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Perdida cartel reducido finalPerdida(Gone girl)
Dirigida por David Fincher
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"Es una época muy difícil en la que ser una persona, sólo una persona real y verdadera, en vez de una colección de rasgos de la personalidad seleccionados de una inacabable máquina expendedora de personajes.
Y si todos nosotros estamos haciendo teatro, no hay almas gemelas; no pueden existir semejantes monstruos..."
. - Gillian Flynn, Perdida


Twentieth Century Fox y Regency Entertainment presentan Perdida, una película de David Fincher protagonizada por Ben Affleck, al que acompañan Rosamund Pike, Neil Patrick Harris y Tyler Perry. El guión es original de Gillian Flynn basado en su novela. Los productores son Arnon Milchan, Joshua Donen, Reese Witherspoon y Cean Chaffin, y de la producción ejecutiva se encargan Leslie Dixon y Bruna Papandrea. La música es de Trent Reznor y Atticus Ross. Acompaña a Fincher en la realización del filme el equipo compuesto por: el director de fotografía Jeff Cronenworth, el montador Kirk Baxterd, el diseñador de producción Donald Graham Burt, la diseñadora de vestuario Trish Summerville, el diseñador de sonido Ren Klyce y la directora de casting Laray Mayfield.


Desaparecida por completo: Adaptando el fenómeno a la pantalla
Al publicarse en 2012, la novela de Gillian Flynn Perdida se convirtió en un extraño fenómeno: un éxito editorial veraniego angustioso y enormemente popular, que también era el tema de conversación en el mundo literario.

El libro fue alabado no sólo por su incesante suspense, sino también por su ingenio narrativo y su disposición a sondear las profundidades más turbias de la conducta humana, forcejeando con las irregulares líneas que separan el matrimonio de la posesión, la vida pública de la privada, y el señuelo del artificio del resplandor de la verdad. Incluso en el género de la ficción policiaca destacaba por fusionar a dos narradores clamorosamente indignos de confianza y enfrentados –las dos mitades del matrimonio roto–, que se manipulan mutuamente, enredando al lector en sus telarañas de engaño.

La novela contenía una experiencia visceral y cinematográfica aunque repleta de escollos a la hora de adaptarla a la pantalla. Tan fuertes eran las voces del libro que parecía improbable que nadie pudiera jamás adaptarla tan bien como su autora. Por suerte, Flynn estaba dispuesta a hacerse cargo de la gigantesca tarea y presentó un guión que redujo la esencia de su novela interior, hábilmente tramada, a una adecuadísima estructura.

Luego se produjo la sinergia entre Flynn y el director David Fincher. El emparejamiento de la perspicacia inmisericorde de Flynn con la narración visual hábilmente atmosférica de Fincher, dio lugar a una potente mezcla con la suma del humor negro que impregna el relato; y su enfoque sesgado del matrimonio, la celebridad y el modo como damos forma una y otra vez a la historia de nuestra vida.

"Era como si David interpretara lo que Gillian había escrito y, luego, esa interpretación fuera nuevamente sometida a Gillian cuando ella la recogía sobre el papel", dice Ben Affleck. "Y durante ese proceso se añadió todavía más ingenio, más contenido sarcástico, y un gran número de notables observaciones. Todo ello encaja verdaderamente con la obra de David y tiene esa distintiva combinación de ser a la vez divertido y vigorizante".

Aunque ya estaba inmersa en la composición de la historia, a Flynn aún le quedaba mucho trabajo por delante. "La novela tiene una trama bastante complicada e interconectada —y no es fácil de reestructurar porque las piezas están muy conectadas entre sí—, con lo que mi mayor preocupación era, sin traicionar el argumento, asegurarme de que la película no fuera mecánica en absoluto", explica la escritora sobre la adaptación cinematográfica. "Quería estar segura de encontrar espacio para los matices, las relaciones y los personajes —el humor negro y los momentos sorprendentes— porque ahí es precisamente donde reside el desagradable y ponzoñoso alma de la historia".

Flynn siempre había considerado a Fincher como su potencial cómplice. "Incluso mientras escribía la novela, había algunas escenas que me imaginaba cómo las rodaría; podía verlas a través del objetivo de su cámara", señala Flynn. "Sabía que Fincher le daría identidad propia a la historia y sabía que captaría el suspense y la claustrofobia del relato. Todo el mundo sabe que Fincher sabe provocar el miedo en sus filmes. Sin embargo, lo que siempre me ha gustado de sus películas son los estallidos de humor negro. Perdida, a pesar de toda su mezquindad, tiene también momentos de humor, y yo sabía que Fincher plasmaría eso en la pantalla. También me parecía que no convertiría Perdida en una rígida historia de misterio, sino que hallaría un hueco para explorar de lo que realmente trata la historia, que es sobre este matrimonio".

"Me encantó trabajar con Gillian", asegura David Fincher. "Es muy trabajadora, muy diligente. No es ella una de esas personas que desvía responsabilidades, se defiende o se ofusca por cualquier motivo. Hará una carnicería de sus seres queridos. Siento un enorme respeto no sólo por su ética de trabajo sino también por la forma como escribe… como si fuera una espectadora de la segunda fila de butacas, de las que comen palomitas y se inclinan hacia delante".

Fincher utilizó el fértil sentido del humor de la historia como una especie de oscura marinada en la que impregnó tanto efectos visuales como interpretaciones. "La gente se ríe en las películas cuando ve algo que es auténtico", explica Fincher. "Eso es lo que los hace salir de sus conchas en la oscuridad de la sala. Y, luego, si uno consigue la gente indicada para representar el drama –y los anima a que encuentren lo que hay de humano en todo ello– así es como se le infunde vida al proyecto".

Por ahora, no obstante, Fincher cree que cuanto menos se diga de la trama de la película, mejor, probablemente. "Creo que se disfruta de esta película si uno entra a verla sin conocimiento previo alguno", afirma. "A la gente le encanta ver una película de la que no saben el rumbo que va a tomar la siguiente escena. La gente va al cine para que la sorprendan".


Marido al descubierto: Ben Affleck acerca de Nick Dunne
Nick Dunne llega a casa el día del quinto aniversario de su boda y encuentra la puerta delantera entreabierta, los muebles desparramados por el cuarto de estar y ni una sola huella de su bella y medio famosa esposa. Así comienza su instantánea transformación pública de esposo afortunado a un hombre que se revuelve ante el foco de los medios de comunicación. Etiquetado como el proverbial sospechoso número 1, el antiguo chico de oro de la ciudad estalla en una serie de mentiras, engaños e impropiedades que no le hacen ningún favor. Su imagen mediática no es bonita: sufre decepciones; tiene resentimientos; guarda secretos del tipo que alimenta las imaginaciones. Pero, ¿es Nick un asesino?

Del papel del personaje, alternativamente cauto y expuesto, se hace cargo Ben Affleck. Sobre su elección para el papel dice Fincher: "Formar un elenco es parecido a formar un equipo de baloncesto y Nick era el escolta de ataque. Él tiene que alimentar la narración. En el libro es ‘él dijo, ella dijo’; pero en la película, es ‘él siente, ella siente’. Eso es más subjetivo. En la película carecemos del don de todos esos monólogos interiores. Se necesita, por tanto, un actor que sea muy diestro para interpretar este papel. Se trata de ajedrez en 3-D, no de damas chinas".

Fincher tuvo también la sensación de que Affleck sentiría una afinidad hacia un hombre que es succionado, con razón o sin ella, por el torbellino de la ira pública. "Evidentemente, Ben tenía la habilidad necesaria. Pero también había algo en él… algo en la sonrisa. Nick tiene que quedarse quieto ante el cartel de Amy y que le provoquen para que reaccione. Yo necesitaba hallar a alguien que pudiera hacerlo con astucia y encanto", explica el director. "Creo que la mayoría de los actores pasan, probablemente, gran parte de su vida tratando de evitar situaciones públicas horrorosas del tipo de aquéllas en las que Nick se ve envuelto. Pero Ben es extremadamente inteligente y divertido y tiene el complejo sentido del humor con el que Nick aprende a gestionar su imagen pública a medida que la película avanza, convirtiéndose, en última instancia, en un maestro. Él comprendió las sutilezas y pudo identificarse con lo absurdo de la situación".

Affleck recuerda haber mantenido una temprana conversación con Fincher que estableció las reglas de juego. "Dijo: ‘Ésta no puede ser una interpretación engreída, tienes que comprometerte a mostrar completamente el punto débil de este tipo’", recuerda. ‘"Tienes que estar dispuesto a resultar verdaderamente molesto, no a ‘pretender ser molesto’ ni ‘molesto en la película’, sino a mostrar efectivamente esas partes de tu personalidad que te hacen pensar ‘¿por qué he dicho eso? ¿Por qué hice lo otro?’ Yo sabía que era un riesgo pero no lo habría hecho si no hubiera tenido una profunda confianza en el director. Yo sabía que él tenía razón sobre la forma de hacerlo, que era la verdaderamente inteligente. Pero más adelante, cuando estaba sintiéndome humillado como Nick, ¡tuve que recordar que eso es lo que él me dijo al principio!"

Trabajar con el distintivo proceso de Fincher resultó estimulante para Affleck. "En la mayoría de las películas uno pasa dos tercios del tiempo sentado en la caravana y un tercio rodando, pero con David esa proporción se invierte o incluso más que se invierte, cuando uno pasa quizá sólo la décima parte del tiempo sin trabajar", explica. "Toda la estructura que crea en el plató gira en torno a los personajes y el argumento, sin que haya ninguna otra distracción. He aprendido mucho trabajando con David. Tiene una auténtica eficiencia y un sentido de lo que quiere que te arrastra. También tiene un gran conocimiento de la tecnología que sostiene la industria cinematográfica; y contar con la mente de un ingeniero y el gusto de un artista es una combinación muy infrecuente".

Colaborar con Rosamund Pike en el papel de Amy, hizo participar a Affleck en un intenso pas de deux distinto de cualquier otra cosa que hubiera hecho antes. "Rosamund tiene una especie de cualidad enigmática e inescrutable que la hizo verdaderamente adecuada para este papel", observa Affleck. "Gran parte de esta película, al menos desde mi punto de vista, consiste en sopesar constantemente la posición de cada uno de los personajes mientras se mueven y evolucionan sin cesar, por lo que el sentido del misterio de Amy era muy importante para el conjunto de la empresa".

La totalidad del reparto, cada uno de cuyos miembros coloca a Nick bajo un microscopio distinto –investigándolo, defendiéndolo o sospechando de él–, impresionó a Affleck. Que asegura: "Hay muchas elecciones interesantes. Tyler Perry nunca había encarnado a este tipo de personaje; Carrie Coon es toda una sorpresa como Go, y Neil es una elección tan brillante por ser tan audaz y porque uno no tiene ni idea de lo que pasa dentro de él. Esta clase de reparto es el signo de un director cuyo interés está siempre en sorprender al público".


Sobre la desaparición – Rosamund Pike acerca de la asombrosa Amy
Amy Dunne se ha ido. Pero al mismo tiempo que se esfuma, se transforma en una sensación mediática omnipresente, en el arquetipo de todas las cosas bellas y frágiles que se pierden en el mundo con excesiva facilidad. Así es como la conocen en ese momento de un extremo a otro de Estados Unidos. Pero ésa no es su única identidad.

Efectivamente. Amy nunca desarrolló una única personalidad. Creció a la sombra de los populares libros para niños de sus padres –ambos psicólogos– que trataban de su otro yo: la imposiblemente perfecta "Asombrosa Amy". Posteriormente, en Nueva York, se transformó en la mujer que, en su opinión, Nick más deseaba: la perfecta "niña guay", con tanta libido, tan juguetona y de trato tan fácil como dominadora de toda situación. Luego, después de la mudanza a la ciudad natal de Nick, asolada por la recesión y situada en el estado de Missouri, apalancando su fondo fiduciario durante el proceso, Amy adoptó nuevas y desagradables facetas.

Así que, simplemente, ¿quién es Amy Dunne? Ése es el abismo sin fondo al que bajó la actriz Rosamund Pike. Natural de Londres, Pike destacó como Chica Bond en Muere otro día, a la que siguieron papeles en Orgullo y Prejuicio, An Education, Jack Reacher y Bienvenidos al fin del mundo. Pero Amy llevaría a Pike a nuevos retos como personaje de un número inacabable de capas que se van quitando para no dejar un centro sólido.

Pike recuerda que le atrajo al instante la visión impenetrable, radiográfica de la parte oculta, y habitualmente desagradable, de la perfecta felicidad matrimonial. "Me intrigaba francamente la idea del matrimonio como estafa: la idea de que todos estamos vendiendo una versión de nosotros mismos", reflexiona. "Y Amy es una creación notabilísima. Me fascinó que se pasara la vida actuando, quizá, en parte, porque apunta a la vida de un actor. El reto de ser Amy consiste en que nada de lo que sucede con ella es lo que parece ser superficialmente".

Eso tenía tanto de reto como de atractivo. Pike prosigue: "Dando vida a Amy, consigo examinar un gran número de aspectos diferentes del cerebro femenino. Hay escenas en las que Amy interpreta dos cosas diferentes ante dos personas distintas en la misma habitación, y el público tiene que ver las dos".

Pike señala que sumergirse en las contradicciones de Amy era algo muy emocionante que explorar. "Puede ser de trato sencillo, libre, atractiva y relajada, pero luego está toda esa corriente que le circula por dentro. Todo eso es muy cierto en nuestras vidas actualmente, ¿verdad que sí? A menudo parece que todos estamos editando una versión de nosotros mismos". Amy es un tipo de chica que precisamente no es la ‘mujer ideal’ de Nick. Ella siempre intentaba ser la ‘mujer ideal’ de cualquier hombre con el que estaba; se meterá en su cabeza y será esa mujer, interpretará ese papel con todas sus fuerzas".

Pike cree que al principio Amy quería construir la relación perfecta. "Aquellos primeros y gloriosos días fueron un auténtico regocijo para ella", dice la actriz, "pero era imposible que se mantuvieran en el tiempo. Cuando las cosas comenzaron a ir mal –cuando la madre de Nick contrajo cáncer, cuando los padres de Amy comenzaron a tener problemas económicos–, su matrimonio cambió. Creo que Amy tuvo la sensación de haberse mostrado cómo era realmente y que eso a Nick no le había gustado".

Interpretar a Amy llevó a Pike a traspasar extremos físicos y emocionales. "El reto era ir pelando una capa tras otra de la cebolla que es este matrimonio", comenta. No obstante, Pike señala que junto con tales retos hubo también valiosas recompensas, sobre todo el hecho de trabajar con Fincher. "David es extraordinariamente minucioso y estricto en lo que se refiere al aspecto psicológico…., y como quiere explorarlo todo, te lleva a pensar que no debes escatimar ningún esfuerzo", señala la actriz.

Fincher siente un respeto recíproco hacia Pike. "La de Amy es una parte extremadamente peliaguda", afirma. "El público no debe tener ni idea de lo que vaya a hacer a continuación. He visto el trabajo de Rosamund y me asombró el hecho de ser yo incapaz de interpretarla. Había algo sobre la forma como atrapa la luz de forma distinta… no llega uno realmente a comprender quién es ella. Para mí, el aspecto más importante de Amy era que yo necesitaba el sentimiento de una hija única. El sentimiento de una orquídea. Necesitaba una flor de invernadero. Rosamund lo tenía y también está impecablemente encarrilada hacia el arte; es luminosamente bella y extraordinariamente digna de observación. Sé que había gente que decía que era un riesgo. Pero cuando me senté con ella, vi que era alguien que iba a darlo todo".


El rico ex: Neil Patrick Harris acerca de Desi
Entre los posibles sospechosos de la desaparición de Amy figuran antiguos novios, incluido Desi Collings, un sufrido ex de Amy de los tiempos de la escuela preuniversitaria, que, aunque portentosamente acaudalado, ha seguido escribiéndole cartas de amor herido. De este papel se hace cargo el actor de teatro, cine y televisión Neil Patrick Harris.

Como a tantos, la novela le dejó atónito a Harris. "Era uno de mis libros favoritos de todos los tiempos", asegura. "Me encantó que Gillian fuera capaz de escribir con tanta agudeza desde los puntos de vista de ambos sexos. También se cuenta entre los libros más inquietantes que yo haya leído. Me dio la sensación de que realmente habría deshecho los mitos sobre lo que son las relaciones y todo ese ideal de cuento de hadas de que las parejas siempre pueden compartirlo todo".

Desi, observa Harris, tiene sus propias ideas de cuento de hadas acerca de quién es Amy y cómo podrían acabar juntos. "Tiende ligeramente a aferrarse a las falsas ilusiones", comenta Harris. "Pero nuestro primer amor nunca nos abandona del todo y no hay duda de que Amy era precisamente eso para Desi. Así que le ciega la eterna idea de que están destinados a esa unión".

Harris observa que Desi no está solo en su reacción hacia Amy, aunque él tiene sus propias razones. "Amy parece ejercer una poderosa fuerza sobre cualquiera que aparezca en su vida pero, de forma especial, sobre los hombres que la desean", afirma. "Digamos que te succiona a su vacío. Creo que Desi está socialmente un tanto fuera de onda, por lo que le gusta esa idea. Es rico pero ha recibido una fortuna familiar que nunca fue ganada, por lo que le falta un fuerte sentido de sí mismo. Yo lo veo como alguien raramente frágil por derecho propio. Hay algo extremo en él, pero pensé que realmente necesitaba entender por qué se comporta de esa manera".

Su indagación sobre el personaje dio resultado en el plató, donde se descubrió a sí mismo reaccionando instintivamente al polifacético retrato que de Amy realiza Rosamund Pike. "Amy tiene muchísimos ángulos distintos, y ella sobresalió en cada uno de ellos. Es tan guapísima pero tan astuta, y sin embargo hay algo en ella que da la sensación de que se guarda algo en su interior", observa. "Todo ello era tan perfecto para Amy. Tuvimos algunas escenas juntos en las que estábamos… digamos que muy cerca, y de principio a fin ella se portó de forma muy profesional, siempre buscando verdades sin limitarse a jugar por el resultado".

Trabajar con Fincher por primera vez fue también una revelación. "He sido un gran admirador de lo que ha creado en la pantalla, pero verlo crear en persona me hizo admirarlo aún más", asegura. "Siente una pasión muy profunda por la totalidad del proceso de realización: desde las refracciones de la luz y los movimientos del travelling, hasta la forma de andar y la palabra escrita. Es un verdadero director en el sentido más dinámico de la palabra".

Harris disfrutó especialmente con la forma que tiene Fincher de inspeccionar los detalles más pequeños de la interpretación. "Es como si todos estuviéramos juntos en una especie de meditación", dice, "y se sabía, por el momento en que David estaba contento, que una escena había sido destilada hasta su esencia. Creo que es un poeta visual; no, un escultor. Se para un momento y desconcha lo que sea hasta conseguir algo verdadero".


El abogado defensor: Tyler Perry acerca de Tanner Bolt
Cuando Nick se convierte en sospechoso, contrata al abogado especialista más reputado en este tipo de situaciones; el denominado "santo patrón de los hombres que matan a sus esposas": el abogado defensor Tanner Bolt. Asumiendo un sorprendente giro interpretativo, el actor, realizador y magnate de los medios Tyler Perry interpreta a este personaje, en su primer trabajo importante en una película dramática.

A Perry le atrajo inmediatamente el reto de hacer algo completamente inesperado. "Tener la oportunidad de hacer algo nuevo y diferente siempre me resulta interesante", afirma. "Y una vez que fui consciente de la envergadura del proyecto, fue algo en lo que me quise involucrar totalmente. Yo vivo en una jodida burbuja – y había oído hablar de David Fincher, pero no conecté inmediatamente que muchas de mis películas favoritas habían sido dirigidas por ese mismo tipo– y eso habla de la genialidad de alguien que aporta su propio estilo y su propia vida a cada proyecto. Me alegro mucho de no haberlo relacionado todo antes de decir que sí, porque me habría sentido mucho más intimidado".

Una vez que aceptó el papel, Perry señala que le fue fácil meterse en el personaje de Bolt y su fascinación por la manipulación que hacen actualmente los medios de los casos judiciales en los que están implicadas celebridades. "Gillian dejaba muy claro quién era Bolt: es el tipo que te gustaría tener de tu parte si fueras culpable y también es el tipo que te gustaría tener de tu parte si fueras inocente. Y es que en realidad a él no importa si lo eres o no. Él va a hacer su trabajo", afirma Perry. "Bolt no es sólo un abogado muy hábil, sino también un gran manipulador que domina los medios de comunicación y, además, un astuto relaciones públicas. Su especialidad es dar la vuelta a la historia, invirtiendo las tornas, porque Bolt sabe que el 99% de lo que la gente piensa sobre alguien en el foco de atención de los medios se reduce a la percepción de su imagen".

En cuanto a cómo Tanner ve a Nick, Perry dice: "Al principio no sabe qué pensar, pero luego empieza a preguntarse si este tipo no será simplemente un idiota al que se la han jugado".

La compenetración de Perry con Fincher fue instantánea, y el actor dice que aprendió mucho de él también como realizador. "Entre Fincher y yo hubo una gran química; y una vez que empecé a entender su mirada y lo que él veía, para mí se convirtió en un caso de estudio", observa. "Fincher no ve las cosas como un ser humano corriente, te lo puedo asegurar. Puede estar mirando una pared blanca, y mientras tú no verás nada más que una pared blanca, Fincher está viendo 20.000 tonalidades distintas. ¿Cómo no te vas a sentir inspirado por eso? Es muy paciente, pero es capaz de verlo todo a la vez –con un visión muy clara–, y hay un momento en el que te das cuenta de que como actor estás listo para acompañarle en la aventura".


Los gemelos: Carrie Coon acerca de Margo
La persona que atrae a Nick Dunne de vuelta a Missouri como al hijo pródigo es la persona que cree que lo conoce tan bien como cualquiera puede conocerlo: su hermana gemela, "Go". Privados de sus antiguas ambiciones, la pareja se dedica ahora a dirigir un bar del pueblo conjuntamente. Pero cuando Amy desaparece, Go se convierte en la confidente habitual de Nick, la que sigue creyendo en su inocencia… ¿o no?

Debutando en el cine con este papel lleno de vitalidad se halla Carrie Coon, actriz conocida por su trabajo en la reposición de la obra "¿Quién teme a Virginia Woolf?" y por la serie de HBO "The Leftovers". Natural de Chicago, Coon era conocedora de Flynn como una escritora en alza del Medio Oeste. "En realidad mi esposo me entregó Perdida porque contiene referencias a ‘Virginia Woolf’, y cuando la leí conecté mucho con el libro".

Prosigue: "Los pasajes que tratan de lo que nos hacemos unos a otros en las relaciones son lo que convierte el libro en mucho más que un thriller. Creo que todos quedamos dañados por nuestras relaciones, sin que importe lo sutilmente que sea. Uno está divirtiéndose con esta trama retorcida y, de repente, Gillian te golpea en plena cara con algo profundamente cierto acerca de la conducta humana. Y David Fincher era la persona perfecta para guiar al público en este recorrido de atracción de feria que Gillian había creado. Los dos son personas encantadoras que da la casualidad de que tienen un núcleo profundo y siniestro".

Coon ve a Go como una especie de ancla para el público, uno de los pocos personajes que no es en absoluto pretencioso. Habiéndose criado como la única chica entre tres hermanos, Coon se identificaba con la forma que tiene Go de "ser uno de los chicos". "El modo en que mi familia expresa su amor es a través del sarcasmo, así que yo entiendo muy bien esa clase de relación, que es en buena medida cómo se relacionan Go y Nick", explica la actriz. "Me encanta que Go bromee con los chicos, que sea muy directa. De alguna manera, Go es la verdadera chica ‘guay’".

Al mismo tiempo, Go está pasando tantos apuros como su hermano gemelo. "Al igual que Nick, Go no ha llegado a tanto como prometía. Ha vuelto a casa y, digamos, se ha rendido, algo que es muy cierto en nuestros tiempos económicos. Ella y Nick también son supervivientes de una dura infancia compartida, por lo tanto, tiene sentido que, incluso ahora, se sientan más próximos el uno al otro que a cualquier otra persona".

En cuanto a la forma como Go reacciona ante las acusaciones lanzadas contra Nick, Coon reconoce que se siente a la deriva: "Su fe sólo puede llegar hasta un extremo antes de que los hechos empiecen a tener más peso, pero es profundamente perturbador para ella comenzar a tener dudas acerca de Nick. Ni siquiera puede preguntarle nada en voz alta porque sólo pensarlo supone una gran traición. Traté de imaginarme que uno de mis hermanos se encontrara en esa situación y que todos esos datos racionales y condenatorios empezasen a aparecer, y yo pudiera ver cuánto supondría luchar contra tu propia naturaleza".

De principio a fin de todo ello, Coon estaba entusiasmada por trabajar con Affleck. "Él no tiene hermanas, así que fue muy divertido responder sus preguntas sobre cómo se comportan los hermanos y dejarle que me golpeara en el brazo", dice riéndose. "También hay algo sobre la forma como David exige tanto de los actores que nos hace sentir que estamos todos embarcados en lo mismo. Fue una inspiración".


Los detectives del pueblo: Kim Dickens acerca de Boney
Cuando Nick comunica la desaparición de su esposa, emprende una relación peliaguda y no deseada con la detective Rhonda Boney, la investigadora principal del caso, y la única salvación concebible de Nick. Entre todos estos personajes obsesionados con su imagen que aparecen en Perdida, Boney es la única a la que le interesa la cruda y auténtica verdad. Del papel se encarga Kim Dickens, más conocida por Un sueño posible y las series "Deadwood", "Friday Night Lights" e "Hijos de la anarquía".

Dickens asegura haber sentido un instantáneo parentesco con el personaje. "Tuve la sensación de que podría meterme en ella", afirma. Es una mujer de las que forman parte de la verdadera sal de la tierra: pragmática, humilde pero en realidad francamente buena en su trabajo".

Kim señala que Boney prefiere acercarse a Nick de un modo imperceptible porque piensa que es la estrategia más eficaz, independientemente de que sea culpable o no. "Los porcentajes de participación del esposo en los casos de desaparición de la esposa son muy elevados", señala Dickens. "Pero Boney sabe que incluso si Nick lo hizo, ella todavía tiene que hacerle pensar que está de su lado para que confíe en ella. Ella le conoció cuando era un niño, pero ahora tiene que tratar de averiguar en qué se ha convertido al hacerse hombre; y de buenas a primeras no todo está tan claro. Las cosas parecen un tanto sospechosas. Pero, con todo, ella sigue dándole a Nick algo del beneficio de la duda porque eso es lo que le dictan sus instintos sobre la conducta humana".

El ambiente de sospecha no hace más que intensificarse cuando la investigación se entrelaza con el ataque de los medios que etiqueta a Nick como asesino de su esposa. "Todo resulta muy raro para esta pequeña localidad del Medio Oeste pero yo creo que Boney se ve a sí misma como a una detective justa y sensata que no va a verse arrastrada a una caza de brujas", dice Dickens. "Para ella la cobertura mediática se reduce simplemente a un obstáculo más que tiene que superar en este caso".

Tener la oportunidad de interrogar a Ben Affleck fue, a la vez, una profunda emoción y un reto. "Yo no sabía qué esperar", reconoce Dickens. "Yo me encontraba muy cerca de esta gran estrella de cine, y tenía que estar a la altura de su personaje. Pero Ben es muy divertido e inteligente y una vez que nos conocimos, era como si fuéramos compañeros de trinchera. Creo que él es perfecto para el papel: mezcla una gran virilidad con un ligero toque de muchacho. Y Ben también es excelente interpretando al tipo injustamente tratado".

Dickens también disfrutó dando la réplica a Patrick Fugit, que encarna a Gilpin, su compañero menos intuitivo. "Patrick y yo nos sentimos muy cómodos y muy en sintonía desde la primer lectura que realizamos juntos", afirma. "Eso era excelente porque Boney y Gilpin son el tipo de compañeros que comparten una verdadera jerga y una forma de tomarse mutuamente el pelo. Entre ellos no hay una lucha por el poder, lo que supone un cambio agradable".

Fincher se sintió impresionado por el tratamiento natural del papel por parte de Dickens. "Yo quería que Boney fuera una especie de Sherlock Holmes del Medio Oeste, y eso es lo Kim infunde en ella. Acierta casi por completo", afirma.


La otra mujer: Emily Ratajkowski acerca de Andie
De interpretar el papel de Andie, la alumna de Nick Dunne, demasiado involucrada, se encarga Emily Ratajkowski, una popular modelo de alta costura conocida por su papel protagonista en el controvertido vídeo musical de Robin Thicke, "Blurred Lines". La modelo debuta en largometrajes importantes en Perdida. Ratajkowski había leído el libro un año antes de conseguir el papel. "Era uno de esos libros que es imposible soltar hasta acabarlo", recuerda. "Estaba muy intrigada por todas las cosas que tenía que contar e, incluso entonces, tuve la sensación de entender verdaderamente a Andie".

Una vez aceptó el papel, Andie adquirió incluso más claridad para ella. "Me pareció que era una joven verdaderamente buena, quizá un tanto liberada para su ciudad pero alguien que trata de ayudar a Nick cuanto puede al verle acusado por primera vez", explica. "Creo que ella veía en Nick a un tipo inteligente y refinado, un escritor neoyorquino que podría abrirle un mundo en el que ansía introducirse. Él simbolizaba el futuro que ella quiere. Me parece que una gran parte de ella sólo quería catar esta clase de experiencia de adultos".

Ratajkowski reconoce que parecía del todo surrealista que éste fuera su primer largometraje importante. "Trabajar con Ben Affleck y David Fincher era toda una iniciación en las películas", dice riendo."


Fachadas e interiores: El paisaje de Perdida
El mundo físico de Perdida refleja el estado interno de sus personajes –o quizá sucede a la inversa– con su retrato de una Norteamérica en época de recesión, llena de fachadas reconfortantes que, vistas más de cerca, se deshilachan por las costuras. El resultado es una especie de colección de cosas típicas de Estados Unidos pasadas por el filtro del cine negro; una perspectiva siniestramente hipnótica de sueños americanos fuera de lugar. Fincher construyó este mundo compuesto de extrañeza a intimidad con un equipo en el que ha confiado repetidamente, y que incluye al fotógrafo Jeff Cronenworth, al diseñador de producción Donald Graham Burt, a la diseñadora de vestuario Trish Summerville y al montador Kirk Baxter.

Cronenworth ha recorrido anteriormente, sin duda alguna, algunos caminos oscuros con Fincher. A través de una serie de películas entre las que se cuentan El club de la lucha, La red social y Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres, los dos han forjado un estilo visual distintivo que evoca potentes atmósferas sin límite alguno. Impulsado por sutilezas y detalles, su trabajo en Perdida lleva por primera vez su estética al Medio Oeste de las zonas residenciales. El regionalismo de esta película se hace eco del trabajo del influyente fotógrafo callejero norteamericano Joel Sternfeld, que descubrió belleza humana y humor irónico en las modernas ciudades y paisajes creados por el hombre.

El mismo material ayudó a centrar el enfoque. "Una vez hube leído el guión de Gillian, y empezado a meterme en la cabeza de David y comenzado a vivir a través de estos personajes y del juego de ajedrez mental que juegan unos con otros, y de la montaña rusa emocional en que se han subido, la cuestión pasó a ser de qué forma podían los efectos visuales apoyar este viaje profundo y oscuro", explica Cronenworth. "Sentíamos la obligación de sumergir visualmente al público en el mundo de Gillian de la forma más completa posible".

En cuanto al modo como la cámara y la iluminación se convirtieron en cómplices de la creación de dudas y sospechas en una película en la que proliferan las falsas apariencias, Cronenworth dice que "uno busca modos de tomar una pequeña ciudad tradicional y prosaica, y el hogar impersonal de una pareja, y transformarlos sutilmente en algo misterioso".

El rodaje tuvo lugar en Cape Girardeau, una pintoresca ciudad del río Missouri a poco más de cien millas de San Luis, que hace las veces de Carthage, la ciudad natal de Nick que atraviesa una mala época económica. Donald Burt observa que la ubicación ofrecía muchas ventajas. "Todo lo de Cape Girardeau era perfecto: desde su mezcla de diferentes niveles económicos, pasando por sus edificios de época de los años sesenta, setenta y ochenta y sus centros comerciales construidos sin control, hasta disponer del río ahí mismo como ancla", dice el diseñador. "Los habitantes también fueron muy amables y nos ayudaron mucho. La producción alumbró como una luz su notable generosidad".

Cronenworth estaba igualmente intrigado por el perfil de Cape Girardeau a la hora de crear Carthage. "Carthage es muy parecida a muchas ciudades de toda Norteamérica que fueron prósperas en un tiempo, a las que llegó una autopista y en las que se establecieron unas pocas cadenas de supermercados; y, repentinamente, las oportunidades económicas siguieron su marcha carretera adelante", describe Cronenworth. "Yo vi en Carthage una especie de viejo y polvoriento vestido de novia que ha estado guardado en el armario. Conserva una belleza natural y un encanto, pero lleva años sin que lo saquen ni nadie se lo ponga".

Ubicaciones prácticas fueron requisadas para afinar este retrato. Burt lo explica: "Con David todo gira siempre en torno a la moderación pero también a encontrar cosas que son un poquito excéntricas. La idea es, a la vez, ‘mantengámoslo simple’ y, sin embargo, ‘mantengámoslo complejo’. También realizamos un esfuerzo coordinado para interrogarnos constantemente a nosotros mismos. David pregunta frecuentemente si ‘creemos que los personajes estarían en este lugar’. Y de esta forma examinamos las cosas, siempre a través de los personajes".

Añade Cronenworth: "Creo que David, Don y yo mismo pensamos que cuantas menos huellas dactilares evidentes dejemos, más gente se mete en el ambiente".

Quizá el lugar de rodaje más esencial fuera el hogar de los Dunne, un verdadero casoplón de una zona adinerada. Aunque está nuevo y brillante, en su interior prevalecen las sombras. "Todo en la casa de los Dunne giraba en torno a tomar un lugar doméstico normal y ordinario, y convertirlo en una fortaleza aislada con las persianas bajadas", explica Cronenworth. "De los pequeños detalles nace ese sentido de desilusión".

Burt y su equipo prestaron mucha atención a hallar la casa adecuada. "La casa que encontramos no era demasiado grandiosa, aunque sí lo suficientemente amplia para que dos personas pudieran sentir que había cercanía y, al mismo tiempo, una cierta separación: la advertencia tácita de ‘no invadas mi espacio y yo no invadiré el tuyo’. Queríamos que diera sensación de desabrimiento pero que sin embargo hubiera niveles diferentes", afirma el diseñador. "Evocaba una sensación de casoplón sin ser inquietantemente vulgar. Nos gustó que tuviera elementos clásicos, de forma que la madera de la casa de Carthage recordase su más histórica casa de ciudad de Nueva York pero de una forma sesgada. Es como si la casa anhelara ser tradicional… pero las máquinas, las luces y las ventanas de vinilo la delatasen".

Producción tuvo la suerte de tropezarse por casualidad, en las proximidades, con la espléndida casa que Desi tiene en el lago. "Encontramos esta espectacular casa que es obra de un discípulo de Frank Lloyd Wright, y que era simplemente perfecta. Daba la sensación de estar remota, pero gritaba ‘¡aquí hay dinero’! y, sin embargo, tenía una cierta cualidad de prisión".

Una de las escenas literalmente más oscuras de la película tiene lugar en un centro comercial abandonado de Missouri que se ha convertido en una especie de Meca de los desfavorecidos. Esas escenas fueron rodadas en Los Ángeles, utilizando una tienda abandonada de la cadena Montgomery Ward para los exteriores y los enormes almacenes Hawthorne Mall para los interiores. "Lo decoramos con toda la mampostería rota y los tiestos desvencijados que se pueden encontrar en las galerías. En realidad investigamos mucho sobre centros comerciales abandonados, porque hay muchos en Estados Unidos", dice Burt. "Producía una sensación apocalíptica, como si existiera otro mundo más oscuro debajo de lo que se ve en Carthage".

Para Cronenworth, era una ubicación preferida por sus retos. "La escala era sobrecogedora en el sentido de que era posible ver a través de tres plantas y abarcar cien metros en cada dirección, y lo queríamos todo iluminado principalmente con internas y hogueras", dice. "Era uno de los retos fotográficos más interesantes de la película. Queríamos que la escena recogiese esa sensación de catacumba".

Ambos han descubierto que su trabajo con Fincher es cada vez más profundo. Afirma Cronenworth: "Yo diría que lo principal que ha cambiado a lo largo de los años es nuestra capacidad de dormir un poco más tranquilamente por la noche. Somos más decisivos y eficientes, lo que hace que todo sea sólo un poco más fácil. Pero algo que ha permanecido sin cambio es que cada día salgo de trabajar en sus películas con la sensación de que he aprendido algo".

Burt tiene una opinión semejante sobre su prolongada colaboración. "Quisiera pensar que cuando uno trabaja lo suficiente con alguien, se crea una jerga, pero yo trato verdaderamente de enfocar cada proyecto como una experiencia completamente nueva, y ésta lo era", asegura. "Lo que más me sorprende de las películas de David es que haya tantos elementos que sólo percibes de forma periférica la primera vez que los ves; pero que más tarde acaban calando. Muy frecuentemente no es el elemento que tienes delante de la cara lo que constituye la clave, y en eso consiste su singular arte".


El sonido de Perdida: Trent Reznor acerca de la música
Para la música que proporciona a Perdida una fuerza subyacente que sale a la superficie, David Fincher volvió a trabajar de nuevo con Trent Reznor y Atticus Ross, quienes, además de colaborar en los álbumes de Nine Inch Nails, compusieron juntos las bandas sonoras de La red social y de Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres. Ambos se han convertido en socios valorados en la creación de partituras tan atmosféricas y agresivas como la forma de dirigir de Fincher.

Reznor observa que la forma como ellos trabajan con Fincher es algo más instintiva y desestructurada que la composición habitual, y que esos medios alterados conducen a un tipo distinto de resultado. "Trabajando con David en las dos últimas películas hemos aprendido a desplegar una estrategia que, por casualidad, a decir verdad, se convirtió en la forma correcta de hacer las cosas", explica Reznor. "Todo ello empieza dedicando tanto tiempo como podemos a tratar de sonsacarle a David el papel que él contempla que la música desempeñe en la película".

En Perdida eso supuso empezar con el sentido de tiempo y lugar de la película en medio de transiciones económicas y sociales. "Hablamos del futuro prometido al Medio Oeste y de lo que ha sucedido en esa parte del sueño americano, con todas esas mansiones cuyas hipotecas han sido ejecutadas, y con los centros de ciudades que están siendo abandonados y prácticamente ya no funcionan. Hablamos de la idea de que ésta fuera una historia sobre personas que se presentan a sí mismas ante el mundo tal y como ellas quisieran ser realmente, al mismo tiempo que lo que las rodea está echándose a perder", dice Reznor. "De ahí provino la discusión sobre la gama de sonidos, y sobre qué instrumentación, qué colores podrían crear todo eso sobre el caballete. Queríamos que el sonido mostrara una cierta infelicidad, cuando todo da la sensación de estar un poco golpeado".

De forma atípica, Reznor y Ross componen conceptualmente mucho antes de ver los rollos de la película, puliendo la partitura sin descanso a medida que la versión final de la película va cuajando. Es un proceso que exige mucho tiempo y de grandes proporciones desde el punto de vista creativo, pero conduce a caminos inesperados. "Trabajamos casi subconscientemente basándonos a menudo sólo en texturas y muestras", describe Reznor. "Tras unas pocas semanas de trabajar así, entregamos algo de música para ver si lo que estamos haciendo responde al significado de lo que David tiene en su cabeza. Trabajar de esta forma probablemente exija treinta veces más tiempo pero eso es lo que logra la sensación correcta".

El punto de partida para la música era el tipo de tono suavemente moderado que uno puede oír mientras ocupa una mesa de masajes en un balneario. "Pensamos qué pasaría si empezáramos con algo casi grotescamente dulce y, luego, revelásemos lo que se oculta bajo la superficie", dice Reznor. "Incluimos momentos parecidos a los del balneario, pero luego estudiamos la forma de lograr que se volvieran desagradables, de ir pelando capas para que se percibiera la revelación".

Reznor prosigue: "En lo relativo a la gama de sonidos, lo que hace que ésta sea única es que utilizamos una mezcla de sonidos más instrumentales y menos sintéticos. No queríamos que diera la sensación de estar demasiado lograda, por lo que empleamos mucho equipo interesante y de fabricación casera. Hay momentos en los que el ritmo se reduce a los golpecitos que yo doy sobre una caja de madera; resulta repetitivo pero va flotando, de forma un tanto parecida al latido de un corazón humano".

Preguntado por qué él y Ross vuelven una y otra vez a trabajar con Fincher, Reznor contesta: "Hemos tenido unas experiencias tan mágicas, inspiradoras y artísticamente gratificantes con él, que nos han malcriado", afirma. "Uno se da cuenta de lo raro que es que surjan películas realmente grandes".

Finalmente, con el paso del tiempo, la música se convirtió en un vinculante hilo que casaba perfectamente con el resto de elementos. "Hubo un momento en que entregamos un lote de material y David y Kirk expresaron un entusiasmo que indicaba que nos habíamos centrado en algo les ayudó a unir todos los elementos de la película. Es como ese momento cuando uno está grabando y la música se fusiona en un auténtico álbum y deja de ser una mera colección de canciones".

Reznor concluye: "Podría empezar a imaginarme la carne de gallina de los brazos del público al verse atacado por este relato".

Más información sobre la banda sonora Trent Reznor and Atticus Ross: Gone girl.