para la película, que nos permitía explorar, sin dejar de ser muy fieles al libro, una serie de temas interesantes que enriquecían la historia. Con esta película me he propuesto que el espectador vuelva a descubrir el placer de escuchar relatos. "Un monstruo viene a verme" no sólo reflexiona sobre las historias, sino también sobre nuestra necesidad de entender el mundo a través de ellas. Hay algo emocionante en llegar al corazón de esa idea y hacer que el espectador participe de ella, que se emocione viendo a un niño dibujar o descubriendo una película antigua. De hecho, hay una escena en la que Lizzie pone a su hijo en un viejo proyector "King Kong" (King Kong, Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack, 1933).
P: Aunque no es el tema central, "Un monstruo viene a verme" habla del cáncer. ¿Cómo se planteó abordar un tema tan delicado?
R: La novela ya estaba muy bien documentada, pero hicimos un trabajo riguroso de investigación y nos reunimos con especialistas y con personas que habían sufrido la enfermedad. Algunos de nosotros la habíamos vivido muy de cerca y aportamos también nuestras experiencias personales. Deseábamos abordar el tema con la mayor delicadeza y sensibilidad posible porque somos muy conscientes de que, por desgracia, es una enfermedad que afecta a muchísimas personas. Aun así, creo que es importante subrayar que "Un monstruo viene a verme" no es un filme sobre la enfermedad, sino sobre cómo lidiamos con la pérdida.
P: Hábleme del personaje de Conor (Lewis MacDougall), el niño protagonista.
R: Es el personaje más complejo al que me he enfrentado nunca. No sólo porque tenga muchas capas y aristas, sino porque no es un personaje fácil. Conor no es el típico niño encantador, accesible y empático que te seduce con facilidad. Es hermético, tiene la mirada triste y a veces reacciona con agresividad. Entenderle, llegar hasta su corazón y compartir con el espectador nuestra visión del personaje no era tarea sencilla. Por suerte, la extraordinaria interpretación de Lewis MacDougall, el actor que le da vida, nos allanó muchísimo el camino. Vimos a cientos de niños para ese papel, pero cuando le conocimos supimos al instante que él era Conor: su misterio, su mirada, su mezcla de dulzura y dureza. Es un actor inmenso, no tengo palabras para describir lo que hace en "Un monstruo viene a verme".
P: ¿Por qué decidió contar con Felicity Jones y Sigourney Weaver para dar vida, respectivamente, a la madre y a la abuela del protagonista?
R: A Felicity Jones la descubrí en "Like Crazy" (Drake Doremus, 2011) y, además de parecerme una actriz extraordinaria, me cautivó la inocencia y la vulnerabilidad que transmitía. Ambas cosas eran perfectas para su personaje en "Un monstruo viene a verme". Es como un ángel, y tiene una dulzura que me permitía conservar la belleza del personaje de la madre hasta el final, mantener su calidez incluso cuando la enfermedad se cebaba con ella. Felicity es una mujer extraordinaria, y valoro que estuviera tan abierta a probar cosas y jugar en el set porque es algo muy importante cuando ruedas con niños, para los que a veces todo es un juego. En cuanto a Sigourney Weaver, ¿qué puedo decir? Es una actriz magnífica.
P: ¿Qué convertía a Liam Neeson en el actor ideal para encarnar al monstruo?
R: Todo. No se me ocurre actor con una presencia y una rotundidad en los gestos, en la mirada y en la voz como él. Su trabajo en la película es extraordinario. Ha sabido aportar a nuestra criatura la mezcla ideal de fortaleza y humanidad.
P: ¿Es "Un monstruo viene a verme" su película más arriesgada?
R: No sé si la más arriesgada, pero sí la más compleja tanto a nivel técnico como a nivel narrativo. Es un filme muy especial, contado desde el punto de vista de un niño que pasa por una situación que no entiende y debe lidiar con personajes fantásticos en un contexto realista. Es una película grande, con efectos visuales increíbles, pero su base es una historia pequeña e intimista. Es la historia de un niño que busca su lugar en el mundo, que intenta entender de qué va la vida, pero ni entiende ni le gusta la explicación que le dan. Confieso que es la película en la que más indefenso me he sentido durante el rodaje porque su historia era mínima, no tenía casi acciones, era muy psicológica y estaba llena de digresiones. El camino para llegar la esencia del relato no era fácil.
P: ¿Qué cree que va a encontrar el espectador en ella?
R: Eso nunca se sabe. Sólo puedo decir lo que a mí me interesa como espectador, y me gustan las películas que me remueven por dentro, que me emocionan, que me hacen salir de mi zona de confort y reflexionar sobre quién soy. Me encantaría que mis filmes tuvieran ese efecto sobre el espectador. Lo intenté en "El orfanato" y "Lo imposible", y me lo he vuelto a proponer en "Un monstruo viene a verme".
P: ¿Se quedaría con alguna escena de su película?
R: Me gusta mucho la última, en parte por cómo fue rodada. No le dimos a Lewis la separata de guión porque no quería que supiera cómo acababa la película. Quería que la primera vez que interpretara esa escena la viviera desde su experiencia, no desde la del personaje. Quería ver cómo le afectaba a nivel personal, y fue muy bonito. Para rodar esa última escena, Lewis tenía que entrar en una habitación, en un decorado que no había visto antes. Y fue increíble ver cómo reaccionaba ante las cosas que tenía alrededor. Estaba dentro de Conor, se estaba emocionando con las mismas cosas que su personaje. Cuando ruedas una película, esos momentos en los que se confunden realidad y ficción son increíbles. Un director debe intentar que lo que está delante de la cámara no sea pura puesta en escena, sino que sea algo real, que el actor y el público lo vivan con la misma intensidad con la que él lo concibió.